Isonomías por Castellón: Toledo dentro, Colomer fuera, Alarte cabreado y todos pensando en el 23-M

Actualización 14.00: Alarte y Colomer definitivamente no han llegado esta mañana a un acuerdo y Alarte ha impuesto como cabeza de lista a Francisco Toledo, ex rector de la Universitat Jaume I, según ha anunciado en una rueda de prensa (de la que la ágil página web del PSPV informa de momento en estos términos). Colomer no va en la lista, aunque conservará algunos peones. Tena gana su pulso y entra, mientras que se produce una moderada escabechina de colomeristas. Alarte se presenta el 22-M a las urnas con dos provincias orgánicamente fuera de control. Pero con listas para blindarse en las Corts. Veremos el sábado, además, cómo queda la de Alicante.

Francisco Toledo puede jugar en parte el papel de referente social que, por ejemplo, algunos lectores habían reclamado con Paco Tomás para Valencia. Significa abrir un poco las listas e incorporar un referente social indudable. ¡Por no hablar de la de juego mediático que puede dar el fichaje en estos tiempos en los que incluso Pepe Blanco va a Salsa Rosa, La Noria o como se llamen esas cosas!

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Por tercer día consecutivo los periódicos valencianos cuentan en sus ediciones de hoy lo que La Paella Rusa (ya sea vía web, ya sea vía Twitter, al que les recomendamos que se apunten si todavía no lo han hecho) les había estado contando a todos Ustedes durante el día anterior. Así que vamos a seguir un día más con el tema de Castellón y así nuestros lectores se ahorran también el diario de mañana.

Ya les decíamos ayer que Alarte había decidido mandar a la mierda a Colomer, tras haber sido el tipo que le había estado controlando el cotarro en Castellón durante este tiempo. Lo tienen hoy confirmado en todos los periódicos. También comentábamos el monumental cabreo del Tigre de Alaquàs con Colomer, a quien acusó vehementemente de estar jugando en clave 23-M (esto es, posicionándose de cara al día después de las elecciones, al día después de la monumental hostia que se va a pegar el PSPV). Obviamente, cuando Alarte hace este tipo de acusaciones sabe muy bien de qué habla. Baste recordar las listas que ha confeccionado el propio secretrario general del PSPV en clave búnker para resistir las embestidas de los indios desde el fuerte de las Corts. Quienes han estado en contacto con Alarte estos dos últimos días no salen del asombro que genera ver a un tipo que está presentando listas para llevar a los cuarteles de invierno a los suyos quejándose de que los demás piensen en el 23-M.

El problema es que, en línea con lo que ya comentábamos aquí ayer al hablar de este asunto como una repetición ampliada y mucho más grave del caso Triviño, es que llueve sobre mojado. Por segunda vez en lugares de enorme específico (la ciudad de Valencia, la provincia de Castellón), Alarte puede acabar cepillándose sin miramientos a la gente que ha estado currando tres o cuatro años en la oposición a la mínima que pretenden separarse de los pactos y claves de familia con las que el secretario general del PSPV se mantiene en el poder. Más allá de las evidentes ambiciones políticas de los otros protagonistas, que en este mundo, como en la mili, se les dan por supuestas (¡faltaría más!), el problema es de estrategia. Del mismo modo que entregando Valencia a una combinación de sus hombres más fieles (pero ayunos de mérito adicional alguno) y de las familias que aspiran a cambiar paz por trigo Alarte no hace sino enquistar y agravar el problema, en Castellón se avizora un panorama descorazonador.

Lo estamos diciendo desde el primer día. Colomer es un profesional de la política. Un buen profesional, además. No hace las cosas a lo loco. Claro que piensa en términos tácticos y estratégicos. ¡Por supuesto que piensa en el 23-M!. Como todos. Como Alarte. El problema es que Colomer es un buen profesional de la política. Sabe lo que se hace. Es duro cuando toca. Rocoso. Fino si hace falta. Culebrea como el mejor en las intrigas típicas del PSPV. Y, por supuesto, conoce mucho mejor Castellón que la gente de Blanqueries. Aunque sea porque es el tipo que ha llevado las riendas estos últimos años. Descabalgarlo en los términos en que lo ha hecho Alarte tendrá consecuencias tanto en Valencia como en Castellón.

En Castellón Alarte se está apoyando en Tena. Mucho más que en Puig. Tena es un profesional de jugar a mandar con sus amigos de Valencia. Pero a su legendario aislamiento en la comarca (sus relaciones con Puig han sido siempre bastante catastróficas) une desde hace un tiempo que tampoco pinta nada en la Plana. Su posición ha dependido siempre de hacer el caldo gordo a los de los escalones superiores, puenteando a Castellón, como Pajín o  el propio Alarte. Si desde Blanqueries pretenden construir una alternativa al creciente poder orgánico de Colomer en la provincia apoyados en Tena y en los resultados del 22-M, la verdad es que les avizoramos muchos problemas. Perdido el control de la provincia de Alicante, ahora también se pierde Castellón, que parecía pacificado tras el pacto de reparto con el lermismo vintage.

Es decir, que desde Valencia, desde Blanqueries, deberían poner toda la carne en el asador para tratar de retener a Colomer. Porque el desastre puede ser tremendo si aquí la cosa acaba también en ruptura. Tienen, además, a su favor el hecho de que Colomer es, precisamente, un profesional de esto. Pero juega en su contra el monumental cabreo que lleva Alarte, que a la espera de que nuestro corresponsal argentino nos pueda dar más claves sobre este tema creemos que tiene mucho que ver con su carácter y sus decisiones. En esta página ya tratamos de esbozar quién era Jorge Alarte. Pero queda mucho por decir.

Piensen que es un tipo que no ha ganado, en realidad, ninguna elección en su vida. O sí, una, la del congreso que le hizo secretario general. Lo demás le ha llegado hecho. Fue alcalde de Alaquàs en un sitio donde si el PSPV ponía una gallina a encabezar la  lista ganaban igual. Y lo fue, simplemente, porque Ciprià Císcar dijo «que sea este chaval, joder, que es listo y me hace la  pelota que da gusto». Desde entonces la cultura política de Alarte se reduce a ser alcalde de un pueblo de 20.000 habitantes controlado electoralmente. En esos sitios ser alcalde mola. Y mola mucho. Mandas un huevo. Para todo. Y todo el mundo te hace la pelota. Decides en persona incluso dónde instalas los bancos en la vía  pública o si en la plaza del pueblo se plantan margaritas o geranios.  La gente te para por la calle, te saluda, te comenta, te pide cosas, te agradece que hayas pintado la verja de al lado de su casa…

Ésa es la cultura política de Jorge Alarte. Por eso está acostumbrado a dirigir como dirige. Una fórmula que probablemente sirve para cohesionar y dar realce a tu persona si ya estás mandando y controlas todos los resortes del poder. Porque la gente no se quiere quedar fuera. Hace frío y se está a disgusto. Pero cuando estás en la oposición, contra una maquinaria hegemónica y engrasada de poder como es el PP, la táctica de Alarte de que sólo se puede estar con él, de que sólo se puede coincidir con todo lo que diga o piense, de que sólo él puede tomar decisiones… hace aguas por todas partes. Alarte necesita sumar, no perder gente. Pero su concepción piramidal y clásica de la acción política le impide ser un buen aglutinador de esfuerzos en la oposición. Es una persona que no hace caso a nadie. Hay quien dice que ni siquiera a quienes tiene más cerca, como Josep Moreno. Puede convocar una reunión de estrategia con cuatro ó cinco asesores y, en lugar de escuchar lo que ellos han de decirle, pasarse 2 horas sermoneándoles sobre cómo han de hacer las cosas.  Le cuesta entender que se opine de manera diferente a la suya. Tiene tendencia a vivir las diferencias de opinión como manifestaciones de operaciones en clave orgánica para arrebatarle el poder. Y reacciona ante ellas eliminando a quienes las emiten, porque los considera potenciales peligros para su liderazgo.

El resultado de una manera de gestionar así la labor política de oposición es el que estamos viendo. 4 años sin generar una sola alternativa política. Laminación reiterada de quienes han trabajado estos años para él pero desarrollan algún tipo de posición singular y diferenciada respecto del líder. Lucha sin cuartel frente a cualquiera que pueda suponer una amenaza para su poder orgánico. Y una sangría de personas válidas constante.  Lo que pasa es que Alarte todo eso le da igual. Porque él sí que piensa única y exclusivamente en el 23-M. Así que hace bien en intensificar sus contactos con Colomer y tratar de salir de su reunión con un arreglo para el incendio que hay montado, porque, si no, van a empezar a pensar sólo en esa fecha incluso sus más fieles. Para recolocarse.

Coda: El comentario general ayer en las Corts entre algunos socialistas, a la vista de la que hay montada en Castellón, es que la convivencia entre Luna y Alarte puede acabar como el rosario de la aurora. Veremos.

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