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La financiación de la ciencia en España, el riego a manta y el riego por goteo

Desde hace meses el Gobierno de España está estudiando cómo modificar nuestro sistema de educación superior (Universidad) e investigación pública (Universidad y centros específicos). Nadie sabe muy bien por dónde acabará saliendo la comisión de estudios nombrada al efecto, ni si luego el Gobierno hará caso a sus recomendaciones o no. Y la verdad es que el tema no es fácil. Yo reconozco, sin ir más lejos, que me siento incapaz de asegurar qué remedios deberían aplicarse con garantías de éxito. El tema es resbaladizo, complejo y además para cambiar algo de verdad requiere modificar muchas cosas más interdependientes de lo que parece desde fuera: selección del profesorado, gobierno de las universidades, organización de la docencia, organización de la investigación…

En materia de investigación, de eso que se llama I+D+i, sin embargo, ya tenemos muchas pistas de por dónde van los tiros. El resumen de lo que está haciendo el Ministerio en la materia es sencillo: recortar, recortar como si no hubiera mañana, recortar hasta dejar la financiación de la investigación básica en España en niveles impropios de un país con el PIB de España y todavía más impropios de una sociedad que pretenda pintar algo en el mundo, con el tamaño que tiene nuestro país, en los próximos años. No voy a cansarles con el discurso, que seguro que no les hace falta, sobre las razones por las que nos jugamos mucho en este terreno y a todos nos conviene que las cosas se hagan bien. Sabemos todos, en abstracto, de qué va esto. Pero para situarnos en el concreto espacio en que nos movemos a la hora de evaluar los recortes, su incidencia y las prioridades del Gobierno una comparación todo lo demagógica que se quiera pero que en realidad no lo es tanto: España se gasta al año en pagar a profesores de religión para que enseñen en las escuelas públicas a los niños chorradas sobre supercherías varias más dinero (unos 500 millones de euros [1]) de lo que cuesta cada ejercicio todo el programa de ayudas a proyectos de investigación básica (400 millones en 2012, 300 en 2013 con el tijeretazo de turno [2]), que como es obvio no es todo el dinero para I+D+i que dedica España, pero es una parte importante, que sirve para crear y consolidar grupos y estructuras de investigación. Las cifras hablan por sí solas de varias cosas: de prioridades, sí, pero también de hasta qué punto recortar en investigación científica supone un ahorro más bien humilde, a la hora de la verdad, un elemento que conviene recordar y contraponer a los demoledores efectos que puede tener a medio y largo plazo, por el contrario, aplicar la tijera sin ton ni son.

España no está mal, a pesar de lo que solemos pensar en medio de nuestros ejercicios espirituales rituales de patriomasoquismo, almmenos no para lo que es nuestro país, en ciencia. A pesar del secular retraso y lo nefasto que fue gran parte del siglo XX el incremento de la financiación de las últimas décadas nos ha convertido, al menos, en una potencia científica acorde a lo que deberíamos ser por PIB [3]. No está mal. Incluso si acudimos a listas donde se analiza no sólo cuantitativamente la producción sino que relacionan este elemento con el impacto de la misma nuestra posición es más o menos la que toca [4]. España, a día de hoy, tras el esfuerzo inversor de muchos años, está en torno a puesto n° 10 del mundo en casi todos los medidores sobre nuestra producción científica. Es más o menos, como decíamos, lo que se espera a partir de nuestro PIB. De hecho, incluso, podría decirse que es hasta levemente mejor de lo que debería ser (pero bueno, esto ya es cuestión de gustos y de cómo medimos y, en el fondo, más una cuestión de matiz).

¿Significan estos datos que todo en España se hace bien? Obviamente, quien conoce el sistema sabe que no. Y quien mire con detalle los datos comprenderá que tampoco es todo tan bueno como parece. España está donde está porque es mejor o mucho mejor que países con más PIB que nosotros o un PIB semejante pero que están mucho menos desarrollados que nosotros (Brasil, México…) mientras que, a su vez, está muy cerca (aunque por encima) de países europeos mucho más pequeños que nosotros ¿Qué significa esto? Pues que en parte estamos donde estamos por puro PIB, algo que augura problemas a la vista de la evolución del resto del mundo y de los países con mucha población en vías de desarrollo. Y también quiere decir que no hemos logrado un retorno en resultados tan grande como otros países europeos de tamaño medio.

En un entorno recesivo como el que nos toca vivir eso significa que urge mirar a quienes logran mayores retornos y hacen mejor las cosas. Hacer, por nuestra parte, más con menos, como se dice ahora mismo casi de manera ritual. Pero algo así requiere de un cambio de modelo que no es simplemente el recortar por lo sano como está haciendo el Ministerio. Haciendo una analogía agrícola, en España hemos estado regando la ciencia y la Universidad «a manta», por inundación. Eso ha permitido cosechar, pero también se ha derrochado mucho. En la Universidad española se ha tenido miedo a seleccionar y discriminar por el atávico pavor, avalado por la experiencia, que genera un gestor público español seleccionando y diciendo quién es bueno y quién no, que a poco que te descuidas te lo pone todo perdido de amigos, parientes y amantes. El sistema se ha basado en dar pasta, más o menos, a todos los que cumplían unos mínimos. No mucha, en general, pero repartida. Y exigiendo poco a cambio. Ello ha permitido florecer a quienes curraban, si bien lo han tenido que hacer muy bien para poder competir en Europa porque tenían normalmente menos fondos que sus homólogos de otros países, mientras que, a su vez, también se ha dado mucho dinero a gente que lo ha usado para su mayor gloria, para viajar, para montar cosas absurdas o para generar dinámicas clientelares con poco más de sustancia. Pero, aún así, los campos han producido. Es lo que tiene el riego a manta. Derrochas agua, pero sacas la cosecha.

Ahora no nos sobra el agua. Hay, pues, que optimizar, seleccionar y ser eficientes. Hemos de fijarnos en otros países y usar menos agua para tratar de tener la misma cosecha. Para ello hay que pasar a regar, si se me permite seguir con la metáfora hortofrutícola muy valenciana, por goteo, lo que permite ahorrar agua, sí, pero antes requiere de dos cosas. De haber estudiado en serio cuánta agua necesitamos exactamente por goteo como mínimo y, además, de poner en marcha los sistemas que permitan gestionar ese agua de modo eficiente para que llegue donde tiene que llegar y para que llegue en el momento en que es necesaria (esto es, sistemas que identifiquen lo necesario y lo prescindible, así como mecanismos para seleccionar a los buenos y distinguir el grano de la paja, aunque en ésta última haya amigos, amantes o lo que sea). Y nada de esto se ha hecho en España. Ni tiene pinta de que nadie se vaya a poner a hacerlo. O siquiera a intentarlo.

Lo que está haciendo el Gobierno, en cambio, es regar a manta, como toda la vida, pero usando la mitad de agua. Con este sistema la cosecha empieza a ser de menos calidad, al menos en primer término. Y luego directamente se te mueren algunos árboles. Como sigas y te pases con el recorte de agua te quedas sin un solo campo que produzca de verdad. Si se trata de ahorrar en ciencia, el sistema es por esta razón nefasto. Porque acaba convirtiendo en un erial lo que eran campos productivos y podrían (y deberían) seguir siéndolo.

Para recortar en ciencia e investigación hay un modelo, el que sigue el Gobierno, que es el que no se debe seguir: recortar linealmente para todos, dejar años sin convocatorias, restringir el dinero en algunas anualidades… Esto hace sufrir a todos los grupos por igual, buenos y malos, y compromete especialmente la viabilidad de los más ambiciosos, que necesitan estabilidad, inversiones a unos años vista, seguridad en las contrataciones… Desincentiva enormemente y acaba provocando pérdidas enormes, también de un capital humano muy valioso que cuesta mucho formar y que un país debe cuidar. Un verdadero desastre.

Lo que debería hacer el Gobierno, por el contrario, es identificar qué es necesario para mantener las cosechas y qué no. Y empezar a recortar de donde no. Tirando piedras contra mi propio tejado, creo que es obvio, por ejemplo, que las necesidades de inversión no son las mismas en ciencias sociales que en ciencias básicas. Así que una opción, para empezar, sería restringir (cuando no eliminar) los proyectos para ciencias sociales o disciplinas como Derecho salvo que se pudiera demostrar muy claramente que sin financiación adicional, por las razones que sea (que habrían de estar muy justificadas) es imposible llevar a cabo una determinada investigación (jurídica, por ejemplo). Porque, la verdad, si somos sinceros habríamos de reconocer que casi todo lo podemos hacer sin necesidad de financiación adicional. Pues pensemos seriamente en afrontar lo que es, sencillamente, la verdad (lo que requeriría, eso sí, cambiar las normas que vinculan a día de hoy en gran parte nuestra carrera profesional a este tipo de cosas para no salir comparativamente perjudicados también en ese punto por no tener proyectos, así como establecer mecanismos adicionales de financiación de ciertos bienes, esencialmente material bibliográfico, que ahora mismo se compran usando dinero de proyectos).

Otro tipo de restricciones podrían tener que ver con los usos del dinero, tanto en letras como en ciencias. Se podría y debería restringir mucho, por ejemplo, el dinero de proyectos que se usa para viajar o para congresos, pues estas actividades, aunque trabajos como el de Doménech y Puchades demuestran que generan algunas externalidades positivas [5] y por ello puede tener sentido su financiación pública, es lo cierto que, sobre todo, benefician muy acusadamente a los asistentes (prestigio, networking…) y no estaría de más, por ello, introducir restricciones en la financiación pública de los mismos, incentivando que se redujera la oferta sólo a los más útiles, así como fomentando que los sujetos más interesados en los mismos por la utilidad que extraen participen de su financiación en mayor medida (o busquen recursos adicionales no públicos para poder acudir). Que nos acostumbráramos a que a los congresos se va pagando, al menos, una parte del viaje y de la estancia no es malo. Obliga a quien acude a hacer un «esfuerzo» por ir que normalmente incidirá en la eliminación de los malos, inútiles o los que se pueden sustituir por otros medios de entablar contacto y difundir resultados menos costosos.

Por último, y dado que la ciencia financiada con fondos públicos debiera estar disponible para todos, como regla general no hay que financiar con dinero público la publicación o edición de resultados en formas no públicas. Más allá de obligaciones como las de la Ley de la Ciencia, cuyos arts. 15.1c) y 37 ya obligan a los universitarios españoles a publicar en Internet todo lo que hacemos [6] (y bien está que así sea porque sin duda ésta es y será la mejor manera de asegurar su máxima difusión, que es como se garantiza su mejor rentabilidad social) habría que empezar a asumir que ningún euro público ha de ir en la era de Internet a editar en papel (o internet) en revistas o editoriales privados trabajos científicos. Ese dinero se puede y debe ahorrar. La ciencia producida con dinero público que se publique en abierto y, si acaso, además, en las redes y en revistas o editoriales que la valoren por su calidad y quieran difundirla. De hecho éste es el leit-motiv del actual marco legal en la materia:

Artículo 37 Ley 14/2011, de 1 de junio, de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Difusión en acceso abierto.
1. Los agentes públicos del Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación impulsarán el desarrollo de repositorios, propios o compartidos, de acceso abierto a las publicaciones de su personal de investigación, y establecerán sistemas que permitan conectarlos con iniciativas similares de ámbito nacional e internacional.
2. El personal de investigación cuya actividad investigadora esté financiada mayoritariamente con fondos de los Presupuestos Generales del Estado hará pública una versión digital de la versión final de los contenidos que le hayan sido aceptados para publicación en publicaciones de investigación seriadas o periódicas, tan pronto como resulte posible, pero no más tarde de doce meses después de la fecha oficial de publicación.
(…)
6. Lo anterior se entiende sin perjuicio de los acuerdos en virtud de los cuales se hayan podido atribuir o transferir a terceros los derechos sobre las publicaciones, y no será de aplicación cuando los derechos sobre los resultados de la actividad de investigación, desarrollo e innovación sean susceptibles de protección.

Es decir, que siempre, al menos según establece nuestro ordenamiento jurídico, ha de haber publicación en abierto y gratuita. Si la ley se cumpliera, de hecho, a estas alturas habríamos detectado ya un cambio, quizás al principio sólo gradual pero no por ello menos potente, en nuestros usos y costumbres en materia de difusión de lo que hacemos. Y, en el futuro, incluso, podríamos hasta acabar cambiando la manera en que valoramos el impacto (por ejemplo, ¿seguro que si todo estuviera en abierto y disponible un elemento como el número de descargas desde servidores diferentes no sería muy relevante para atestiguar impacto?). Ahora bien, como estamos en España, y aunque el texto legal es impecable, hay que empezar con la manida coletilla (y en materia de Universidad, más todavía) de «si la ley se cumpliera…».

Véase, además, que la norma no impide, si el trabajo tiene el mérito suficiente como para generar interés en el circuito por así llamarlo «comercial», que se publique también allí. La norma prevé que esta posibilidad es perfectamente compatible con la publicación en repositorios públicos. Y es que, para difusión en soportes propietarios y demás, si el mercado tiene interés en unos contenidos, pues miel sobre hojuelas: es una manera de difundir más (de hecho, todavía muy importante) la buena ciencia. Pero no se debe admitir que el dinero público vaya a editoriales privadas cuando ya existe la posibilidad de poder difundir, y muy bien, sin recurrir a ellas. Más que nada porque, a día de hoy, a efectos de lo importante, que es la difusión del saber y de la investigación de calidad, ya no hace falta (o no debería hacer falta si este criterio se aplicara por todos y se montara una buena red pública en abierto de difusión de todo). Afortunadamente. De manera que, si el trabajo es de suficiente interés hay que presumir que el circuito privado no necesita que se le pague por publicarlo (algo que, además, por cierto, altera la pretendida pureza de muchas revistas científicas que lo exigen, y no pequeño, si luego pretenden ir de medidores de excelencia, calidad y demás), sino que ya suficiente beneficio obtiene pudiendo hacer uso de él para un producto, la publicación en cuestión, que luego vende a sus suscriptores (que precisamente lo que buscan es contenidos de calidad).

Como puede verse, se trata de ideas sencillas muy poco desarrolladas y que están lejos de ser un programa completo, pero que permiten dar una idea de cómo se podría ir cribando, que es de lo que se trata, identificando a qué tiene sentido dedicar dinero y a qué no.

Lo que es absurdo es hacer lo que está haciendo nuestro Gobierno, ya que una limitación de fondos lineal y generalizada condena al sistema (y lo condena con efectos que se prolongarán durante años). Con el agravante de que recortando, como nos pasemos, y a este paso vamos por ese camino, nos cargamos no sólo la calidad de la cosecha o de algunas cosechas sino incluso los campos que tanto esfuerzo de años ha costado ir desbrozando y poner en producción. Porque esto no es un barbecho que permita retomar la producción cuando se quiera.

Quizás algunas de las ideas aquí esbozadas puedan ser discutibles, y puede que me falten datos y conocimientos sobre cómo son las cosas en otras áreas, con lo que esto es sólo un planteamiento grosero de inicio para empezar a debatir. Pero lo que está claro es que hay que comenzar a decidir sobre prioridades. Y en este sentido, y lo digo trabajando como trabajo en un ámbito radicalmente distinto, me parece obvio que la prioridad a la hora de dedicar el dinero público ha de ser la investigación básica en ciencias mucho antes que en sus vertientes aplicadas más rentables (donde si hay posibilidades de obtener beneficios de mercado debiera buscarse financiación privada) y que en campos como el mío (Derecho) y en general las ciencias sociales donde la investigación no requiere de mucho dinero, sino de incentivos ambientales y de carrera profesional para que quien la hace bien y de calidad se vea recompensado. En cambio, que la ciencia en España pueda avanzar y mejorar o estancarse sí depende mucho de la financiación. De su cuantía y de que el «goteo» se haga bien, donde toca y como toca. De eso debería ir este debate.

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#1 Comment By alfonsotwr On 28 enero 2013 @ 8:23 pm

Estoy de acuerdo en que hay que priorizar y priorizar bien el gasto. Aunque sea con el riesgo de quien parte y reparte…

Sobre el no pagar a revistas, está el problema que la evaluación del proyecto se basa en el impacto de las revistas donde se publica, que en un campo dado puede que la mejor revista sea de pago.

Para mí, uno de los problemas de la ciencia en España es su absoluta desconexión con la industria, con el sector productivo; y parte de la culpa seguro que es de la parte científica, pero otra buena parte tengo la impresión que es del sector empresarial que no es capaz de encontrar beneficio a la investigación, y que cuando consigue ayudas a la investigación, no emplea los fondos en investigar para mejorar sus productos, sino en inversiones tecnológicas, ayudas encubiertas o consultorías que resuelven sus problemas, pero que no es investigación: y es que también creo que falla la evaluación final de si el proyecto ha sido exitoso.

#2 Comment By Andrés Boix Palop On 28 enero 2013 @ 9:03 pm

Yo lo siento mucho, pero la comunidad científica, con esas revistas «de pago» (y los perversos incentivos que generan) debiera ponerse sería ahora que la Red lo permite: nadie paga y las cosas se publican en otras plataformas, abiertas y públicas. Y que se busquen otro modelo de negocio todos estos señores que viven de hacer «el favor» a científicos y universitarios de publicar las cosas que hacemos.

#3 Comment By Garganta Profunda On 29 enero 2013 @ 1:06 pm

Hostia Andrés! Que te quieres cargar a las revistas de pago! ¿Tu sabeh lo que estah diciendo?

Ojo, que conste que yo estoy con usted, que tiene cojones que para muchos estudios de relevancia que deberían estar disponibles y abiertos al público y a la comunidad investigadora tengas que pasar por el aro de la suscripción.

Hace unos años, en el Hospital donde tenía a bien morar, formé parte de la Comisión Clínica de su Biblioteca (yo asín, me encanta perderme en ellas)…no se puede usted ni imaginar los tira y afloja a la hora de renovar las suscripciones. Cada especialidad médica barría para casa y le puedo asegurar que las cuotas para un «New England Journal of Medicine» o un «British Medical Journal» no es como abonarse a la «Muy Interesante»…

Algunas, las más putas, no dejan tener una licencia de consulta colectiva a nivel de Conselleria de Sanitat, por lo que cada dirección IP genérica (esto es, el Hospital de turno) debe pagar la suya. Son muy cucas. Tenga en cuenta que muchas de estas publicaciones son «apéndices» de sociedades científicas, por lo que les viene de puta madre para cuadrar balances tener ingresos no solo por socios, sino también por suscriptores…

¿Hay que seguir pagando esas monstruosidades por suscribirse a esas revistas de alto índice de impacto? Por supuesto que no. PUBMED (el superbuscador de artículos científicos en ciencias médicas/biológicas de la Biblioteca del Congreso de los USA) tuvo una iniciativa interesante hace unos años con Pubmed Central, donde los autores podían incluir GRATUITAMENTE sus artículo si así lo querían y alojarlos en esa página web. Y no funciona mal, la verdad. Ahora bien, no se si a algunas revistas de postín, esto no les hace mucha gracia y te obligan a firmar una clausula de incompatibilidad…

En fin, podríamos estar charrando sobre el tema largo y tendido pero no es plan. Lo que está claro es que luchar contra estos poderosos grupos editoriales (Elsevier sin ir mas lejos) es MU jodido…

#4 Comment By ocnos On 29 enero 2013 @ 2:18 pm

El problema es que al ser todo publicable vía web, estas revistas ejercen de»legitimadores» de la presunta calidad y solidez de lo publicado. Se supone que al someter a revisión por pares, por parte de un comité hipercualificado, se certifica la veracidad y el rigor de la publicación. Los que separan la paja del grano, hablando pronto.

Es cierto que a pesar de suponerlos escrupulosos y éticos, a veces les meten gatos (como el del científico surcoreano y la clonación), se les cuelan plagios y que marcan una línea de investigación «oficial» de la que a veces es difícil discrepar y rebatir (como le pasó a la ya fallecida Lynn Margulis en sus investigaciones biológicas, por ejemplo).

Aún así, el sistema no es del todo malo. Pero esto es sobre el impacto, repercusión y notoriedad. En lo de la accesibilidad de los resultados de investigación de las universidades, 100% de acuerdo, como en el resto del artículo.

Y destacar su humildad al proponer que en la distribución de recursos, se tenga en cuenta que es mas costosa la investigación en ciencias puras que en las sociales, siendo Vd. profesor de Derecho. A ver si se supera ese rollo de ciencias contra letras, que las dos son igual de importantes.

#5 Comment By Quebec On 29 enero 2013 @ 2:19 pm

Enhorabuena por el artículo, Andrés, creo que viene a llenar un hueco del que se habla de tanto en tanto pero quizá no tanto como se debiera, por su importancia para eso que nos cuentan de la «futura economia basada en el conocimiento» y demás blah-blahs de políticos. Creo que Alfonso da en el clavo con ese tema de la desconexión científica con una economía productiva que en España por tradición tiende a ser débil; El capitalista español se acostumbró a arriesgar siempre poco, buscar ganancias seguras, rápidas, y de escaso valor añadido. Como decía en el otro artículo de Andrés las consecuencias de ello en que exista una I+D privada (Limitadísima en España hasta donde yo sé) son evidentes, y la I+D pública para los objetivos estatales está muy bien, pero una vez el dinero deja de fluir la única salida para tantos y tantos investigadores hasta ahora financiados con dinero del contribuyente acaba siendo la consabida «fuga de cerebros», a producir para otros paises las patentes que aquí no pueden producir porque el estado está en bancarrota y a las empresas privadas españolas ni se las espera. En mi opinión todo esto forma parte de una gigantesca crisis ideosincrática y hay muchas aproximaciones que cambiar si se quiere salir adelante, cosa que costará mucho. Y contra el parecer de los así llamados liberales españoles no imagino otro actor capaz de hacerlo aquí que no sea el Estado, ofreciendo incentivos no sólo a los científicos, sino a inversores y empresas productivas que puedan arriesgar su dinero en invertir en esos campos en lugar de en AVEs, palacios de congresos y aeropuertos vacios.

#6 Comment By jasev On 29 enero 2013 @ 5:01 pm

Yo tengo una amiga muy creyente que está absolutamente convencida de que los profesores de religión los paga la Iglesia. No hay forma humana de convencerle de lo contrario, sería más fácil convertirla en monofisista.

De modo que el debate es estéril. No podemos ganar.

#7 Comment By Diana On 29 enero 2013 @ 5:03 pm

Muy buen artículo pero aquí suelto varias críticas con ánimo de crear debate:

– Sigo sin aceptar esa distinción ciencias/letras a todos los niveles. Muchas disciplinas y áreas del conocimiento no se sabe muy bien dónde meterlas y aquí sí que parece que Dios juega a los dados (o al cara/cruz). ¿Por eso tienen que tener menos subvención? ¿En qué te basas para decir que un proyecto de esas áreas necesitan menos capital?

– Uno de los principales problemas es que se ha invertido mal ese dinero, sí. Viva la picaresca española, sobre todo, a la hora de “contratar” (entrecomillado, por supuesto) mano de obra barata y fungible, es decir, becarios. El dinero del proyecto se funde y nadie continúa con la investigación o es sustituido por otra persona (a ser posible más barata).

– El problema de base es cómo se mide la actividad del investigador: el número de publicaciones e índices de impacto. Lo de la calidad, queda en entredicho. Y me diréis: los índices de impacto van relacionados con la calidad. Pues sí, o no, depende. Lo que está claro es que las principales publicaciones son un monopolio que llega hasta al mismísimo Murdoch (sí, el de los escándalos). En la prensa extranjera ya han hecho referencia a esta gran falta y lo llaman “capitalismo científico”. Tú, como científico, publicas sin cobrar y, a veces, incluso haces de “reviewer” por amor al arte (o a la ciencia, no se me cabreen). Estupendísimo.

Hace poco hicieron unas jornadas de Open Access y tiene su semana (eso que está tan de moda). La cuestión es que tendría que existir una implicación total por parte de los investigadores y mandar al cuerno a las editoriales. Al menos, poco a poco, se está haciendo presión y ya el autor puede mantener algunos derechos y dejar sus artículos en los repositorios. Mucho nos quejamos de los artistas y de que si no conservan sus derechos con las discográficas, galerías de arte, etc., y con esto pasa exactamente lo mismo: renuncias a tu propia obra, que tanto sudor y lágrimas te ha costado.

Para acabar sólo nombrar al santo de mi devoción: G. Perelman. Capaz de demostrar matemáticamente la conjetura de Poincaré publicándola en abierto y rechazando los premios que le ofrecieron simplemente diciendo: “si la demostración es correcta, entonces no se necesita ningún otro reconocimiento”.

Saludos.

#8 Comment By Thubandraco On 29 enero 2013 @ 11:25 pm

Un puñado de buenas reflexiones…
Solo enfatizar, aunque tú ya lo has mencionado, que es posible publicar en revistas especializadas, peer-reviewed con acceso de pago, y ese mismo artículo,aunque en una versión un poco diferente, pre-print por ejemplo, pero que ya ha pasado por los filtros de la revisión por pares en un repositorio institucional. También hay, cada vez más revistas openaccess peer-reviewed que «garantizan» la calidad del artículo.
Esto del acceso abierto es demasiado nuevo y con el paso del tiempo, inevitablemente las editoriales bajarán sus abusivos precios debido al auge, incentivado por la obligación legal, de la publicación en acceso abierto.

Como decía uno de los comentarios, la calidad de un artículo no se mide necesariamente por el factor de impacto de la revista… Si el artículo es bueno, da igual donde se publique, la única diferencia es que en una revista de alto impacto tendrá mayor visibilidad directa para el resto de científicos mientras que si se publica en revistas menos conocidas o en acceso abierto simplemente, para darle mayor visibilidad requerirá de publicidad a través de otros medios (redes sociales, blogs, notas de prensa,…) que además llegarán a un público mucho más amplio pero esto es harina de otro costal.

#9 Comment By Fulano On 30 enero 2013 @ 10:11 am

El problema que veo yo para publicar por medios alternativos a las revistas tradicionales es el comienzo de la carrera investigadora de uno. Cuando ya se te conoce mucho, puedes publicar donde se te antoje, como si quieres postear tus artículos en forocoches. La gente te leerá. Pero cuando aún no te conoce nadie, por muy interesante que sea el contenido, casi nadie se tomará la molestia de leerlo. Por el contrario, si consigues colocar artículos en alguna revista importante, por lo menos algo de impacto sí que tendrá.

#10 Comment By mikiroy On 30 enero 2013 @ 12:58 pm

Diana, hay una diferencia notable entre comprar un microscopio o unos reactivos o pagar un técnico que maneje un aparato complejo y comprar libros y asistir a congresos (los de ciencias también van a congresos, por supuesto)… todo puede ser respetable científicamente (así sin meterme con nadie en concreto :-D), pero el ALBA (el sincrotrón de Barcelona) o el CERN, por poner ejemplos notorios, no se construye con papel y chinchetas.

La última jugarreta del Gobierno, dilatando el pago (que no la ejecución, si no me he enterado mal) de los proyectos concedidos por el ministerio, me parece escandalosa. Si los investigadores y sus centros no reciben durante el primer año más que un 7-10% del proyecto concedido, y dado que los centros no tienen más que telarañas en las arcas, ¿qué van a poder hacer, además de jugar al mus?

Por otro lado, en mi trabajo me relaciono tanto con personal investigador como con empresas. Puedo deciros que los problemas de «entendimiento» entre ambas partes a la hora de colaborar en proyectos vienen por los dos lados. Muchas empresas no tienen dinero, o no se lo quieren gastar en I+D (quieren pagarla a precio de saldo y quedarse con todo lo que salga). Los investigadores por lo general van a lo suyo, que es la investigación. Si pueden conseguir fondos para financiar sus proyectos quizá se animen a colaborar con la empresa, pero si no, ¿para qué hacer el esfuerzo?

#11 Comment By InVino(Veritas) On 30 enero 2013 @ 3:02 pm

Efectivamente, conviene aclarar a la opinión pública que la Ciencia en Espanya no estaba tan mal. Y digo estaba, porque si el nivel actual de financiación se mantiene un par de anyos mas el sistema cientifico espanyol en su conjunto retrocedera a niveles anteriores a la Junta de Ampliacion de Estudios. Hay que tener en cuenta que el sector cientifico es probablemente el campo profesional con mayor movilidad internacional
(despues de los futbolistas de elite), por lo que un colapso como el que sufrimos tiene consecuencias nefastas a medio y largo plazo. Todos los que conseguiste mantener e incluso traer se marcharan, y encima escarmentados.

Para mi lo mas triste no es el recorte en el presupuesto (cosa probablemente necesaria) sino la absoluta incapacidad de la clase politica para «aprovechar» la crisis e iniciar reformas que eran muy necesarias en tiempos de bonanza, y ahora son esenciales para asegurar la supervivencia del sistema. Uno de los ejemplos mas claros es el estatuto funcionarial de la carrera cientifica. Yo no conozco ningun otro sector publico en el que la mayor parte de sus trabajadores pidan, por favor, que no les hagan funcionarios. Existen otros muchos modelos de exito probado (el mas comun el tipico tenure track) que seria posible aplicar sin demasiado problema. De hecho centros de excelencia como el CNIO o el CRG se caracterizan, precisamente, por no ser funcionariales. Sin embargo ningun gobierno se ha atrevido jamas siquiera a plantear tal cosa. Las razones, la verdad, las desconozco.

El segundo problema es , sin duda, el famoso riego a manta. En epocas de bonanza, el Plan Nacional (el instrumento fundamental de financiacion cientifica) tenia unos porcentajes de exito (esto es de proyectos concedidos) de hasta el 60%. Las convocatorias similares del NIH o de la NSF americanas rondan el 12-16%. Esto fomento una ciencia de minimos (si publico muchos articulos independientemente de su calidad estoy asegurado, si me arriesgo no) que dio como resultado un sistema mediocratico (similar en cierto modo a lo que sucede en la Universidad) : muy pocos muy buenos, muy pocos muy malos y un monton de mediocres. Eso explica que en impacto total estuviesemos en un honorable 10 puesto, mientras que las publicaciones de alto impacto fuesen muchisimo mas escasas. Esta anomalia se completa con un sistema absurdo de evaluacion, que valora igual un articulo en la revista polaca de edafologia agraria, que una portada en Science. Si estas cosas pueden arreglarse sin gastar un duro, la pregunta es por que no se hacen.

#12 Comment By Miguel Presno On 30 enero 2013 @ 11:21 pm

Senta, scusi, che paese è questo? Questo è un paese di merda.

#13 Comment By Napo On 6 febrero 2013 @ 8:51 am

Decir que la religión son «chorradas sobre supercherías» sobra. Dos cosas más, dudo mucho que el dato de los 500 millones de los que hablas sea cierto y puestos a buscar partidas en las que se ha tirado el dinero podemos empezar a buscar unas cuantas como el hecho de que sólo en la Comunidad Valenciana haya 6 universidades públicas, eso sí que es tirar el dinero…..o lo que costó la implantación de la asignatura «Educación para la ciudadanía». Menos demagogia.

#14 Comment By Andrés Boix Palop On 6 febrero 2013 @ 8:57 am

No sobra. Las «clases» de religión son exactamente eso. Adoctrinamiento chungo a base de chorradas, supercherías y tonterías para imbecilizar al prójimo.

#15 Comment By Napo On 6 febrero 2013 @ 11:23 am

Estimado Andrés, creo que te equivocas. Decir que la religión es un adoctrinamiento chungo a base de chorradas para imbecilizar…. sinceramente, no es propio de alguien como tú que como profesor e investigador debe ante todo respetar las creencias e ideologías del prójimo. ¿qué tolerancia es esta?
La fuente que citas es Europa Laica que a saber de dónde ha sacado ese dato y como lo ha inflado, no son sectarios ni nada. Luego hablamos de tolerancia, sí, con el que piensa como yo.

#16 Comment By Andrés Boix Palop On 6 febrero 2013 @ 11:32 am

Yo soy muy tolerante con la gente y respeto sus chorradas, pero no veo problema en calificarlas de chorradas si a mi juicio lo son. Por ejemplo, si el Estado decidiera hacer cursos de astrología en el bachillerato (o en la Universidad) creo que no sólo no sería una muestra de intolerancia calificarlos de indignos y de chorradas, así como criticar duramente que se metieran en el programa educativo, sino una obligación cívica.

Es decir, que respeto mucho las chorradas del prójimo (y en eso consiste la tolerancia) mientras no hagan daño a nadie, pero no me parece bien que se las meta el Estado, pagado con mi dinero, a niños indefensos en la cabeza (y en eso consiste participar del debate público defendiendo unos valores cívicos).

Respecto de la fuente, Europa Laica, a pesar de haberse difundido mucho la noticia, hasta la fecha, que me conste, no ha sido desmentida. En todo caso, y como no he hecho una verificación personal, por eso lo cito como lo cito, enlazando la fuente, para que todos podáis juzgar la credibilidad que os merece. El tema, en todo caso, me parece menor. Un solo euro de mis impuestos dedicado a pagar profesores de religión, algo que no pasa en ningún otro país civilizado, ya me parece demasiado.

#17 Comment By Napo On 6 febrero 2013 @ 12:24 pm

Te olvidas que hay muchos padres que pagan impuestos igual que tú y que quieren que sus hijos reciban clase de religión la cual (por cierto) no es obligatoria.
El rollito de que con mis impuestos ni un duro a las confesiones religiosas y mucho menos a la Iglesia está ya un poco trasnochado. Libertad de elección, libertad de enseñanza y libertad religiosa.. ¿te suena?
Por la regla de tres que tú propones… ni te cuento las cosas que se hacen con mis impuestos, con dinero público y me repatean.

#18 Comment By Andrés Boix Palop On 6 febrero 2013 @ 12:47 pm

Pues critícalas. No creo que eso sea intolerancia.

Yo también critico otros usos de mi dinero. Me llama la atención que sólo, al parecer, esté vedado cuestionar este.

#19 Comment By Napo On 6 febrero 2013 @ 12:58 pm

Si empiezo…. no acabo quizá lo mejor sea el Estado liberal (nada intervencionista) en el que prime el principio de subsidiariedad ante todo, en el que paguemos pocos impuestos y en el que el Estado sea famélico. Visto lo visto me empieza a parecer lo mejor y no soy de la Escuela de Chicago. Un placer mantener este diálogo contigo.
Saludos!!

#20 Comment By galaico67 On 6 febrero 2013 @ 3:31 pm

Hombra, napo, estaría bien, de hecho es lo que indica el concordato, que la Iglesia se autofinanciara. Pero cualquier paso en esa dirección se obvia por los interesados.

Por lo demás, los impuestos son lo que son. Quiza podríamos poner casillas para decir que queremos y no queremos financiar, pero luego iba a ser un follón repartir los carnets para que al usar determinados servicios te cobraran en proporción ( por cierto, en las Iglesias te cobran por los servicios, aunque tengas carnet de socio..).
Asi, si lo que quieres es no pagar sanidad ni pensiones, porque tu te lo guisas y te lo comes, habría que darte un carnet para que te cobraran eso cuando lo usaras. Y a mi uno en el que no se pagara la policia, los jueces, las lineas de AVE, los puertos y las autopistas, iba a ser la mar de divertido….

#21 Comment By Andrés Boix Palop On 7 febrero 2013 @ 1:38 pm

A mí los debates civilizados no me molestan. Es más, me encantan. Así que estoy también encantado, napo. Dicho lo cual, no estoy de acuerdo con lo que dices.

Porque el hecho de que los impuestos sean como son, y paguemos por muchas cosas que no nos gustan, digo yo que no nos impide quejarnos, criticarlo e intentar cambiarlo. Por eso veo absurdo que me digas que lo que pasa con la religión pasa con muchas otras cosas quizás peores como argumento que invalida y convierte en una falta de respeto plantear que algo así se financia de modo acuerdo a lo que es: un tema privado que no genera ningún beneficio social que lo haga acreedor de recibir fondos públicos. En el fondo esto de pagar profes de religión es una cosa muy española: cargar a los impuestos de todos los vicios y manías privadas de una minoría (en este caso la burguesía catolicoide del país) que es muy católica y tal, sí, pero que de rascarse el bolsillo y pagar las clases de religión para sus vástagos en horario extraescolar, nada de nada.

Veo, sinceramente, un salto lógico importante por tu parte a la hora de pretender que no podamos hablar de estas cuestiones o criticarlas. Que en el fondo tiene que ver con lo que es en esencia la religión y lo que aspira a ser en la sociedad: un espacio donde la crítica, la razón, el cuestionamiento de dogmas y del debate han de quedar proscritos.

#22 Comment By Baturrico On 11 febrero 2013 @ 5:10 pm

Agradezco al Prof. Boix que se pronuncie al respecto sobre la financiación del I+D. Desde el frente de la investigación, y con la experiencia que me da el poder comparar entre los sistemas alemán, norteamericano y español, habría que destacar la manera en que se ha resuelto la financiación en España, que en general ha contado con instrumentos bien diseñados y con éxito. El plan nacional, las ayudas complementarias, las convocatorias de becas FPI y FPU, los programas Juan de la Cierva y Ramón y Cajal, etc., han sido en muchos casos fórmulas que han funcionado, depurándose en los últimos 30 años. Todavía con disfunciones y errores, como el ‘café para todos’, premiando por igual a grupos ciertamente excelentes y otros más bien de modesta calidad. Y también por la perturbación que supone obligar a muchos investigadores de éxito perder el tiempo preparando absurdas oposiciones y habilitaciones y papeles de acreditación y obligarles a juntar puntitos en apartados absurdos para baremos impresentables pensasdos para primar siempre a los que chupan rueda en la casa; todo para lograr el ansiado funcionariado.
Desgraciadamente el esfuerzo realizado no ha sido suficiente, pero ha conseguido un nivel relativamente alto de calidad, sobre todo en algunas áreas como la medicina, la astronomía, la física de partículas o la paleontología. En estas tres últimas áreas vamos a ver un hundimiento a medio plazo de la calidad y la producción científica, precisamente porque no son áreas «aplicadas» con un retorno inmediato.
Sea como sea, la desmoralización de muchos de nuestros investigadores en ciencias básicas, que cuentan con una enorme movilidad (como bien se indica por algún contertulio) y pueden comparar de inmediato como se hacen las cosas aquí, allá y acullá, es tremenda. Los aplazamientos de fondos, la manipulación contable hecha este año en el Plan Nacional, la suspensión de fondos en algunos casos, el cese fulminante de becarios en algunas CC.AA., la falta de perspectivas para doctorandos y becarios postdoctorales, el vaciado de alumnos en el programa de máster por tasas abusivas, la propia bajada de sueldo, las cuitas de los profesores-precarios en la universidad por estabilizarse en plazas pensadas para explotarles, las trabas a la movilidad de otros que no hablan lenguas propias o son ‘pata negra’ para integrarse en nuestro sistema… La desazón en este colectivo, tradicionalmente crítico con el poder, pero valiosísimo en términos intelectuales para nuestro país, es enorme. Desde las instancias del poder se ningunea o incluso se criminaliza a los investigadores, y se miente y manipulan los números descaradamente. El precio que vamos a pagar es muy caro. Pero en un país que desprecia lo que ignora, volvemos al s. XIX, y necesitaremos la suerte de otro Ramón y Cajal para poder pensar en nuestro entorno sin deprimirnos. Mal futuro nos espera, con tan incompetentes gobernantes, y con sus prioridades completamente irracionales, más cerca de sacristías, despachos de abogados, cacerías con caciques y nobles y campos de golf, que de las bibliotecas, laboratorios y aulas donde tendríamos que labrarnos el futuro.

#23 Comment By Andrés Boix Palop On 11 febrero 2013 @ 7:24 pm

Plas, plas, plas…

#24 Comment By Rosanna On 20 abril 2013 @ 9:28 am

Molt bon article, Andrés.

Una puntualització pel que fa a revistes gratuïtes o de pagament: el sistema de premis a la investigació (els sexennis) estableix obligatòriament, com a referents de puntuació, una sèrie d’índexs com Web of Science (Citation Index) o Scopus que són de pagament, *i primen revistes de pagament*, especialment nord-americanes.

Per tant, la primera tasca (d’un govern coherent) seria desplaçar aquests índexs (també de pagament) en favor d’altres sistemes de medició d’impacte, com per exemple descàrregues de repositoris, o consultes en xarxes socials d’investigadors (Mendeley.com, Academia.edu, Google Academics…).

I dic consultes i no cites, perquè hi ha àrees enormes en què un treball sobre un determinat tema, per bo que siga, no serà citat fins que, en un futur potser llunyà, algun altre investigador torne a tocar precisament el mateix tema, d’entre milers, amb l’agreujant que, si es redueix la comunitat d’investigadors (i es reduirà perquè els joves investigadors abandonen, per a poder guanyar-se la vida en alguna altra cosa), hi ha menys individus que puguen investigar i, per tant, citar el treball en qüestió o d’altres.

Ja sabem que ara, a més, de passar un sexenni a no passar-lo, el professor universitari passa de 240 hores d’aula (més tutories, correccions, preparacions) a 320 hores. Poca gent és conscient que, a diferència dels professors de primària i secundària (també enormement assetjats per polítiques nefastes), el personal universitari són abans que res investigadors, que a més fan classe. També, doncs, aquest estrangulament d’hores (sumant-se al tancament de l’aixeta) tendeix a convertir en inviable la investigació.