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ELECCIONES GENERALES 2004

VALENCIA

 

Población: 2.320.811 Escaños: 16 PIB per cápita (Comunidad Autónoma): 81 (UE = 100)
Elecciones 1977 UCD: 5 (31'0%) PSOE: 7 (36'7%) PCE: 1 (9'8%) AP: 1 (5'6%)  PSP: 1 (5'4%) 
Elecciones 1996 PP: 7 (42'0%) PSOE: 6 (37'0%) IU: 2 (12'1%) UV: 1 (5'6%)
Elecciones 2000 PP: 9 (50'5%) PSOE: 6 (33'2%) IU: 1 (6'5%)  

PROSPECTIVA: Valencia, al igual que Alicante, es uno de los graneros históricos de voto socialista que en los últimos años ha vivido un vuelco radical, convirtiéndose en uno de los fundamentos más sólidos para asegurar la victoria del Partido Popular. Los motivos de este vuelco son variados, pero se concentran fundamentalmente en dos:

Por un lado, la lamentable situación del Partido Socialista, dividido en múltiples familias que mantienen hondas disputas de corte ideológico en las que se dirimen cosas tan importantes como la primacía del Lermismo o el Ciscarismo en la línea política adoptada por el partido y, sobre todo, en los frutos de dicha línea política: alcaldes, diputados nacionales y regionales, asesores de ayuntamientos, ... todo es objeto de disputa dentro del PSOE de la Comunidad Valenciana, de forma más acentuada conforme se tienen menos cargos que repartir (producto, a su vez, de las variadas líneas políticas manejadas por el PSOE en la región, verdadero laboratorio de experimentación de la socialdemocracia bien entendida: Estado del Bienestar, ante todo, de los nuestros). El PSPV, curioso nombre criptonacionalista que adopta el PSOE de la Comunidad Valenciana, es un cachondeo, culpable de continuas y cada vez más sólidas mayorías absolutas del PP tanto en la región como en el Ayuntamiento de Valencia.

Por otro, es preciso destacar que la Comunidad Valenciana, al parecer, es un territorio con una identidad propia profundamente arraigada, que tiene manifestaciones tan importantes como su lengua propia o sus peculiares tradiciones. Pero por desgracia dicha identidad propia es vista desde dos perspectivas muy diferentes: un nacionalismo autodenominado de izquierdas, el Bloc Nacionalista Valencià, cuya principal función es hacer el ridículo en absolutamente todos los comicios generales y autonómicos, en los que nunca ha conseguido un solo representante (y que al menos puede consolarse haciendo luego política radicalmente izquierdista en los ayuntamientos que controla, generalmente apoyando al PP o siendo apoyado por los populares).

Y un nacionalismo conservador hoy en total declive, pero en tiempos muy importante, Unió Valenciana, que consiguió incluso dos diputados al Congreso en sus mejores tiempos, en los que hizo valer su fuerza en Madrid exponiendo las peculiaridades de la valencianía (recuerden: el finado Vicente González Lizondo ofreciéndole una naranja a González y escupiendo en el suelo del Congreso, una forma clara de plasmar la duplicidad del pensamiento de Unió Valenciana, dispuesta a cooperar en lo económico pero también a rebelarse ante aquéllos que pretenden pisotear la identidad de los valencianos), y que fue trabajosamente fagocitado por el PP, quien le dio, con inteligencia, sucesivos abrazos del oso (consiguiendo, incluso, que lo que queda de UV haya renunciado a presentarse en estas elecciones).

La principal diferencia entre estos dos nacionalismos es la siempre espinosa cuestión de la lengua y lo que ésta acarrea (¿por qué creen que en LPD tenemos una versión denominada "Valencià del Nord"?), dado que en otros asuntos fundamentales, como las Fallas, han conseguido ponerse más o menos de acuerdo (ambos consideran las Fallas el asunto de mayor trascendencia y valor de los valencianos tras la omnipresente lengua). Lo relevante de estos nacionalismos es que, si en la derecha han contribuido a fortalecer al PP, dándole primero tanto la Generalitat como el Ayuntamiento y posibilitando después que gobernase en solitario, en la izquierda su labor más reconocible ha sido desdibujar su discurso, dividir el voto progresista sin que ésto haya tenido a la hora de la verdad absolutamente ningún efecto en sus propios intereses electorales y, en fin, convertir la Comunidad Valenciana en el mentado granero de votos de los populares, que por su parte se han limitado a ejercer el populismo faraónico en su mejor versión (las mismas grandes obras, la misma inutilidad, pero sin latigazos).

Pero, a pesar de todo lo que antecede, aun y así, parece complicado que el PP pueda mantener su noveno escaño en Valencia. La distancia es grande, pero se verá sin duda reducida, más que por acción de la izquierda (el PSOE al menos ha colocado como número uno a un candidato presentable, Carmen Alborch), por la pulsión autodestructiva en que se ve inmerso el PP de la Comunidad desde que se dio, en las Autonómicas de 2003, el ansiado relevo, pasando Eduardo Zaplana a la "alta política" madrileña y guardándole Francisco Camps el sillón por si le apetece volver. El caso es que el hombre (Francisco Camps) está demostrando lo increíble, ideas propias, y éstas pasan sistemáticamente por menguar el poder de Zaplana en el PP de la Comunidad, lo que contribuye a varias cosas: por un lado, a aclarar el panorama (ahora absolutamente todos los partidos de la Comunidad Valenciana, el Gobierno y la oposición, son una jaula de grillos); por otro, a ofrecer el anticipo de lo que puede ser el PP post - Ánsar (sobre todo si pierde la mayoría absoluta; de perder el poder ya ni hablamos); finalmente, a menguar las excelentes expectativas electorales del PP en la Comunidad, particularmente en Valencia, donde el número uno del PP al Congreso, Eduardo Zaplana, es también el enemigo número uno de la Generalitat. No creemos, vista la patética situación de la oposición en la Comunidad Valenciana, que el desgaste sea importante, pero sí lo suficiente como para que el PP pierda un escaño: PP 8, PSOE 7, IU 1.

Fuente población: Ministerio de Administraciones Públicas
Fuente Renta per Cápita: Instituto Nacional de Estadística
Fuente Elecciones: electionresources.org
Fuente Prospectiva: Elaboración propia y Don Simón cosecha 2003

 
La Radio Definitiva