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La Biblioteca Valenciana: la destrucción por la ocupación

Las cosas suceden cuando suceden, que suele ser en mala época cuando se trata de temas culturales. La dimisión de Camps y la investidura de Alberto Fabra como nuevo presidente de la Generalitat han supuesto un obstáculo para que las reivindicaciones de los trabajadores de la Biblioteca Valenciana sean escuchadas en su justa medida. A pesar de los pesares, han protagonizado ya la portada del Levante, por lo que recibirán una seria reprimenda. El PP valenciano ha conseguido que los funcionarios tengan miedo a denunciar las injusticias y las arbitrariedades que padecen.

La Biblioteca Valenciana, desde la inauguración de la sede de San Miguel de los Reyes, ha recorrido un camino extraño. El primer error que se cometió (el tiempo ha demostrado que no es de bulto) fue adscribir la dirección del centro al director general del Libro, Archivos y Bibliotecas. En las otras comunidades autónomas ambos poderes están separados, ya que no tiene nada que ver la gestión de una institución de naturaleza bibliotecaria con el impulso de las políticas de lectura pública o promoción del libro. Aquí se han confundido el tocino con la velocidad y se han juntado churras con merinas. Jugar a ser bibliotecario debe ser fácil: todos (?) tenemos libros y todos (?) leemos. Y por lo tanto los políticos se meten donde no deben, que es un deporte que practican los peperos valencianos con gran desenvoltura. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos. El primer director fue José Luis Villacañas, catedrático de la Universidad de Murcia y reconocido investigador. Su objetivo fue poner en marcha la institución en una época en que todo estaba cambiando. Supo explotar lo que recibió y logró que el nombre de la Biblioteca Valenciana estuviera muy presente en la vida cultural. Se puede discrepar en si acertó o no en algunas de las apuestas que se atrevió a asumir. Pensemos que montó la primera biblioteca digital seria de la Comunidad Valenciana –Bivaldi (Biblioteca Valenciana Digital)–, que, aun habiendo demostrado una casposa erudición por la selección de títulos, ha servido de base para difundir parte de nuestro patrimonio. Por otro lado, inició una política de publicaciones confusa, invirtiendo en editar colecciones más propias de otras instituciones, pero supo alentar la investigación en temas que se correspondían con los fondos de la Biblioteca Valenciana. El ejemplo más gratificante es la revista Laberintos, que trata sobre los exilios. Villacañas logró que la institución iniciase de manera metódica la recuperación de fondos de exiliados valencianos, como Gil-Albert o Martínez Guerricabeitia. Este gesto, que es propio de una persona que sabe superar la ideología, le debió proporcionar dolores de cabeza, por decirlo de manera fina. También él tuvo que aceptar, por lo que cuentan en contra de su voluntad, la ocupación de tres salas de lectura por parte de l’Acadèmia Valenciana de la Llengua. Según dicen fuentes bien informadas, llegaron como verdaderos ocupas: hicieron desmontar todo el mobiliario y no pagan ni un duro por su alojamiento. ¡Y después dicen de los del 15-M!

Lectura de cabecera en la Acadèmia Valenciana de la Llengua

Tras él nombraron a Vicente Navarro de Luján, profesor asociado del CEU y tertuliano habitual en la televisión municipal de Rita. Él continuó con la labor de su predecesor pero sin tanta espenta. Villacañas fue nombrado por Zaplana, quien fue el promotor de la restauración de San Miguel para que fuese sede del centro, y Navarro de Luján entró de la mano de Camps en un segundo intento. Eran los tiempos en que los antiguos amigos de la Facultad se querían mucho, cuando Esteban González Pons fue nombrado conseller de Cultura y Educación. El director general que escogió González Pons para sustituir a Villacañas no estaba preparado para tanta complicación. No duró ni unas vacaciones. Y allí apareció Vicente Navarro de Luján. La Biblioteca Valenciana seguía saliendo en los papeles, pero el tufo a Iglesia volvió a recorrer los muros del monasterio. Don Agustín García Gasco llegó a celebrar una misa en la antigua capilla de la Biblioteca Valenciana. Pero a lo que íbamos. Navarro de Luján, aparte de esos deslices propios de los creyentes, continuó con la labor iniciada por Villacañas como una coca-cola desbravada.

La verdadera artífice del fin de la Biblioteca Valenciana fue Silvia Caballer, diplomada en Informática y sin ningún vínculo conocido, o por descubrir, con el mundo de la Cultura. Mientras que sus predecesores intentaron que la Biblioteca Valenciana estuviese presente en la vida pública, Silvia Caballer decidió que lo mejor era camuflarse y pasar desapercibida. También dicen las malas lenguas que fue directora general en un segundo intento: la xiqueta no podía quedarse sin trabajo porque es castellonera y formaba parte de la cuota de Carlos Fabra. Las malas lenguas insisten en afirmar que, cuando se vio sin oficio ni beneficio en el reparto de cargos, sacó su carné del PP y alegó su condición de castellonera, obligando a jugar a Navarro de Luján al quítate tu pa ponerme yo. En cualquier caso, su primer objetivo fue el de imprimir tristeza a unos muros que habían vivido tiempos de cultura. Pero aquí no acabó todo: su gestión fue nefasta como directora general, perdiendo los tres millones de euros que concedía el Ministerio de Cultura para renovar los fondos editoriales de las bibliotecas públicas. Como sabemos todos los valencianos, la culpa no fue suya, sino de Zapatero.

En el origen está el fin. Con la última remodelación, la que hizo Camps como presidente, desapareció la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas y la dirección de la Biblioteca Valenciana. De un plumazo se cargaron lo que ha costado un dineral de montar. Si no hay director general, no hay director de la Biblioteca. La ecuación es muy sencilla. Todo ha pasado a ser Dirección General del Patrimonio. La táctica de camuflaje de Silvia Caballer tuvo el efecto deseado: ¿Qué es eso de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas? ¿Para qué narices sirve eso de la Biblioteca Valenciana? Y si la primera tanda de ocupas fue para olvidar, la segunda ha sido de tronaor, porque se ha planificado como una operación militar en toda regla en zona por ocupar y con maquinaria pesada. Alguna funcionaria de Patrimonio, blandiendo su derecho de conquista, ha pedido que instalen su despacho en el Taller de Restauración, lo que dice mucho de la calidad técnica y humana de la colega. Ya sé que habeis acertado: la funcionaria es una pepera de tomo y lomo que disfruta medrando. Se podrían contar muchas más cosas. Os recomiendo un paseíto por San Miguel de los Reyes. Los funcionarios están que braman y no hace falta ni que les invites a un café para que larguen.

Se invirtió mucho en la adecuación de San Miguel de los Reyes para que fuera una institución bibliotecaria pionera. Lo pagamos entre todos. Y ahora se la cargan porque han sido incapaces de gestionar lo público con sensatez. Los funcionarios son conscientes de ello, están cabreados y en pie de guerra. Lo que nos piden es solidaridad ante una arbitrariedad inconcebible en un país civilizado. Se la merecen. Han plantado cara a los peperos y se han movilizado. No se han puesto a llorar aceptando un destino impuesto. Y por primera vez en mucho tiempo un partido de la oposición ha decidido hacerse eco de un colectivo que no es una masa enorme de posibles votantes (los bibliotecarios son un colectivo pequeño), reclamando la comparecencia de la consellera para que explique a qué narices juegan. Es imposible predecir el futuro. Por lo menos que se les caiga la cara de vergüenza a las personas que han planificado este desastre.

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7 thoughts on “La Biblioteca Valenciana: la destrucción por la ocupación

  1. Coca Boba

    Lo que están haciendo con la Biblioteca Valenciana es de escándalo, pero no sólo dentro, el entorno más próximo está totalmente degradado e imagino que no hay ninguna intención de remediarlo.
    Soy de la opinión de que la voz de los trabajadores (los de verdad, no las liendres de última hora) debe ser oída. Por cierto, ¿qué partido se ha hecho eco? Porque habrán ganado un minipunto.

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  2. domingo

    Buen articulo, la verdad es que la claridad hace que sea facil de seguir y leer.
    Yo echo de menos links a articulos donde se pongan mas referencias y poder seguir leyendo.

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  3. Okupado

    Un artículo excepcional, y muy bien documentado.
    Ah, de las dos salas de consulta que le quedan a la biblioteca, una también está amenazada.
    A Domingo:
    Pues aquí tienes más:
    una recogida de firmas:

    http://www.peticionpublica.es/PeticaoVer.aspx?pi=BV

    Aquí tenéis más información:
    http://www.levante-emv.com/cultura/2011/07/27/reconversion-san-miguel-reyes-pone-peligro-biblioteca-valenciana/827802.html

    http://www.levante-emv.com/cultura/2011/07/30/bibliofilos-coleccionistas/828609.html

    Artículo de Carlos Marzal en ABC del 30 de julio, en Comunidad Valenciana: lo puedes consultar aquí:
    http://valencia.democraciarealya.es/post/8339129724/firmas-para-mantener-la-biblioteca-valenciana

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  4. Pingback: Lola Johnson: de la censura informativa a la destrucció de les biblioteques | La Paella Rusa

  5. Cosimo

    Como van a quitar el taller de restauracion de una biblioteca, especialmente quitarlo de una sala disenada a tal efecto, con grifos, etc.? Bueno, no es tan raro si pensamos que el archivo historico municipal no tuvo restaurador hasta hace dos anos

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  6. Pingback: Silvia Caballer, de técnica informática a especialista en bibliotecas | La Paella Rusa

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