ZARAGOZA
La
isla en mitad del desierto
Metrópolis
Zaragoza,
capital de Aragón, 2000 años de historia, bellos monumentos
civiles (palacio de la Aljafería, sede del gobierno autonómico)
y religiosos (la catedral de La Seo), es una ciudad provinciana
que sería mimética a todas las que adornan los más
diversos parajes del interior de España, todas ellas con
un glorioso pasado y un lamentable futuro, de no ser por su importante
población, ganada a lo largo de varios siglos no tanto a
través del natural crecimiento demográfico de la ciudad
(mitigado en Zaragoza, al igual también que en las otras
ciudades provincianas, gracias precisamente a su glorioso pasado
de guerras y purgas poblacionales por motivos fundamentalmente religiosos,
de ahí la constante presencia de los mentados monumentos)
cuanto a la peculiar situación del entorno y la lejanía
respecto a otro centro poblacional de entidad.
Zaragoza
se ubica en una posición privilegiada (a 300 kilómetros
de Madrid, Bilbao, Barcelona y Valencia), suficientemente cerca
como para constituirse en importante nudo de comunicaciones, pero
suficientemente lejos como para que sus habitantes no se planteen
demasiado huir a alguna de estas ciudades. El efecto beneficioso
sobre el aumento de la población se complementa por el territorio
que rodea a la propia Zaragoza, un páramo carente de recursos,
de calidad de vida y de dinamismo (es decir, España) cuyos
habitantes conforme nacen o bien ya están huyendo hacia las
mentadas ciudades capitalinas o deciden arriesgarse, movidos por
el amor a la Patria chica, a reservar un billete en el expreso regional
que en el pasado aparecía cada dos meses y ahora, por lo
general, nunca, para ir a vivir a Zaragoza.
Una
vez en Zaragoza, los nuevos ciudadanos de la capital aragonesa adquieren
conciencia de clase y se convencen, en un proceso de conversión
mental también común a cualquier ciudad, pueblo o
aldea español que se precie, de que en realidad su ciudad
es "lo mehó der mundo", pese a todas las pruebas
que indican lo contrario. Los zaragozanos se manifiestan ufanos
del hecho de serlo, pero la disparidad de opiniones sobre el particular,
la grandeza de Zaragoza, con el resto de la población de
España y el mundo aboca a Zaragoza a un grave problema: es
una ciudad grande, pero nadie les hace ni caso, y como es un poco
frustrante pasearse por la ciudad como diciendo "aquí
estamos" sin que nadie se percate de ello, más ahora
que el único signo de identidad que lograba evitar que absolutamente
nadie fuera de Aragón tuviera la más mínima
noción de la existencia de esta ciudad, el Real
Zaragoza CF (el mejor equipo de todos los tiempos en la comunidad
autónoma de Aragón, y accesoriamente mi equipo), está
en la Segunda División (aunque por poco tiempo, eso sí),
los zaragozanos han optado por una solución "de manual"
en el comportamiento de cualquier español: quejarse y presionar
con todo lo que tienen, que tampoco es mucho, para sacarle algo
al opresor Estado Español. Hablamos, claro, del agua del
Ebro.
Análisis
Varios
son los asuntos puestos sobre la mesa ante la perspectiva de estas
elecciones municipales en Zaragoza, algunos comunes a otras ciudades
españolas (la vivienda), otros comunes a todas las ciudades
españolas salvo Madrid (las comunicaciones), y otras, claro,
específicas de la ciudad (el agua):
- El
agua: Como ya relatamos en nuestro análisis
de las Elecciones Autonómicas, la cuestión del agua
ha inundado la política en Aragón, y obviamente también
en Zaragoza, convirtiéndose de facto en el principal eje
de campaña. La manifestación de 400.000 personas contrarias
al trasvase tendrá un peso indudable en la selección
de opciones políticas que decidan los ciudadanos, perjudicando
al alcalde José Atarés (PP). La cuestión clave
en esta materia es si realmente el PHN pesará en igual medida
en las municipales que en las autonómicas, donde la debacle
del PP se da por segura.
- La
vivienda: El afán integrador de Zaragoza comentado más
arriba, como punto de confluencia de miles y miles de desposeídos
que huían del páramo turolense o zaragozano para encontrar
algo inusitado en sus vidas (más seres humanos), obligó,
para acelerar el proceso, a que Zaragoza se extendiese más
y más, hasta constituir el término municipal más
grande de España, favorecida en este empeño, naturalmente,
por la ausencia de obstáculos naturales o poblacionales,
pues el desierto es amplio en todas direcciones y el desierto poblacional
también, no sólo por la huida previa de los desgraciados
que pudieran haber vivido allí en el pasado sino por la ausencia
de una industrialización suficientemente fuerte como para
crear alrededor de la ciudad un complejo marginal - industrial que
ni el de New Jersey que convirtiera pequeños pueblos en enormes
ciudades dormitorio al estilo de Badalona o Alcorcón. Pero
pese a estas excelentes condiciones previas para generar vivienda
barata, la dinámica urbanística en Zaragoza ha sido
justamente la contraria, encareciendo el precio del suelo a niveles
inauditos a causa, fundamentalmente, de la no liberalización
del suelo, es decir, por causas políticas, alentadas por
ayuntamientos tanto del PP como del PSOE. ¿Especulación?
Puede ser, pero téngase en cuenta el trauma colectivo de
la región como tierra enorme, despoblada, llena de pueblos
abandonados. A esta gente ingrata que huyó de sus lugares
de origen Zaragoza les haría ver lo que vale un peine, mostrándoles
el valor de tener vivienda propia (más concretamente, una
hipoteca a 50 años para tener un pisito de 90 metros cuadrados
a sólo 10 minutos del centro, en coche, naturalmente).
- Las
comunicaciones: gran caballo de batalla de Aragón (no
sólo de Zaragoza) durante años y años, el convencimiento
implícito de que lo de Teruel "no tiene solución"
y que lo único que tiene alguna posibilidad de pintar en
España es Zaragoza ha llevado a centrar todas las reivindicaciones
en este capítulo en mejorar las comunicaciones de la capital,
aprovechando su condición de nudo de comunicaciones. El alcalde
podría haberse apuntado un buen tanto con la parada del AVE
Madrid - Barcelona en Zaragoza, pero los retrasos en las obras reducen
aún más sus posibilidades de mantener el puesto.
- Dimensión
ontológica: Por último, subyace detrás
del debate político en la capital aragonesa la frustración
derivada del contraste entre lo que se supone que pinta Zaragoza
en el contexto español y lo que realmente pinta. Aunque cualquier
ciudadano español debe asumir que su ciudad, salvo Madrid
o Barcelona, no admite comparación, en términos de
peso político, con el último villorrio del País
Vasco, el caso de Zaragoza resulta especialmente sangrante: la gente
"está ahí", en mitad del páramo,
no se sabe muy bien cómo, sin que nadie repare en ellos.
¿Qué hacer para superar este abandono? Más
allá de agitar el señuelo del agua del Ebro para generar
contrapartidas, la solución al "dilema existencial"
de Zaragoza no es cuestión sencilla.
Candidatos
y prospectiva
Zaragoza
era un sólido bastión del PP, como casi toda España,
desde las elecciones municipales de 1995, con la llegada de "La
Rudi" (Luisa Fernanda Rudi, conocida con este cariñoso
apelativo propio de las más acreditadas verduleras del Mercado
Central), cuya gestión moderada (no hacer nada, y en consecuencia
cometer pocos errores) fue apreciada por los ciudadanos con la masiva
reelección en 1999, y fue también apreciada por el
ojo clínico del propio Presidente del Gobierno español,
Joe Mary Ánsar, que en una dinámica más o menos
habitual con los primeros espadas del PP en el ámbito local
y regional (Juan José Lucas, Celia Villalobos, Eduardo Zaplana),
le obligó a abandonar la alcaldía para ocupar el puesto
de Presidente del Congreso de los Diputados a partir del año
2000, donde la afinidad personal e intelectual de Luisa Fernanda
con el propio Ánsar la llevó a realizar una excelente
labor, rivalizando con el paradigma de la gestión imparcial
(bien es cierto que en un ámbito sutilmente diferenciado),
Alfredo Urdaci, Director de Informativos de TVE. Luisa Fernanda
fue sustituida por el segundo de a bordo, José Atarés,
quien también realizaría una labor en líneas
generales positiva, mostrando un perfil dialogante, pero que se
vería asimismo beneficiado por la firmeza, la política
basada en las convicciones, del propio Ánsar con el PHN y
la Acción Humanitaria
Conjunta. Ahora mismo Atarés lo tiene complicado para
reivindicar su gestión (las obras públicas palidecen
rápidamente en las ciudades grandes frente a la clamorosa
ausencia del alcalde en la mentada manifestación anti PHN,
ya saben, la famosa oposición de pancarta de la coalición
radikal socialcomunista).
Frente
a Atarés se sitúa Juan Alberto Belloch, el superministro
de los últimos años de González que en 1999
sufrió una derrota sin paliativos a manos de "La Rudi",
viéndose afectado, entre otras muchas cosas, por su sospechosa
condición de "cunero", pues Belloch no sólo
venía de la política nacional, sino que además,
pecado imperdonable en una nación plurinacional, plurirregional,
pluricultural, plurilocal como el Estado Español, Belloch
es un pérfido extranjero nacido en Teruel, provincia a la
que todos los zaragozanos quieren mucho pero en la que a nadie se
le pasaría por la cabeza poner lo más mínimo
de su parte para desarrollar mínimamente. A favor de Belloch
hay que decir que se mantuvo los cuatro años de concejal
del Ayuntamiento, intentando ganar apoyos sociales por la vieja
vía (ya saben, reuniones con asociaciones de vecinos, comisiones
de fiestas patronales, ONG, la clásica alta política)
y buscando un perfil propio de sabor acendradamente local.
En
los últimos meses Belloch ha decidido implicarse con un proyecto
que no sabemos si le dará muchos votos pero al menos es valiente:
la defensa de Linux frente a Windows como sistema operativo de la
Administración local y, como evolución de lo anterior,
apostar por las Nuevas Tecnologías como opción diferencial
de la ciudad. A la espera de ver en qué medida dicha profesión
de fe en la Nueva Economía está asentada en raíces
sólidas o sólo se trata de palabrería barata,
sí que aparecen algunos síntomas positivos, no sólo
por la resonancia que dicha iniciativa ha tenido en el plano internacional
(entrevista
de Belloch con la revista Wired, Biblia de las Nuevas Tecnologías,
e inexplicablemente una empresa con beneficios), sino porque Belloch,
por lo que sabemos, no se ha limitado a decirlo y quedarse tan pancho,
sino que ha tratado de rodearse de gente versada en la materia (técnicos,
no asesores con MBA especializados en hacer estudios de viabilidad).
Independientemente de en qué quede tal iniciativa, sí
que hemos de considerar su importancia como asunto capital de debate,
y además en dos planos diferenciados, que excede el modesto
análisis municipal que hacemos aquí: ¿Debe
Europa buscar alternativas al dominio de Microsoft? ¿Pueden
las Nuevas Tecnologías deslocalizar la producción
y generación de riqueza, posibilitando el desarrollo en mitad
del desierto? La respuesta a ambas preguntas es clara, la cuestión,
naturalmente, es cómo hacerlo.
Por
último, entrando en el sucio juego numérico (y asumiendo,
como haremos en casi todos nuestros análisis, que la Acción
Humanitaria pasará factura al PP en todas las ciudades grandes
en mayor medida de lo que podría sospecharse), nuestra fuente
habitual en estas cuestiones, el Heraldo
de Aragón, ha realizado un sondeo en el que se refleja
un empate técnico entre PP y PSOE a 12 concejales, la desaparición
de IU y la condición, nuevamente, de PAR (tres) y CHA (cuatro)
de árbitros de la alcaldía, en mayor medida que en
las Autonómicas. Con estos datos, y asumiendo los réditos
que, con independencia del resultado final, ha arrojado la clarividente
acción de gobierno de Joe Mary Ánsar en términos
de política de alianzas, la llegada de "Luis Fernando"
Belloch a la alcaldía parece lo más probable.
Guillermo
López (Valencia)
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