Actualidad
de los mercados
LA
CONSPIRACIÓN DE LA BANCA MUNDIAL CONTRA EL BUEN PUEBLO ESPAÑOL
TERCER
AÑO DE CAOS Y DESPLOME DESPUÉS DE VILLALONGA: 2003
17/9/03:
Buenos síntomas en Brasil
Cuando
han pasado ya más de seis meses desde que Lula accedió
a la presidencia de Brasil, los síntomas son moderadamente
esperanzadores: la desbandada de inversores ha remitido considerablemente,
el real brasileño se ha apreciado un 20% frente al dólar,
y la bolsa de Sao Paulo ha subido a lo largo del año un espectacular
70%. Los peores temores de la comunidad financiera internacional
(esos señores de club de campo que al parecer derriban gobiernos
con una llamada de móvil), por tanto, no se están
cumpliendo.
Cuando
Lula llegó al poder, lo hizo aupado por las masas menesterosas
brasileñas, pero también por una clase media - baja
que no quería revoluciones pero sí justicia social.
Frente a Lula se situaban los adoradores del Orden, las clases medias
y, naturalmente, las clases acomodadas, esas que aún toman
las recetas de Milton Friedman como dogma de fe para explicar que
las cosas van de puta madre porque el PIB sube aunque sea a costa
de una inaceptable desigualdad (aplicando la estadística
a casos prácticos, en una década en Brasil el pobre
ha pasado de poseer un mendrugo de pan de la semana anterior al
indudable éxito de poseerlo de anteayer, mientras las clases
medias mejoraban un 50% y las acomodadas multiplicaban por tres
sus beneficios); más o menos -cambien "menesterosos"
por "clases medias" y "clases medias" por "clase
alta"- lo que nos espera, según los agoreros (sin ir
más lejos, esta página),
en unos cuantos años de bonanza española, y no precisamente
"gracias" a los inmigrantes.
Pero
Lula, pensamos, también era muy consciente de que el "experimento"
podía ilusionar a la mayoría de los brasileños
y recibir el apoyo fundamental de los profesores de Universidad
europeos, siempre dispuestos a viajar gratis al hemisferio sur para
eludir los meses de invierno, pero nunca podía marchar adelante
si se enfrentaba directamente a las reglas del juego económico.
Las cifras, ante todo, tiranía que sufren todos los países
del mundo que quieren ser tachados de responsables (salvo uno, EE.UU.,
por razones obvias, e incluso EE.UU. debe comportarse con un mínimo
de seriedad en ocasiones), y mucho más los países
"en vías de desarrollo", pues sus economías
son menos fiables a priori y, sobre todo, más fáciles
de destruir si se vuelven levantiscas.
Por
eso el principal problema de Lula en estos momentos está
no en la comunidad financiera, sino en los que le llevaron al poder,
y sobre todo las bases de su partido, que como mucho ven voluntad
de cambio, pero no cambio alguno. Sin embargo, creemos que Lula
está haciendo las cosas como se deben hacer. Con paciencia,
sin forzar las cosas. Son demasiados los ojos que se posan sobre
él, y Brasil no es precisamente un país subdesarrollado
(hablamos de una economía similar a la española),
pero tampoco una superpotencia. Salvando las distancias, es posible
que Lula tenga bien presente la amarga experiencia de Allende. Indudablemente,
de llevar a cabo sus buenos deseos directamente, sin precaución
alguna, no le pasaría lo que a Allende, pero sí arrostraría
un grave riesgo de dañar irremisiblemente la economía
brasileña y así dar al traste con la parte social
de su proyecto.
Guillermo
López (Valencia)
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