ESPAÑA
SIGUE YENDO DE PUTA MADRE JUNIO
DE 2001
19/06/2001:
Iberia en Huelga
Una
de las joyas de la Corona del capitalismo español vuelve
a ser objeto de reflexión. La solvencia y viabilidad de una
empresa como Iberia (ya suficientemente
amenazada por su triple carácter de española, dedicada
a la aviación, y con logotipo pasado de moda) tiene una Espada
de Damocles sobre su cabeza que se manifiesta con periódica
regularidad que haría palidecer de envidia a un metrónomo:
el SEPLA.
Este
enigmático sindicato de pilotos de "líneas aéreas"
que únicamente convoca movimientos sociales en Iberia nos
hace sospechar que los gestores de la ex-empresa pública
debían ser los más duros del mundo. No se entiende
de otra forma que sus pilotos estén tan maltratados y deban
por ello ponerse en huelga o montar conflictos de similar naturaleza
cada dos por tres mientras que las empresas privadas del ramo viven
en la paz social, con unos pilotos que nunca se quejan.
Ante
la evidencia de que el SEPLA tiene pocos motivos para iniciar una
huelga más allá del loable propósito de mejorar
su marca (ya difícilmente igualable) de sindicato del mundo
que más paros ha convocado en los últimos 25 años
para honrar así a nuestro país, es inevitable realizar
una reflexión sobre los derechos de sindicación y
huelga.
Sorprende
sobremanera constatar cómo el empleo de un arma que correspondía
a los trabajadores más desfavorecidos como elemento último
de presión para mejorar sus condiciones de trabajo se ha
convertido de facto en útil a emplear únicamente por
aquellos estamentos más favorecidos (es decir, el SEPLA y
los sindicatos de funcionarios). Esta situación debiera conducir
a una reflexión sobre la conveniencia de la pervivencia del
derecho de huelga en sus actuales términos, que reducen su
empleo casi exclusivamente al chantaje cíclico de ciertos
colectivos privilegiados.
La
huelga debiera suponer una última ratio de defensa de sus
intereses para trabajadores que, al ir a ella, no sólo reivindican
sino que a su vez realizan un sacrificio (en el sueldo, en la posibilidad
de mandar a la empresa a la quiebra y perder definitivamente el
empleo ...) que aporta más valor a su reivindicación.
Hasta que esto no se tenga claro (así como que una huelga
con "servicios mínimos" no es una huelga, otra
cosa son los servicios esenciales) en España viviremos una
y otra vez huelga de naturaleza chantajista que únicamente
desprestigian la figura y la convierten en reducto de aprovechados.
10/6/2001:
Propuesta de sueldo base para todos
Los
partidos políticos catalanes de izquierda han rivalizado
en sus propuestas de imponer por decreto una renta básica
para todos los ciudadanos, tengan o no empleo e independientemente
de sus ingresos, renta que según ERC y Iniciativa per Cataluya,
partidos habitualmente basados en estudios económicos solventes
y serios, debería ser al menos el salario mínimo,
es decir, unas 75.000 ptas. Si la propuesta se llevara adelante
los gastos que tendría que afrontar el Estado serían,
tirando por lo bajo, de unos 20 billones de pesetas al año.
Minucias, dirán Ustedes. La brillante gestión económica
del gobierno del PP consigue eso y más sin despeinarse, a
fin de cuentas 20 billones de pesetas es sólo la quinta parte
del PIB español.
La
propuesta, arranques demagógicos de los partidos políticos
al margen, es lamentablemente inviable. Ni el más acerbo
crítico del modo en como el gobierno gestiona el Presupuesto
podría creer que es posible para un país como España
sostener un modelo así. ¿Un país con 30 millones
de pensionistas? No parece serio. Sin embargo, esta propuesta sí
que pone tangencialmente sobre el tapete una cuestión más
interesante desde nuestro punto de vista: en los países desarrollados
se está creando un sistema, cuyo modelo a seguir es EE.UU.,
en el que los ciudadanos son cada vez más ricos y al mismo
tiempo cada vez disfrutan menos de su opulencia, pues se pasan la
vida trabajando para ganar cada vez más. La función
de un Estado que quiera el bienestar de sus ciudadanos debería
ser la de fomentar políticas redistributivas que no sólo
busquen mayor poder adquisitivo, sino más bien garanticen
la independencia económica con mayor facilidad que en el
momento actual; pasar de una "civilización del trabajo"
a una "cultura del placer", pues se supone que para esto
último, no para trabajar, estamos todos aquí (está
bien, para esto o para rezar si somos muy religiosos). El problema,
naturalmente, es la competitividad y la naturaleza humana: si por
no hacer nada nos dan dinero, aunque sea poco, ¿haremos algo
para ganar un poco más de dinero o nos quedaremos donde estamos
el mayor tiempo posible? En Dinamarca se inventaron la entrañable
figura del "objetor al trabajo", con derecho a cobrar
un subsidio de por vida del Estado de unas 150.000 ptas., lo cual
es muy poco para el nivel de vida de este país, pero aun
así más que suficiente para vivir. Naturalmente, más
de uno, al igual que nos ocurrió a nosotros con el servicio
militar, descubrió súbitamente su concienciación
social que le impedía mancharse las manos con trabajos íntimamente
asociados con la konspiración de la banca mundial, y el resultado
fue que unos trabajaban para ellos mismos y para el kolectivo de
objetores al trabajo, con las inconsecuencias obvias que esto comporta.
Nos encontramos en una tesitura muy compleja: lo deseable es dirigirnos
hacia fórmulas que permitan trabajar lo menos posible, salir
de la tiranía del trabajo, pero el modelo económico,
para funcionar, necesita precisamente, y ante todo, garantizar que
esta tiranía del trabajo perdure. ¿Cómo salir
de ahí? Quizás fomentando modelos intermedios.
Por
eso lo más criticable de esta propuesta de los partidos de
izquierda (que ante todo, naturalmente, quieren votos lo más
cautivos posible) es que se centre en garantizar sueldos estatales
para todos los jóvenes que no hayan trabajado nunca. En España,
hoy por hoy, conseguir un empleo no es complicado. Lo que es muy
difícil es conseguir un buen empleo, esto es, salir de la
dinámica de empleos precarios y mal pagados, "trabajo
basura" en estado puro, en el que caen los recién incorporados
al mercado laboral. Si el Estado se centra en otorgar subsidios
a los que no tienen trabajo para que cobren prácticamente
lo mismo que los que sí lo tienen el efecto es previsible,
y muy negativo. Si el Estado, por el contrario, complementara los
deficientes sueldos de un primer empleo con incentivos que no tienen
por qué ser únicamente más sueldo, sino mayores
facilidades para conseguir la independencia económica efectiva
de los jóvenes, tal vez podamos truncar la preocupante dinámica
que se está generando en España, según la cual
el arco de población de 40 - 60 años tiene que trabajar
para mantener a la tercera edad y a los jóvenes, que cada
vez tardan más en largarse, de una santa vez, de sus hogares.
07/06/2001:
La Defensa de la Competencia
La
experiencia de liberalización del antiguo monopolio de gasolinas
de Campsa ha sido una de las más beneficiosas para el consumidor.
Haciendo memoria:
- La
desaparición del monopolio y subsiguiente aparición
de un oligopolio se saldó con un único efecto: subida
de precios (siempre hasta el límite del precio máximo
fijado por el Gobierno).
- La
desaparición de la fijación de precios máximos
por el Gobierno supuso una nueva buena noticia para los ciudadanos:
subida de precios, en este caso limitada al punto en que el Gobierno
se desesperaba hasta el punto de dar "toques" públicos
a las compañías.
El
Tribunal de Defensa de la Competencia, empeñado en conseguir
más de la cosa (de la competencia) aunque sea a costa de
los españoles, acaba de anunciar una nueva vuelta de tuerca.
El Gobierno ya no impone precios máximos, pero las petroleras
se los imponían a las gasolineras asociadas a su enseña.
Esta medida ha sido juzgada por el TDC como profundamente contraria
a la libre competencia.
Al
margen de la racionalidad de perseguir competencia incluso entre
gasolineras de una misma marca (imaginen lo bello que sería
el mundo si las distintas franquicias de McDonald's de su ciudad
se hicieran la competencia variando los precios del Big Mac,
el contento que causaría en consumidores y, sobre todo, el
tiempo que duraría el franquiciado como feliz propietario
de un restaurante de la cadena) es alucinante escuchar a Gobierno
y medios afines saludando la medida, "que beneficiará
indudablemente al consumidor".
Teniendo
en cuenta que el TDC ha condenado la práctica de Cepsa a
raíz de una denuncia de empresarios de gasolinera que juzgaban
que la maléfica petrolera les imponía precios "demasiado
bajos" está claro que los beneficios efectos para el
consumidor van en la línea de todos los obtenidos con este
proceso liberalizador: una subida escalonada de precios que facilite
la introducción del euro en las estaciones de servicio cobrando
el litro de gasolina a 1 euro y ahorrando enojosos decimales.
01/06/2001:
Inditex, el éxito de un modelo
Un
modelo empresarial, naturalmente, y un modelo que es muy poco común
entre nuestra avezada clase empresarial. En líneas generales,
hablar de un modelo de negocio serio y coherente en España
parece una contradicción: ¿La industria no es algo
que funciona según sus acuerdos con el poder político?
Es posible, pero afortunadamente aún quedan empresarios que,
por supuesto sin desechar las bondades de este arreglo, son capaces
de llevar a cabo iniciativas inteligentes y arriesgadas, coronadas
por el éxito.
Zara,
como núcleo del Grupo Inditex, es un ejemplo. Una pequeña
tienda de moda que en 20 años, merced a una estrategia que
ha buscado el aplauso de las clases medias y la aquiescencia de
un sistema de consumo que cada vez privilegia más la imagen
externa (al mismo tiempo que desprecia la formación interna,
y no, no nos referimos a la cirugía estética, sino
a lo que hay "dentro", ya saben, pensar y esas cosas judeomasónicas),
ha conseguido expandirse por todo el orbe, con una estrategia seria
y pásmense, basada en los beneficios.
El
infierno en que la Nueva Economía nos ha metido a todos nos
hizo pensar que era imposible ganar dinero en la bolsa. Incluso
las empresas más serias y solventes tenían un "lado
oscuro" (80.000 millones invertidos en la compra de un portal
financiero, profesiones de fe continuas en la Nueva Economía
acompañadas de los correspondientes gastos, fotografías
con Juan Villalonga) que provocaba que los inversores huyeran despavoridos.
El grupo Inditex, sin embargo, en una demostración de anacronismo
y buen juicio que le honra, nunca enterró su dinero en un
portal de venta de ropa por Internet, ni llegó a sorprendentes
acuerdos que le permitieran tener sinergias en las pérdidas
con, por ejemplo, Terra Networks. Tampoco se apoderó la locura
de los encargados de la OPV, que no impusieron precios de órbita,
y los resultados han sido, como era de esperar, muy positivos: un
20% de revalorización en pocos días y la primera Oferta
Pública de Venta exitosa en mucho tiempo (recuerden la salida
de Iberia, aquello parecía "Aeropuerto 77" o "La
Jungla II", dio miedo).
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