Es ya un tópico sabido que una de las estrategias básicas de la derecha española, en su acercamiento al electorado, es deslizar la especie de que “todos los políticos son iguales”. Todos son corruptos (los del PP lo serían menos, “porque ya tienen dinero”, pues así de elegante es la derecha española: “¡Un pobre! ¡Disparad!”), todos viven obsesionados por el poder, todos son partidistas (“Sí, Canal 9 es una bazofia infecta; sí, todos recordamos a Lina Morgan y Los Morancos, por no hablar de Urdaci; ¡pero es que la TV pública es así, y punto!”), todos se dedican a colocar a sus amigotes conformen se suben a la poltrona.
Así consiguen desalentar el voto de una parte del electorado de izquierdas, tradicionalmente abstencionista, en la confianza de que sus votantes, inasequibles al desaliento y extraordinariamente fieles, les votarán siempre, llueva o truene. Y por eso, sistemáticamente, el PP ha cosechado mejores resultados en los comicios con menor participación (¡¡si incluso Aznar consiguió mayoría absoluta en 2000, gracias a una participación del 69%!).
Pero esta es la verdad que quiere introducir en tu mente la malvada derecha, amigo lector (bueno, la malvada derecha y la actual izquierda radikal del PSPV, siempre dispuesta a subirse a cualquier carro previamente dispuesto por el PP); no la realidad. Y para eso, para denunciar la mentira PPCVera, estamos aquí: no todos los políticos son iguales. Y el President Camps no ha podido dejarlo más claro, a lo largo de sus siete años de exitoso Gobierno, respecto de su antecesor, Eduardo Zaplana. Juguemos a las 7 diferencias:
– Camps es un curita, a diferencia de Zaplana. Así como Eduardo Zaplana, proveniente de la UCD, se ubica en el ala liberal del PP, Camps está firmemente incrustrado en el segmento pacato-cristiano del partido. Camps parece un curita porque es un beatón, siempre dispuesto a regalarle todo lo que sea posible a los curas. Allí donde haya una procesión, un arzobispo, una Universidad acientífica salida de la nada y creada merced a las mercedes del Gobierno autonómico, ahí estará Camps (bueno, y cuando le dejan, también Alarte, beatón él). Con Zaplana, en cambio, el funesto laicismo campaba a sus anchas en la Comunitat Valenciana.
– Zaplana es listo y hábil como una malvada serpiente, tiene discurso y cintura política, su desfachatez le permite defender casi cualquier enfoque; se le puede acusar de muchas cosas, pero nadie puede decir seriamente que Zaplana sea un cretino. Por eso subió como la espuma en el PP y acabó de ministro, y probablemente habría sido vicepresidente con Rajoy de no mediar los atentados etarra-socialistas del 11M. Con Camps, en cambio, no ocurre igual. Recuerden aquella época gloriosa en la que en Madrid, de cuando en cuando y para que no se les viera demasiado el plumero, contabilizaban a Camps como posible sucesor de Rajoy. ¿A Usted, que ya conocía a Camps y su “todo es muy bonito”, no se le escapaba la risa? Por eso, cuando se montó el follón del Bigotes, en Madrid se dieron cuenta de sopetón de quién era, exactamente, El Faraón de Levante.
– Zaplana es un hombre honrado. Durante años la izquierda, primero la valenciana y luego la nacional, se afanó en denunciar la corrupción del zaplanismo. Pero la verdad es que nunca se le ha encontrado nada (pasó a los anales un titular de Libertad Digital hace algunos años: “La SER denuncia que el nieto de la hermana de la madre del suegro de Zaplana tiene un restaurante”). Camps, en cambio, ha sido imputado por unos trajes cuya supuesta compra no ha podido justificar. Y sí, son unos trajecillos de nada, sin importancia económica. Pero a mi juicio (y probablemente también a juicio de personas honradas como Zaplana), «lo de los trajes» es un comportamiento sintomático de cierta laxitud moral, tan propia del catolicismo integrista. Alguien que considera normal que gente como “El Bigotes” mariposee, constante e indistintamente, en torno al partido y a las instituciones gestionadas por él, y que se afane en hacer regalitos de toda clase sin contraprestación aparente, está listo para ser coronado como Rey de España y recibir a toda clase de empresarios especializados en regalar Ferraris, casas solariegas o, directamente, paquetes accionariales.
– Zaplana tiene sentido del honor y de la fidelidad al grupo. Por eso, cuando abandonó el PPCV, dejó un partido unido y cohesionado. Camps, en cambio, carece de honor. Conforme llegó al puesto, en el que le había situado Zaplana, se dedicó a colocar a los suyos y a defenestrar zaplanistas (si bien es cierto que, cobardemente, defenestró a muchos más zaplanistas a partir del 14M), aliándose con quien hiciera falta para depurar ese Edén plural que era el PPCV con Zaplana. Por ejemplo, con Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón (otro multiimputado con un peculiar concepto de la función pública).
– La instrumentalización de los medios de comunicación públicos en la era Camps es vergonzosa. La publicidad institucional es vomitiva, la programación de Canal 9 da vergüenza, la manipulación informativa no tiene parangón y las audiencias son paupérrimas. Con Zaplana era todo exactamente igual, incluso peor, pero al menos Canal 9 tenía audiencia.
– La obsesión por los grandes eventos y las construcciones faraónicas en la era Zaplana daba bastante grima, pero también aquí el discípulo ha superado, de largo, al maestro: Camps nos ha traído al Papa (y a cientos de miles de católicos que, por lo visto, se dedicaron a orinar compulsivamente durante su estancia) , la horterada de nuevorriquismo de la Copa América y el horrendo y ruinoso espectáculo de la Fórmula 1. Para conseguirlo, se ha dejado un montón de dinero público a cambio no se sabe muy bien de qué, pues, pasado el delirio ladrillista, está claro que ninguno de los «grandes eventos» son, ni remotamente, rentables para la sociedad valenciana. Adicionalmente, han convertido Valencia en un horrible y gigantesco Paseo de las Ramblas, presto para timar a los turistas y darles paella y sangría de combate para que la vomiten por ahí.
– Por último (hay más, pero entonces no serían las siete diferencias), Camps ha dejado exangüe a la Generalitat Valenciana. La última legislatura se ha caracterizado por un inmovilismo absoluto, motivado en parte por los problemas judiciales del PPCV y, en concreto, del presidente autonómico, y en parte por las enormes dificultades económicas de la Generalitat (que, por otra parte, se desvanecen como por ensalmo si se trata de colocar afines, abundar en el nuevorriquismo hortera o, aún mejor, combinar lo anterior con la obsesión de Camps por la Salvación, que, como es sabido, los curas se cobran siempre). En esto no es que difiera mucho de Zaplana, pero llama mucho la atención que no fuese durante la era Zaplana (la era más “Real Madrid” de la historia de la Comunitat), sino con Camps y su acreditada sensibilidad folklórico-regionalista, cuando a los valencianos nos han birlado, y de mala manera, cualquier atisbo de autonomía financiera, merced a la vergonzosa cesión por parte del Consell de Bancaja y la CAM, a mayor gloria de Cajamadrid y (lo que resulta si cabe más surrealista) Cajastur.
Etiquetas Camps, crisis económica, El Bigotes, Faraón de Levante, Fórmula 1, Francisco Camps, Gürtel, Todo para los curas, Visita del Papa, Zaplana
Llarga glòria a Eduardo Zaplana, Jesús Sánchez Carrascosa, Maria Abradelo, Tarancón tio i nebot i les diferents sensibilitats de la dreta valenciana liberal i ben entesa!
Pingback: Tweets that mention ¡Por favor, que vuelva Zaplana! | La Paella Rusa -- Topsy.com
Y larga gloria al Canal 9 de la época, con Julio Insa presentando «Amunt València» y Paco Nadal a cargo de «Macho Hércules» en desconexión regional, en esos tiempos en que ni siquiera la tele autonómica tenía que disimular con el Vila-real y el Levante.
Uno de los grandes expedientes X de la política valenciana de los últimos años es cómo es posible que nos haya aparecido un gobierno tan beato y meapilas, que desvía más dinero incluso que el Gobierno estatal a curas e Iglesias varias (en un 99%, por supuesto, a la católica apostólica y romana, pero no crean, también a otras) y que aquí, lejos de ridiculizar y criticar esa deriva, la oposición se haya embarcado en una lucha patética por demostrar que ellos también le hacen la pelota al arzobispo.
Probablemente la imagen de la legislatura no haya sido la visita del Papa sino la consagración como primera Universidad del país de ese engendro privado y confesional construido con dinero público que es la Universidad Católica de Valencia. Hace poco nombraron, coherentemente con lo que son, doctor honoris causa a un cardenal y allí acudió todo el Consell con sus mejores galas… ¡pero también, sumiso como un corderito, Jorge Alarte!
Estas cosas, al menos, con Zaplana no pasaban.
«Zaplana es un hombre honrado porque nunca se le ha probado nada». Es éste un argumento especioso donde los haya y que justamente no demuestra nada. De hecho, Zaplana es uno de los ladrones más grandes que haya parido madre. Como muestra, un botón: los afortunados compradores de eriales en el hinterland benidormí, descubriendo con la comprensible alegría que el Consell anunciaba al poco tiempo la construcción del engendro llamado Terra Mítica -qué casualidad- justo al lado de sus nuevas adquisiciones. El único empecinado que no quiso vender a tiempo también se llevó la agradable sorpresa de que ahora los proyectistas de un hotel le pagaban por su terreno 200 veces más de lo que habían obtenido sus vecinos más impacientes.
¿Puede probarse? Desde luego, todas las compraventas están registradas… Pero no hay o no puede demostrarse la menor relación de parentesco o siquiera amistad notoria entre ninguno de los compradores y Zaplana. A esto se le llama profesionalismo.
El argumento utilizado tiene no obstante su lugar, y éste se halla en el párrafo anterior. «Zaplana es listo y hábil (podría añadirse: como una serpiente, pero las comparaciones siempre son odiosas para una de las partes) porque, con todo lo que ha robado, nunca se le ha probado nada».
«de mala manera, cualquier atisbo de autonomía financiera, merced a la vergonzosa cesión por parte del Consell de Bancaja y la CAM, a mayor gloria de Cajamadrid y (lo que resulta si cabe más surrealista) Cajastur.»
Y en la que nadie, campeones del valencianismo incluidos, ha valorado el pastón en impuestos que, de ahora en adelante, va a recaudar «Madrit» con cada ladrillo puesta en esta nuestra Comunidad…
No subestiméis a Camps. Al principio parecía un ninot que iba a durar dos días, torpe y sin discurso, y supongo que por eso Zaplana lo eligió como sucesor, creyendo ingenuamente que esa supuesta nulidad jamás iba a hacerle sombra… Pero Camps ha derrotado a los zaplanistas y se ha convertido en -casi- la cabeza indiscutible del PP valenciano. Y ha fagocitado lo que quedaba del blaverismo. Con el tiempo, incluso está consiguiendo algo lejanamente parecido al carisma…
Y dudo bastante que el escándalo de los trajes le haya perjudicado seriamente. Ey, los españoles somos un poco como los italianos, gente comprensiva con las corruptelas, y más cuando al final se quedan en pecadillos sin demasiada trascendencia. Que se lo pregunten a Fabra, o al propio Zaplana. Joder, Felipe González siguió sacando millones de votos a pesar de la corrupción apoteósica de sus últimos años. De hecho, ¿ha habido en España alguna carrera política arruinada por la corrupción?
Además, el tópico es cierto: la corrupción es mucho más negativa para la izquierda que para la derecha. En el PSOE decían tiempo atrás que «esto no es justo, la gente nos juzga con más severidad a nosotros». Pero es lógico, porque Zaplana y los suyos nunca han hablado de «cien años de honradez». De la derecha se espera que sea corrupta, de la autodenominada izquierda no. Así que cuando en el PSPV piensan, «saquemos los trapos sucios de Camps y lo hundiremos» se están equivocando, porque al electorado de Camps no le importan demasiado, y porque en respuesta pueden salir los del PSPV, y esos sí que serán castigados por los electores -vamos, por los que les queden a los socialistas valencianos-.
También hay que decir que la política de los «grans esdeveniments», a grandes rasgos, funciona. No del modo que pregona Camps, claro. No somos más ricos desde que organizamos carreras de Formula 1 o regatas con barquitos, pero sí parece que lo seamos. La gente piensa, «mirad que bonita está Valencia, y cuantas cosas se hacen». Que sí, es sólo una ilusión…, pero de ilusión también se vive. Así de cutres somos.
PD: Canal 9 es mayoritaria entre los jubilados. No sé, yo convivo con ellos y es lo que veo. Parece que lo saben, porque poco a poco han ido orientado su programación a ellos. A mí me divierten sus informativos, me siento un poco como Alicia a través del espejo :).
Machos, la que habéis liado. Creo que en la Valencia política no se habla de otra cosa que de La Paella Rusa. Yo sólo tengo 3 cosas que decir:
1. Ja feia falta! Enhorabona! A ver si seguís dando caña de aquí a las elecciones… ¡y más allá!
2. Asunción, joder, Asunción. Los lectores exigimos un análisis en profundidad, desde dentro, desde fuera, desde el PSPV, desde las entrañas de la bestia lermistalartista, desde el PP, desde todas partes, del espectáculo que estamos teniendo. ¡Hasta La Vanguardia de hoy se hacía cruces! ¡Queremos saber!
3. En cuanto al binomio Zaplana-Camps, coincido con Eye. Es un error minusvalorar a Camps. Tan tonto no será, digo yo, si ha llegado donde ha llegado y, además, se ha laminado a todos los rivales internos como lo ha hecho. El tema de la corrupción lo tiene muy superado con eso de haber quedado absuelto y además la imagen pública suya no se ha resentido porque, no nos engañemos, tres trajesy la sensación de que había amiguetes por ahí llevándose concesiones públicas genera un efecto en el electorado, incluido el de izquierdas, que viene a ser como el del inspector de policía de Casablanca: «¡Qué escándalo! Una red de empresas de amiguetes que se llevan las contratas públicas y además he descubierto que en este local se juega. ¡No me lo esperaba de ti, Camps/Rick». Los ciudadanos dan por descontado que estas cosas pasan sistemáticamente en las Administraciones Públicas. Lamentablemente, además, tienen razón (o eso, o yo soy uno de tantos ciudadanos que lo piensa equivocadamente). De hecho, intuimos que en los ayuntamientos gobernados por el PSPV también habrá empresas que ganarán recurrentemente las contratas e intuimos, porque somos mal pensados, que en algunas de ellas habrá conocidos de alcaldes y altos cargos. Pueder ser triste, pero es así. Y se tiene asumido. Aquí la clave es si el político se lo ha llevado crudo a casa o no. Como Roldán, como Matas, como Mariano Rubio y toda esa gente. Pero de momento no da la sensación de que el PSPV haya logrado convencer a la peña de que es el caso de Camps. Caso (electoral) cerrado.
Gracias por vuestros comentarios, que condimentan, sazonan y enaltecen La Paella Rusa con un primor que es para verlo. Yo también creo que es un error minusvalorar a Camps y su capacidad como fajador interno aparatchik. Lo que intentaba destacar es que su discurso es endeble (y algo peor, ñoño), algo que descubrieron en Madrid cuando se pusieron a entrevistarle a raíz de Gürtel. Creo que también en esto es un perfil parecido al de Alarte (o más bien al revés, Alarte parecido a Camps): con un «toque» especial para moverse en el proceloso mundo de los navajeos internos de los partidos políticos, pero bastante más limitado en lo intelectual y en su capacidad discursiva.
Coincido también con la evaluación del nulo efecto electoral de Gürtel, que a la gente, mayoritariamente, le ha dado igual. Y no, como dicen en el PSPV, porque la gente que vota al PP sea corrupta, sino porque es una corrupción de baja intensidad a la que no le dan importancia. En cambio, yo creo que sí que es importante, por las razones que indicaba en el artículo: porque plasma con claridad cuál es el modelo de gestión pública en el que se haya inmerso Camps y, probablemente, el PPCV en su conjunto. Y esto es un poco como Wikileaks: que una cosa es que sepamos que en este local se juega, y otra distinta constatar cómo se juega.
Nos consta que La Paella Rusa ha comenzado con buen pie, gracias a todos, también a esos asesores que leen, una y otra vez y con sudor frío, lo que vamos publicando!
Por último, F. Martín, en rigurosa primicia, puedo confirmarte que tendremos una ración de Asunción, y bien colmada, en breve, quizás hoy mismo
Un par de cosas:
– Lo de propagar la especie de que todos los políticos son iguales NO es una táctica habitual de la derecha. Esa es una afirmación totalmente gratuita. De hecho, es más bien la última estrategia desesperada de los cibervoluntarios del ínclito Pepiño: cuando alguien se queja de que el PSOE lo hace fatal, a falta de argumento de mayor peso, replican que los otros lo harían peor. Una memez, pero hay millones de memos que se lo tragan.
– Eye, eso de que de la derecha ya se espera que sea corrupta es una linda imbecilidad perfectamente sectaria. A gente con tales prejuicios deberían privarla del derecho a votar hasta haberse sometido a un tratamiento de desprogramación mental. Cinco meses internado, y como nuevo, hoygan.
El enfoque «real politik» en el tema de la corrupción admito que me supera. Es el principio del problema de este país, el «ya vale». Que tenemos unos políticos mediocres y corruptillos, pero «lo normal», pues naa, todos tranquilos que hay otros peores. Creo sinceramente que los políticos deben ser modélicos, en preparación y en ética. Supongo que el problema es la falta de alternativas, pero en este país debemos empezar a practicar el voto de castigo. El espíritu del voto asimilado a equipo de futbol, «con ellos aunque sean unos mantas» espero que vaya desapareciendo. Si el señor Matas pagara electoralmente algo tan tonto como lo de los trajes seguro que todos los políticos tomarían buena nota.
«Eye, eso de que de la derecha ya se espera que sea corrupta es una linda imbecilidad perfectamente sectaria. A gente con tales prejuicios deberían privarla del derecho a votar hasta haberse sometido a un tratamiento de desprogramación mental. Cinco meses internado, y como nuevo, hoygan.»
Pues ibas a tener que internar a medio país, porque el prejuicio será injusto pero está muy extendido, y he visto que incluso entre cierta gente de derechas -te dicen que son de derechas como pidiéndote perdón, que la derecha «ya no es como antes»-. Puede que sea un residuo de la cultura política del franquismo, pero existir, existe.
Nótese que «esperar que sea corrupta» no implica que efectivamente siempre lo sea. La experiencia ha demostrado que en realidad PP y PSOE van más o menos a la par, y los demás no roban supongo que porque no mandan y no tienen oportunidad de hacerlo.
«Creo sinceramente que los políticos deben ser modélicos, en preparación y en ética.»
Yo creo que no deberíamos pedirle a nadie lo que no nos exigimos a nosotros mismos. Y seamos realistas, la gente modélica no abunda, y los que hay no se sienten demasiado atraídos por la política.
El problema, que creo que todos tenemos claro, es que lo de los trajes no es que la ciudadanía lo perciba como poca cosa. Es que, para los usos políticos del momento, es poca cosa. Por ejemplo, véase el último escándalo de Fomento. ¿Qué piensa el PSPV de eso? ¿Va a pedir Alarte la dimisión de Blanco por tener ahí cobijado a su particular Bigotes? No sé qué piensa el PSPV, pero lo intuyo. Los ciudadanos, insisto, mientras no nos demuestren que alguien se está metiendo dinerito en la butxaca no nos escandalizamos por este tipo de cosas. Lo damos por descontado.
Y lo damos por descontado porque, como es obvio, los políticos no son más honrados o intachables de la sociedad en la que vivimos. Son como la sociedad. Otra cosa es que yo sí crea que los ciudadanos debamos, con nuestro voto, exigir intachabilidad a los políticos. Eso es algo básico. Y por ese motivo ni loco votaría yo al actual PP valenciano.
El problema para el PSPV es que también ésa es la razón por la que ni loco votaré al actual PSPV. Porque para estas corruptelas de baja intensidad que dice Cuixa de pollastre son exactamente igual. Y mientras no tenga algún dato que me niege esta evidencia (en vez de muchos que me la confirman), pues a votar en blanco. Así de triste.
Por cierto, joder, que lo de Asunción tampoco beneficia la imagen de pureza del PSPV. Dan una imagen de afecto al sillón los que manda que tira de espaldas. ¿Qué hay de lo mío? ¿Dónde está el artículo prometido? ¡Queremos Asunción! (no se me tomen esto a mal, que ya les digo que ando encantado con el invento y lejos de mi intención presionarles, si yo hasta les pagaría por esto que hacen… pero es que, bfff, hay ganas de una paellita sobre el lío del ciscarismo y del asuncionismo embrionado en Alarte).
Pingback: Alarte expulsa a Asunción, futuro conseller de Camps, por hacer caso a Felipe González y acudir a la justicia | La Paella Rusa
Pingback: El maná de la publicidad institucional en los medios digitales | La Paella Rusa