ATENEU CANDELA. Quines preguntes ens hauríem de fer?

Nos vamos al Ateneu Candela, en Terrassa, espacio de encuentro y solidaridad. Hoy echan charla. La cosa va de hacerse preguntas sobre hacia dónde va Catalunya. Mi madre siempre me ha dicho que hay que preguntar para llegar a los sitios. Así que la primera pregunta sale natural: ¿cómo se llega al Ateneu Candela? El GPS no acaba de tenerlo claro. Afortunadamente viene una mujer en el grupo, que pregunta y llegamos. Tarde, pero llegamos.

Clara Valverde, nieta del Holocausto y el exilio republicano, más de 30 años viviendo en el Québec, presenta a los tres invitados al acto para que se hagan preguntas en voz alta y luego ya todos jugamos con los interrogantes.

Abre el fuego Oriol Costa, profesor en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la UAB. Oriol Costa se descuelga con el trilema de Rodrik, que no es la película maldita de David Fincher. En el mundo de la economía global aparece el triángulo formado por globalización, soberanía nacional y democracia. Pese a una experiencia nada desdeñable, o precisamente por ello, cada vez que me plantean un triángulo se me pone cara de cateto. Y eso que Rodrik me da la razón, de los tres elementos uno siempre queda en fuera de juego. Por ejemplo, entre 1945 y principios de los 70, en un mundo sin globalización los estados nacionales y sus gobiernos elegidos democráticamente van construyendo su bienestar y asentando derechos. Otro: en un mundo globalizado puedes ejercer tu soberanía para gravar el capital, que aprovechando la globalización se larga dónde le convenga sin que los mecanismos democráticos sirvan demasiado para fijar la política fiscal. Total, que a finales de los 70 ya queda claro que soberanía nacional no es necesariamente igual a democracia, con los distintos gobiernos europeos fracasando uno tras otro en su intento de encontrar políticas económicas alternativas a un sistema neoliberal que los engulle. O eso entiendo.

También entiendo que andamos sometidos al dictado de algo llamado UE, un laberíntico entramado de pasillos al estilo de los entramados de trincheras prusianas de la Gran Guerra (y con resultados parecidos). Un conjunto de instituciones muy poco democráticas vestidas para matar y rendir sin condiciones la soberanía popular a los mercados.

Las Haciendas nacionales dejan de ser concebidas como bien común y se entregan a los mercados financieros, que las gestionan para sus propios intereses. El resultado acaban siendo gobiernos débiles frente a los mercados y chulo piscinas frente a las protestas ciudadanas. Eso creo, que Oriol Costa habla rápido y empiezo a perderme por los pasillos de la UE.

El siguiente en salir a la palestra es Guillem Martínez, que, menos mal, no escribe como habla, bajito y en corrientes de aire. Escribe alto y claro, y por eso mucha gente no le entiende. Es de los míos, de los que duda. Alguien dijo que el periodismo es dudar, hacerse preguntas y cargar con un poco de escepticismo. Es periodista. Tirando de off the record, gran disciplina local, y amparándose en las técnicas de Pitoniso Pi, cree que no habrá consulta. A un lado están los defensores de una Constitución que ya no existe: no garantiza ningún derecho básico y una llamada de teléfono desde los dominios del Minotauro basta para cambiarla en quince minutos con estivalidad y alevosía. Al otro lado un movimiento llamado soberanista sin demasiada producción intelectual detrás, eso es, sin propuestas de calado. Y en tierra de nadie, carne de collejas para los que quieren obligarte a elegir, sin trilemas ni dilemas, sólo con lemas.

Dudas sobre el proceso. Lo que empieza como movimiento popular con una pregunta dilema nítida: o seguir como hasta ahora o ser estado independiente chachi de la UE; al pasar a manos de las elites políticas se convierte en una pregunta cuyo cómputo para interpretarse tiene una complejidad algorítmica que, dicen, ha sumido en sollozos de impotencia a Grigori Perelman. Así que Martínez baraja la posibilidad de una pregunta trampa para ser negociada en un panorama de representación política bajo mínimos de credibilidad y porcentajes que se van fragmentando a la baja. Podría aventurarse una especie de pacto de corte federal en un escenario de estados livianos, sometidos a los designios del Consejo de Administración de Mordor. Un Consejo de Administración para gobernarnos a todos y atarnos en las tinieblas. Martínez cierra su intervención con un ‘¡Viva Cartagena!’

La tercera intervención va a cuenta de Victor Korman, psicoanalista i psiquiatra argentino que lee sus cuartillas pulcramente jaspeadas a colores, así que me tiendo en el diván. La sesión versa sobre la identidad, ese tejido vivo hecho de las combinaciones de un sinnúmero de pizcas diversas que me conforman y pueden hacerme sentir tan cerca de un señor de Montreal como lejos de un señor de Camprodon. Tarareo Dixie en mi cerebro. Para distraer el frío, que este tipo de locales sociales parecen renunciar con igual convicción al comité central y a la calefacción central.

Avanzando en las cuartillas, alerta sobre las tomas de partido preconcebidas e inamovibles sin debate de ideas, los intentos de homogeneizar y crear bloques contrapuestos, las construcciones de pasados míticos (del timbaler del Bruc a Manolo el del bombo), el gusto de los políticos por dirigirse a las masas y no a las personas, la instrumentalización de los afectos, lo absurdo de las esencias… así en general, y quien se dé por aludido que se rasque. O que me rasque a mí, que ya no siento los pies. Si tuviera un mechero quemaría mi cuaderno de notas para revitalizar mis extremidades, pies, manos y nariz. Aquí me gustaría ver a uno de esos supervivientes de Discovery Max. Mejor aún, prendería las cuartillas que aún le quedan sin leer y dejaría que nos iluminara el saber que contienen.

Korman va acabando, reclama una clara exposición de los riesgos que conlleva toda opción, señala el derecho a decidir como un derecho importante entre otros muchos derechos, invita a debatir previamente sobre el tipo de sociedad que queremos y anima a realizar una tarea de introspección para mejor evaluar decisiones. Me encuentro en avanzado estado de introspección cuando se abre el turno de palabra entre el público.

Múltiples intervenciones sin necesidad de alzar la voz, lo cual siempre es de agradecer, que los decibelios no establecen la radicalidad del discurso. La mayoría de los que toman la palabra no muestran excesivo entusiasmo ante la ramplona dicotomía de independencia sí / independencia no y sus correspondientes adhesiones inquebrantables.

Es un público que dedica parte de su tiempo a participar en procesos de transformación social, a luchar por derechos, a exigir poder de decisión en aquello que les afecta, aunque así a primera vista, no parece especialmente entusiasmado en decidir cambiar un estado por otro, que puestos a cambiar de estado mejor nos ponemos a cambiar el estado de las cosas. Es gente que se siente incómoda yendo de manifestación al lado de corruptos y estafadores.. Bueno, no todos, hay quien cree que primero hacemos un nuevo estado y luego ya hablamos y también hay un tipo con aspecto de alférez provisional, empeñado en pedir identificaciones a cualquiera que abra la boca, al que ya le va bien un nuevo estado con las actuales mayorías parlamentarias, la misma UE y quejoso de que se le pida tanto al proceso soberanista. Cada uno sabe lo que le pide a la vida.

Un último apunte. Vuelve a repetirse cierto pique sobre índices de popularidad entre proceso hacia la independencia y 15M. Me aburren un poco estas discusiones sobre quién la tiene más larga, entre otras cosas porque siempre pierdo, pero ahí queda el detalle: a unos Felip Puig los sacó a manguerazos de la plaza, a los otros los sacó a pasear cogidos del brazo. Y que cada uno se pregunte lo que quiera.

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Una respuesta a ATENEU CANDELA. Quines preguntes ens hauríem de fer?

  1. Montac dijo:

    Hola,
    Me gustó mucho tus especiales sobre el liberalismo como un enfermedad. Felicidades. Tus reflexiones me recuerda mucho a otro estudio psicologico de la economia de mercado y la empresa capitalista en forma documental llamado «The Corporation: Instituciones o psicópatas», que me dejó impactado por demoledor. Y me ha vuelto a ocurrir ahora con tus articulos.

    Visto que eres cientifico, y/o versado en ciencia verdadera, me gustaría saber qué opinión te merece el llamado «gen egoista» , en mi opinión, sacado de la chistera neo malthusiana de la ortodoxa ciencia, y como encajaría en ese enfermizo «liberalismo» individualista, egoísta,.. ¿podría haber una hipotetica cuarta parte? seria genial.

    gracias.

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