Ya hemos hecho las cuentas del Gran Capitán y hemos averiguado que los votos de menos de Unidos Podemos en las elecciones generales se quedaron en casa o quizás se fueron a la playa a ligar, aprovechando que Pablo Iglesias había dejado el campo libre debido a sus ocupaciones en la campaña electoral.
Sin embargo queda la pregunta sobre qué votó en 2015 ese millón y pico de votantes que han dejado a Podemos y sus confluencias por quizás el vermú de después de misa. Esta es una pregunta original como demuestra que ya ha escrito sobre ella Ignacio Sánchez-Cuenca señalando a los votantes de IU tras relacionar las pérdidas de Unidos Podemos con las plazas fuertes de IU. También Vozpópuli tiene su análisis en esa dirección, e incluso en electomania han publicado una contribución con interesantes comentarios. Mientras que en ctxt ponen en duda la relación del voto perdido con el votante de IU basándose en deducciones a partir de la encuesta preelectoral del CIS. Finalmente, en politikon se apuntan a un modelo demoscópico para intentar explicar el descenso de Unidos Podemos basado en que el votante centrista vuelve a quedarse en casa huérfano.
En este artículo me voy a basar solamente en la comparación de los resultados de las elecciones generales de 2015 con las de por ahora únicas elecciones generales de 2016. Para ello he utilizado los resultados de 2015 y 2016 que están incluidos en la aplicación de resultados distribuida por el Ministerio del Interior y que contiene los datos de todos los municipios e incluso de distritos para varias ciudades. La pega es que en los resultados que usaré no están incluidos los votos de los residentes en el extranjero.
Por comunidades autónomas, el descenso del número de votos de Unidos Podemos —incluidas confluencias— con respecto a la suma de votos de Podemos —con confluencias—, Izquierda Unida y MÉS en 2015 es el siguiente:
El comportamiento ha sido muy diferente en las distintas comunidades , sorprendiendo cómo en autonomías como la vasca y navarra donde las estructuras de Podemos no son especialmente fuertes, Podemos consigue mantenerse a flote. Además, las confluencias aguantan bastante mejor pero sin embargo Podemos se hunde en las Islas Baleares donde parece que el pacto con MÉS no ha funcionado bien.
En la siguiente gráfica se muestra la relación de la caída de Unidos Podemos con el voto de IU:
En la gráfica cada círculo representa a un municipio, distrito o agrupación de municipios que cubre todo el censo español, salvo las poblaciones catalanas y gallegas donde IU no se presentó en solitario en 2015. La idea es que cada punto representara a una cantidad similar de población, que lo establecí del orden de 100.000 censados con derecho al voto. Así se evitan las gráficas donde se comparan los resultados provinciales que son un número más pequeño y con enorme diferencias de población de unas a otras. Así, las en las ciudades grandes como Madrid o Barcelona con distritos grandes cada distrito es un círculo. Lo mismo ocurre con las ciudades de más de 100.000 censados. Para el resto, se han agrupado con otros pueblos o distritos dentro de la misma provincia hasta llegar a una población del orden de 100.000. La agrupación se ha hecho por cercanía de patrón de voto en 2015. El tamaño de cada círculo es proporcional a los votos de Podemos, IU y MÉS en 2015.
El eje horizontal indica el voto de IU en 2015 con respecto a la suma de los votos de Podemos, MÉS y la propia IU. El eje vertical es el voto de Unidos Podemos en 2015 con respecto a la misma suma de Podemos, MÉS e IU en 2015.
Creo que esta es la mejor forma para ver si hay alguna relación de la caída del voto de Unidos Podemos con IU, ya que las gráficas donde se muestra el voto recibido por IU con respecto a la caída de Unidos Podemos obvia las posibles correlaciones que pueda haber entre el voto de IU y el de Podemos en 2015: que donde IU tuvo un mejor resultado, también lo pudo haber obtenido bueno Podemos, con lo que el descenso del voto será mayor si hay un porcentaje fijo de votantes de Podemos que se quedan en casa.
La línea inclinada muestra el ajuste robusto realizado con statsmodels, donde se ha supuesto que el voto de Unidos Podemos es la suma de los votos de IU más el resto de coaligados, multiplicados cada uno por un factor que calcula el modelo. En este caso, el ajuste dice que a Unidos Podemos votaron un 50 % de los votantes de IU y un 87% de los restantes coaligados. Este ajuste entonces daría la razón de los que formulan que son los votantes de IU son los que principalmente han dado la espantada. Y aunque los parámetros del ajuste parecen buenos, es sano desconfiar del resultado. Los círculos muestran una gran dispersión de los resultados pero sí se percibe un apelotonamiento alrededor del 20 % de votos de IU y un casi 80 % de descenso de Unidos Podemos, lo que va a hacer que todos los ajusten vayan a pasar por ese área de apelotonamiento. Sin embargo, fuera de esa área no hay tantos puntos, y los puntos periféricos van a ser fundamentales para determinar la pendiente de la curva, aunque sean bastante menos.
Así, podríamos considerar que la confluencia a la valenciana no es equiparable al resto de resultados de Unidos Podemos, porque está el factor Compromís. Si se quitan los resultados valencianos del ajuste —aunque se siguen mostrando los círculos en colo rojo—, el ajuste queda:
El ajuste ahora indica que el voto ahora es un 70 % de los votantes de IU y un 80 % del resto, donde este ajuste excluye a un 16 % de los votantes de 2015 de los partidos confluidos, exceptuando los territorios donde no se presentó IU en solitario. El ajuste ya no es tan contundente como el primero, y aunque muestra menos fidelidad del votante de IU, ya no está tan claro si miráramos el error de la estimación de los factores.
Si nos fijamos en la gráfica, encima de los círculos rojos valencianos hay unos cuantos círculos que parecen desconectados del resto. Esos círculos corresponden a los territorios vascos y navarros, y para el mismo porcentaje de voto IU de otros territorios, dan unos resultados para Unidos Podemos sensiblemente mejores. Se puede argumentar que el caso vasco y navarro no se puede analizar conjuntamente con el resto de los territorios —¿trasvases de voto de otros partidos como EH Bildu o mayor satisfacción entre los abstencionistas desencantados de todos los demás partidos?—, y que convendría realizar el ajuste sin ellos, como se mostrará en la siguiente gráfica, donde las poblaciones vascas y navarras se colorearán de verde:
Y ¡oh, sorpresa! ahora resulta que el ajuste dice que un 85 % de los votantes de IU votaron a Unidos Podemos mientras solo un 75 % de los de Podemos. Este ajuste excluye a un 26 % de los votantes de 2015 y se observa que todos los puntos no muestran una excesiva diferencia entre los extremos izquierdo y derecho, están bastantes alineados a un línea plana que indica que el voto de IU no cambia el resultado.
Pero bueno, también se puede argumentar que habría que excluir a las Baleares del ajuste, ya que no es comparable el comportamiento de los votantes de MÉS. Y también a Aragón, ya que en las elecciones de 2015, CHA fue junto con IU pero ahora no estaba apuntado a las confluencias. Además, el punto cercano al 50 % del voto de IU —que corresponde a un aglomerado de pueblos cordobeses— también puede desvirtuar el análisis, y conviene eliminarlo. Hecho esto —círculos amarillentos—, el ajuste queda:
Ahora hubieran votado a Unidos Podemos un 81 % de los votantes de IU y un 77 % de los votantes de Podemos, excluyendo a un 33 % de los votantes de 2015. Con las incertidumbres que da el ajuste, prácticamente sería la misma fracción de votantes de IU y del resto los que votan a Unidos Podemos.
Si se va más allá, y se enmascara el voto de las ciudades canarias por los supuestos líos que hubo allí —además de porque están más cerca de Venezuela y porque tienen un diputado con rastas—, de las plazas africanas —que estamos cerca del 18 de julio— y de donde IU superó el 34 % de los votos de los coaligados, que quizás influyan mucho pese a ser un número escaso —otra vez los marcamos con ese naranja amarillento—, queda entonces:
Y la línea vuelve a cambiar su pendiente, otra vez descende, que indica que el votante de IU vuelve a quedar marcado como el más insumiso. Concretamente el ajuste da una fidelidad del 69 % al votante de IU mientras que al resto da un 80 %. Este ajuste excluye al 40 % de los votantes de 2015.
¿Y entonces? ¿Cuál es la respuesta satisfactoria? Pues lo que he querido mostrar es que los ajustes tienen sus limitaciones, y con una dispersión tan enorme de los datos no hay un resultado claro. En todos los modelos mostrados hay muchos círculos bastante alejados de la estimación del modelo, por lo que es muy aventurado decir que cualquiera de estos modelos es diáfano.
Para eliminar toda esta dispersión, he realizado una última gráfica donde ordeno todos los pueblos según su porcentaje de los votos de IU con respecto a todos los coaligados, y calculo para aproximadamente los cinco quintiles —determinados para que cada quintil tenga aproximadamante el mismo número de votos de los partidos coaligados en 2015— las mismas cantidades de los gráficos de arriba:
La curva que une el resultado de cada quintil la he realizado para todas los poblaciones donde se presentó IU en solitario en 2015 —en azul— y también la he calculado excluyendo, por los mismos motivos que he comentado antes, al País Vasco, Navarra, la Comunidad Valenciana, Aragón y Baleares —en verde—. Y el resultado es similar al mostrado anteriormente: si se cuentan todas las comunidades, se aprecia una tendencia clara del voto según el resultado que obtuvo IU. Si se excluyen algunas comunidades, la tendencia desaparece.
Como conclusión, he querido mostrar las limitaciones de los análisis basados en ajustes. Los ajustes deben realizarse con datos comparables, y no donde quizás haya otra variable no contemplada que explique mejor los resultados. Mi impresión de este estudio es que no se puede afirmar que los votantes de IU hayan sido significativamente menos fieles en general que los de Podemos y que el comportamiento del votante ha dependido decisivamente de su comunidad autónoma.
Muy interesante.
Estoy de acuerdo. A mi Podemos me resulta simpático desde la perspectiva de ser un grupo de outsiders, de fuera de Madrid, que se juntan para hacer lo que nunca se ha hecho: resolver las diferencias vía consenso y diálogo. Me parece que cada Comunidad Autónoma es el nivel administrativo al que Podemos tiene que pelear por los votos, no sólo porque es donde tiene representación ya, si no porque España es ya una federación de provincias electorales con comunidades electorales como nivel de gobierno por encima de estas y cualquiera que quiera jugar al juego de tronos tiene que usar eso como tablero.