PROSPECTIVA:
Zaragoza es una provincia muy curiosa. En primer lugar, las
políticas de los gobernantes aragoneses desde principios
del siglo XIX, tendentes a primar, ante todo, el crecimiento
de Zaragoza como fastuosa metrópoli (aunque fuera a
costa del resto de Aragón), a imagen y semejanza de
su modelo y ejemplo diario, Madrid,
han permitido crear algo increíble: una circunscripción
aragonesa con más de tres escaños a repartir,
lo que a su vez posibilita la aparición de todas las
obsesiones del aragonés medio, y sobre todo su repercusión
en unas elecciones:
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Por ejemplo, en determinado momento (1977), terminados los
cuarenta años de paz, se abre un período de
incertidumbre para el pueblo aragonés en el que la
eclosión de nacionalismos periféricos pudiera
hacer pensar a alguien que Aragón, y Zaragoza como
su máxima representante, no son "más peculiares
en su especificidad cultural que naide". Para
conjurar este peligro, no es ya que los electores le dieran
un apoyo al PSP de Tierno Galván prácticamente
sin parangón en España (toda la Universidad
de Zaragoza votando a Galván para no ser cómplices
anticipados del felipismo), sino que aparece por ahí
una Candidatura Aragonesa Independiente del Centro (CAIC,
como el CAI Zaragoza pero de centro, con un par), liderada
por el insigne Hipólito Gómez de las Roces (en
adelante, por su pasión por la cultura del agua, "Hidrólitro"),
que se hace con un escaño que será el germen
del PAR y los primeros años del Gobierno autónomo.
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Sin embargo, esto no era suficiente. En los años noventa
se percibió con claridad que el regionalismo aragonés
no era lo suficientemente respetado en el resto de España.
Los nacionalismos periféricos lo miraban con desconfianza
por no definirse lo suficiente, y los partidos netamente españoles
tenían al regionalismo del PAR como un partido simpático
e inofensivo. Había que hacer algo. Y en España,
cuando se trata de destacar la especificidad de uno respecto
a la masa informe que encuentra alrededor, nada mejor que
el idioma. El pequeño detalle de que el aragonés
hubiera desaparecido quinientos o seiscientos años
antes, y sólo perviviera muy fragmentado en múltiples
dialectos pirenaicos, se desechó por antiaragonés
y en un par de meses se creó el rutilante neoaragonés,
la Fabla, que permitiría inundar la región de
pintadas proclamando que "Aragon ye mundo" y "Aragon
ye nazion".
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Cuando el PAR cometió el gravísimo error de
pactar con el PP, en el Gobierno autónomo y en las
Generales de 1996 (como ya explicamos en el análisis
de Teruel), la versión izquierdisto-lingüística
del PAR, la CHA, o Chunta Aragonesista (que significa, para
aquellos que no sean lo suficientemente duchos en los misterios
de la Fabla, "Junta Aragonesista"), tomó
el relevo.
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Finalmente, el follón del PHN provocó lo que
Ustedes ya saben que provocó; indignación general
con el PP, "que nos quitan el agua", manifestaciones
de hasta 400.000 personas (un tercio de la población
total de Aragón), y un montón de trasvases electorales
en Aragón: del PP al PSOE, del PAR a la CHA, del PP
al PAR, de IU a la CHA, del PAR al PSOE, y así hasta
el infinito, beneficiando fundamentalmente a dos opciones:
el PSOE, que recuperó primero y consolidó después
el Gobierno autónomo (e incluso la alcaldía
de Zaragoza), y la CHA, que ha seguido el camino que a mayor
escala busca reproducir ERC en Cataluña, aprovechando
con inteligencia el tirón popular de su candidato,
el cantautor José Antonio Labordeta.
Así
que las elecciones de 2004 tienen lugar en Zaragoza en el
"peor de los mundos posibles" para el PP (que, todo
hay que decirlo, se lo ha currado para llegar hasta aquí,
aunque forzoso es confesar que el superior interés
de Murcia lo vale), que perderá,
sin duda alguna (a diferencia de Huesca
y Teruel, donde las apuestas son
arriesgadas), un escaño, probablemente perderá
las elecciones frente al PSOE en Zaragoza, y si los votantes
se volvieran definitivamente locos y le dieran un segundo
escaño a la CHA (lo que permitiría que el presidente
del partido, Bizén -Vicente, para los españolazos-
Fuster, alegrara un poco más nuestra vida parlamentaria),
igual hasta perdía dos, aunque esto último sea
casi imposible porque supondría una debacle de proporciones
cósmicas (perder en torno a 20 puntos respecto a 2000).
Así que nuestra apuesta quedaría como sigue:
PP 3, PSOE 3, CHA 1. |