V
de Vendetta
Corrupción, asesinato y
crimen de Estado
(AVISO
DE EXENCIÓN DE RESPONSABILIDAD: al parecer, algunos lectores
no ven bien que en nuestras críticas desvelemos aspectos
importantes de las películas, lo cual les quitaría
atractivo. Con independencia de que nos resulte un poco sorprendente
que uno busque, en una buena crítica cinematográfica,
la exclusión de casi todo lo que tiene que ver con la película
y su sustitución por verborrea expuesta con suficiencia y
que carece totalmente de contenido –es increíble, en
este contexto, el daño efectuado por la crítica cinematográfica
al cine-, como somos gente de bien les avisamos: aunque no se lo
crean, la crítica de V de Vendetta desvela algunos asuntos
relacionados con la película “V de Vendetta”).
Puede
que Ustedes no lo sepan o, mejor aún, simulen ignorar saberlo,
pero por ahí fuera existe una cosa denominada “cómic”
que, valiéndose de los sólidos argumentos proporcionados
por el cinematógrafo y el Real Madrid, va por ahí
reivindicando por lo bajinis su condición de arte, en concreto
el Noveno Arte, entre la hilaridad general. Pues bien, en los años
80, Alan Moore, un guionista británico que posteriormente
publicaría una afamada serie (The
League of Extraordinary Gentlemen) llevada convenientemente
al cine, creó una miniserie (Watchmen) que venía a
explicar cómo sería el mundo si realmente los superhéroes
existiesen. Watchmen, junto con otras obras fundacionales de los
años 80, supuso una auténtica revolución en
la manera de plantear los cómics, sustituyendo el mundo metrosexual
de luz y de color de adultos ataviados con pijama que por entonces
dominaba el sector por un mundo oscuro y siniestro de metrosexuales
adultos ataviados con pijama, sí, pero dentro de lo que cabe
más viril.
Pues
bien, junto a Watchmen Alan Moore tuvo ocasión de guionizar
otra miniserie, “V de Vendetta” (publicada originalmente
en 1987, y en España en 1989. Aunque recientemente se ha
reeditado en edición de lujo, no hace falta que les explique
que dicha edición lo es también “de perdedores”,
y que sólo podrán apreciar la grandeza del dibujo
y la trama si adquieren la edición original, es decir, la
que poseemos unas cuatro personas en este país, en lugar
de las ocho que se han comprado la reedición; ¡por
100000 eurillos puede ser suya!), que tuvo un impacto considerablemente
menor en el “mundillo”. En primer lugar, porque no estaba
ambientada en EE.UU., sino en Gran Bretaña; en segundo lugar,
porque sólo se trata de un cómic de superhéroes
hasta cierto punto. Por ejemplo, V no tiene identidad secreta propiamente
dicha (no es un locutor radiofónico y prolífico escritor
en sus ratos libres para luego convertirse en, qué sé
yo, “Superecuménico”), y sólo se viste
de payaso hasta cierto punto (aunque lleva máscara y traje
de actor de variedades, hay un detalle definitivo: no lleva pijama).
Además,
la Weltanschauung perfilada en el cómic (ambientado
en un mundo entonces futurista, 1997) derivaba directamente (como
también ocurría en “Watchmen”) del contexto
de guerra fría
en el que se publicó, de suerte que se supone que en Gran
Bretaña ha tomado el poder un partido de corte fascista tras
sufrir una guerra nuclear que se llevó por delante la UE
(como si no bastara con la ampliación al Este), la URSS y
los EE.UU., entre otros. El mundo que se nos presenta, relativamente
parecido al de 1984, es
el de un Estado totalitario que se ha cepillado a negros, moros,
judíos, homosexuales, progretarras y, en resumen, “diferentes”
y que, en consecuencia, lo domina todo mediante el uso sistemático
de las TICS (micrófonos, televisión de plasma, superordenadores
con los que jugar a videojuegos de los 70, en plan KITT,
y tal) y, claro, de repartir yoyah hasta decir basta.
Frente
a este gobierno intrínsecamente malvado se alza V de Vendetta,
un misterioso anarquista pirao de la chola que, aunque no tenga
superpoderes propiamente dichos (no lanza rayos por las orejas ni
tiene “superaliento”, por decir algo), sí que
reparte yoyah con una rapidez, contundencia y tino que
sólo podrían verse en una final Argentina –
Argentina. Y, además, es un tío culto, que se pone
a hablar en verso sin darse importancia, y que tiene más
recursos que un concejal de Urbanismo.
En
realidad, V es un antiguo preso de un campo de reeducación
donde una serie de prohombres del partido fascista, defendiendo
el Estado de Derecho desde las alcantarillas, se dedicaban a alcantarillear
con singular entusiasmo, a base de torturar, hacer siniestros experimentos
científicos y volver a torturar. V es el único prisionero
que escapa con vida (y con sus superpoderes de andar por casa),
aunque de ahí salga muy perjudicado. A partir de ese momento,
V dedica su vida a la vendetta, a cargarse a todos y cada uno de
los prohombres del campo de concentración (los cuales, como
era previsible, han progresado merced a sus servicios al Partido)
y, en resumen, a generar el hundimiento del poder absoluto preludio
de la libertad anárquica que preconiza. V muere en el intento,
pero es sustituido por una chica, Eve, a la que V acoge en su seno
al comienzo de la trama (cuando Eve es una pobre niña huérfana
de 18 años que intenta dedicarse a la prostitución)
y se dedica a reeducar (de nuevo a base, en efecto, de torturas,
aunque como muy simbólicas y espirituales, pero no vayan
Ustedes a creerse: yoyah, lo que se dice yoyah,
la pobre Eve las recibe a espuertas), como diciendo “V somos
todos”.
Pues
bien, por razones que no vienen al caso (es decir: razones que en
verdad ignoro), este cómic, que es sin duda un cómic
excelente, pero de hace 20 años, bastante descontextualizado
y, desde luego, olvidado (¿se han dado cuenta de con qué
sutileza he insertado el tópico de “cómic para
paladares exquisitos 'sea la envidia de sus vecinos friquis' “
y, ya de paso, el de “yo lo tengo, son 100000”?) , de
repente es objeto de una adaptación cinematográfica,
y además una adaptación llevada a cabo por los hermanos
Guachosqui, sí, los geniales creadores de Matrix,
los oportunistas perpetradores de Matrix Reloaded
y los “peor que pegar a un padre” de la infame Matrix
Revolutions (tan mala que ni siquiera está reseñada
en LPD, así que en su lugar aquí tienen: Constantino
Romero Revolutions y Hefestión
Revolutions, dos por el precio de una).
Y,
por fortuna, lo adaptan muy bien. Digamos que mantienen perfectamente
los valores del original y, además, saben actualizar o, mejor
aún, reubicar, lo que en el original ha sido claramente superado
por la historia. Con la salvedad del personaje de Eve, que ya no
es una criptoprostituta (pero dado que ahora es periodista, pues
oiga, viene a ser lo mismo), más que nada por acentuar el
tonillo 1984 – medios de comunicación, el argumento
es en esencia el mismo pero ubicado en nuestro fascinante mundo
de 2006: ahora el factor de distorsión es una especie de
guerra – chapapote de los yanquis contra el terrorismo internacional,
y el motivo que justifica el ascenso al poder en Gran Bretaña
de un partido fascista es un terrible acto de terrorismo bacteriológico
que se lleva por delante a casi 100.000 personas (y que, claro,
en plan teoría de la conspiración es obra de los propios
fascistas). A partir de ahí, V (interpretado, por cierto,
por Hugo Weaving, es decir, el Agente Smith de Matrix y el epítome
de la metrosexualidad élfica en El
Señor de los Anillos) se dedica a repartir chapapote,
pero a hacerlo, además, en una trama muy bien construida,
con diálogos meritorios y los consabidos efectos visuales
(sustituidos en el cine español por primeros planos de genitales
femeninos como diciendo “mirad qué uropeos semos”).
Este
contexto sirve a los Guachosqui para elaborar un nada sutil mensaje
ideológico que subyace a toda la acción: la capacidad
del poder para exagerar, deformar o directamente inventar la realidad,
adaptándola a sus propios fines, valiéndose fundamentalmente
del miedo (primero a los supuestos enemigos del poder, y después
al poder mismo), para vender “moros piojosos > URSS
glamourosa” y cosas por el estilo. Es decir, en efecto, aquello
en lo que todos ustedes están pensando: una representación
clara y evidente de un movimiento ideológico que por desgracia
está invadiendo cada vez más el espacio público
en el mundo occidental, particularmente en nuestro país,
el de los NeoFelóns o “Neofelipistas” que actualmente
se dedican a romper países (bien sea invadiéndolos,
bien sea rindiéndose
a los terroristas) con un salero y un arte que vaya Usted y
lo vea. ¡Si hasta el Líder del partido fascista es
un sosias claro de Rubalcaba, sólo que con muchos más
años y mucho más pelo!
Se
trata, en resumen, de una excelente película desde todos
los puntos de vista, probablemente superior al cómic (y sí,
casi cualquier cosa es superior a un cómic, pero no se engañe:
recuerde, por ejemplo, Spiderman y sobre
todo recuerde que si quiere Usted fardar de verdad son 100000) y
que tiene, además, el importante detalle de constituir un
todo cerrado. Lo cual significa, dado que el personaje principal
y casi todos los malos mueren, y dado que es una adaptación
ajustada de un cómic que nunca tuvo continuación alguna,
que es poco probable que los Guachosqui, incluso si la recaudación
acompaña, salgan otra vez con aquello tan florido de que
“nosotros teníamos desde el principio muy claro que
se trataba de una trilogía” y dentro de unos años
nos encontremos con “V de Vendetta Reloaded” y “V
de Vendetta Revolutions”. Y ese, sin duda, es un pensamiento
alentador.
Guillermo
López (Valencia) |