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10/07/06:
La querella de las investiduras, versión Valencia 2006
Que
el mundo está cambiando lo ponen pocos en duda. A peor, claro.
Se casan los maricones y el PP pierde el Gobierno hasta en Cantabria,
para que vayan Ustedes haciéndose una idea. Frente a tanta
decadencia, La Página Definitiva vela por la cultura
occidental, por el legado de la Ilustración y por la decencia
compendiada en la ortodoxia. Joseph Ratzinger, sabedor de lo que
significa LPD en la sociedad red, ha decidido, al fin, salir del
Vaticano, donde estaba concentrado desde que culminó
su meticulosa tarea para entronizarse. Y ha pensado que nada
mejor que hacer una visitilla a algunos de sus redactores, a los
que le unen muchas cosas: son lo más importante de la sociedad-red
europea del siglo XXI, han dado publicidad bajo la égida
de Karol Wojtyla a su compromiso de pasar olímpicamente de
su legado de parroquia de pueblo eslava y, además, llevan
con mano de hierro una organización en la que ni una sola
mujer ocupa un cargo de responsabilidad. Téngase en cuenta
que como Ratzinger sabe y LPD practica, sólo desde la misoginia
puede salvarse al mundo occidental y redimirlo de su decadencia
consumista y hedonista. Junto con la curia, la redacción
de LPD es prácticamente la única institución
del planeta que sigue férreamente el voto de castidad.
Ratzinger
se ha venido pues a Valencia a pedir consejo y, para aprovechar
el viaje, a pasar el cepillo dado que la imbecilidad congénita
de los gobernantes valencianos y la hijaputez miserable de los meapilas
de servicio que los rodean ponían las cosas a huevo para
dar un sablazo a la sombra de los expertos
en este asunto. La cosa ha ido bien para los intereses vaticanos
y fatal para los españoles, como es habitual. Por no hablar
de los valencianos, que han asistido acojonados a cómo sus
meapilillas de turno le pasaban pasta gansa a obispos, curas y redes
de asistencia a la infancia de dudosa moralidad een cantidades no
parangonables en la historia de la cristiandad. No vale la pena
pensar en qué podría hacerse con esa pasta o incluso
si tiene sentido tener la mayor deuda pública del mundo occidental
para satisfacer aspiraciones más espirituales que terrenales.
Las
cosas han pasado como era de prever. Ante la anunciada como mayor
concentración de sacerdotes y padres de familia católicos
(comandados por Kiko Argüello y la representación española
de los Legionarios de Cristo Rey) de la Historia de la Humanidad,
las gentes de bien de la ciudad con hijos en edad provocativa (de
los seis meses a los doce años de edad) se han dado a la
fuga y han dejado Valencia desierta. Mientras tanto, el Gobierno
del malvado Rodríguez Zapatero, a la suya, a demostrar inquina
a los valores de la cristiandad y a desarrollar hostilidad contra
el Papa y los valores que representa: en la víspera de la
llegada de Benedicto XVI a Valencia, y con el Encuentro de las Familias
ya en marcha, ZP ordenó a la Guardia Civil desarticular una
red de pederastas que raptaba niños de hasta 10 años
y los educaba en las más variopintas prácticas sexuales.
La COPE, lógicamente indignada, así como las televisiones
autonómicas madrileña y valenciana, se han pasado
el fin de semana clamando contra las agresiones de fondo y de forma
de este Gobierno social-progre contra los valores de la cristiandad.
Contra la Iglesa Católica, Santa, todo vale para agredir.
En cambio, con sus amiguitos los etarras, todo es comprensión.
Así son las cosas en esta República laicista-terrorista
comandada por Ben Laden.
Así
las cosas, entre la gente que huía de la ciudad y la poca
asistencia a los actos papales, la propia organización se
ha empeñado en calificar de éxito histórico
la participación de un millón de fieles en los fastos.
Teniendo en cuenta que ellos mismos establecieron unas previsiones
de "hasta 2 millones de asistentes" hay que reconocer
a esta gente un optimismo singular. O que les faltó Esperanza
Aguirre para convertir las 200.000 personas que (generosamente)
se calcula que estaban de parranda, ligando y follando en seco por
los parques y jardines de la ciudad, en cinco o seis millones de
votantes del Partido Popular contra el Estatut de Cataluña.
El
caso es que, si nos vamos a las propias cifras habitualmente moderadas
suministradas por los organizadores, llegamos a la sorprendente
conclusión de que el exitazo internacional del Encuentro
Mundial de las Familias de Verdad (no las de mariconazos o bolleras
ni las de los progres como ZP) ha sido menor (1.000.000 de personas)
que el obtenido por los referentes culturales que el PP ha ofertado
a esa misma ciudad desde que gobierna. Recordemos que en el akelarre
"Agua para Todos" participaron, según la organización,
2.000.000 de personas. Y que en la paella gigante, récord
Guiness, que ha sido el cénit de la promoción
cultural de la urbe hasta la visita de Ratzinger, también
se superó el millón de asistentes. Por no mencionar
las manifas de los domingos que monta Esperanza Aguirre, que no
bajan del millón de personas ni cuando protestan por la poda
de árboles, esa moda progre.
La
ciudadanía, malvada por naturaleza como es por estar integrada
en gran parte por populacho, gente que ha votado alguna vez a los
terroristas y personas que van en metro, andaba poco empática
con la juerga. A los buenos católicos de a pie, la Administración
opusdeísta valenciana les había vendido el asunto
como la guerra de Irak: "bajará la gasolina, subirán
las bolsas y España ganará el Mundial de Fútbol,
vendrán muchos incautos que gastarán mucho dinero
en comer, beber y alojarse y todos nos haremos ricos". Se ve
que no se confía mucho en que las intrínsecas bondades
de tirar bombas de racimo a niños o desperdigar a curas por
una ciudad entre la gente normal por el módico precio de
casi 100 millones de euros llegue a los embrutecidos corazones de
los españoles normales. Y hay que apelar, claro, al bolsillo.
Por lo que, cuando las promesas no se cumplen, la gente se enfada,
mezquina como es. ¿Acaso Ustedes, cada vez que hay una matanza
en Irak, no pueden evitar pensar en que, si al menos hubiera servido
para que la gasofa bajara unos centimillos, otro gallo
cantaría y seríamos los primeros en alabar la sabiduría
de Ánsar? Pues lo mismo con esto del Papa, que si los peregrinos
fueran a verle como quien va a una feria de muestras del mueble
y el azulejo, que dejan los honrados hombres de negocio españoles
siempre los restaurantes y los burdeles sin existencias, los tíos,
otro gallo habría cantado. Pero los peregrinos, pocos, rácanos,
y con los bocadillos preparados desde casa en la sandwichera. Y
así no hay manera. Porque para rematar la faena, la organización
se ha traído a chavalas de colegio de monjas que han llenado
la ciudad de carne joven y entusiasta, en lo que es un ejercicio
de competencia desleal para las profesionales locales muy injusto.
A ver quién se lo hace pagando cuando tienes todos los parques
públicos rebosantes de adolescentes en celo dispuestos a
todo y en todas las combinaciones posibles: familia normal, familia
indecente, familia inmoral, infamia...
Como
Dios aprieta pero no ahoga, al menos la ciudad de Valencia sí
ha logrado, como era el confesado propósito de los políticos
que han dedicado tantos recursos a esta fiesta, acaparar portadas.
No ha sido por la llegada del Papa, mal ideada a efectos de copar
la actualidad mediática pues, en directa competición
con el maligno Zidane y sus cabezazos, podemos dar un consejo a
Camps y sus asesores: no programen actos de lucimiento personal
coincidiendo con la final de una Copa del Mundo de Fútbol.
Pero sí por los efectos de destinar la pasta, como demagógicamente
cualquier socialdemócrata que se precie no puede dejar de
apuntar, a cuestiones de oropel y a pagarse el perdón de
los pecados con dinero ajeno, en vez de a minucias menores como
instalar en los ferrocarriles subterráneos de la ciudad la
seguridad desde hace una década propia de cualquier país
desarrollado. Ya se sabe que la gente no muere por otra causa que
el hecho de que la "cosa esté de Dios", como gráficamente
han explicado los responsables del único metro del mundo
donde si un conductor se despista y estornuda el tren descarrila
y te mata a más gente por vagón que una bomba de la
ETA en un Cercanías. Los accidentes, como ha explicado el
beato Presidente de la Generalitat Valenciana, simplemente ocurren
y son "inevitables". Así que para qué dedicar
pasta a remediarlos o evitarlos, si son voluntad de Dios. Mejor
poner el dinero en agasajar a sus agentes en tierra firme y, de
paso, dar unos buenos mandobles al poder temporal. Ya lo dijo Camps,
católico como es y buena gente, que era un fastidio que 42
mindundis la palmen justo esta semana. Pero tampoco vamos a rasgarnos
las vestiduras si así lo quiere Dios. Y, al menos, oye, pues
eso sí que no ha quedado solapado por el Mundial y se ha
remediado la nula atención prestada fuera de España
y fuera del círculo mediático que todos sabemos al
viaje más caro de la Historia de la Iglesia Católica
y al baño de masas más patético que nunca un
Papa ha recibido.
Todos
contentos: para el consumo externo hemos tenido la "proyección
internacional de Valencia" con sus hierros desvencijados y
unos accidentes inevitables que hacen las delicias de potenciales
turistas; para dentro de casa las huestes convocadas a golpe de
SMS que se arremolinaban en torno a los representantes públicos
para hacer las demostraciones de fuerza de rigor, abuchear al Presidente
del Gobierno y sus Ministros, llamarles terroristas y lanzar soflamas
con el nihil obstat de los organizadores tan edificantes
como el "lesbiana, bollera, eres tortillera" dirigido
a la Vicepresidente del Gobierno de España. Bajo la mirada
seráfica de Rita Barberá y Francisco Camps, así
como de la plana mayor de la Conferencia Episcopal Española,
encantados ellos con su grey. Y dejando claro a los ciudadanos,
empezando por los avergonzados ciudadanos que tenemos la desgracia
de tenerlos por gobernantes, qué tipo de sujetos son. Aunque,
al menos, con el consuelo de que andan jodidos porque ni el propio
Ratzinger les hizo caso cuando, a la manera de lo que ocurría
en los mítines de la peor época de Alfonso Guerra,
las peticiones de "Yósef, dalez caña, mi arma"
no fueron atendidos por un Papa contemporizador. Son tan tontos,
los pobres, que no se dan cuenta de que Ratzinger es más
listo y tiene que templar gaitas para que los españoles sigamos
pagando lo que por ley y concordato hace años que tendrían
que estar sufragando los miembros de la secta y los papis que quieren
llevar a sus niños a los colegios donde los curas reparten
cariño y amor cristiano. Ése de los accidentes inevitables,
de los presidentes de gobierno terroristas y de las bolleras hijas
de puta, por ejemplo.
ABP
(València) |