Carlos ha olvidado una de las lecciones fundamentales de la política: nunca te retires. Al menos, en España. En el resto del mundo puede que no todo funcione igual. Esa versión light y edulcorada de la vida de Carlos que es la serie The Wire nos permite ver que, incluso en la sombra, la clase política puede seguir manejando un poco el cotarro. En España, eso no es así. La única manera de mandar sin que se vea es perteneciendo a la alta banca, a las finanzas. A los políticos, una vez se retiran, se les da un puesto en un consejo de administración gracias a un beneficioso pacto: tú, político pringado que ha gobernado favoreciéndonos a nosotros, nos das tu agenda de contactos y nosotros te damos un carguito y un sueldo honorífico para que cultives, en los cincuenta años que te quedan de vida, tu hobby favorito, como cultivar bonsáis y escribir libros de autoayuda sobre el proceso de construcción de la Unión Europea.
Carlos se rindió demasiado pronto y, claro, se le llenó el mundo de migouets. De repente, se quedó sin poder, se complicó su proceso judicial y le han caído cuatro años de cárcel. «Migouets dels collons», habrá pensado Carlos, que sabe que el mundo se desmorona cuando su poder no alcanza los dominios de sus paisanos, los castellonenses, los nobles «orelluts» que se dejan guiar por la buena gobernanza de Carlos.
Fabra tendrá que ir a la cárcel. Le ha pasado como a Jaume Matas y a otros que se descuidaron y dejaron de mandar, que de repente se levantan un día y su nombre aparece en la prensa junto con la palabra «cárcel». Luego, evidentemente, no irá porque Carlos no de esos que se ponen un chándal y salen a hacer footing en el patio del módulo. No es un Barrionuevo cualquiera. Carlos está delicado. Tantos años desviviéndose por el gobierno de los suyos pasan factura. No por los disgustos de Francesc Colomer, que ya ves tú, ese Carlos se lo liquida con cuatro chistes. Ni tampoco por problemas en su partido porque, allá donde hubiera un concejal díscolo, pues allá iban Luis Tena, Vicent Aparici o cualquiera del equipo de la Levantina de Carlos. No. Los problemas de salud vienen de que Castellón tenía un porvenir brillante, todos querían construir azulejos en la provincia y eso significa muchos empresarios a los que llevar de juerga, muchos privados en restaurantes que llenar, muchos bares que cerrar, muchos chistes que contar, muchos medios a los que vigilar.
En contra de lo que piensa cualquiera que no sea de Castellón, «cacique» no es una palabra mala per se. Es algo que no entienden tampoco los nacidos lejos de Sicilia a la hora de explicar la mafia. El caciquismo es una forma de gobierno al margen del Estado. Es lo mismo que Mercadona o El Corte Inglés, que comporta tus propias leyes, tus propios sindicatos, tus propias relaciones laborales. A nadie se le ocurre decir que el dueño de El Corte Inglés es un cacique. Pues lo mismo con Carlos. «Qué cacique ni qué hostias», te dirá cualquier alcalde de un pueblo del interior de la provincia de 2.000 habitantes mientras se dirige a jugar a las cartas a la casa de la cultura de cuatro plantas construidos con los Planes Provinciales de la Diputación. Carlos es el único que se ha desvivido por Castellón, el único que ha entendido su carácter.
¿El aeropuerto? No te jode, van a tener los migouets el suyo y nosotros, no. ¿Qué pasa? ¿Que ahora resulta que Manises es el aeroport de Nova York? Otro tema. ¿Carreteras? Las mejores para un paisaje tan montañoso. ¿Turismo? De puta mare, con banderas azules hasta en Xilxes y en las playas contaminadas de Peñíscola. Mirar, envidiosos migouets de merda, mirar el turismo rural. ¿Qué hay mejor que pasear por Sant Mateu en verano? Por último. La lotería. Pues claro que a Carlos le tocaba mucho la lotería, porque jugaba mucho. Carlos se sabía divertir, eso es lo que envidia la gente. Que pregunten en Castellón, que pregunten a la gente cómo era en realidad Carlos.
Carlos se va. Su periódico, el que tanto ha mimado a lo largo de los años, lo dice. Se da de baja del PIC, el Partido Incompatible con la Corrupción. Estamos asistiendo a la redefinición de la democracia, el cambio de siglas, el fin de una era: PIC, PPSOE, PFFR… A ello se une la desaparición de Carlos, de su modo de gobernar. Desaparece el cacique, ese gobernante cercano al que acudías con tu problema, que no tenías medecinas para tu padre o colegio para tu hija, y él descolgaba el teléfono y asunto resuelto. Ahora vienen las entidades gestoras, hombres de negro, funcionarios grises, burócratas desteñidos con la única ideología de los números. Lo de la lotería queda como una broma al lado de éstos. Porque éstos no van a la cárcel, ya las tienen todas compradas.
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Mejor frase LPD Noviembre 2013
Este hombre, el cinc i mig, es muy grande. Cuando se muera habría que embalsamarlo como a Lenín. Su combinación de morro, desparpajo y poderío es impresionante, merece perpetuarse para asombro de las generaciones futuras.
Lo de la playa contaminada de Peñíscola es una pura patraña, los pueblos del interior de Castellón no llegan a 2.000 habitantes ni de coña y sí, a los migouets hay que atarlos en corto o si no te la lian.