ACTUALIDAD DE ESPAÑA MAYO
DE 2003
03/05/04:
Recurso de inconstitucionalidad y expulsión: (Clarísimo
Ushiro Nage sobre José María Aznar -II-)
Decíamos
en la primera parte a este comentario ("No
me jodas, Jiménez" -I-) que era incomprensible la
actuación del Gobierno Ánsar al recurrir el Plan Ibarretxe
en pleno proceso de gestación del mismo. ¿Pero no
está esta gente contra el aborto?
Aventurábamos
dos explicaciones: que la confianza de Acebes en los jueces del
Tribunal Constitucional y su degradación fuera mayor todavía
que la de la más politizada clase política (y, ojito,
que rozando el palo ha salido el chut a puerta, pues 5 de 7 jueces
han comulgado con las ruedas de molino gubernamentales) o que se
tratara de una envenenada maniobra para situar al previsible Gobierno
ZP en situación de dificultad.
Pues
en esas estamos. La mayoría de los jueces del Tribunal no
ha tenido dudas en determinar, en lo que es un resumen un tanto
particular pero ajustado del texto del auto (que hemos tenido la
gentileza de leer por Ustedes, pero que pueden encontrar aquí),
que la pretensión del Gobierno era una soberana gilipollez.
Eso es, más o menos, lo que viene a decir el Tribunal. Si
queremos hilar más fino, y yendo ya a hacer leña del
árbol caído, podríamos señalar que adicionalmente
el Constitucional viene a comentar que la ocurrencia es, además,
rayana en el autoritarismo antidemocrático.
La
cosa se comenta sola. Son unos miserables (los 7 y, si me apuran
los 5 restantes que no han sido capaz de neutralizarles debidamente).
Vamos, un Ushiro Nage en toda regla contra Ánsar. Y es que
sólo unos miserables podían dudar de la constitucionalidad
de la pretensión gubernamental de parar en seco a los pérfidos
nacionalistas vascos. Con todo, en LPD, como dejamos siempre todas
las opciones abiertas, vamos a tratar de perfilar con la ligereza
que nos caracteriza los argumentos del fallo.
Básicamente,
si recuerdan la exposición que realizábamos sobre
las diferencias entre el jamón de jabugo
y los puercoespines, tendrán todo más claro. Lamentamos
tener que repetirlo: en España las leyes, por malvadamente
inconstitucionales que sean, ha de ser recurridas una vez son ya
leyes. Mientras están tramitándose no, por muchos
motivos. Porque no está previsto. Y punto, que ya es suficiente.
El TC añade algunos más, por eso de lucir un poco
el auto de inadmisión, como para atenuar la bofetada: que
si no tiene sentido recurrir algo que puede cambiar, que si no puede
cercenarse la misma esencia de la democracia como es dar a los representantes
del pueblo la opción de debatir cualquier alternativa sin
que sea posible cualquier injerencia en el proceso de gestación
de la voluntad de un parlamento... Como verán, metrosexualadas
de gran calibre para no acabar zanjando el asunto con un auto de
dos párrafos, que casi es lo que daban ganas de hacer.
El
voto particular de Jiménez de Parga, con una brevedad que
es muy de agradecer (por ello es muy recomendable, pues expone con
claridad de qué va el asunto desde la óptica de quienes
entendían posible recurrir la constitucionalidad del Plan
Ibarretxe antes de que se convirtiera en ley), lo explica de forma
límpida: ¿acaso se han creído Ustedes que en
una democracia, y menos todavía en la española, vamos
a consentir que los diputados debatan sobre lo que les dé
la gana? Se empieza así y se acaba con el país plagado
de pancarteros. O, pero todavía, se acaba sin país.
Como
podrán comprobar si tienen la paciencia de enfrentarse a
los textos, Jiménez de Parga se está buscando la vida
ahora que se acaba su mandato en el Constitucional. Hasta la fecha
hemos leído pocas declaraciones de intenciones jurídicas
tan claramente encuadrables en lo que está necesitando el
Tribunal de Garantías Constitucionales del recién
y humanitariamente liberado y soberanamente remozado Irak.
La
miserable actuación del Constitucional obliga a plantear
en qué situación queda ahora el Gobierno español
a la hora de presionar/influir sobre el nacionalismo vasco en la
tramitación de su reforma estatutaria. Que ésta es
claramente inconstitucional no lo duda nadie. Que su éxito
o fracaso depende de una batalla política y no jurídica,
tampoco. Justamente por este motivo es absurdo dar armas al Gobierno
vasco metiendo la pata con un recurso tan endeble y en esencia dudosamente
respetuoso con el juego democrático como el que se planteó.
Ánsar,
como el Cid, sigue ganando sus particulares batallas después
de amortizado políticamente. La del encono con los representantes
de los vascos, aunque sea a costa de debilitar los argumentos de
España en el contencioso que se avecina, por goleada.
ABP
(València)
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