Si hubiera que elegir una fecha para definir el mandato de Francisco Camps al frente de la Generalitat Valenciana sería el 3 de julio de 2006. Aquel día, a las 13.03 horas, un convoy del metro de Valencia descarrilaba en el interior del túnel de la línea 1 a escasos metros de la estación de Jesús. 43 personas murieron y 47 resultaron heridas en el accidente de un suburbano más grave de la historia de España.
Lo que siguió a ese dramático accidente es la historia de una ignominia de Camps ya no solo con las víctimas y sus familiares, si no con todos los valencianos. El desprecio y marginación -con que el Gobierno del ya expresidente trató a los familiares, necesitados de saber las causas e incansables exigiendo responsabilidades- se instaló de manera permanente en el Palau de la Generalitat como forma de gobierno desde aquel día.
El 3 de julio de 2006 concentró todas las obsesiones, vicios y megalomanías de Camps. Mientras en los oscuros túneles de metro se recogían cadáveres, a solo unos kilómetros de distancia, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, como decorado de la desvergüenza, el presidente celebraba uno de esos eventos tan de su querencia. Pero no uno cualquiera. Era la visita del Papa.
El contraste, entonces, era brutal. Millones dilapidados en ese mausoleo de cemento blanco perpetrado por Santiago Calatrava (¿cuándo se investigará judicialmente todo eso?), una cantidad jamás desvelada (¿y esto?) de dinero público para financiar un encuentro privado, y un boato religioso, en el que tan a gusto se siente el expresidente, frente al dolor y el amasijo de hierros esparcidos entre las vías de aquel maldito túnel de la estación de Jesús (rebautizada ahora como Joaquín Sorolla en lo que se asemeja a un intento de borrar los rastros) en el que nunca se instaló un sistema de seguridad que hubiera evitado la tragedia.
Pero hoy, la desvergüenza se antoja aún mayor. Porque entonces no sabíamos, como ahora, que en esa visita del Papa, la trama Gürtel campaba a sus anchas, robando a manos llenas con la Ràdio Televisió Valenciana -sí, esa en la que ahora hay que despedir a gente porque debe más de 1.200 millones de euros- como testaferro. Esa tele vergonzante que, no solo manipula e insulta la inteligencia de los valencianos, si no que además, ampara los comportamientos más viles del ser humano.
Aquel 3 de julio de 2006, Camps comenzó su proceso de aislamiento y negación. Es en esa fecha en la que hay que ubicar su antidemocrática costumbre de no contestar a las preguntas de los periodistas y la deriva que siguió (no conceder entrevistas dignas de ese nombre, respuestas absurdas a preguntas comprometidas, evasivas constantes…). Fue el inicio de una escapada más allá de la realidad cuyo objetivo final fue siempre ocultar todo lo que se apartaba de su país de nunca jamás y, si era necesario, criminalizar a quienes se negaban a seguir su consigna.
En el caso del accidente del metro, Camps huyó. Abdicó de su responsabilidad como presidente y menospreció a los ciudadanos a los que se debía. Se negó a recibirles, trató de comprar su silencio, forzó el cierre de la comisión de investigación más breve y vergonzosa que jamás hayan protagonizado Les Corts, y logró que la juez que se encargó del caso archivara el accidente echándole la culpa al conductor, en una actuación judicial que contrasta de manera escandalosa con la desarrollada por el accidente del avión de Spanair.
Aquel 3 de julio de 2006 se citaron todos elementos que, aumentados, han desembocado en la dimisión de Camps: grandes eventos ligados al despilfarro, acuerdos opacos y sospechosos, ausencia de transparencia, dinero público sin control, corruptores y corruptos viviendo en harmonía, mentiras, silencios escandalosos, desprecios y criminalización de los que van contra su pensamiento único, alejamiento de los ciudadanos, connivencia con una farándula que busca de dinero fácil, dejación de funciones, negación a asumir responsabilidades trasladando las culpas a otros y un permanente intento por ocultar sus cada día mayores miserias.
El día que aquel convoy del metro segó la vida de 43 ciudadanos y marcó la de otros 47 y de todas sus familias, Camps tomó la decisión de que los suyos no eran los que viajaban en ese tren. Y se negó a escucharles. Por eso hay que recibir con prudente esperanza el anuncio del nuevo presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, de que está dispuesto a recibir a los familiares de las víctimas de aquella tragedia. Algo, en todo caso, que debería ir unido a la reapertura de una investigación interna sobre el funcionamiento de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana y, si cabe, encontrar responsables. Sería una buena noticia. Primero, porque es de justicia. Segundo, porque si Fabra quiere marcar un punto de inflexión, aquel 3 de julio debe estar en su memoria.
Etiquetas Alberto Fabra, Camps, Canal 9, Estrategias, Francisco Camps, Gürtel, Relaciones con la prensa
La verdad es que era un buen día para recordar esto y dar perspectiva a la última década valenciana
Una cosa, veig ací un ball de xifres. ¿És el 3 o el 6 de Juliol? Gràcies per este blog, que tant ajuda al nostre país.
Aquel 6 de julio de 2006 se citaron todos elementos que, aumentados, han desembocado en la dimisión de Camps: grandes eventos ligados al despilfarro, acuerdos opacos y sospechosos, ausencia de transparencia, dinero público sin control, corruptores y corruptos viviendo en harmonía, mentiras, silencios escandalosos, desprecios y criminalización de los que van contra su pensamiento único, alejamiento de los ciudadanos, connivencia con una farándula que busca de dinero fácil, dejación de funciones, negación a asumir responsabilidades trasladando las culpas a otros y un permanente intento por ocultar sus cada día mayores miserias.
Espectacular. Plas plas plas.
…pero me sigo preguntando, ¿por qué le dais la mayoria años después?…
Nicht vergessen. Nicht vergeben.
Crudo y descarnado. Es increíble la actitud mantenida con Camps ante estos hechos. La Asociación de Víctimas ha recibido homenajes en toda España y de numerosas entidades cívicas y políticas, sin embargo Camps los ha ignorado.
Quiero recordar que cada día 3 se reunen por la tarde en la Plaza de la Virgen.
I mentres tant, metro de València orgullosa d’haver-hi implementat un sistema de conducció sense conductor (100 milions d’euros ha costat?). No sé si te molt a vore, però no estic jo molt segur que siga la millor alternativa.
Sí, es la mejor alternativa. Con ese sistema de seguridad el accidente no habría ocurrido, porque el tren está programado para llevar una velocidad en cada tramo. Incluso con el ATP que es lo que había en 2006 en las líneas 3 y 5 tampoco habría pasado.
d’acord. però els arreons que pega cada volta que frena i comença a caminar una altra volta són importants. probablement la queixa més comuna que vaig sentir quan vaig estar en juny a València.
caray, parezco una agüela
Sí, pero eso es por lo inútiles que son en aplicarlo, no por el sistema en sí.
¿Entonces ya no hay conductores de metro? ¿A la puta calle todos los maquinistas?
ElMagnate: He corregit les dues errates en la data de l’accidente que apareixien en el text. Gràcies per avisar
A servir.
Que en el año 2011 todos los metros del mundo no cuenten con este sistema es una aberración. En Lyon es una maravilla.
Gran artículo. De obligada lectura.
ya,…pero me sigo preguntando, ¿por qué le dais la mayoria años después?…
Pues muy sencillo, porque hay gente a la que no le importan estas cosas. No sé, de los que criticamos ya se nos presupone que no los hemos votado, la pregunta se debería hacer a sus votantes, aunque aquí no creo que haya muchos…
Porque gente con sentido crítico en la CV hay muy poca.
Sin duda alguna, la tragedia de la Línea 1 de Metro, pone de manifiesto lo anestesiada que está la Sociedad Valenciana. Aun me sigue pareciendo increible como a pesar de la magnitud del desastre (con 43 fallecidos, que se dice pronto), la inmensa mayoría de la población, la clase política y los medios de comunicación ha pasado «de puntillas» a la hora de depurar responsabilidades en un suceso que en otro país mínimamente civilizado le hubiera costado el puesto a más de uno, responsabilidades penales aparte.
Coca Boba te respondo aquí, porque arriba ya no me deja. Sigue habiendo conductores de metro, el sistema ATO que si mal no recuerdo ya está puesto en todas las líneas solo funciona bajo tierra, pero como hay una gran serie de tramos en superficie sigue haciendo falta conductor. Además, es el conductor el encargado de abrir y cerrar las puertas. La tecnología actual ya permite metros totalmente automatizados, la línea reciente de Sevilla, o varias que hay en Barcelona, pero requiere mucho más dinero que actualmente no hay, porque se tienen que poner mamparas que se abren y cierren junto con las del tren.
El sistema de conducción podrá ser una buena idea, pero la han puesto en la práctica como el culo, anda que no he visto yo a abuelas a punto de estamparse contra el suelo con el frenazo en seco al llegar a las estaciones.
A mí también me parece increíble que la sociedad valenciana no haya reaccionado como debería en un caso así. No hay más que ver lo que ha ocurrido en China con el choque de trenes. Ha habido una auténtica rebelión y eso que tienen una dictadura. Gracias por tu artículo, Malva-rosa-Connection.
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