AUTONÓMICAS
2003 EN ARAGÓN
Elecciones
Hidrológicas
Historia:
La
Comunidad Autónoma de Aragón se caracteriza por una
gran vitalidad en el trasvase continuo de responsabilidades de Gobierno
de unos líderes políticos a otros e incluso de unos
partidos a otros, de tal forma que la autonomía ostenta el
récord absoluto de presidentes autonómicos (siete)
que desde 1983, previa elecciones y/o moción de censura,
van cambiándose el sillón de la comunidad autónoma.
Esta aparente obsesión con trasvasar candidatos de una elección
a otra contrasta fuertemente con lo que es el eje casi único,
como veremos, de la política en Aragón: la negativa
al trasvase, a cualquier tipo de trasvase.
No
en vano el primer presidente de las Cortes de Aragón, Santiago
Marraco (PSOE), fue sustituido rápidamente por Hipólito
Gómez de las Roces (Partido Aragonés Regionalista,
una mezcla entre el nacionalismo moderado de CiU y el regionalismo
verbenero de Unión Valenciana), a consecuencia de la tibia
oposición de Marraco a cualquier forma de expolio de la riqueza
natural de Aragón (es decir, que no se significó lo
suficiente en su superior devoción por el Agua). Su sucesor,
consciente de los motivos por los que fue aupado a la presidencia,
fue universalmente conocido como Hidrólitro por su obsesión
hidrológica y su rechazo de plano a cualquier trasvase a
otras regiones, notoriamente Cataluña, en aquella época
el principal monstruo del debate político aragonés.
Por
lo demás, Hidrólitro era un político competente
y serio, nada amigo de corruptelas y componendas, que buscaba ante
todo el bien de su región (por más que pudiera parecernos
peculiar que cifrara el bien de su región en el agua del
Ebro, es indudable que en esto comulgaba con el sentir mayoritario
de los aragoneses), así que cara a las siguientes elecciones
autonómicas su partido le agradeció los servicios
prestados moviéndole del sillón y sustituyéndole
por Emilio Eiroa, que gobernaría en coalición con
el PP y comenzaría con ahínco a repartir chollos.
Sin embargo, el entusiasmo repartidor duró poco, porque merced
a un siniestro tránsfuga del PP (creo recordar, aunque resulte
inverosímil que el Centro Reformista albergara Judas de este
calibre en su seno) Eiroa era sustituido por José María
Marco (PSOE), en un ejemplo más de los continuos virajes
del voto en Aragón. Marco llegó al poder, moralmente
avalado por el apoyo del tránsfuga, con un mandato claro:
superar la negra historia de corrupción de sus antecesores.
Y vaya si lo consiguió: en apenas dos añitos, Marco
superó con creces las expectativas dedicándose al
reparto continuado de prebendas entre los amiguetes y sobre todo
para sí mismo, llegando al punto de que algunos especulasen
con la posibilidad de que superase en el particular al Maestro Felipe
González Márquez.
Tal
atrevimiento le costó el sillón presidencial y su
sustitución en las elecciones de 1995 por Santiago Lanzuela
(PP), apoyado por el PAR. Corrían tiempos de regeneración
democrática en España, una Segunda Transición
en la que el nuestro dejaría de ser un país simpático,
dejaría el rincón de la historia y ascendería
a primera división. Todo esto estaba implícito en
el discurso de Santiago Lanzuela, pero, de nuevo de forma inexplicable,
los aragoneses no le agradecieron los servicios prestados y le sustituyeron
por un Eje del Mal compuesto por PSOE, CHA y PAR; el cambio de bando
de este último obedecía al cabreo mayúsculo
con el PP al comprobar en sus carnes el abrazo del oso que los populares
intentan hacer con todo partido regionalista folklórico que
se precie: alentar la aparición de tránsfugas del
partido regionalista en cuestión al PP, destacar las múltiples
coincidencias programáticas entre ambos, ningunearlos, buscar
eventualmente la aparición de "partidos sonda"
para restarles votos y, al final, ocupar su espacio político.
El gran beneficiado de la alianza contra el PP fue el PSOE, quien
ostentó el gobierno en la persona de Marcelino Iglesias,
hoy muy fortalecido gracias al rechazo popular en Aragón
al Plan Hidrológico Nacional.
Claves
electorales:
- El
agua: Fundamental. Argumento político de peso en Aragón
desde los tiempos de Joaquín Costa y su anacrónico
regeneracionismo a través de la irrigación de los
campos. Por razones que los que ven el asunto desde fuera no alcanzan
a comprender, los aragoneses consideran el agua del río Ebro
no sólo un recurso que les pertenece en exclusiva, sino una
fuente de riqueza básica para su sedienta tierra, que contrasta
con el fértil Valle del Ebro. El hecho de que, en la práctica,
las fuentes de riqueza aragonesas vengan en mucha mayor medida de
otros sectores económicos que de la agricultura, y el hecho
de que no se observe un gran entusiasmo en Aragón por irrigar
dicha sedienta tierra ni ejercer el supuesto provecho que arroja
el agua, nos hace pensar que el agua del Ebro constituye, fundamentalmente,
una carta de presión política a la que sólo
se renunciaría si a cambio el Gobierno solventara algunos
de los problemas acuciantes de la región, que desarrollamos
a continuación.
- El
despoblamiento: la población actual de la comunidad autónoma
es más o menos la misma que a principios del siglo XX, pero
además está mucho peor repartida que entonces, concentrándose
casi en exclusiva alrededor de la ciudad de Zaragoza. Ha habido,
por tanto, un doble proceso de emigración prolongada a otras
regiones y a la capital, en vista de que ni la administración
central, primero, ni la autonómica después, estaban
interesadas en desarrollar mínimamente todo lo que no fuera
Zaragoza como ciudad importante en mitad del páramo aragonés.
Las medidas urdidas por la administración autonómica
en los últimos años para paliar este despoblamiento,
particularmente grave en la provincia de Teruel, consistentes básicamente
en repoblar localidades abandonadas con inmigrantes y/o la sorprendente
categoría político - social que catalogaremos como
"superprogres" se han saldado con un gran fracaso: básicamente
los inmigrantes veían el pueblo, agarraban las subvenciones
del Gobierno y se largaban.
- Problema
asociado al del despoblamiento es el de las lamentables comunicaciones
de la región, tan malas como corresponde a cualquier región
que no sea Madrid pero agravadas por su debilidad económica
y demográfica y su escaso atractivo turístico, de
manera que si la Comunidad Valenciana o Andalucía se ven
momentáneamente beneficiadas por la necesidad imperiosa de
los madrileños por llegar cuanto antes a sus playas (y por
tanto disfrutan de autovías siempre que se dirijan a la capital),
en el caso de Aragón los madrileños sólo ven
esta región como un molesto lugar de paso hacia Barcelona,
y viceversa, con lo que sólo la autovía entre ambas
ciudades supone una mínima vertebración del territorio
aragonés. Como es obvio en cualquier política de comunicaciones
razonablemente hilada en función de los intereses de Madrid
(es decir, cualquiera), los canales de comunicación de la
comunidad aragonesa que no pasen por Madrid, o no supongan un beneficio
para los laboriosos trabajadores madrileños en su afán
de descansar de las tensiones capitalinas, se encuentran en un lamentable
estado. Sirva como ejemplo la comunicación Zaragoza - Valencia,
que este cronista ha tenido que sufrir en variadas ocasiones, sea
en coche (4 horas), en autobús (5 horas), o en tren (6 horas
y media) para una distancia de 330 kilómetros.
- En
este contexto, puede entenderse la sensación de abandono
que es generalizada entre la población aragonesa (aunque
ellos mismos no sean conscientes de su importante parte de culpa
en dicho abandono), que llega al paroxismo en el caso de la provincia
de Teruel (pues Zaragoza concentra cierta producción industrial,
cierto dinamismo, y además tiene autovía con Madrid,
y Huesca vive bastante bien del turismo hortera - esquiador pirenaico),
con 110.000 habitantes (por 330.000 a principios de siglo XX) que
se hacinan en un páramo sin límites, sin industria,
sin comunicaciones, sin turismo, sin clima, sin nada, en un único
objetivo vital: huir.
- Situación
de partida: Según los sondeos, o más bien el sondeo
elaborado por el Heraldo de Aragón (principal, por no decir,
único medio de comunicación de referencia en la región),
la situación en la comunidad puede dar un importante vuelco
en el que las posiciones de los dos principales partidos, PP y PSOE,
se intercambiarían en votos, pero no en el gobierno, que
mantendría el PSOE sin dificultades. Si en 1999 el PP fue
el partido más votado con un 38% de los votos y 28 escaños,
ahora bajaría nada menos que diez puntos de intención
de voto, hasta el 28% y 20 escaños. El PSOE, con un 30% de
los votos y 23 escaños en 1999, ahora ascendería hasta
el 38% de los votos y 27 escaños, lo que no le otorga la
mayoría absoluta pero le permite seleccionar su pareja de
gobierno, el PAR o la CHA, a diferencia de lo ocurrido en 1999.
El descenso del PP se daba por seguro, y la definitiva pérdida
del gobierno también, desde mucho antes al estallido del
Prestige y el show de la guerra, principales motivos de desgaste
del PP a nivel nacional. Sin embargo, el motivo primordial del desgaste,
el PHN, también obedece no a la política del PP en
Aragón sino a la clarividente estrategia nacional del Presidente
del Gobierno y del PP, Joe Mary Ánsar, convencido de "perder
Aragón para ganar Valencia" con el PHN. Por el momento,
lo único prácticamente seguro es la pérdida
de Aragón, algo evidenciado desde la manifestación
que en 2000 concentró en Zaragoza a 400.000 personas (un
tercio de la población de Aragón y más de la
mitad de los habitantes de la capital), y además otras sorprendentes
estrategias políticas de Ánsar pueden garantizar la
pérdida de todo lo demás.
Los
kandidatos:
o Marcelino
Iglesias (PSOE): Ha hecho Gobierno de pancarta, como todo el PSOE,
agarrándose de forma providencial al PHN para garantizarse
algo inaudito en la política aragonesa: repetir como presidente
de la autonomía. Y todo para continuar de forma soterrada
una política procatalanista que le lleva a garantizar la
educación bilingüe en la llamada "franja",
porción de territorio del este de Aragón de donde
es natural Iglesias y en donde se habla catalán (y parte
del faraónico proyecto de "Els Països Catalans");
una política acorde, en cualquier caso, con sus orígenes
y afinididades, a juzgar por su entusiasta activismo político
en los míticos tiempos de la Transición, explicitado
en algunos jugosos opúsculos reivindicadores del catalán
y su espacio cultural en Aragón y, en suma, denunciantes
de la escandalosa opresión ejercida durante siglos por el
Estado español, más o menos en la misma época
en la que Joe Mary Ánsar se manifestaba en contra de la traidora
Constitución. Pecadillos de juventud, en ambos casos, que
en principio no merecen más valor que el anecdótico,
pero que resulta divertido recordar de cuando en cuando.
o José
Manuel Alcalde, el candidato del PP, responde al afamado perfil
de "hombre sin personalidad", no en vano tiene que comerse
el marrón de representar al PP en esta tesitura, lo que supone,
además del "terrible acoso de los violentos" que
en un momento dado podría acarrear el peligro de que le tirasen
un huevo, administrar la caída del PP en Aragón.
o En cuanto a los demás candidatos, en los últimos
años el nacionalismo en Aragón se ha duplicado en
votos y en representación, sumando a la presencia más
o menos estable del PAR la de su correlato en la izquierda, la Chunta
Aragonesista, partido que defiende también las peculiaridades
de Aragón respecto a España, ¿qué digo
España? ¡El mundo! con frases antológicas correspondientes
como "Aragón ye nazion" o "Aragón ye
mundo", desarrolladas en un idioma, la Fabla, cuya inexistencia
total y absoluta hace veinte años no es óbice para
que hoy se reivindique por doquier en la región como uno
más de los símbolos identitarios que particularizan
a los aragones frente al malévolo Estado español,
y sin necesidad de poner al frente a un funambulista, cantautor
o artista de variedades del estilo de Labordeta, no crean, sino
a un señor que responde al folklórico nombre de Chesús
Bernal, su fuerza electoral no cesa de crecer.
Guillermo
López (Valencia)
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