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ACTUALIDAD DE ESPAÑA                          MAYO DE 2003

 

17/05/2003: Bombing for Casablanca

Salir del Rincón de la Historia es una ardua tarea, llena de sacrificios. En la más vieja y señorial tradición española, parece que estamos en el buen camino. La Cruzada para convertir a España en un país serio y no meramente simpático, ha comenzado con el habitual empleo de sangre mora para lograr la elevación moral de la Gran España. Si esto no es como cuando los regulares y otros momentos épicos de nuestra Historia, que venga Dios y lo vea.

Esta noche, y a pesar del rotundo éxito de la Operación Antiterrorista Conjunta llevada a cabo por el Eje Humanitario de las Azores, la ponzoñosa mano del terrorismo anti-occidental ha vuelto a mostrar su más tenebrosa faz. Los hechos son, más o menos, sencillos: varios atentados suicidas en Casablanca, capital comercial de Marruecos, una democracia amiga de Occidente (aunque, sobre todo, del malvado Felipe González y de los pérfidos franceses), escrupulosamente comprometida con la defensa y protección de los derechos humanos y carente de armas de destrucción masiva. Pues bien, a pesar de presentar esta inmaculada tarjeta de visita, o precisamente por ello, los terroristas han atentado en esas tierras contra intereses occidentales. En concreto, contra intereses estadounidenses, belgas, españoles y judíos. Cada nación ha aportado como objetivo aquello que más representa a sus gentes:
- Los intereses anglonorteamericanos estaban representados por un hotelito, lugar ideal para que los turistas del Primer Mundo o los industriosos trabajadores de empresas neo-colonizadoras se relajaran un poco. El mundo WASP representa, sobre todo, la industria (incluyendo la hoy poderosísima industria del ocio). Y es precisamente eso lo que han atacado los terroristas.
- Bélgica, a día de hoy, no pinta nada en el mundo ni representa nada más que sedes burocráticas de muchos organismos, incluyendo la OTAN. No podía ser objeto de un ataque contra intereses de este país sino una representación diplomática (por otra parte desocupada, en la más clásica tradición belga).
- España, en cambio, es un país con señas de identidad propias bien afirmadas, por lo que las bombas han ido a parar no a embajadas o consulados (ni tenemos muchos, ni pintan excesivamente ni, si se trata de Marruecos, sabemos muy bien qué hacer con ellos) sino a un tablao flamenco y servicio de restauración, la "Casa de España", ejemplo local del modelo de representación informal de nuestros intereses que hemos desplegado por todo el mundo. La eterna maldición que nos persigue como "país simpático" por mucho que haya quienes se esfuercen en lavar la tacha. Afortunadamente, y dado que la hora de los atentados ha sido demasiado temprana para la idiosincracia de un país simpático como el nuestro (un viernes a las diez y media de la noche hora local, ¿cuántos españoles de bien han empezado ya a bailar flamenco? Muy pocos, seguro, ya que la noche empieza para nosostros horas después), sólo los españoles que en realidad no los son de corazón y ya habían salido de farra pueden haber sido afectados. No es de extrañar que, según las primeras y confusas informaciones, sólo la morisma que acudía al lugar a trabajar o a tratar de contagiarse del espíritu festivo hispano haya sido pillada por la bomba, mayormente. Algo que los terroristas no supieron o no pudieron prever y evitar (quizá a partir de medianoche un atentado suicida no tiene la misma recompensa celestial en número de huríes).
- Israel, como es habitual, tiene por el mundo desperdigados dos tipos de intereses, y ambos han sido atacados: el correspondiente lobby sionista encargado de promover disimuladamente los pérfidos objetivos del Gran Sión y, por supuesto, un cementerio judío, impasible testimonio de cuál ha sido la más esencial aportación de estas gentes a lo largo de la historia (al menos, por estos lares).

A efectos internos, podemos ya anticipar algunas realidades incuestionables. La primera, en la que todos coincidiremos, es que Ánsar avanza con firmeza hacia su propósito de convertir a España en un país francamente antipático pero, eso sí, muy alejado del Rincón de la Historia. Si en las manifestaciones contra la intervención humanitaria ya vimos con satisfacción que nuestra bandera y nuestros gobernantes eran equiparados (en algunos casos) a los de los más importantes genocidas del orbe en pie de cuasi-igualdad, ¿acaso no demuestran estos atentados el afianzamiento de nuestra posición mundial? Desde que fuimos Imperio es la primera vez que nos atacan de esta forma. Y eso es significativo.

Luego, claro, vendrán los consabidos análisis de un partidismo vergonzante. En LPD no vamos a tomar partido, pero sí queremos mostrar el perfil básico de lo que se nos antoja va a ser el argumentario oficial de nuestros queridos líderes de opinión, políticos y demás intelectuales:
- Unos apelarán, con lógica incuestionable, a la justicia, necesidad y acierto de haber desencadenado una guerra contra Irak de tipo preventivo. Estos atentados son, sin más, la prueba de hasta qué punto los enemigos de Occidente son seres rabiosos a los que hay que detener antes de que golpeen. Si después de un mes de denodados esfuerzos militares por destruir a la bestia y eliminar sus armas de destrucción masiva todavía son capaces de hacer esto, ¿imaginan qué podría haber pasado caso de que hubiéramos permanecido cruzados de brazos? A buen seguro, en tal caso, los propios ciudadanos españoles estarían siendo masacrados a sangre y fuego. Estos atentados obligan a seguir en la misma línea, son un claro aviso de que la operación humanitaria de Irak debe ser sólo el principio ya que allí donde haya un musulmán es necesario un ataque preventivo de los buenos. Y más ahora, que encima "vienen a por nosotros". España, señores, está en el punto de mira, y sólo la firmeza y valentía de sus líderes ha evitado males mayores.
- Otros, sospechosamente radikales, antiespañoles y amigos de los tiranos, empezarán con sus monsergas habituales. Que si dónde están las armas químicas, que si dónde los vínculos entre Sadam y el terrorismo internacional, que si la operación sólo ha creado más odio contra Occidente, que si los atentados demuestran que la guerra preventiva no es la solución... ¿Qué más puede señalarse respecto de este tipo de discurso? La verdad es que bien poco, ya que sólo demuestra cobardía y una obcecada vocación por no querer ver cosas que "son datos, oiga, son datos". Porque mientras se producían hoy atentados, ¿acaso subía el petróleo o bajaban las bolsas? Pues no, ya que, una vez en nuestro poder y liberados los pozos, pequeños desórdenes geopolíticos no nos alteran lo más mínimo en lo que de verdad importa y afecta a la vida de los ciudadanos españoles. Se quiera ver o no.

ABP (València)

 

13/05/2003: El Tribunal Constitucional pacifica el País Vasco

Esta misma página, cuando comenzó a discutirse en torno a la aprobación de una nueva Ley de Partidos Políticos que acabaría previsiblemente suponiendo la ilegalización de las estructuras que daban cauce a la expresión política de los sectores más radicales y pro-etarras del nacionalismo vasco, hizo públicas sus dudas y perplejidad (conviene bajar un poco para encontrar la noticia) respecto de la idoneidad de la medida. No estaba muy claro hasta qué punto era políticamente conveniente adoptar tal iniciativa, que dejaba sin posibilidad de participar activamente en política a muchos ciudadanos que, por mucho soporte ideológico que den a atentados, no los perpetran. Y, consideraciones morales al margen, se trataba de una opción muy discutible desde un punto de vista jurídico (de nuevo conviene bajar un poco para encontrar la noticia).

El Parlamento español, sin embargo, no hizo caso a estas cautelas de tipo político (incluyendo al temor, en esta campaña electoral parece que ya en vías de verificarse, de que una hipotética ilegalización de Batasuna y afines diera alas al PNV y su proyecto soberanista). Tampoco consideró los problemas jurídicos, y no sólo optó por aprobar una Ley de Partidos Políticos con Batasuna claramente en el punto de mira, sino que lo hizo en una de sus versiones más fronterizas (constitucionalmente) de las barajadas. Hasta el punto de que, muy atinadamente, el Tribunal Constitucional hubo de poner las cosas en su sitio, decretando la inconstitucionalidad de algunas de las más escandalosas partes de la nueva ley (esencialmente, las que se referían a la proscripción de partidos por mera defensa de ciertas ideas o emisión de ciertas opiniones, o las limitaciones en los derechos de asociación de condenados más allá de su condena penal). Esta reacción, aunque muy poco difundida en sus términos reales en la prensa española, fue una bocanada de aire fresco en el pútrido ambiente que la deriva de confrontación social y política provocada por la Ley de Partidos había supuesto.

Sin embargo, el Tribunal Supremo, que demuestra con reiteración su naturaleza de eficaz y constante correa de transmisión de los más totalitarios y jurídicamente sospechosos planteamientos, sentenció a Batasuna precisamente amparándose, esencialmente, en artículos que habían sido declarados como inconstitucionales si eran interpretados de ese modo. Ya veremos qué ocurre con esta Sentencia cuando llegue al Constitucional pero, sobre todo, cuando llegue al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (todo un clásico en condenas a naciones de la Nueva Europa Democrática como España o Turquía por restringir las libertades políticas de sus ciudadanos).

Y, con posterioridad, Ánsar ordenó que se pusiera en marcha otro de los aspectos más constitucionalmente sospechosos de la Ley de Partidos: la contaminación cuasi de por vida de los miembros de Batasuna o ex-miembros de ETA, a los que se les veda a efectos prácticos su derecho de participación y, con él, el de todos los que se agrupen con ellos. Con su complacencia habitual, el Supremo ordenó la suspensión de todas las listas a juicio del Fiscal General del Estado "sospechosas" . Y el Tribunal Constitucional, en la mayor parte de los casos, ha aceptado esta suspensión, en una sentencia dada a conocer hoy mismo.

De esta forma el ordenamiento jurídico español ha dado cumplido trámite a una de las mayores aberraciones de la democracia. Confundiendo los perfiles de un derecho fundamental como es el de participación política y mezclándolo con regulaciones apropiadas para asociaciones o empresas pero nunca para partidos políticos, las importantes elecciones municipales en el País Vasco se celebrarán sin la participación de gran parte de las candidaturas presentadas por asociaciones de electores que representaban a la izquierda abertzale. Jurídicamente, la decisión del Tribunal Constitucional es, en la modesta opinión de quien esto escribe, un tremendo error. Se trata, no obstante, de un asunto de cierta complejidad técnica sobre el que, a estas alturas, no merece la pena abundar (ya se hará en otros momentos y foros).

Interesa resaltar, a efectos de esta crónica de la actualidad española que realizamos aquí, que por primera vez en la historia de la democracia española, los partidos políticos mayoritarios y los jueces españoles se han puesto de acuerdo en impedir la expresión y participación democrática de en torno a un 10-15% de las poblaciones vasca y navarras. Quienes creemos que la democracia debe aceptar la libre expresión de cualquier idea (incluso las de Ánsar y Bush, incluso las de Batasuna), que las palabras y las ideas no delinquen, que lo que hay que proscribir son ciertas acciones (o sea, el hecho de "pasar al acto") y no ciertas defensas de las mismas, no podemos sino pensar que hemos asistido a un precedente realmente deplorable.

Una democracia no sólo ha de permitir sino que tiene que garantizar la posibilidad de que cualquier ciudadano que lo desee y esté en plena posesión de sus derechos políticos se asocie políticamente de forma libre y se pueda someter al juicio de sus conciudadanos. La cercenación de este derecho, aunque afecte a quienes más despreciables puedan parecernos en lo referido a las ideas por ellos defendidas, es un hecho gravísimo. De tal magnitud que permitiría, incluso, dudar de la calificación de "democrático" para nuestro sistema. O, al menos, para las próximas elecciones vascas y navarras (ya aquejadas, por cierto, de algunos factores de intimidación que enturbian el grado de libertad del desarrollo de las mismas).

Porque no es lo mismo, y no debería ser muy complicado de entender para ninguna persona formada, la continuidad de los efectos jurídicos atribuidos a dos sociedades mercantiles (por mucho que cambien nombre, denominación social y lo que quieran) que predicar este efecto de la ilegalización de un partido político. Para que este efecto se produjera, debiera ser posible demostrar que se da, en efecto, una real continuidad en las actividades que dieron lugar a la ilegalización de la organización política primigenia. Matiz este último de gran importancia.

Las candidaturas ilegalizadas no lo han sido por continuar aquellas actividades de Batasuna que dieron lugar a la ilegalización de aquélla (de hecho, ninguna de las conductas que dan lugar a una ilegalización ha sido reprochada a estas agrupaciones de electores); lo han sido porque se ha entendido que continuaban la labor de Batasuna en su vertiente electoral. Lo que no deja de ser gravísimo, dada la relevancia constitucional del derecho a la participación política. Y, para completar el cuadro de despropósitos, en más de un caso, ni siquiera esta continuidad estaba probada suficientemente.

No obstante lo cual, todas estas consideraciones han dado igual. Había un problema, y convenía solucionarlo, a la mayor brevedad, por las vías humanitarias al uso. El martes 13 de mayo de 2003, tras más de 25 años de elecciones libres en España, se ciernen sobre nuestros sistema los negros nubarrones asociados a un error clásico: hacer trampas e incumplir las reglas cuando creemos que estamos en un caso que lo justifica. Porque suele ser la antesala de más infracciones, superado el tabú.

ABP (València)

 

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