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sobre las Noticias - Otoño 2003
12/12/03:
La misa en TVE: te alabamos Señor... Realizador
Nada mejor para demostrar que estamos
en un Estado aconfesional que la emisión cada domingo en
la televisión pública de cuatro programas dedicados
al catolicismo –‘Pueblo de Dios’, ‘Últimas
preguntas’, ‘Testimonio’ y ‘El día
del Señor’- y de otro que sirve para que no protesten
evangélicos, judíos y musulmanes (‘Tiempo de
creer’, de quince minutos, a ver que se van a pensar estos
herejes). El Estado español y la Iglesia se separaron hace
tiempo, pero hay lazos de amor que nunca se pierden, sobre todo
los contantes y sonantes, pues las sotanas tienen amplios bolsillos
y los gobernantes tendencia a recorrer el camino de la santidad.
Los ‘programas católicos’
muestran la actividad de la Iglesia desde todos los puntos de vista
– labores caritativas, doctrina, vivencias personales y liturgia-.
En este último campo destaca ‘El día del señor’,
con la tradicional emisión de la misa desde diversas parroquias
de España.
Esta misa itinerante es un ejemplo
de buen hacer televisivo. Lo que a priori podría hacer bostezar
a una beata acérrima se convierte en un ejercicio de estilo
con cinco o seis cámaras, todo un muestrario de planos desde
los ángulos más diversos que tiene por objeto contar
una historia.
La misa se transforma así
en un cuento, en una película, con planteamiento, nudo y
desenlace, una obra de teatro cómplice con el telespectador,
ya que le da el papel principal al pueblo. Los planos están
llenos de virtuosismo, dentro de una realización clásica
muy alejada de la aceleración y movimientos de cámara
propios de muchos programas actuales. El ritmo, teniendo en cuenta
las limitaciones del recinto y de la propia naturaleza del acto,
es prácticamente perfecto. Siempre existe acompañamiento
por parte de un coro e instrumentistas, por lo que si la liturgia
católica fuera menos adusta estaríamos ante un auténtico
espacio musical (imaginemos esos oficios religiosos de la comunidad
negra estadounidense).
Las imágenes de los asistentes,
los sacerdotes, los cantantes, los músicos, se alternan con
suavidad, mediante fundidos milimétricamente estudiados y
desde posiciones muy variadas, combinando los planos estáticos
(y de todo tipo, desde el detalle a los generales) con los elegantes
movimientos de la grúa, zooms imperceptibles o travellings
alejados de toda brusquedad. El despliegue técnico y el preciosismo
formal resultan asombrosos. Si el pueblo, decíamos, es el
protagonista, la arquitectura proporciona la atmósfera. El
resultado: un programa estéticamente impecable.
Este envoltorio de lujo está
al servicio de un discurso rancio, ultraconservador, en el otro
extremo del libre pensamiento, dirigido, lógicamente, a un
rebaño. El mismo pueblo que protagoniza el programa, el mismo
telespectador que ve la atractiva realización, pasan –en
materia de contenido- de la categoría de caballeros a la
de siervos con una huella de zapato que ha dado un puntapié
en el trasero. El continente trata de usted, pero el contenido más
que tutear, insulta, fiel reflejo, por otro lado, de la ideología
eclesiástica.
Esta manipulación está
hecha con clase, con indudable talento. En nada desmerece, salvando
algunas distancias, a los documentales de Leni Riefenstalh sobre
el régimen de Hitler. Beben de la misma fuente: el uso del
concepto de belleza clásica como vehículo de la abyección.
El plato está bien presentado y tiene un sabor excelente.
Los ingredientes, eso sí, proceden del vertedero.
Alfredo Martín-Górriz
04/12/04:
El arte, el crítico y los fluidos corporales
“No
me gustan las religiones, creo que estaría muy bien que desaparecieran”,
es la frase que destaca como titular la autora de una entrevista
a Arthur C. Danto publicada en un diario regional del Grupo Correo,
lo que tratándose del buque insignia los muy católicos
hermanos Bergareche no está nada mal como arranque.
Mr.
Danto es crítico de arte, y además está considerado
como el más influyente del mundo entero. Su concepto del
hecho artístico es quizá un poco drástico a
ojos de los indoctos en en esta materia “si alguien
dice que quiere hacer una obra de arte que consista en destruir
Madrid, yo diría que es una idea interesante sobre la que
se puede debatir, pero que no creo que deba hacerlo”.
No cree que deba hacerlo, pero esto no es más que una opinión
personal y por tanto relativa y sujeta a controversia, porque ¿quien
es él para afirmar rotundamente que no se puede masacrar
una ciudad con fines artísticos?.
El
punto de vista del eminente crítico sobre el fin de toda
creación artística resulta saludablemente laxo, pero
no menos que su opinión sobre los materiales utilizados para
realizar obras de arte. Danto aprueba el uso de auténticos
cadáveres humanos o de la sangre menstrual para su uso a
efectos artísticos: “los fluidos corporales
son muy simbólicos y tienen una carga muy poderosa para el
espectador. La decisión de utilizar este tipo de materiales
la puedo comprender perfectamente. Apropiarse de algo que socialmente
es conflictivo para utilizarlo en arte es algo mágio. En
arte todo se puede discutir”.
Pero
si el uso de sangre menstrual para pintar o de caquita para esculpir
tiene un indudable mérito para este gourmet del arte ajeno,
no es menor la importancia que atribuye al uso de la violencia y
la sangre en el arte contemporáneo; “recuerdo
una perfomance que consistía en que una artista china cubría
su cuerpo desnudo con una especie de comida que atraía a
los perros. Los perros se abalanzaron sobre ella para comer. Se
expuso el peligro, se expuso a merced de la obra. Yo encontré
que era una obra de arte muy poderosa”. A la
altura de Las Meninas de Velázquez, añadiríamos
nosotros.
Un
genio progresista como el Sr. Danto merece un congreso internacional,
algo en lo que se ha empleado con fervor la Comunidad Autónoma
de Murcia -como corresponde a un gobierno de derechas-, hasta el
punto de que el propio Presidente, de la misma no ha dudado en sancionar
con su presencia la evidente altura institucional de este evento.
Alguien tendrá que explicar algún día por qué
una formación política, cuyos dirigentes exhiben unos
currículums de indudable aroma Joseantoniano, no tiene reparo
en impulsar medidas de índole económica a despecho
de los más severos ataques del resto de fuerzas políticas,
y sin embargo se entrega con arrobo y sumisión a los organizadores
de las más diversas cuchufletas culturales siempre y cuando
ataquen frontalmente ¡precisamente aquellos principios (de
orden ético y estético) que todos sin excepción
veneran en la intimidad!.
Pero
mientras el equipo multidisciplinar de científicos estudiosos
de las psicopatías sociales y especialistas en psiquiatría
clínica realizan su informe, nos gustaría añadir
que para nosotros, ignorantes contribuyentes, además de un
genio de la crítica artística, el Sr. Danto es algo
marrano, pero no lo tomen Ustedes como una verdad absoluta. Ya saben
que en nuestro mundo actual todo es relativo. Hasta la estupidez
de los genios y la ingenuidad de quienes los financiamos.
Pablo
(LPD)
08/11/03:
Censura y mafia en España
Ha
pasado una semana desde que la Casa del Rey dio la buena nueva a
la plebe: habemus utero para garantizar la continuidad de la Dinastía
y añadir un valor a las labores representativas del Príncipe
de Asturias. A la decimonónica y lamentable exhibición
de medievalismo proporcionada por los Borbones se ha unido desde
entonces un grosero festival por parte de los medios de comunicación
españoles, compitiendo en ver cuál era capaz de reptar
más miserablemente.
Las
pulsiones que pueden llevar a una persona o institución a
respetar una Monarquía son de tres órdenes. Nos interesa,
más allá de la miseria moral o la pura imbecilidad,
el tercero de los vectores que conduce a tal patología: la
pura cobardía, el temor al poderoso, la búsqueda de
su protectora sombra. Siendo generosos con ellos, podemos considerar
que la mayor parte de la elite social y cultural del país,
responsable de aceptar esta situación, queda retratada en
esta descripción. Los medios de comunicación, que
están controlados por esta gente, también. La ley
del silencio que rige en España en cuanto a las correrías
del Monarca, sus no menos campechanos amigotes, sus negocios, o
sus borbonadas difícilmente podría tener su origen
en el respeto o la autoridad moral que merece nuestra Familia Real.
Porque en el mejor de los casos viene a ser ésta similar
a la que tiene Espinete. Tampoco creemos que la explicación
de tan mesurado comportamiento sea el sentido de la responsabilidad
de estos medios de comunicación. La historia reciente demuestra
que carecen del mismo, salvo para velar por sus propios intereses.
Da la sensación más bien de que todo está atado
y bien atado gracias a la pura y dura perpetuación de hábitos
dictatoriales (censura) y mafiosos (amenazas).
El
clima que respecto a las correrías e impresentabilidad tombolera
de la Familia Real española se palpa en la España
"real", por contraste con el reflejado España publicada,
es tan diferente que sorprende. Pero casi sorprende más todavía
la generalizada asunción de que hay cosas (justamente estas)
de las que "no se puede hablar" o sobre las que conviene
echar un tupido velo, para evitar problemas. Los excesos a los que
hemos asistido (y consentido) impertérritos en los últimos
años dicen bien poco de esta democracia y de la consideración
que nos merece la libertad de expresión. ¿Hace falta
recordar que invitar a un escritor que había criticado a
la Familia Real fue motivo para que Televisión Española
finiquitara un programa de televisión sin excesivo escándalo
a pesar de la desfachatez con la que se adoptó la medida?
¿Alguien recuerda al periodista al que mandamos al trullo
un par de añitos en los Estados Unidos por tomar unas fotos
del Heredero -comparen con lo que ocurre con quien toma fotos ilegalmente
de cualquier otro mortal-? ¿La existencia de "libros
prohibidos" en una democracia no recuerda a otros tiempos?
Para
completar el panorama el Diario "El País", que
se ha significado por su pueril entusiasmo con la Boda debido a
la conciencia de los rectores del Grupo PRISA de la conveniencia
de estar a bien con el Monarca, publica este sábado una deliciosa
página dedicada a transmitir lo que pudieran parecer amenazas
(o, como se diría en ámbitos mafiosos, haciendo llegar
"a quien pudiera interesar" "informaciones en torno
a las negativas consecuencias que pueden derivarse de ciertos actos
para sus autores") a las personas que, por medio de páginas
de Internet o incluso a través de mensajes en foros de discusión,
falten al respeto a la Familia Real. Cuidadín, cuidadín,
viene a decirnos a todos el mismo periódico que ha publicado
a cuenta de la boda unas crónicas dignas de internado femenino
católico jaleando el amor y la probidad de nuestros reyes
justo el mismo día en que su edición digital se permitía
recoger con todo lujo de detalles rumores sobre la homosexualidad
del Príncipe Carlos de Inglaterra. Nuestros Reyes se quieren
y son sanos y buenos. La Familia Real inglesa es una panda de depravados,
que incluso yacen a lo sodomita. El mensaje reaccionario, contrario
a la homosexualidad, a la democracia liberal y a la igualdad de
las personas que destila este periódico a raíz de
la Boda da sencillamente miedo. Y ojito con que alguien ose contradecir
tales verdades inmutables, que le metemos más de dos años
en la cárcel, es el colofón. La buena vida de mucha
gente, la cómoda sombra en la que sestean muchos en los aledaños
del poder, depende de que las cosas sigan como están, con
los españoles aceptando por siempre jamás al más
importante residuo franquista de nuestro Estado (conviene recordar
que hasta el Ejército ha sufrido una cierta modernización
durante la democracia, mientras la Jefatura del Estado sigue ocupada
por el sujeto que fue designado al efecto por el Generalísimo
-comprenderán el respetuoso trato, no sea que nos metan una
querella por ensuciar la memoria de un patriota. que a fin de cuentas,
nos dirán los entusiastas defensores de la "expresión
dentro de un orden", merece el respeto de quién fue
Jefe de Estado, y además por la gracia de Dios, oiga-).
A
la panda de ultraderechistas convencidos de la conveniencia de la
institución monárquica, a la caterva de fascistas
que no soportan la expresión de la más mínima
opinión discordante (para toda esta gente la libertad de
expresión, para no degenerar en libertinaje ni saltarse sus
límites, ha de quedarse en un ámbito muy concreto:
la emisión de opiniones coincidentes con las propias), al
nutrido grupo de españoles ignaros, gregarios y dóciles
(y sólo por ello sinceramente entusiasmados con los zánganos
que viven del trabajo de los ciudadanos de a pie, siempre y cuando
les aseguren espectáculos de pasteleo rosa), se ha unido
en los últimos años otro grupo de monárquicos,
cada día más importante, hasta el punto de ser hoy
el más importante de los lobbys juancarlistas de nuestro
país: el conformado a partes iguales por los que aceptan
vivir acojonados cumpliendo las reglas no escritas de esta mordaza
medieval y los sicarios a sueldo (en sus múltiples modalidades)
que se encargan de apretarla.
ABP
(València)
29/10/03:
Las noticias de sucesos: derechos constitucionales abiertos en canal
Desde
el nacimiento del periodismo moderno, los medios de comunicación
se han llenado de noticias de sucesos. Con este nombre se conoce
a las informaciones relativas a las aficiones más tradicionales
del ser humano: asesinato, secuestro, violación, robo, agresiones,
accidentes etc. El interés incuestionable de este tipo de
hechos, que suelen combinar morbo, intriga, psicología, sociología
y negros ecos literarios, hace que a veces sean tan llamativos para
el público como la política o el deporte. Algunas
publicaciones especializadas, por ejemplo 'El Caso', fueron en su
momento auténticos éxitos.
Con
la concentración de empresas del sector informativo y la
multiplicación de medios debida a la preponderancia de la
comunicación como primer y avasallante poder, se ha generado
una vulgarización del periodismo que, por supuesto, también
ha afectado al tratamiento de los sucesos. Tales informaciones siempre
han sido delicadas por su propia naturaleza. Ahora, el recurso al
morbo fácil y las prisas existentes en una profesión
donde el personal es escaso, está mal pagado y carece de
la necesaria formación, precipitan a las noticias de sucesos
hacia la llamada telebasura. De la crónica negra se ha pasado
al periodismo "gore", sobre todo por influencia de la
televisión. Esta situación tiene una serie de características
que se burlan de cualquier atisbo de ética:
a)
La presunta presunción, presuntamente.- La Constitución
contiene la llamada presunción de inocencia. Para preservar
ese derecho, el informador no puede culpar a un sospechoso de algún
delito o a un acusado hasta que no exista sentencia. El recurso
más habitual del periodismo para garantizar la presunción
de inocencia suele ser la anteposición de 'presunto' al sospechoso
o 'presuntamente' a los actos que se supone pudiera haber cometido
(también se emplea 'supuesto' o 'supuestamente'). Con esta
manera de narrar los hechos, el medio de comunicación protege
a una persona que no ha sido condenada y el periodista se ahorra
demandas. Pero hoy, la presunción de inocencia se ve continuamente
vulnerada por la reiteración de esas anteposiciones. Cuando
se llama a alguien docenas de veces durante días 'presunto
asesino' o 'presunto ladrón', se violan todos sus derechos
ciudadanos, puesto que tal recurso periodístico rompe su
función con el exceso. El público ve demasiadas veces
'asesino' y 'ladrón', por muchos 'presuntos' que vayan delante,
ya que el periodista suele prescindir de expresiones equivalentes,
como 'sospechoso' o 'acusado'. Asimismo, los hechos no deben aparecer
como protagonizados por ese 'presunto', ya que no hay condena, y
muchas veces ni siquiera confesión o pruebas. Si, verbigracia,
se trata de un asesinato, "parece que el asesino entró
por la ventana...", pero no "Fulanito Mengánez,
supuestamente, entró por la ventana...", ya que Fulanito
puede ser un simple sospechoso en un caso sin evidencias. El delirio
suele llegar en televisión, cuando se simulan hechos de este
tipo con un actor que tiene el físico del acusado. Al margen
de estas graves consecuencias, el abuso periodístico del
'presuntamente' genera absurdos como anteponer 'presunto' a los
hechos (un cadáver amordazado con un puñal en la espalda
no es nunca un 'presunto' asesinado, ni se trata de un 'presunto'
asesinato, el 'presunto' es el sospechoso).
b)
El síndrome C.S.I. - El remedo español de la serie
de vísceras norteamericana C.S.I. bien pudiera llamarse P.U.S.
(Periodistas Unidos de Sucesos) y estar protagonizada por reporteros
en lugar de criminólogos. Actualmente, las noticias de sucesos
no se quedan en la naturaleza de la agresión, el tipo de
arma utilizada o la causa de la muerte. Los medios de comunicación
van más allá y, en ocasiones, el centro de la noticia
se traslada al interior del cuerpo humano y a las diversas reacciones
que tiene cuando, por ejemplo, una de sus partes resulta seccionada
por un hacha. Imágenes realizadas por ordenador y detallados
infográficos ofrecen, en televisión y prensa, minuciosas
reconstrucciones de todo aquello que se relaciona con la sangre.
El morbo como columna vertebral de la noticia.
c)
El síndrome Hannibal Lecter.- Cualquier responsable de
un asesinato sin móviles claros u otro delito de gran violencia
del mismo jaez es calificado inmediatamente de psicópata.
El rigor científico queda, pues, pisoteado, y la palabra
'psicópata' se torna más un modo de definir la crueldad
de una persona que sus características mentales y de comportamiento,
que pueden responder o no a esa calificación. La psicopatía
tiene unos rasgos muy concretos que muchos periodistas y no pocos
expertos mediáticos en crímenes (presuntos, claro)
se empeñan en desdibujar. Asimismo, se identifica la psicopatía
con el asesinato, cuando sólo un reducido porcentaje de psicópatas
llega a matar. Por supuesto, las diversas variaciones de esquizofrenia,
sociopatía, psicosis o paranoias que pueden conducir al crimen
quedan para los tratados de psiquiatría. El lema es: "ponga
un psicópata en su vida".
d)
El vecino del cuarto.- A raiz de la llegada de los llamados
'reality shows' a España a principios de la década
de los noventa, se puso de moda la consulta popular a modo de encuesta
tras la comisión de un crimen destacado. El intrépido
reportero llegaba al vecindario de (presunto) responsable de un
delito. Allí se dedicaba a interrogar a todo el que pasase,
con la vaga excusa de que se trataba de un vecino del acusado. Como
lo habitual es que la gente ni se salude en la escalera, el conocimiento
de las personas con respecto a la vida de sus vecinos suele ser
superficial. "Era muy normal, pero a veces venía con
el periódico y ni saludaba", "siempre lo vi muy
normal, eso sí, muy serio y muy callado", "era
muy normal, pero los fines de semana se iba a la taberna y nadie
lo sacaba de allí", "si era lo más normal
del mundo, paseaba a su perro todos los días por aquí,
mira, ahí orinaba su perro". Perlas como éstas
son ahora corrientes no ya en crímenes destacados, como hace
años, sino en cualquier delito con un mínimo de violencia.
Suponen un pequeño linchamiento costumbrista que no puede
faltar en información de sucesos que se precie. A falta de
datos sólidos, buenos son cotilleos de verdulería.
Si su vecino es serio y tiene un perro, no lo dude, se trata de
un psicópata.
e)
Me lo dijo Pérez.- Cada vez más abunda la ausencia
de un verdadero contraste de la información. Cualquier novedad
que llegue sobre un caso es válida, aunque provenga de una
pitonisa, y se ofrece al público como 'rumores' o 'datos
que no se han verificado'. Otro linchamiento, en esta ocasión
profesional.
El
periodismo de sucesos se está convirtiendo en uno de los
principales ejemplos de indefensión de los ciudadanos ante
el poder de los medios, así como de pisoteo de los derechos
constitucionales. Con los poderes ejecutivo, legislativo y judicial
como acólitos de los medios, esta situación ha pasado
a ser considerada prácticamente normal. Es la primera vez
en la historia en que alguien está más seguro siendo
víctima de un crimen que (presunto) culpable. Tener un cuchillo
de carnicero en el occipucio es un simple dolor de cabeza en comparación
con lo que le puede pasar al sospechoso en cualquier programa matinal
de t.v.
Alfredo
Martín - Górriz (Córdoba)
6/10/03:
De planetas encantados y escritores trastornados
Dentro
del mundillo paranormal español, J.J. Benítez tiene
el estatus de estrella. Y además con todo merecimiento, puesto
que su prestigio supera incluso al de uno de los iconos sagrados
del submundo de la pseudociencia, el ínclito Dr. Jiménez
del Oso, que tan gratos momentos nos hizo pasar con su última
aventura televisiva en las pantallas de Canal 9. Más de cinco
millones de libros lleva vendidos Benítez de su obra literaria,
que para un país como el nuestro, en el que el hábito
de la lectura está considerado casi como una extravagancia,
no está nada mal. Pero no se engañen, fuera de ese
sustrato social de fervorosos creyentes en lo paranormal y lo esotérico,
los trabajos de J.J. Benítez están tan devaluados
como el resto del género. Así pues, presentar a este
escritor de pseudoficción como un "investigador"
neutral ofende el sentido común, y cualquier espectador imparcial
que se haya asomado a sus innumerables trabajos puede detectar de
inmediato el carácter apologético de los mismos. De
hecho, si llevara una larga barba blanca y un ropaje extravagante
no tendríamos inconveniente en referirnos a Benítez
como "el profeta". A él, probablemente, le no le
disgustaría el apelativo.
Confieso
que cuando leí que la televisión pública española
iba a financiar una serie documental de Benítez me eché
las manos a la cabeza; sin embargo, la publicidad del programa que
nos servía TVE en breves pildoritas, con el fin evidente
de calmar la sensación de pánico del público
que conoce la trayectoria del sujeto, nos presentaba esta nueva
aventura audiovisual como el resultado de una serie de investigaciones
realizadas con la más exquisita asepsia por un avezado equipo
de especialistas en fenómenos de frontera. Por otra parte,
la entrevista que El Mundo publicaba el mismo domingo con J.J. Benítez
incidía en el mismo argumento de imparcialidad, hasta el
punto de que el famoso autor afirmaba que daría entrada a
las opiniones contrarias a sus tesis (arriesgadas, como siempre)
y dejaría que el espectador decidiera por sí mismo.
Así
pues nos dispusimos a presenciar el evento presas de la incertidumbre.
¿Sería cierto que Benítez, siquiera como muestra
de respeto por tratarse de una cadena pública, iba a renunciar
a su abigarrado pasado "apologeta" ofreciendo un espacio
de calidad? ¿Iba a defraudarnos nuestro héroe, el
paladín de lo inexplicado, el implacable perseguidor de la
verdad por más "ahí fuera" que se halle?.
Pues no, amigos; la estrella no defrauda a sus incondicionales y
ya desde el mismo comienzo del programa nos encontramos con un J.J.
Benítez en estado puro. A los escasos 43 segundos de comenzar
este primer episodio, Benítez evoca el recuerdo de la primera
vez que visitó Perú, "donde vi por primera vez
dos naves de procedencia no humana". El cañonazo es
de aúpa, puesto que desde el principio Benitez afirma la
existencia de naves extraterrestres (observen que en su afirmación
no pone en duda en ningún momento que lo que vió no
fue otra cosa que naves espaciales, "de procedencia no humana"),
y eso que el argumento de este primer episodio no tenía nada
que ver con los viajes de turismo intergaláctico de razas
alienígenas.
Del
resto de este primer episodio destacamos la "investigación"
sobre las famosas "piedras de Ica" realizada sobre el
terreno. Se trata de una colección de piedras que muestran
enigmáticas escenas grabadas en su superficie (trasplantes
de corazón, tíos volando, etc. etc.), que empezó
a coleccionar el médico peruano Javier Cabrera allá
por los años 60, y que posteriormente se descubrió
eran realizadas por los propios campesinos de la zona a cambio de
dinero con objeto de sacarse un sobresueldo. Benítez, sin
embargo, aún no ha descubierto ese detalle y proclamó
en su programa de anoche mientras extraía piedrecitas -visiblemente
emocionado, porque él es así- que estábamos
asistiendo a un momento histórico y que se trataba de otro
gran misterio de la humanidad sin resolver. Ele.
Y
es que Benítez, amigos, CREE (no como ustedes, jodidos escépticos).
Su credulidad, su bendita ingenuidad es tan extraordinaria que,
por ejemplo, afirmó ante la cámara por tres veces
que las piedras estaban saliendo de un terreno "firmemente
compactado", mientras todos le veíamos extraerlas sin
la menor dificultad con la simple ayuda de una brocha, puesto que,
en realidad, el escenario del hallazgo no era sino un montón
de tierra recientemente removida (probablemente por los pasajeros
de la nave espacial que vio Benítez, en comisión de
servicios en la Tierra para este tipo de tareas).
Y
allí dejamos a Benítez, pegando brochazos en territorio
Inca y asombrando a la humanidad con sus descubrimientos ante la
mirada atónita de los avispados campesinos devenidos arqueólogos
reputados, mientras los más ominosos pensamientos acudían
a nuestra mente atormentada camino del catre. ¿No es bastante
con soportar a Moreno, a Los Morancos y a Paradita?. Pues no. Ahora
también tenemos que financiar los inventos de Benítez.
¡¡¡PRIVATIZACIÓN
DE TVE YA!!!
Pablo
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