PROSPECTIVA:
Algunos me llamaron loco cuando comencé este análisis
por circunscripción. Pero yo les dije: "haciendo
el análisis por circunscripción podré
hablar de Palencia", singular placer que hasta la fecha
nunca había tenido lugar en LPD, y muy probablemente
no vuelva a ejercerse hasta, por lo menos, 2008.
Las
únicas dos veces en mi vida en que he tenido noción
de la existencia de esta provincia fueron las siguientes:
1)
Hace un montón de años el diario El País
le dedicó un reportaje en su suplemento semanal a la
ciudad de Palencia. En dicho reportaje, El País sacaba
un montón de fotos de la catedral de Palencia, mostraba
a algunos renombrados ciudadanos palentinos y venía
a decir "seria y dinámica, Palencia encara con
confianza la Modernidad" (o igual decía "preocupada
por su histórico abandono, celosa de su desconocido
pero a buen seguro glorioso pasado, Palencia mira al futuro
con desconfianza, segura de que las cosas sólo pueden
ir a peor", la verdad es que no me acuerdo). El impacto
de tal reportaje debió ser a buen seguro importante
entre los palentinos (la catedral tocó a maitines y
se celebró una misa un cuarto de hora antes del horario
habitual en la que el obispo rezó por las almas de
los autores del reportaje), aunque lo cierto es que no lo
sé.
2)
Hace unas semanas me leí las disparatadas Memorias
del autor de teatro del absurdo Miguel Mihura, y uno de los
capítulos comenzaba así: "Antonio González,
que nace en Panamá, huye a los ochos meses de Panamá
y se traslada a Palencia donde vuelve a nacer otra vez, causando
el estupor de una digna señora de la localidad que
no esperaba ser madre de semejante niño". A partir
de ahí surgió en mi la necesidad imperiosa de
hablar de Palencia, verdadero motivo de este análisis
por circunscripción, en el que las 51 circunscripciones
restantes no son sino meras compañeras de viaje del
palentismo.
En
lo que a mi respecta, sin duda Palencia ocupa el trono de
"provincia más olvidada por la colectividad",
superando a otras aspirantes como Orense
(donde al menos "hablan raro"), Teruel (que aún
hoy sigue reivindicando su existencia) y Soria (puede afirmar
con orgullo que contó con un equipo en Primera División
y además en tiempos remotos escribió una
de las más gloriosas páginas de nuestra Historia),
e incluso Madrid, una provincia que,
bien es cierto, forma parte importante de nuestro imaginario
colectivo, pero que sufre la incomprensión de los demás
cuando se queja justamente, a través de todos los medios
de comunicación y las instituciones, de los
horripilantes sufrimientos que acarrea la capitalidad.
El
misterio que supone Palencia genera dos reacciones en el español
medio: miedo (qué habrá detrás de esta
provincia), pero también lástima por el abandono
a que ha estado sometida en los últimos doscientos
años, compartido con toda Castilla
y León (o "qué ocurre cuando se supone
que eres la región española que manda cuando
la que en realidad manda es Madrid") pero particularmente
intenso en Palencia. Y eso que, en lo que aquí nos
ocupa, las elecciones, Palencia ha sido una provincia movidita,
o al menos todo lo movidita que puede ser una provincia en
Castilla y León. Palencia es la provincia "roja"
por antonomasia, no sólo por contar aún con
alcalde socialista (lo nunca visto), sino porque en dos convocatorias,
1982 y 1986, el PP no ganó las elecciones. Esos tiempos,
es cierto, ahora son tiempos pasados, pero testimonian que
al menos la provincia más olvidada de todas es, también,
la más heterodoxa. Por supuesto, estas veleidades pasadas
no son suficientes para alterar el reparto de sus tres escaños,
un sólido PP 2, PSOE 1. |