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ELECCIONES AUTONÓMICAS EN ANDALUCÍA

Chaves, hasta el infinito y más allá

Por David Iwasaki

 

Dentro del reparto de papeles en el conjunto de las autonomías, a Andalucía le ha tocado el de comunidad estable. Tan estable como pueda serlo electoralmente un gobierno autonómico en manos del mismo partido durante más de dos décadas. Esto la sitúa en la misma órbita de otras comunidades históricas del Estado, gracias al principal hecho diferencial y al mismo tiempo común demominador de todas ellas: el apoltronamiento, visible con todas las de la ley en la Galicia del PP, la Euskadi del PNV y la Cataluña de CiU. Gran afrenta a la tradición, por cierto, el cambio de gobierno en esta última comunidad, que ha dejado fuera del cargo a tantos buenos hijos del nacionalismo de Pujol. Por contra, en Andalucía, para reconducir la construcción de la España plural con la base de que un buen gobierno es un gobierno estable, no parece que haya en estas elecciones posibilidades de desalojar del poder a sus tradicionales moradores. De esta manera, se consolida el reparto de colores en el mapa autonómico con el objetivo, nunca del todo valorado, de que ningún partido pase frío cuando pierde el poder en Madrid: siempre tendrán unas cuantas autonomías fieles. No saben Ustedes cuánto compadecemos a CiU por haber sido desplazada de este sano equilibrio en el que podemos tener la tranquilidad de que, por lo menos hasta el próximo siglo, Extremadura seguirá siendo socialista y Castilla y León feudo del PP. Qué bonita es la estabilidad.

En Andalucía la estabilidad electoral se asocia a la mejor tradición caciquil, y no faltan mentes preclaras que sentencian la imposibilidad de que el PSOE pierda su hegemonía por el clientelismo forjado durante tantos años al frente de la Junta de Andalucía. La existencia de esa fidelidad inquebrantable sustentada en las prebendas del poder está tan fuera de toda duda como las ganas de los partidos de oposición por heredar ese caciquismo tan propio de un sistema territorial como el nuestro. Sin embargo, ha de quedar claro ante todo que la leal oposición en Andalucía denuncia la situación como un mal de esta tierra, tan dada a la adoración hacia los caciques, pues como es bien sabido en ninguna otra comunidad de España, histórica o no histórica, existen mecanismos clientelares para dejar fijado el voto de los ciudadanos elección tras elección. El problema es un problema propiamente andaluz, como lo son la indolencia en el trabajo, el gusto por las subvenciones y las ganas de fiesta. Todo es una cuestión cultural, agravada en los años de felipismo por aquel sevillano que llegó a La Moncloa para despilfarrar el dinero de los españoles en proyectos faraónicos para su tierra. Justo lo contrario que preconiza su sucesor en el cargo, que tiene la espinita clavada de no haber podido llevar su austeridad castellana al gobierno de la Junta de Andalucía.

Y es que, como sabemos, el principal hecho diferenciador de Andalucía durante los últimos años ha sido el que, como comunidad más poblada de España, no se sumara a la ola de la Segunda Transición aznarí, e incluso se resistiera a darle la mayoría al PP en el año 2000, contradiciendo aquella predicción de que sólo obtiene un partido mayoría absoluta en Madrid cuando previamente ha obtenido mayoría en Andalucía. Esta circunstancia fatal ha hecho que la comunidad se mantenga en los últimos vagones del tren de la prosperidad aznarista. Y ahí seguirá hasta que abandone la tozudez de darle la espalda al PP y conserve esa hegemonía socialista basada en el voto cautivo. Sí, el voto cautivo, pues como todo el mundo alcanza a comprender la pérfida subvención del PER fue un invento del felipismo para quedarse con el voto de las zonas rurales. Esos desinformados ciudadanos del campo llevan ocho años cobrando el PER de un gobierno del PP y siguen sin sustituir al voto cautivo hacia el PSOE por el voto cautivo hacia el PP, así que es evidente que los socialistas tienen más cautivos los votos que los populares, o bien son más listos. Que la gente, en realidad, lo que haga es votar a quien le da la gana no entra dentro del análisis del comportamiento electoral de las zonas rurales de Andalucía.

Más que votos cautivos, en Andalucía lo que existe es mucho amor y fidelidad. Los votantes están profundamente enamorados de los partidos que respaldan en las urnas; si no, no se explica la contumacia en el voto al PSOE con independencia de cuál sea su gestión o del nivel de agotamiento de su proyecto político. Del mismo modo que tampoco se entiende, si no es por enamoramiento, el entusiasmo en votar a un PP incapaz de convertirse en alternativa, a una IU-CA en crisis de definición o a un PA cuyo mayor horizonte es sacar los diputados necesarios para ser una cotizada bisagra en los pactos postelectorales. Con todo, la hegemonía socialista es el principal foco de atención de casi todos los que dirigen desde fuera su mirada a Andalucía: da igual que los partidos de oposición sean un desastre, lo importante es que mantener al PSOE tantos años es una anomalía democrática. Así lo piensa, entre otros, el fino analista Mayor Oreja, que cada vez que lo invitan a una tapita de jamón los domingos que viene a Andalucía dictamina que los andaluces "tienen miedo" al cambio. Miedo, mucho miedo, a que los socialistas pierdan el poder, pues es bien sabido que la sociedad andaluza es una sociedad inmadura que sólo pasará su particular transición democrática cuando vote masivamente al PP.

Pero veamos, más concretamente, cuáles son las opciones que tienen los andaluces ante las elecciones autonómicas que se celebran el mismo día que las generales:

- Partido Socialista Obrero Español de Andalucía (PSOE-A): Manuel Chaves llegó a la Presidencia de la Junta en 1990 a la fuerza, tras ser ministro con González y a pesar de no tener entre sus pensamientos hacer política autonómica. Sin embargo, le debe de haber gustado mucho el cargo si incluso piensa que podría volver a presentarse en 2008, aunque las previsiones son, en principio, que estas sean sus últimas elecciones. El legado de tantos años al frente de la comunidad es una "Andalucía imparable", según la propaganda oficial; eso sí, no sabemos imparable hacia dónde. Muchos creemos que la renovación formal del discurso, con el cuento de la "segunda modernización", es el origen de lo que puede pasar el domingo: un PSOE, imparable éste sí, hacia la mayoría absoluta. Volver a tener las manos libres es el fruto que obtendría Chaves tras haber gobernado diez años sólo con mayoría relativa y como compensación a los dos años de ingobernabilidad (1994-96) por la pinza. En resumen, con un Chaves desempeñando el papel de líder nacional -como presidente del PSOE- es bastante probable que el resultado sea tan favorable para los socialistas como rentable ha sido todo este periodo de confrontación con el gobierno de Aznar y que la mayoría absoluta nos proporcione grandes tardes de rodillo parlamentario y continuismo en la gestión.

- Partido Popular de Andalucía (PP-A): El principal partido de la oposición se ha beneficiado de un paulatino proceso hacia el bipartidismo imperfecto en el Parlamento Andaluz. Las metas conseguidas con Javier Arenas como candidato fueron tan exitosas que no tuvo más remedio que salir raudo hacia Madrid en 1996 en cuanto Aznar lo reclamó como ministro de su gobierno. Desde entonces, el PP ha apostado por el carisma de Teófila Martínez, que ha demostrado tanta capacidad como jefa de la oposición que ni siquiera ha necesitado desprenderse del cargo de alcaldesa de Cádiz. Así, la labor de Teófila contra el discurso ilusionista de Chaves fue reconocida con el techo electoral conseguido en 2000. Para agradecérselo, sus compañeros de Madrid y la tropa de ministros que suele venir los fines de semana a echarle una manita a los populares andaluces han cumplido un inigualable papel en la confrontación mantenida entre la Junta y el gobierno central por los más diversos motivos, principalmente la deuda por el cambio en el sistema de financiación autonómica. De modo que lo más probable es que el PP baje, Teófila vea en estas elecciones cómo se esfuman sus posibilidades de ser presidenta de la Junta y más de uno se plantee si ya va siendo hora de que construyan una alternativa en serio a los socialistas en Andalucía.

- Izquierda Unida-Convocatoria por Andalucía (IU-CA): La coalición vive una crisis de definición, algunos dicen que desde el inicio de la autonomía, otros argumentan que todo viene de 1848 con la publicación del Manifiesto Comunista. También ha afectado a la organización la fractura entre dos sectores enfrentados no se sabe muy bien por qué: cuando algún comentarista político nos logre explicar los motivos de la división entre los llamados 'oficialistas' y 'críticos', tengan por seguro que se los comunicaremos. La única diferencia que se atisba es que los primeros son los más aficionados a llamar a las puertas del PSOE para pactar con ellos -a Antonio Romero, el candidato de las pasadas elecciones, se le decía aquello de que se lo tomara con calma, que se le iban a romper los nudillos de tanto llamar- y los segundos son más bien propensos a decir que "a Chaves, ni agua". Lo más cierto es que el papel de IU desde la legislatura de la pinza ha estado en cuestión por buena parte de su electorado. Sin embargo, la pérdida de votos no concuerda con el más asentado, aunque difícil, discurso actual de crítica constructiva desde la izquierda al gobierno de Chaves y oposición firme al PP. Es probable que el equilibrismo del candidato Diego Valderas le sirva, al menos, para mantener el número de votos e incluso incrementar representación.

- Partido Andalucista (PA): El destino de los andalucistas es terminar divididos en luchas fratricidas hasta que no les quede ni un sólo voto. Gran verdad aquella de que una cosa son los adversarios, otra los enemigos y otra los compañeros de partido. Tras la enésima ruptura con el sector representado por Pacheco, el PA aspira a conseguir un resultado no muy diferente al actual, aunque perderá como mínimo un escaño por Cádiz por el efecto fractura. Antonio Ortega es el candidato del PA, más que a la Presidencia, a la Consejería de Turismo, que es la meta de los andalucistas tras las elecciones: conseguir una vez más su cuota de poder con un pacto con un PSOE sin mayoría absoluta, como ha ocurrido en las dos últimas legislaturas. Además de tocar presupuesto, el objetivo será colocar al candidato en una consejería en la que se pueda hacer muchas fotos y salir en Canal Sur, para así tener la promoción hecha para las próximas elecciones.

- Partido Socialista de Andalucía (PSA): El partido que ha montado Pacheco para conservar, al menos, su posición electoral en varios ayuntamientos de la provincia de Cádiz, singularmente Jerez, es un intento por consolidar un bipartidismo en el sector andalucista del electorado. Lo más curioso es que un partido como el PA, originariamente de centro-izquierda, ahora de centro, centro-derecha o ni-de-izquierdas-ni-de-derechas, sea el que se haya entendido con el PSOE en la Junta. Y el PSA, que representaría la izquierda del andalucismo, sea por contra acérrimo opositor de los socialistas y socios del PP en el ayuntamiento de Jerez. El sueño de Pacheco es conseguir un escaño en el Parlamento, aunque lo tiene difícil, y darle con su voto el gobierno a una alternativa del PP para castigar al PSOE que le niega cuota de pantalla en Canal Sur y le ha obligado a llenarlo todo de vallas con el cartel del PSA y el peculiar lema de campaña "Échale coraje" (para votarlos a ellos, se supone).

- Foro Andaluz (resumiendo, el partido de Pimentel): La alternativa que el ex ministro Manuel Pimentel presenta a las elecciones andaluzas es tan atractiva, innovadora y arriesgada por apostar por un modelo de organización distinto al de los partidos tradicionales que lo más probable es que consiga el resultado lógico cada vez que alguien presenta algo que lleva una bocanada de aire fresco a la política: ni un solo escaño. Aunque con un poco de suerte, y a pesar de la limitadísima difusión de su candidatura, Pimentel podría tener posibilidades de salir como parlamentario por Córdoba. Sin embargo, la novedad del Foro Andaluz no parece que vaya a verse traducida en votos suficientes para poder hacer trabajo parlamentario en la próxima legislatura.

En definitiva, el panorama político andaluz se puede mantener en los próximos años bastante parecido al actual, con los cuatro partidos parlamentarios jugando un papel desigual, sobre todo si se acentúa el bipartidismo, el PSOE obtiene mayoría absoluta y los partidos minoritarios dan señales de estar estancados o a la baja. El PP puede cambiar de líder en función de lo que ocurra en las urnas. No sabemos si los estrategas de la calle Génova andan ya enfrascados con las posibilidades que se abren a partir de ahora: ¿seguir plantándole batalla a Chaves desde Madrid?, ¿poner a Arenas haciendo oposición de fin de semana en Andalucía?, ¿buscar un relevo aún más carismático que Teófila?, ¿plantear una alternativa seria al PSOE con un candidato solvente y al menos tan aburrido como Chaves? Todo son dudas, excepto que Manolo Chaves tiene en mente llegar en las urnas hasta el infinito y más allá. Ya veremos si con mayoría absoluta o sin ella.


 
La Radio Definitiva