Primero fue ese maravilloso acto de la Sociedad Civil organizado por Esther Pastor a mayor gloria (o ridículo) de Alberto Fabra. Uno de los aspectos más criticados del acto (o celebrados, si hablamos de publicaciones satíricas como esta) fue la invitación a Cristina Tárrega como representante de la Sociedad Civil valenciana. Tárrega hizo un discurso delirante, que no desentonó con la línea general de la gala. En primera fila, radiantes, Fabra y Esther Pastor.
Poco después, el diario El País desvelaba la razón aparente de que Tárrega fuese seleccionada para representar a los valencianos en ese evento: ella y Esther Pastor, organizadora del acto, van a la misma peluquería. En concreto, la de Tono Sanmartín, uno de los más reputados peluqueros valencianos (en honor a la verdad, sé esto por su dimensión política, recientemente estrenada, y no por sus habilidades peluqueriles, que seguro que son muchas).
En aquel momento ya quedó en la memoria colectiva de los friquis de la política que Tono Sanmartín era un señor importante, que se codeaba (o, para ser más exactos, cortaba y peinaba) con las cabelleras más importantes que rodean al President Fabra. Y que quizás en el futuro, para ser alguien en la política valenciana, al menos en los meses que le queden a Fabra de mandato, habría que frecuentar la peluquería de Sanmartín.
Así lo entendieron las más avispadas mentes del PP valenciano, que supieron arrimarse al secador de Tono para medrar. Y, en efecto, así fue: el viernes pasado hubo una revolución (una involución, más bien) en el Palau de la Generalitat, producto de la cual Lola Johnson (ni que decir tiene que asidua a Tono Sanmartín desde hace años) alcanzaba la secretaría autonómica de Comunicación, mientras que las personas que hasta entonces habían llevado la labor de comunicación de Presidencia (que, ni que decir tiene, no se contaban entre los clientes del famoso peluquero) eran ignominiosamente despedidas por un President Fabra que, al parecer, entiende la comunicación de una institución pública según las mechas, cardados y tocados que el virtuosismo de Sanmartín es capaz de pergeñar.
En un lenguaje que los asesores de los líderes políticos valencianos puedan entender: con ese asunto se armó un buen moño, difícil de desentrañar. Ni el mejor acondicionador de Tono pudo alisar a tiempo el enmarañado cabello que se organizó aquel viernes. Sobre todo, porque la llegada de Johnson demostraba, bien a las claras, que todo el efecto “Out of bed” que nos había vendido Fabra estos dos años, esos pelos alborotados de “conmigo habrá algo de libertad de expresión y hablaré con todos los medios”, al final se quedaban, en efecto, en mera ficción: tras las mechas, como siempre, aparecen las malvadas raíces campsistas que, desde entonces, y de nuevo, campan a sus anchas en el Consell.
Pero el remate del asunto llegó ayer. Porque, hasta entonces, uno suponía que Tono Sanmartín era un sujeto paciente en todo esto. El peluquero que te habla de fútbol (bueno, en este caso, dada la formación e intereses de sus clientas, tal vez hable, más bien, de las andanzas de Cuchita Lluch). Pero, según hemos podido ver en el programa de Ximo Rovira de Levante TV del jueves por la noche, que cuenta entre sus colaboradores con el propio Tono Sanmartín, tal vez su papel vaya más allá. Porque Sanmartín, en vivo y en directo (utilizando de “pantalla» al futurólogo Octavio Aceves), avisaba de cambios en el Consell, de cortes y rasurados, de remolinos y peinados, que podrían dar con sus huesos en la calle por parte de una dirigente política… a la que le gusta mucho el color rojo. Al principio todos pensaron en Rita Barberá, pero Tono, seguro de la información que maneja (que se lo han dicho en su peluquería, joder), lo desmintió: no hablo de una política de ningún ayuntamiento (aquí, de los minutos 46 a 48).
Así que hagan sus apuestas: a nosotros, que hemos consultado los vapores mágicos del Lavabo del Futuro, nos parece que quizás el Clan de la Peluquería haya puesto sus ojos ahora en esta mujer, a la que no se la ve suficientemente entusiasmada con la nueva línea de firmeza delirante, entre champús, investigaciones que tiene que ordenar porque unos niños estaban cantando y cierre de señas de identidad esenciales de los valencianos:
Es cierto que uno no sabe si Tono simplemente es correa de transmisión de las consignas que a través de su peluquería se acuerdan para la Generalitat Valenciana, o si, directamente, es él quien toma las decisiones y, dicharachero como parece, se las comunica a sus clientas y éstas al President Fabra. Tal vez estemos ante la auténtica eminencia gris que anima y orienta las iniciativas políticas de la Generalitat Valenciana. Y, de ser así, nos explicaríamos muchas cosas (bueno; no tantas, que con los que pensábamos antes que mandaban la cosa ya se explicaba suficientemente). Y ni siquiera estamos en posición de decir que nos parece mal, pues, si bien es cierto que a Tono Sanmartín nadie le ha votado como President de la Generalitat, a Fabra… tampoco.
Etiquetas Cristina Tárrega, Esther Pastor, Lola Johnson, Tono Sanmartín
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Albertito Fabra i el búnker perruqueta: Història d’un enfonsament.
Doncs si hem de ser rigorosos, hauríem d’admetre que el senyor Fabra sí que ha estat elegit pels ciutadans. De fet Alberto Fabra Part era el cap de la llista del PP en la circumscripció electoral de Castelló i, per tant, fou votat pels electors d’aquesta província, que li donaren la victòria en la seua circumscripció. Francisco Camps Ortiz només pogué rebre els vots dels electors de la circumscripció electoral de València. El nostre sistema electoral no és presidencialista. Els ciutadans en les seues respectives circumscripcions electorals trien els seus representants en les Corts. El president de la Generalitat és elegit pels diputats de les Corts i no pels electors.
Y que este elemento sea de mi pueblo…
Guerau, el sistema no és presidencialista, però ho és de facto. Imagina’t que en el pitjor moment del govern Zapatero la troika haguera imposat un Monti, posa-li un Alumnia. Amb totes les de la llei el Congrés dels Diputats podría haver invesit a Alumnia com a president, però que és un atac a la democràcia de totes totes. No és un sistema presidencialista però ho és. Pregunta a la gent a qui va votar a les darreres eleccions i molts et diran que a Rajoy o Rubalcaba, i molts pocs sabran qui era el cap de llista de la seua circumscripció. Amb Alberto Fabra passa el mateix, que sí, que anava en llistes i l’ha votat les Corts, però vamos, que ens l’han posat de Delegat Provincial de Madrit després que Rita diguera que ja estava majors per a segons quines coses…
Dit açò, la meua pregunta és, en quin moment la situació valenciana va passar de ser una tragèdia a convertir-se en una peça de teatre de Valle Inclán?
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