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Corrupción

Carlos

Hace unos pocos años, decidí no ver más Canal 9. «¡Pues vaya novedad! ¡Ya está el giliprogre de turno con la matraca de siempre!», pensará el avezado lector. No, tranquilo, lector, que no voy por ahí. Simplemente lo comento porque en esa época, huérfano como me quedé de referente audiovisual, decidí empezar a descargarme series de televisión (jiji, estas confesiones de cometer delitos tan graves son los lujos de escribir mi nombre con un simple diminutivo). Y una de las series que acabó cayendo en mi carpeta de «downloads» fue The Wire.

Digo esto porque, al ver esa serie, tuve un déjà vu. En concreto, por la presencia de un personaje, el senador Clay Davis. El buen senador negro es un tío al que la policía investiga por blanqueo de dinero. Y cuando va a juicio, el senador (que es un populista de tres pares de narices) consigue salir absuelto y ganarse al jurado al describir su trabajo: «Sí, sí, dicen que saco constantemente dinero de mi cuenta corriente sin justificar», viene a decir Davis, «pero eso se debe a que no puedo cruzar dos calles sin darle dinero a todos mis vecinos que me piden ayuda para sus hijos, para el alquiler, para todas sus necesidades, y yo me debo a mi comunidad». Por si no se sitúan, éste es el sujeto en la serie:

Clay Davis

Yo estaba inocentemente viendo eso en casa y grité: «¡Ya se me ha vuelto a colar Canal 9 por el sumidero catódico!» Porque la imagen que me vino a la cabeza al escuchar aquellas palabras fue ésta:

Carlos

Sí, porque yo veía esas palabras pronunciadas por este hombre. Yo no veía el Baltimore de la serie, sino el Castellón de Carlos. Yo no escuchaba la muletilla de Clay Davis diciendo sin parar «shiiiiiiit», sino a Carlos diciendo «chaaaaaaa». Veía a Carlos dando esa explicación a los tribunales, a Carlos explicando su manera de proceder en política, a Carlos sonriendo a los medios de comunicación sin inmutarse, a Carlos efectivamente respaldado y querido por sus vecinos, a Carlos negociando con el policía para que no investigara más, a Carlos manejando con información privilegiada a jueces, policías y testigos, y a Carlos saliendo absuelto. Llámenlo asociación libre de ideas, pero eso me sucedió. Y me puse melancólico.

Melancólico porque, si se va Carlos, desaparece un modo de hacer política en este país. Después de Don Manuel, sólo nos faltaba ya la marcha de Carlos. Un modo de hacer política basado en la cercanía con el ciudadano, la compra de los partidos de la oposición y el control directo de los medios de comunicación con dinero público. Sí, sí, que es todo sospechoso, que es un cacique, que nadie tose en Castellón sin que lo sepa Carlos, pero, oiga, respóndame a una cosa: ¿prefiere Vd. al político distante inmerso en una estructura de partido kafkiana y que sabe de los problemas de los ciudadanos porque lo lee en la prensa? Pues que sepa que con Carlos eso nunca pasa, ya que, para empezar, es Carlos quien le dice a la prensa cuáles son los problemas sobre los que tiene que escribir.

No es una coincidencia que estos modos de hacer política (los de Don Manuel y Carlos) se hayan dado en zonas tan escarpadas y montañosas (Galicia y Castellón). Hablamos, en este caso, de una provincia de 600.000 habitantes, con núcleos de población muy pequeños: Castelló de la Plana (100.000), Vila-real (50.000), Borriana (35.000), La Vall d’Uixó (30.000), Vinaròs (25.000), Benicarló (25.000), y, a partir de ahí, localidades mucho más reducidas en tamaño.

Hablamos también de una provincia que mira con resentimiento a Valencia (porque Valencia pasa de Castellón como pasa España de Portugal), muy castigada por la carencia de infraestructuras (apenas hay líneas de cercanías, transporte público y, hasta hace bien poco, no había más que una autopista de peaje) y eso es algo que el partido de Carlos ha aprovechado muy bien. Porque en Castellón, que quede eso claro, no existe el PP: existe el PC (Partido de Carlos). Carlos es el que lo moviliza todo, el que lo controla todo. ¿Cómo lo hace? Éstas son las respuestas:

1. Es un tío de fiar y un cachondo mental de cojones. Pues sí, es un tío muy divertido en el tú a tú. Listo por naturaleza, y eso lo saben incluso los observadores que lo han visto en mítines. Un discurso de Carlos te provoca risa por las ocurrencias, chistes y chascarrillos. La gente que acude a Carlos pidiendo ayuda sabe que Carlos le ayudará. Siempre ha sido así en Castellón. Porque Carlos es fiel, y lo saben sus soldados: él se ha sabido rodear de gente que no serían nadie sin Carlos, pero que son mucho gracias a él. Gente como Vicent Aparici o Luis Tena, por citar a algunos. Carlos sólo les pide que trabajen, que se desvivan por la provincia, que se pateen todas las agrupaciones locales del PC para escuchar los problemas y, de paso, asegurarse los votos y el control. Ellos le son fieles como profesionales y en lo personal.

2. Sabe contentar a todo el mundo. Dense una vuelta por Castellón. Cualquier pueblecito del interior cuenta con una Casa de Cultura acojonante o con un Polideportivo de lujo. O puede que con ambas cosas. ¿Cómo es posible? Porque Carlos destina los fondos de la Diputación para eso. No importa si eres alcalde del PSOE: tanto mejor, así Carlos se garantiza tu afinidad. Carlos trata a todos de puta madre, porque sabe que la vida son cuatro días y hay que vivirlos intensamente, y si es de fiesta, pues miel sobre hojuelas. Que levante la mano un empresario de Castellón que no se haya ido de juerga con Carlos. Que cuenten la generosidad de Carlos, que siempre invita él, lo desprendido que es. ¿No me creen? Pregunten a la gente en Castellón qué opinan sobre los premios de lotería que ha ganado Carlos. «Es normal, porque es muy desprendido y, sobre todo, le encanta jugar a la lotería, se deja fortunas en décimos y participaciones», es lo que se comenta por Castellón.

3. Profesional de los medios. A golpe de publicidad institucional, Carlos maneja el cotarro. No sólo a los medios afines, como el diario Mediterráneo. A todos los medios, en general. Sólo se le han escapado algunos medios de comunicación envidiosos y, sobre todo, de fuera de Castellón, que son los que han denunciado las supuestas corruptelas de Carlos. Sabrán ellos. Habría que meterlos en una gaiata para que todo el mundo supiera quiénes son esos anti-castellonenses. O madrileños o mig-ouets de merda, seguro. A través de este poder omnímodo en los medios, todos miran con respeto a Carlos, incluso con admiración.

¿Cuántos políticos modernos de estos de reloj caro y chaqueta con gemelos han aprendido en la escuela de Carlos? ¿A cuántos ha amamantado con sus enseñanzas? Pero, eso sí, no han aprendido lo fundamental: la cohesión que da la fidelidad. Fíjense: ¿hay pollos y luchas por el poder en Castellón? No. Porque con Carlos la vida es así: el compromiso, el respeto y la amistad crean vínculos que no pueden deshacer las modas políticas del momento.

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11 thoughts on “Carlos

  1. Pingback: Tweets that mention Carlos | La Paella Rusa -- Topsy.com

  2. gottlieb

    Gracias por abrirnos los ojos a los que vivimos fuera. Porque “Carlos”, sufrió unos terribles ataques por parte de ese programa de la tele de Roures que duró dos días. Ojala en mi comunidad no histórica, hubiera alguien que supiera llevar con tanta gracia las gafas de Pinochet.

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  3. Senyor Garrofó

    El retrato es sencillamente antológico. Lo de que levante la mano el empresario que no se haya ido nunca de farra con Carlos es lo mejor que se ha escrito sobre el tema nunca. Define en una línea, y no hace falta explicar más, todo lo que pasa en
    Castellón. Mucho mejor que lo que llevamos tiempo leyendo sobre Fabra.

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  4. Mitrídates

    Si senyor, un retrat brutal. Això és el que esperava jo de La Paella Russa: mesclar grans referents audiovisuals com The Wire amb la realitat valenciana. Això, de corrupció i brutea en sabem molt. No crec que trobàrem cap personatge comparable amb The West Wing en tota València; ara bé podrieu currar-se un post comparant els genials assessors d’Alarte amb els publicistes de Mad Men, que vos veig últimament en ratxa.

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  5. JASP-PSPV

    Yo he trabajado para el PSPV de Castellón y Fabra nos invitaba a la caseta de la Diputación de Castellón (sí, en época de vacas gordas había una, como suena) a irnos de farra con él. E íbamos, claro. Eran unas fiestas divertidísimas y donde además nos encontrábamos todos allí.

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  6. Eye

    En mi pueblecito de Castellón no tenemos esa «Casa de Cultura acojonante», sino una especie de chapuza con goteras que visualmente parece un bloque soviético, pero en pequeñito. Y el polideportivo tampoco es nada del otro mundo, una pista con dos porterías. A nuestro alcalde del PP le prometieron mucho dinero cuando salió elegido en las últimas municipales -después de destronar al PSOE que llevaba en la alcadía casi desde la Transición-, pero a la hora de la verdad nada, ni un chelín. Joder, si este año nuestro ayuntamiento casi ni siquiera podía pagar la luz.

    No sé, parece que nuestro rinconcito del Alto Palancia queda un poco en la periferia de la red clientelar de Don Carlos. Y claro, la Diputación y la Generalitat tampoco tienen un chavo.

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  7. Garganta Profunda

    No debo ser el único fan de «The Wire» que hay por estos lares…y tampoco debo ser el único que babeo tan solo de pensar en un «remake» de «The Wire» a la «valensiana»…¿ustedes saben el potencial que hay aquí?

    La Baltimore post-industrial y del trapicheo de las drogas y la «Blavencia» del pelotazo urbanístico y de la F1 (y del trapicheo del las drogas) son almas gemelas!!

    Piensen en equivalentes de la terreta para gente como Omar, Stringer Bell, Avon Barksdale, Clay Davis (Fabra sin dudarlo), McNulty y demás ralea…y gocen tan solo de imaginarlo.

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  8. John Constantine

    Cuando he visto el título del post he pensado que la alegoría iba a ir dirigida a la formidable, dicen, serie del mismo título (Carlos) dirigida por Olivier Assayas que narra la vida de «El chacal».

    En España no hay huevos a hacer algo como, ni siquiera, «In the loop», eso está claro. No sea que alguien se vaya a molestar. Y ya sabemos lo que pasa en España cuando determinada gente se molesta contigo. ¿Verdad, Vigalondo? ¿Verdad, Enric Gonzalez? ¿Verdad, Rafael Reig?

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