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Actualidad Mediática

Noticias sobre las Noticias - Otoño 2003

 

12/12/03: La misa en TVE: te alabamos Señor... Realizador

Nada mejor para demostrar que estamos en un Estado aconfesional que la emisión cada domingo en la televisión pública de cuatro programas dedicados al catolicismo –‘Pueblo de Dios’, ‘Últimas preguntas’, ‘Testimonio’ y ‘El día del Señor’- y de otro que sirve para que no protesten evangélicos, judíos y musulmanes (‘Tiempo de creer’, de quince minutos, a ver que se van a pensar estos herejes). El Estado español y la Iglesia se separaron hace tiempo, pero hay lazos de amor que nunca se pierden, sobre todo los contantes y sonantes, pues las sotanas tienen amplios bolsillos y los gobernantes tendencia a recorrer el camino de la santidad.

Los ‘programas católicos’ muestran la actividad de la Iglesia desde todos los puntos de vista – labores caritativas, doctrina, vivencias personales y liturgia-. En este último campo destaca ‘El día del señor’, con la tradicional emisión de la misa desde diversas parroquias de España.

Esta misa itinerante es un ejemplo de buen hacer televisivo. Lo que a priori podría hacer bostezar a una beata acérrima se convierte en un ejercicio de estilo con cinco o seis cámaras, todo un muestrario de planos desde los ángulos más diversos que tiene por objeto contar una historia.

La misa se transforma así en un cuento, en una película, con planteamiento, nudo y desenlace, una obra de teatro cómplice con el telespectador, ya que le da el papel principal al pueblo. Los planos están llenos de virtuosismo, dentro de una realización clásica muy alejada de la aceleración y movimientos de cámara propios de muchos programas actuales. El ritmo, teniendo en cuenta las limitaciones del recinto y de la propia naturaleza del acto, es prácticamente perfecto. Siempre existe acompañamiento por parte de un coro e instrumentistas, por lo que si la liturgia católica fuera menos adusta estaríamos ante un auténtico espacio musical (imaginemos esos oficios religiosos de la comunidad negra estadounidense).

Las imágenes de los asistentes, los sacerdotes, los cantantes, los músicos, se alternan con suavidad, mediante fundidos milimétricamente estudiados y desde posiciones muy variadas, combinando los planos estáticos (y de todo tipo, desde el detalle a los generales) con los elegantes movimientos de la grúa, zooms imperceptibles o travellings alejados de toda brusquedad. El despliegue técnico y el preciosismo formal resultan asombrosos. Si el pueblo, decíamos, es el protagonista, la arquitectura proporciona la atmósfera. El resultado: un programa estéticamente impecable.

Este envoltorio de lujo está al servicio de un discurso rancio, ultraconservador, en el otro extremo del libre pensamiento, dirigido, lógicamente, a un rebaño. El mismo pueblo que protagoniza el programa, el mismo telespectador que ve la atractiva realización, pasan –en materia de contenido- de la categoría de caballeros a la de siervos con una huella de zapato que ha dado un puntapié en el trasero. El continente trata de usted, pero el contenido más que tutear, insulta, fiel reflejo, por otro lado, de la ideología eclesiástica.

Esta manipulación está hecha con clase, con indudable talento. En nada desmerece, salvando algunas distancias, a los documentales de Leni Riefenstalh sobre el régimen de Hitler. Beben de la misma fuente: el uso del concepto de belleza clásica como vehículo de la abyección. El plato está bien presentado y tiene un sabor excelente. Los ingredientes, eso sí, proceden del vertedero.


Alfredo Martín-Górriz

 

04/12/04: El arte, el crítico y los fluidos corporales

“No me gustan las religiones, creo que estaría muy bien que desaparecieran”, es la frase que destaca como titular la autora de una entrevista a Arthur C. Danto publicada en un diario regional del Grupo Correo, lo que tratándose del buque insignia los muy católicos hermanos Bergareche no está nada mal como arranque.

Mr. Danto es crítico de arte, y además está considerado como el más influyente del mundo entero. Su concepto del hecho artístico es quizá un poco drástico a ojos de los indoctos en en esta materia “si alguien dice que quiere hacer una obra de arte que consista en destruir Madrid, yo diría que es una idea interesante sobre la que se puede debatir, pero que no creo que deba hacerlo”. No cree que deba hacerlo, pero esto no es más que una opinión personal y por tanto relativa y sujeta a controversia, porque ¿quien es él para afirmar rotundamente que no se puede masacrar una ciudad con fines artísticos?.

El punto de vista del eminente crítico sobre el fin de toda creación artística resulta saludablemente laxo, pero no menos que su opinión sobre los materiales utilizados para realizar obras de arte. Danto aprueba el uso de auténticos cadáveres humanos o de la sangre menstrual para su uso a efectos artísticos: “los fluidos corporales son muy simbólicos y tienen una carga muy poderosa para el espectador. La decisión de utilizar este tipo de materiales la puedo comprender perfectamente. Apropiarse de algo que socialmente es conflictivo para utilizarlo en arte es algo mágio. En arte todo se puede discutir”.

Pero si el uso de sangre menstrual para pintar o de caquita para esculpir tiene un indudable mérito para este gourmet del arte ajeno, no es menor la importancia que atribuye al uso de la violencia y la sangre en el arte contemporáneo; “recuerdo una perfomance que consistía en que una artista china cubría su cuerpo desnudo con una especie de comida que atraía a los perros. Los perros se abalanzaron sobre ella para comer. Se expuso el peligro, se expuso a merced de la obra. Yo encontré que era una obra de arte muy poderosa”. A la altura de Las Meninas de Velázquez, añadiríamos nosotros.

Un genio progresista como el Sr. Danto merece un congreso internacional, algo en lo que se ha empleado con fervor la Comunidad Autónoma de Murcia -como corresponde a un gobierno de derechas-, hasta el punto de que el propio Presidente, de la misma no ha dudado en sancionar con su presencia la evidente altura institucional de este evento. Alguien tendrá que explicar algún día por qué una formación política, cuyos dirigentes exhiben unos currículums de indudable aroma Joseantoniano, no tiene reparo en impulsar medidas de índole económica a despecho de los más severos ataques del resto de fuerzas políticas, y sin embargo se entrega con arrobo y sumisión a los organizadores de las más diversas cuchufletas culturales siempre y cuando ataquen frontalmente ¡precisamente aquellos principios (de orden ético y estético) que todos sin excepción veneran en la intimidad!.

Pero mientras el equipo multidisciplinar de científicos estudiosos de las psicopatías sociales y especialistas en psiquiatría clínica realizan su informe, nos gustaría añadir que para nosotros, ignorantes contribuyentes, además de un genio de la crítica artística, el Sr. Danto es algo marrano, pero no lo tomen Ustedes como una verdad absoluta. Ya saben que en nuestro mundo actual todo es relativo. Hasta la estupidez de los genios y la ingenuidad de quienes los financiamos.

Pablo (LPD)

 

08/11/03: Censura y mafia en España

Ha pasado una semana desde que la Casa del Rey dio la buena nueva a la plebe: habemus utero para garantizar la continuidad de la Dinastía y añadir un valor a las labores representativas del Príncipe de Asturias. A la decimonónica y lamentable exhibición de medievalismo proporcionada por los Borbones se ha unido desde entonces un grosero festival por parte de los medios de comunicación españoles, compitiendo en ver cuál era capaz de reptar más miserablemente.

Las pulsiones que pueden llevar a una persona o institución a respetar una Monarquía son de tres órdenes. Nos interesa, más allá de la miseria moral o la pura imbecilidad, el tercero de los vectores que conduce a tal patología: la pura cobardía, el temor al poderoso, la búsqueda de su protectora sombra. Siendo generosos con ellos, podemos considerar que la mayor parte de la elite social y cultural del país, responsable de aceptar esta situación, queda retratada en esta descripción. Los medios de comunicación, que están controlados por esta gente, también. La ley del silencio que rige en España en cuanto a las correrías del Monarca, sus no menos campechanos amigotes, sus negocios, o sus borbonadas difícilmente podría tener su origen en el respeto o la autoridad moral que merece nuestra Familia Real. Porque en el mejor de los casos viene a ser ésta similar a la que tiene Espinete. Tampoco creemos que la explicación de tan mesurado comportamiento sea el sentido de la responsabilidad de estos medios de comunicación. La historia reciente demuestra que carecen del mismo, salvo para velar por sus propios intereses. Da la sensación más bien de que todo está atado y bien atado gracias a la pura y dura perpetuación de hábitos dictatoriales (censura) y mafiosos (amenazas).

El clima que respecto a las correrías e impresentabilidad tombolera de la Familia Real española se palpa en la España "real", por contraste con el reflejado España publicada, es tan diferente que sorprende. Pero casi sorprende más todavía la generalizada asunción de que hay cosas (justamente estas) de las que "no se puede hablar" o sobre las que conviene echar un tupido velo, para evitar problemas. Los excesos a los que hemos asistido (y consentido) impertérritos en los últimos años dicen bien poco de esta democracia y de la consideración que nos merece la libertad de expresión. ¿Hace falta recordar que invitar a un escritor que había criticado a la Familia Real fue motivo para que Televisión Española finiquitara un programa de televisión sin excesivo escándalo a pesar de la desfachatez con la que se adoptó la medida? ¿Alguien recuerda al periodista al que mandamos al trullo un par de añitos en los Estados Unidos por tomar unas fotos del Heredero -comparen con lo que ocurre con quien toma fotos ilegalmente de cualquier otro mortal-? ¿La existencia de "libros prohibidos" en una democracia no recuerda a otros tiempos?

Para completar el panorama el Diario "El País", que se ha significado por su pueril entusiasmo con la Boda debido a la conciencia de los rectores del Grupo PRISA de la conveniencia de estar a bien con el Monarca, publica este sábado una deliciosa página dedicada a transmitir lo que pudieran parecer amenazas (o, como se diría en ámbitos mafiosos, haciendo llegar "a quien pudiera interesar" "informaciones en torno a las negativas consecuencias que pueden derivarse de ciertos actos para sus autores") a las personas que, por medio de páginas de Internet o incluso a través de mensajes en foros de discusión, falten al respeto a la Familia Real. Cuidadín, cuidadín, viene a decirnos a todos el mismo periódico que ha publicado a cuenta de la boda unas crónicas dignas de internado femenino católico jaleando el amor y la probidad de nuestros reyes justo el mismo día en que su edición digital se permitía recoger con todo lujo de detalles rumores sobre la homosexualidad del Príncipe Carlos de Inglaterra. Nuestros Reyes se quieren y son sanos y buenos. La Familia Real inglesa es una panda de depravados, que incluso yacen a lo sodomita. El mensaje reaccionario, contrario a la homosexualidad, a la democracia liberal y a la igualdad de las personas que destila este periódico a raíz de la Boda da sencillamente miedo. Y ojito con que alguien ose contradecir tales verdades inmutables, que le metemos más de dos años en la cárcel, es el colofón. La buena vida de mucha gente, la cómoda sombra en la que sestean muchos en los aledaños del poder, depende de que las cosas sigan como están, con los españoles aceptando por siempre jamás al más importante residuo franquista de nuestro Estado (conviene recordar que hasta el Ejército ha sufrido una cierta modernización durante la democracia, mientras la Jefatura del Estado sigue ocupada por el sujeto que fue designado al efecto por el Generalísimo -comprenderán el respetuoso trato, no sea que nos metan una querella por ensuciar la memoria de un patriota. que a fin de cuentas, nos dirán los entusiastas defensores de la "expresión dentro de un orden", merece el respeto de quién fue Jefe de Estado, y además por la gracia de Dios, oiga-).

A la panda de ultraderechistas convencidos de la conveniencia de la institución monárquica, a la caterva de fascistas que no soportan la expresión de la más mínima opinión discordante (para toda esta gente la libertad de expresión, para no degenerar en libertinaje ni saltarse sus límites, ha de quedarse en un ámbito muy concreto: la emisión de opiniones coincidentes con las propias), al nutrido grupo de españoles ignaros, gregarios y dóciles (y sólo por ello sinceramente entusiasmados con los zánganos que viven del trabajo de los ciudadanos de a pie, siempre y cuando les aseguren espectáculos de pasteleo rosa), se ha unido en los últimos años otro grupo de monárquicos, cada día más importante, hasta el punto de ser hoy el más importante de los lobbys juancarlistas de nuestro país: el conformado a partes iguales por los que aceptan vivir acojonados cumpliendo las reglas no escritas de esta mordaza medieval y los sicarios a sueldo (en sus múltiples modalidades) que se encargan de apretarla.

ABP (València)

 

29/10/03: Las noticias de sucesos: derechos constitucionales abiertos en canal

Desde el nacimiento del periodismo moderno, los medios de comunicación se han llenado de noticias de sucesos. Con este nombre se conoce a las informaciones relativas a las aficiones más tradicionales del ser humano: asesinato, secuestro, violación, robo, agresiones, accidentes etc. El interés incuestionable de este tipo de hechos, que suelen combinar morbo, intriga, psicología, sociología y negros ecos literarios, hace que a veces sean tan llamativos para el público como la política o el deporte. Algunas publicaciones especializadas, por ejemplo 'El Caso', fueron en su momento auténticos éxitos.

Con la concentración de empresas del sector informativo y la multiplicación de medios debida a la preponderancia de la comunicación como primer y avasallante poder, se ha generado una vulgarización del periodismo que, por supuesto, también ha afectado al tratamiento de los sucesos. Tales informaciones siempre han sido delicadas por su propia naturaleza. Ahora, el recurso al morbo fácil y las prisas existentes en una profesión donde el personal es escaso, está mal pagado y carece de la necesaria formación, precipitan a las noticias de sucesos hacia la llamada telebasura. De la crónica negra se ha pasado al periodismo "gore", sobre todo por influencia de la televisión. Esta situación tiene una serie de características que se burlan de cualquier atisbo de ética:

a) La presunta presunción, presuntamente.- La Constitución contiene la llamada presunción de inocencia. Para preservar ese derecho, el informador no puede culpar a un sospechoso de algún delito o a un acusado hasta que no exista sentencia. El recurso más habitual del periodismo para garantizar la presunción de inocencia suele ser la anteposición de 'presunto' al sospechoso o 'presuntamente' a los actos que se supone pudiera haber cometido (también se emplea 'supuesto' o 'supuestamente'). Con esta manera de narrar los hechos, el medio de comunicación protege a una persona que no ha sido condenada y el periodista se ahorra demandas. Pero hoy, la presunción de inocencia se ve continuamente vulnerada por la reiteración de esas anteposiciones. Cuando se llama a alguien docenas de veces durante días 'presunto asesino' o 'presunto ladrón', se violan todos sus derechos ciudadanos, puesto que tal recurso periodístico rompe su función con el exceso. El público ve demasiadas veces 'asesino' y 'ladrón', por muchos 'presuntos' que vayan delante, ya que el periodista suele prescindir de expresiones equivalentes, como 'sospechoso' o 'acusado'. Asimismo, los hechos no deben aparecer como protagonizados por ese 'presunto', ya que no hay condena, y muchas veces ni siquiera confesión o pruebas. Si, verbigracia, se trata de un asesinato, "parece que el asesino entró por la ventana...", pero no "Fulanito Mengánez, supuestamente, entró por la ventana...", ya que Fulanito puede ser un simple sospechoso en un caso sin evidencias. El delirio suele llegar en televisión, cuando se simulan hechos de este tipo con un actor que tiene el físico del acusado. Al margen de estas graves consecuencias, el abuso periodístico del 'presuntamente' genera absurdos como anteponer 'presunto' a los hechos (un cadáver amordazado con un puñal en la espalda no es nunca un 'presunto' asesinado, ni se trata de un 'presunto' asesinato, el 'presunto' es el sospechoso).

b) El síndrome C.S.I. - El remedo español de la serie de vísceras norteamericana C.S.I. bien pudiera llamarse P.U.S. (Periodistas Unidos de Sucesos) y estar protagonizada por reporteros en lugar de criminólogos. Actualmente, las noticias de sucesos no se quedan en la naturaleza de la agresión, el tipo de arma utilizada o la causa de la muerte. Los medios de comunicación van más allá y, en ocasiones, el centro de la noticia se traslada al interior del cuerpo humano y a las diversas reacciones que tiene cuando, por ejemplo, una de sus partes resulta seccionada por un hacha. Imágenes realizadas por ordenador y detallados infográficos ofrecen, en televisión y prensa, minuciosas reconstrucciones de todo aquello que se relaciona con la sangre. El morbo como columna vertebral de la noticia.

c) El síndrome Hannibal Lecter.- Cualquier responsable de un asesinato sin móviles claros u otro delito de gran violencia del mismo jaez es calificado inmediatamente de psicópata. El rigor científico queda, pues, pisoteado, y la palabra 'psicópata' se torna más un modo de definir la crueldad de una persona que sus características mentales y de comportamiento, que pueden responder o no a esa calificación. La psicopatía tiene unos rasgos muy concretos que muchos periodistas y no pocos expertos mediáticos en crímenes (presuntos, claro) se empeñan en desdibujar. Asimismo, se identifica la psicopatía con el asesinato, cuando sólo un reducido porcentaje de psicópatas llega a matar. Por supuesto, las diversas variaciones de esquizofrenia, sociopatía, psicosis o paranoias que pueden conducir al crimen quedan para los tratados de psiquiatría. El lema es: "ponga un psicópata en su vida".

d) El vecino del cuarto.- A raiz de la llegada de los llamados 'reality shows' a España a principios de la década de los noventa, se puso de moda la consulta popular a modo de encuesta tras la comisión de un crimen destacado. El intrépido reportero llegaba al vecindario de (presunto) responsable de un delito. Allí se dedicaba a interrogar a todo el que pasase, con la vaga excusa de que se trataba de un vecino del acusado. Como lo habitual es que la gente ni se salude en la escalera, el conocimiento de las personas con respecto a la vida de sus vecinos suele ser superficial. "Era muy normal, pero a veces venía con el periódico y ni saludaba", "siempre lo vi muy normal, eso sí, muy serio y muy callado", "era muy normal, pero los fines de semana se iba a la taberna y nadie lo sacaba de allí", "si era lo más normal del mundo, paseaba a su perro todos los días por aquí, mira, ahí orinaba su perro". Perlas como éstas son ahora corrientes no ya en crímenes destacados, como hace años, sino en cualquier delito con un mínimo de violencia. Suponen un pequeño linchamiento costumbrista que no puede faltar en información de sucesos que se precie. A falta de datos sólidos, buenos son cotilleos de verdulería. Si su vecino es serio y tiene un perro, no lo dude, se trata de un psicópata.

e) Me lo dijo Pérez.- Cada vez más abunda la ausencia de un verdadero contraste de la información. Cualquier novedad que llegue sobre un caso es válida, aunque provenga de una pitonisa, y se ofrece al público como 'rumores' o 'datos que no se han verificado'. Otro linchamiento, en esta ocasión profesional.

El periodismo de sucesos se está convirtiendo en uno de los principales ejemplos de indefensión de los ciudadanos ante el poder de los medios, así como de pisoteo de los derechos constitucionales. Con los poderes ejecutivo, legislativo y judicial como acólitos de los medios, esta situación ha pasado a ser considerada prácticamente normal. Es la primera vez en la historia en que alguien está más seguro siendo víctima de un crimen que (presunto) culpable. Tener un cuchillo de carnicero en el occipucio es un simple dolor de cabeza en comparación con lo que le puede pasar al sospechoso en cualquier programa matinal de t.v.

Alfredo Martín - Górriz (Córdoba)

 

6/10/03: De planetas encantados y escritores trastornados

Dentro del mundillo paranormal español, J.J. Benítez tiene el estatus de estrella. Y además con todo merecimiento, puesto que su prestigio supera incluso al de uno de los iconos sagrados del submundo de la pseudociencia, el ínclito Dr. Jiménez del Oso, que tan gratos momentos nos hizo pasar con su última aventura televisiva en las pantallas de Canal 9. Más de cinco millones de libros lleva vendidos Benítez de su obra literaria, que para un país como el nuestro, en el que el hábito de la lectura está considerado casi como una extravagancia, no está nada mal. Pero no se engañen, fuera de ese sustrato social de fervorosos creyentes en lo paranormal y lo esotérico, los trabajos de J.J. Benítez están tan devaluados como el resto del género. Así pues, presentar a este escritor de pseudoficción como un "investigador" neutral ofende el sentido común, y cualquier espectador imparcial que se haya asomado a sus innumerables trabajos puede detectar de inmediato el carácter apologético de los mismos. De hecho, si llevara una larga barba blanca y un ropaje extravagante no tendríamos inconveniente en referirnos a Benítez como "el profeta". A él, probablemente, le no le disgustaría el apelativo.

Confieso que cuando leí que la televisión pública española iba a financiar una serie documental de Benítez me eché las manos a la cabeza; sin embargo, la publicidad del programa que nos servía TVE en breves pildoritas, con el fin evidente de calmar la sensación de pánico del público que conoce la trayectoria del sujeto, nos presentaba esta nueva aventura audiovisual como el resultado de una serie de investigaciones realizadas con la más exquisita asepsia por un avezado equipo de especialistas en fenómenos de frontera. Por otra parte, la entrevista que El Mundo publicaba el mismo domingo con J.J. Benítez incidía en el mismo argumento de imparcialidad, hasta el punto de que el famoso autor afirmaba que daría entrada a las opiniones contrarias a sus tesis (arriesgadas, como siempre) y dejaría que el espectador decidiera por sí mismo.

Así pues nos dispusimos a presenciar el evento presas de la incertidumbre. ¿Sería cierto que Benítez, siquiera como muestra de respeto por tratarse de una cadena pública, iba a renunciar a su abigarrado pasado "apologeta" ofreciendo un espacio de calidad? ¿Iba a defraudarnos nuestro héroe, el paladín de lo inexplicado, el implacable perseguidor de la verdad por más "ahí fuera" que se halle?. Pues no, amigos; la estrella no defrauda a sus incondicionales y ya desde el mismo comienzo del programa nos encontramos con un J.J. Benítez en estado puro. A los escasos 43 segundos de comenzar este primer episodio, Benítez evoca el recuerdo de la primera vez que visitó Perú, "donde vi por primera vez dos naves de procedencia no humana". El cañonazo es de aúpa, puesto que desde el principio Benitez afirma la existencia de naves extraterrestres (observen que en su afirmación no pone en duda en ningún momento que lo que vió no fue otra cosa que naves espaciales, "de procedencia no humana"), y eso que el argumento de este primer episodio no tenía nada que ver con los viajes de turismo intergaláctico de razas alienígenas.

Del resto de este primer episodio destacamos la "investigación" sobre las famosas "piedras de Ica" realizada sobre el terreno. Se trata de una colección de piedras que muestran enigmáticas escenas grabadas en su superficie (trasplantes de corazón, tíos volando, etc. etc.), que empezó a coleccionar el médico peruano Javier Cabrera allá por los años 60, y que posteriormente se descubrió eran realizadas por los propios campesinos de la zona a cambio de dinero con objeto de sacarse un sobresueldo. Benítez, sin embargo, aún no ha descubierto ese detalle y proclamó en su programa de anoche mientras extraía piedrecitas -visiblemente emocionado, porque él es así- que estábamos asistiendo a un momento histórico y que se trataba de otro gran misterio de la humanidad sin resolver. Ele.

Y es que Benítez, amigos, CREE (no como ustedes, jodidos escépticos). Su credulidad, su bendita ingenuidad es tan extraordinaria que, por ejemplo, afirmó ante la cámara por tres veces que las piedras estaban saliendo de un terreno "firmemente compactado", mientras todos le veíamos extraerlas sin la menor dificultad con la simple ayuda de una brocha, puesto que, en realidad, el escenario del hallazgo no era sino un montón de tierra recientemente removida (probablemente por los pasajeros de la nave espacial que vio Benítez, en comisión de servicios en la Tierra para este tipo de tareas).

Y allí dejamos a Benítez, pegando brochazos en territorio Inca y asombrando a la humanidad con sus descubrimientos ante la mirada atónita de los avispados campesinos devenidos arqueólogos reputados, mientras los más ominosos pensamientos acudían a nuestra mente atormentada camino del catre. ¿No es bastante con soportar a Moreno, a Los Morancos y a Paradita?. Pues no. Ahora también tenemos que financiar los inventos de Benítez.

¡¡¡PRIVATIZACIÓN DE TVE YA!!!

Pablo

 

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