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05/02/05: Comité de Sabios y reivindicación del Ejecutivo

Está de moda en España, en Europa y en general en el mundo el rollete de las manifestaciones independientes. La idea viene a ser algo así como que conviene desconfiar de que la gestión de la cosa pública la lleve a cabo el Gobierno y la Administración. Mucho mejor, por supuesto, sustraer cualquier cosa importante de la influencia de la política y de los políticos. Son, ya se sabe, todos unos corruptos y unos ladrones. Y unos incompetentes. Con lo que nos ponemos en manos de una serie de "expertos" independientes provinentes normalmente del sector afectado por la regulación y todos contentos. Sobre todo, claro, los "expertos".

Los geniales y "liberales" propagandistas de este modelo aborrecen la política y los mecanismos de representación democrática. Invocan constantemente la creación de "Administraciones Independientes" (o "Autoridades Independientes" o "Autoridades de Regulación") y la necesidad de que sus miembros, a ser posible, no los elija ni el Parlamento. Este sistema de zorras cuidando el gallinero es cojonudo para la zorra y los granjeros imbéciles. Vayan Ustedes mismos situando a sus enfervorizados defensores, en cada caso, en el sector "zorra" o "imbécil".

La televisión y su regulación sufre desde hace años el embate de esta moda. Ponga un Catedrático de Periodismo ignaro en su mesa o una Catedrática de Comunicación Audiovisual autosatisfecha en la Dirección General de RTVE y obtendrá el mismo diagnóstico: un paso ineluctable para mejorar la situación en España es crear un Consejo Superior del Audiovisual independiente del Gobierno que se encargue de desarrollar las actividades públicas de regulación y supervisión en el sector (conceder licencias, vigilar el cumplimiento de sus condiciones y del resto de normas, sancionar...). Más allá de sus legítimas aspiraciones de meterse en el mencionado Consejo y cobrar un pastón en dietas compatibles o de su ignorancia supina sobre cómo funcionan estas instituciones no se entiende tal unanimidad. Algo más de sentido tiene que toda la profesión periodística esté por la labor, eso sí, si son ellos mismos los que co-optan a sus representantes. Demencialmente corporativista pero entendible. Otra cosa es que a los ciudadanos nos tenga que parecer bien que sean los empresarios del sector y sus más destacados empleados de confianza los que hayan de decidir cosas como a quién van las licencias, cuántas han de ser, qué condiciones han de cumplir los concesionarios...

Esta página prefiere que sean los nefandos políticos, responsables ante la ciudadanía e indirectos representantes de ésta, quienes se ocupen de estas funciones. Al menos, como regla general. Además, creemos que puede demostrarse que la independencia y la preparación no significan, ni siquiera en el mejor de los casos, una mayor garantía de que las soluciones vayan a ser idóneas. En ocasiones se produce precisamente lo contrario: que el Gobierno y la Administración están en mejores condiciones de hacer ciertos trabajos.

El "Comité de Sabios" (galicismo horrible y estúpido, que bien traducido nos llevaría a la denominación más sensata -y tradicional- de "Comisión de Expertos") nombrado por el Gobierno de Rodríguez Zapatero para analizar la situación de los medios públicos del Estado (el Ente RTVE, por un lado y la Agencia EFE) ha pergeñado un informe tan decepcionante que nos permite ilustrar a la perfección este particular.

Los "Sabios" nombrados son todos de un nivel académico o profesional destacable. Es más, podría decirse que escasas dudas o polémicas ha generado su nombramiento, por tratarse de personas de una solvencia intelectual fuera de toda duda. El Periodismo Independiente ha denunciado su entrega al felipolanquismo, pero, ¿acaso hay alguien en este país que no esté contaminado por la larga mano de D. Jesús? Para el Periodismo Independiente no, pues hasta el mismo Aznar es un amigo de Polanco si uno escucha a sus pontífices más destacados. Los "Sabios", además, han trabajado con total libertad e independencia.

Sin embargo, al final, han entregado un informe que no aporta nada que cualquier español con un nivel cultural medio hubiera podido acabar concluyendo tras una charla de café con los amigos:

- "Televisión Pública buena y necesaria, pero sólo si ser servicio público"

- "Televisión Pública en España no funcionar y perder dinero"

- "Otros países de Europa tener TV pública mejor y dedicar más dinero"

O sea, que TVE ha de seguir funcionando, pero más financiada por el Estados que hasta la fecha y, a cambio, reorientada hacia el servicio público. En qué ha de consistir éste es una entelequia para la que los autoproclamados "sabios" aportan una desternillante serie de "indicios" que sitúan el informe en la esfera de las buenas intenciones... de charla de café.

Sorprendentemente, los Sabios tuvieron el apoyo técnico de un asesor económico nombrado por el Gobierno y directamente dependiente de él que les preparó una serie de informes plagados de sensatez y de datos de enorme interés. Donde, además, planteaba posibles soluciones mucho más atrevidas y valientes que las de los propios sabios (y más realistas que las del sabio díscolo, al que no se le entiende muy bien qué es lo que quiere, si una tele pública o una privada). Es decir, que tiene que ser el miembro "informador" del Comité (y el menos "independiente") el que aporte algo de interés al trabajo común del Grupo. Tiene que ser el Gobierno, la Administración, la que aporte alternativas realistas y soluciones que requieren de coraje político para su aplicación. Los "sabios", mientras tanto, se quedan en el mundo de las buenas intenciones.

Más allá de la triste realidad que supone que el trabajo del Comité de Sabios vaya a ser irrelevante a efectos de reformar RTVE y el sector público audiovisual (y la ocasión perdida que implica ello, no por nada, sino por la sencilla se irritante simplicidad del análisis y propuestas que se ofrecen, que son ciertamente "de mínimos" y que lo convierten, sobre todo, en un documento-resumen de la situación más o menos correcto), este episodio nos da cuenta de una triste realidad: es optimismo voluntarista suponer que la solvencia profesional y la independencia habiliten para desarrollar ciertas funciones. Porque cuando de la "res publica" se trata es imprescindible también el coraje político. Entendida esta última palabreja en su más noble y estricto sentido. Yo quiero un Consejo del Audiovisual dependiente de los poderes públicos... y político. Porque políticas son sus responsabilidades

 

ABP (València)

Si alguien desea acceder al texto del Informe, puede obtenerlo en la web de La Moncloa. Los trabajos del Asesor Económico están disponibles en la web de la Asociación de la Prensa de Madrid.

03/02/05: Quiero una televisión

En España se ha considerado históricamente que la mejor manera de defender el pluralismo y garantizar el acceso de todos a los medios audiovisuales es que el Estado monopolice la televisión o, en su defecto, que la retenga en su mayor parte y conceda un par de licencias chungas a un par de empresas, beneficiarias de este lucrativo oligopolio privado por la gracia de Dios y del Gobierno. Esta concepción del mercado televisivo entronca con las más señeras raíces de pensamiento liberal español. Baste pensar en cómo se reguló la imprenta por ese ejemplo de Santa Liberal que era Isabel la Católica. O el liberalismo intervenido que ha educado económicamente a los españoles desde el desarrollismo franquista. Todo lo que huela a libre competencia es malo, malo, malo. Ser liberal es disfrutar de un mercado vetado a los demás, con la bendición del Gobernador Civil y del Obispo. Con las teles no podía ser de otra manera, y la santificada regulación del sector es un liberal escándalo. Ejemplos los tenemos a cientos y rastrear las modificaciones legislativas que se suceden desde hace una década en cada Ley de Acompañamiento a los presupuestos a instancia de las maltratadas empresas del sector es una tarea sumamente reveladora al respecto.

También l as tres privilegiadas concesionarias han defendido siempre la libre competencia para el sector, pero entendida a la española. Es decir, que cuando exigen competencia no adulterada no están pidiendo que cualquier pueda montar una tele, como ellos, y luchar por la tarta publicitaria, sino que, justamente, lo que pretenden es denunciar la injusticia de que TVE participe de ella. UTECA, la Asociación creada para la defensa de sus intereses, tiene claro que la infame restricción a la competencia que supone que TVE tenga publicidad es un atentado a la libertad sólo comparable a la tranquilidad con la que asumen que sólo ellos puedan disfrutar de concesiones televisivas. EAnte cualquier amenaza de entrada de nuevos actores en el mercado, como se discute estos días, ya se ve lo que pasa: llamaditas de atención desde sus imperios mediáticos, los liberales de Unió Democràtica de Catalunya convenientemente "tocados" para que hagan de lobby de UTECA, marejada de furia en el periodismo independiente ante la posibilidad de que Canal Plus emita en abierto o se dé alguna licencia más... El mensaje liberal es claro: todo lo que sea que haya más teles es malo y peligroso. La libre competencia se garantiza mucho mejor con una ordenada competencia entre dos o tres bueyes que, por mal avenidos que coyunturalmente puedan llegar a estar, no se darán nunca cornadas entre si en este crucial aspecto.

Históricamente, se han buscado justificaciones de todo tipo para proteger estos oligopolios tan lucrativos. Hubo un momento en que, por ejemplo, se hablaba de la escasez del espacio radioeléctrico, que aconsejaba tener pocos operadores vinculados a un contrato de concesión que les obligara a dar servicio público y atender a las necesidades sociales y ciudadanas. Los años de emisión de Antena 3, Tele 5 y Canal Plus demuestran el éxito de la idea. Y la evolución del sector, en cuanto el avance tecnológico ha permitido más televisiones, pone de manifiesto que se trataba sólo de una vil excusa. ¿Cómo si no puede entenderse que cuando hubo posibilidades de dar 14 canales más en vez de concederlos a todas las empresas que los solicitaran o, si eran más de 14, hacer un concurso y adjudicar un máximo de un canal por empresa, el Gobierno optara por dar todos, los 14, a una única concesioanria? Pues, aunque no lo crean, la razón justificativa aportada fue que así se fomentaba el pluralismo.

Como también, al parecer, se lo fomenta cerrando indefinidamente el mercado a los agentes oligopolísticos que en la actualidad disfrutan de él. Conceder nuevas licencias, ahora que es tecnológicamente posible sin ninguna duda, supondría, por lo visto, ser mucho más restrictivo con las libertades. Y, lo que es todavía más cachondo que se utilice como argumento "liberal", poner en peligro la salud económica de un sector, el de la tele privada, que vive días de vino y rosas. Lo que es inadmisible, al parecer.

Probablemente tienen razón los señores a sueldo de tan curiosa concepción de las mejores formas de incentivar el pluralismo al defender su estatuto privilegiado. El "Bar Paco" de mi pueblo también hizo mucha fuerza en su día para que el Ayuntamiento aprobara una ordenanza municipal prohibiendo la instalación en el municipio de otros servicios de hostelería. Como Antena 3 y Tele 5, el "Bar Paco" era rentable y generaba riqueza y puestos de trabajo, constituía un elemento reconocible de la vida social, y tenía un historial que lo acreditaba como un local sin tacha. Como Antena 3 y Tele 5, el "Bar Paco" vivía mucho más tranquilo si todos los demás tenían prohibido hacerle la competencia.

Si el Parlamento entiende que la licencia de Canal Plus es mejor que se emplee para emisiones en abierto, constatado que la tarta publicitaria da para eso y más, no pasa nada porque se le permita hacerlo. Si incluso se entiende que el pluralismo aconseja que Veo TV y Net TV puedan emitir en analógico antes del tránsito definitivo a la TV digital para la que tienen licencia, tampoco parece que la cosa sea un escándalo en caso de autorizarse. Y, habiendo espacio radioeléctrico, tampoco pasaría nada porque se fuera más allá y se sacaran a concurso licencias incluso en número mayor de lo que las previsiones más optimistas puedan hacer creer que soporta el mercado. Ya se arruinará quien se tenga que arruinar y sobrevivirá quien haya de sobrevivir. A base de hacer mejor televisión y ofrecer un producto más exitoso. O lo que sea. Porque para lo demás (servicio público, productos culturales, cobertura informativa amplia...), reconozcámoslo, estará como mucho TVE (si es que acabará estando alguien).

A la espera de que LPD pueda tener una televisión y convertirse en el Único medio, o que Usted o Fulano aspire a tener otra, la realidad se impone. Son las grandes fortunas quienes pueden montar un medio de comunicación. O las grandes empresas las que pueden permitírselo. Ocurre también con la prensa escrita, no crean. En tal tesitura, y una vez el Estado concede a algunos de ellos la posibilidad de actuar en el mercado, el pluralismo y la libertad se garantizan mejor en un modelo en el que el número de partícipes sea el mayor posible.

 

ABP (València)

 

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