ACTUALIDAD DE ESPAÑA NOVIEMBRE DE 2002 |
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25/11/2002: La deriva ideológica del centro-reformismo patrio El mayor problema de profesar en el centro ideológico es el carácter evanescente intrínseco a su origen geométrico. Dicho esto, después de que se hayan acordado ustedes convenientemente de nuestros ancestros por cometer esta primera frase, pretenciosa donde las haya, pasemos a explicar este breve axioma respecto al paradigma centrista del PP. El centro, como tal, es imposible de definir por sus características propias, puesto que para existir es necesario conocer los extremos con respecto a los cuales adquiere carta de naturaleza. Así, el centro no es algo absoluto, sino relativo, y además es pura abstracción puesto que "estar en el centro" no depende tanto del sujeto cuanto del objeto sobre el que se situa. Trasladado el debate al terreno ideológico, surge el problema de la imposibilidad del centrismo en innumerables casos. De hecho, el centrismo sólo sería factible cuando se da entre dos afirmaciones cuantitativas entre las que hay varios niveles intermedios. Si un partido propone una subida de sueldo a los probos funcionarios del 10% (por otra parte algo muy justo) y otro que se les suba un (mísero) 5%, la postura centrista sería subirles un (más que merecido) 7,5%. Pero si uno de esos partidos varía de posición, el centrista tiene que moverse inmediatamente hacia un lado o hacia el otro para mantener su carácter. El centrista, por tanto no defiende un ideal de subida de sueldos sino que hace honor a su servidumbre respecto de los categóricos. En palabras de uno de los intelectuales españoles contemporáneos más destacados debidamente maldito por haber sido alto cargo con Franco (sí, igual que Martín Villa, Adolfo Suarez o Juan Luis Cebrián, sólo que éstos abjuraron de su pasado en el momento oportuno), "el centrismo ideológico no es una afirmación, es una sumisión". Si han llegado hasta aquí no les importará que continuemos nuestra breve exposición teórica aplicándola al caso del PP español. Para un grupo de políticos, y más si son españoles, no es nada preocupante, ni mucho menos causa de sonrojo, que su acción política carezca de la más mínima base doctrinal. El PP español, desde que descubrió las bondades del centro reformista, es un caso ejemplar de esto que decimos. Hay teóricos de distintas ideologías como el anarquismo, el comunismo o el liberalismo, pero nadie ha definido hasta la fecha una presunta ideología centrista, ni una filosofía centrista, ni una economía centrista, quizás por la sencilla razón de que no existe (como dijimos antes, no puede tener un contenido propio lo que no es más que una dependencia de posiciones exteriores). - Vale, de acuerdo.
Pero si eso es así ¿porqué han ganado dos elecciones
generales seguidas?. Desde este punto de vista, las misteriosas razones de las últimas majaderías políticas del PP aparecen nítidas a nuestros ojos. ¿Por qué D. Rodrigo Rato Figaredo, otrora conspicuo liberal, proclama sin rubor una medida de stalinismo fiscal como el impuesto para los pisos vacíos sin alquilar?, pues sencillamente porque tiene el convencimiento de que, a pesar de su grosera demagogia, es una medida popular, centrista. Pueden ustedes aplicar el mismo análisis a las grandes propuestas del gobierno (incluso de la oposición) de aquí a las próximas elecciones generales y verán siempre responden al mismo esquema de vacuidad doctrinal, de pensamiento débil, en una palabra de centrismo puro en su más alta expresión. A estas alturas, por tanto, cualquier dirigente del PP podría hacer suya la frase de aquel entrañable tonto del pueblo: "ya no sé si soy de izquierdas, de derechas o Marlon Brando".
06/11/2002: Sucesión, reconciliación y dedazo marital Las turbulentas aguas del Partido Popular se agitan día tras día con los diversoso movimientos político-falderos que aliñan la Sucesión. Cualquier movimiento, desde la posible reconciliación matrimonial de Rodrigo Rato (la prensa independiente nunca acaba recibiendo el trato que merece, a pesar de sus denodados esfuerzos por cumplir con los poderosos, que se acaban marchando con la de siempre) a la asistencia a cenas, saraos, bodas, bautizos y comuniones, es interpretada por todos en "clave sucesoria". Una de las maldades más tópicas y carentes de gracia (por fácil y repetida) era la de añadir a Ana Botella de Aznar-Mujer2 a la lista de delfines. Como es sabido, Ana Botella, afamada escritora e intelectual de campanillas, ha tenido que sacrificar sus horas de lectura y estudio durante los años de Moncloa debido a las exigencias que su vocación de sacrificio político le ha impuesto. Con generosidad, pues nadie le ha pedido nunca que nos atienda con tanto mimo, se ha sentido obligada a cumplir una función intermedia entre el modelo "Hillary Clinton" y el de Monarca consorte. Por una parte, ha pretendido participar activamente en política, intercediendo siempre por los débiles (mujeres maltratadas, niños maltratados, católicos maltratados y ex-esposas de ministros o amigos de la infancia de su marido maltratadas). Esto la ha convertido en la Hillary Clinton del nacionalcatolicismo. Por otra, se ha dedicado a organizar una vida familiar y de representación de alto copeta usurpando protagonismo a los legítimos propietarios de las revistas del corazón (dinastías europeas y ex-concursantes de Operación Triunfo o Gran Hermano). Es, por esta parte, una especie de "Usurpadora real". Evidentemente, los ciudadanos le agradecemos el esfuerzo. Pero nunca creímos que esto fuera a suponer nada. Básicamente, porque el insulto a la inteligencia de los electores que supone Ana Botella como candidata a cualquier cosa nos parecía una barrera suficiente como para que el Partido Popular no hiciera experimentos. Pues bien, ante la situación en la que Aznar, dedazo mediante, ha puesto a Ruiz Gallardón (ese al que su padre presentaba como "¿conocéis a mi hijo el tontito?"), obligado a optar a la Alcaldía de Madrid bajo amenaza de ostracismo total, el "tontito" se ha visto impelido a aguzar el ingenio. ¿Cómo reconciliarme definitivamente con el Jefe y aspirar a la sucesión caso de ganar las elecciones?, ¿y cómo, a la vez, premunirme frente a un posible fracaso ampliando el abanico de responsables? La maquiavélica y sin duda brillante idea de Gallardón ha sido ofrecer un puesto en la lista a... Ana Botella. Al menos, este es el infundio que comienza a circular por Madrid. Claramente, caso de que sea cierto, su padre no valoraba a "Betito" en su justa medida. La lista del Partido Popular a la Alcaldía de la Capital, sencillamente, comienza a dar miedo, caso de que estas y otras posibles figuras que van sonando acaben copándola. Pero el lío montado por la reconciliación y la sucesión promete seguir aumentando, lo que compensa los escalofríos que ello pueda suponernos con la promesa de más diversión. ABP (València)
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