El Señor De Los Anillos: los Anillos del Poder, Temporada 2 (Amazon Prime, 2024)
Hace dos años, aquí ya les dimos una tabarra interminable con la primera temporada de Los Anillos Del Poder. Y probablemente se pregunten ustedes: ¿hace falta comentar más? ¿Acaso La Página Definitiva nos proveyó hace dos años de un Análisis No Definitivo? I want my money back! Pero tranquilos, aquello solo fue el análisis definitivo de la Temporada 1 y del Universo Tolkien (universo del que también tenemos otro Análisis Definitivo, si el anterior no les gustó). Y como Amazon dio un toque importante a los showrunners de la primera temporada, casi casi podemos decir que es una serie nueva, y merece su análisis nuevo. En mi caso, además, de repente tengo la impresión de que las únicas series que salen son policiacas deprimentes protagonizadas por una mujer joven acompañada de un cínico veterano e indagando en los posos sociales de los estertores del neoliberalismo, y creo que he llegado a algún punto de saturación que me exige cambiar de aires.
Previously…
Tolkien, por si no se leyeron el análisis de la primera temporada, era un señor tan ultracatólico y tradicionalista que haría que Santiago Abascal parezca un progremierda cualquiera. (Que a pesar de eso nos caiga mejor que Abascal tiene que ver con el detalle de que Tolkien era católico en un país de mayoría anglicana, y eso de ser minoría por alguna razón te hace ser muy quisquilloso con cositas como las libertades individuales y de conciencia, el inconformismo, los derechos civiles, y una limitación de los poderes del Estado que no se limite a los tributarios.) Partiendo de esa base, sacarle interpretaciones progres a su obra es casi imposible. Como mucho, se le puede pasar un barniz para tapar lo más carca. Peter Jackson hizo un buen trabajo en ese sentido, lo que sin duda contribuyó a popularizar la obra, pero la avenida “apolítica” tiene un límite. De donde no hay no se puede sacar.
De hecho, hace poco revisité la obra de Jackson, y hay que decir que ha envejecido regulinchi. Tiene la excusa de que eran tiempos un poco más naif que ahora, y hoygan, al fin y al cabo estaba adaptando lo que salía en los libros tal cual (es decir, que los buenos son todos superhombres arios, y los malos así como morenitos). No es por acusar a Jackson… pero hoy en día VOX podría tomar la batalla de los Campos de Pelenor, grabarle encima un audio de Abascal hablando contra la inmigración, y les saldría niquelado.
Sin embargo, como Jeff Bezos está en esto por la pasta (al contrario que Elon Musk, que ya está a otra cosa) y había que aumentar la audiencia, el planteamiento original para esta adaptación era “incluimos minorías, y ya tenemos una serie apta para el mainstream”. Afro-elfos, elfo-asiáticos, regentes negras… los sospechosos habituales ulularon cual clan kurdo al que Erdogan hubiera matado al jefe ancestral, pero el mainstream no tuvo ningún problema. Los unos, por progres, y los otros, porque se ve a la legua que los elfos afro-asiáticos son, ante todo, gente de orden, limpita y sin tatuajes. Vamos, lo que vienen a ser los elfos: unos putos pijos que mean perfume. Terry Pratchett queenpazdescanse sí que los caló bien. Por favor, pónganse en pie para esta cita de Lores y Damas:
“Los elfos son prodigiosos. Provocan prodigios.
Los elfos son maravillosos. Causan maravillas.
Los elfos son fantásticos. Crean fantasías.
Los elfos son fascinantes. Proyectan fascinación.
Los elfos son encantadores. Urden encantamientos.
Los elfos son terroríficos. Engendran terror.
Lo que tienen las palabras es que los significados pueden retorcerse como una serpiente, y si quieres encontrar serpientes, entonces búscalas detrás de palabras que han cambiado de significado.
Nadie ha dicho nunca que los elfos sean buenos.
Los elfos son malos.”
En realidad, si la serie cojeaba, no era por la inclusividad, sino porque era tan previsible, blanda y aburrida como votar al PSOE. Es decir: era un producto sin riesgos, y tan dirigido al centro que quedaba desdibujado. Así que los nuevos showrunners le dieron una vuelta al conceto y concluyeron que había que mover un poco la escala. Y como moverla hacia Lo Progre es casi imposible sin desnaturalizar a Tolkien, hubo que mover hacia Lo Carca. Vamos, que se han dado cuenta de que hay por ahí un potencial mercado de gente que quiere su producto bien facha, y hacia allá que se encaminan.
Candidata a serie facha
En primer lugar, se han cargado a la madre soltera que disfrutaba del sexo interracial mientras se convertía en una lideresa de la comunidad. Eso a los fachas como que no les gusta, así que se cepillan a la pobre señora, y a otra cosa mariposa.
En segundo lugar, los reyes adquieren un papel cada vez más importante, luchando en primera línea de batalla y tal. Gil Galad, Miriel, Durin III (tras un breve lapso neoliberal, pero se le perdona porque obviamente ¡lo hacía por enriquecer a su pueblo!)… todos tienen hilo directo con los Dioses, todos se sacrifican por los suyos, todos están preparados, qué digo, PREPARADOS, en suma: todos son la hostia. Bueno, Adar también se juega el tipo, y además sin casco, pero joder, eso es porque es un salvaje, no un ser civilizado.
En tercer lugar, el elfo negro: tanta charla que dio en la primera temporada, y en esta le han dado veinte frases mal contadas y le han tenido saltando de aquí para allá para, primero, salvar (suponemos que para darle empaque heroico, porque desde el punto de vista del guion ni siquiera hacía falta) cual Deus ex machina a la damisela en apuros, y segundo, casi morir en la obligada batalla.
En cuarto lugar, reducimos considerablemente el papel de los hobbits (recuerden: los gitanos de la Tierra Media, al menos hasta que les den propiedades inmobiliarias allá por la Tercera Edad, momento en que serán indistinguibles políticamente de un lord escocés). La trama de los hobbits fue una de las más pesadas de la T1, así que la han acortado al mínimo, y además separando al Extraño para que viva sus propias aventuras, porque no nos engañemos, lo que a la gente le interesaba de esa trama era si el Extraño era Gandalf o no. SPOILER: sí, lo es. Lo cual ya plantea un importante problema de continuidad, uno que los morreos entre Elrond y su suegra no plantean, por mucho cringe que den: que los libros originales son bastante claros en que los magos no llegaron a la Tierra Media hasta la Tercera Edad. Y además llegaron en barco a Lindon, donde Cirdan le dio a Gandalf su anillo élfico, BTW. De modo que Gandalf ni podrá estar presente en la batalla final de la serie (que ya sabemos que no estará, porque ni de coña habría dejado a Isildur quedarse con el dichoso anillo de recuerdo), ni puede realmente intervenir en las historias “importantes” de la serie, léase Númenor+elfos. Así que, o se pone a intervenir disfrazado, lo que no es en absoluto su rollo, o estamos ante dos series diferentes metidas en el mismo metraje. A ver por donde tiran. Por cierto, su nombre viene, agárrense, de que los hobbits le llaman “Grand-Elf”, porque nunca han visto un elfo.
La parte hobbit, de hecho, se modifica sobre la marcha (de repente aparece la amiga de Nori porque patatas) y se convierte en lo que esta serie debería haber sido desde el principio: un documental, en este caso sobre los orígenes del Pueblo Mediano. Los hobbits de la T1 ahora se encuentran con una tribu hermana, pero una que ha decidido asentarse. Por cosillas de magos, su hogar queda destrozado, y se tienen que pasar a la vida migrante. La cosa la dejan como que al final de la serie encontrarán la Comarca – lo cual sería de nuevo una quiebra del Canon, pues eso ocurrirá 1600 años en el futuro.
En quinto lugar, Númenor está cayendo bajo una dictadura así como supremacista, con un nuevo rey que se mete con los Viejos Creyentes, y cuya propaganda oficial califica al resto de la Humanidad como “Hombres Menores”. Que la serie te pinta como algo feo, ¡pero para los que nos leímos el Silmarillion eso no es más que la conclusión lógica a 2500 años de historia numenoreana! ¡Que esta gente vive ahí en su isla, convencidos de ser lo más mejor del mundo mundial, literalmente a las puertas del Paraíso y de los Dioses/Valar! ¡Que en los libros los Viejos Creyentes no eran perseguidos por apuntarse al internacionalismo humanista, sino por tener contacto con los pijos de los elfos! ¡Que la Caída de Númenor no vino por tratar como la mie*** a los refugees de las Tierras del Sur, sino por levantar la mano contra los Dioses! Porque así funcionan los Dioses: el sufrimiento humano se la suda, pero ¡Ay! como no pagues el diezmo.
Y finalmente, los Orcos se vuelven claramente (es decir, se vuelven aún más) un trasunto del comunismo realmente existente en la cosmovisión facha: gente sucia, que no respeta a sus superiores élficos, habla en una lengua así como eslava con muchas consonantes, y su líder no tiene ni linaje ni lleva corona y se hace llamar “padrecito”, igual que Stalin. ¡Si hasta tienen las peleas internas y defenestraciones de jefes tan propias de la izquierda!
Con lo cual el genocidio orco vuelve a estar plenamente justificado. Curiosamente, la serie también nos trae, tras seis películas y temporada y media de serie, la primera imagen de “civiles orcos”, una mujer con un bebé, e incluso soldados orcos que están en plan “oche, esta guerra solo beneficia a Minas Rheinmetall y Kâzhad-Krupp, ¿por qué seguimos aquí en vez de irnos a casa?” La afamada “sociedad civil”, esa que Galadriel juró que iba a exterminar hasta el último miembro, pero es que ella es rubia y de buena familia, así que no pasa nada.
Kinder Silmarillion
Parte de la blandura/previsibilidad de la serie, cabe recordar, viene del problema material: que son obras con más de 60 años que nos hemos leído todos mil veces, y que hay que respetar el canon de las películas. Es decir, es una serie donde ya sabemos qué va a pasar – y en la primera temporada, encima, pasaba 1:1 como nos imaginábamos que pasaría. Por eso aquí recomendamos verla como documental, y el tiempo nos ha dado la razón. El plot twist de la segunda temporada se ha limitado a “sí, ya sabes lo que va a pasar, listillo, pero no sabes cómo, y vamos a retorcer un poco el Vacío Tolkiano para intentar sorprenderte”.
Para ello, también, hay una serie de desarrollos que, laverdá, no nos esperábamos. El más principal de todos, Adar, ese señor que es a Sauron lo que Pablo Iglesias a Perro Sanxe: es decir, el que viene desde abajo y monta el tinglado, la ilusión si lo prefieren, el que pone Mordor en valor, el que se curra una Unidad en lo Orco que se caga la burra… para que luego llegue Sauron con su aura “soy guapo” y se lo quede todo. De hecho, Adar se lo huele, y su sorprendente arco es que ¡les ofrece una alianza a los elfos! Bueno, a Galadriel, que tras ser engañada por Sauron está receptiva, pero vamos, que estamos ante el equivalente tolkiano de una entente Reino Unido-URSS, dos tipejos antagónicos que nunca te imaginarías, juntos para derrotar al Señor de las Mentiras. Las guerras crean extraños compañeros de cama.
Luego, además, meten el teasing más heavy en lo que llevamos de serie. Porque se supone que Sauron “nunca tocó los Tres”, pero aquí le tenemos a puntito a puntito de tocar a Nenya – pero la heroica fémina salva el día (la temporada entera ha sido dirigida 100% por mujeres, en un guiño woke para atraer incaut@s).
(Lo que ya no sé si es woke, facha, o simplemente el viejo truco de situar narrativamente en la oscuridad/noche las escenas donde se le ve el cartón a tu CGI, es la manía, que no recuerdo de la T1, de hacer escenas oscuras. No “oscuras” como en “serie escandinava donde la mujer descubre que el marido es en realidad su padre que la abandonó de niña para trabajar en un orfanato donde les lavaba el cerebro a huérfanos de la dronja para hacerlos del Levante FC”, sino como en “rodamos a oscuras”. A poco que tu como espectador tengas algo de luz en la habitación, no reconoces un pimiento durante media temporada.)
Perspectivas
Los showrunners, podemos decir, han identificado al menos parte del problema, y han reaccionado: en vez de darles a los del Tolkien Estate todo lo que quieren y más (es decir, diálogos y canciones en Quenya, y digresiones de media hora sobre algún detalle menor del estilo de vida de los Medianos), vamos a darle al público todo lo que quiere. Y lo que el público quiere son las tramas molonas, es decir, elfos (o, como nos gusta decir aquí: “el PP de Castilla y León”) y Númenor (o, como nos gusta decir aquí: “el PP de la M-Ciudad”), preferentemente con traiciones y batallitas. Así que han potenciado eso, han reducido la parte hobbits, y se han inventado aventuras de Gandalf en el Lejano Oriente, luchando contra otro mago que se ha vuelto malvado. Intuimos que seguirán así durante el resto de la serie, tres temporadas de nada. Ya dijimos que se nos haría cuesta arriba, aunque al final hemos picado con la T2. ¿Y por qué? Pues por ustedes, por qué va a ser. Llevar el Anillo de la Cultura Popular al Monte del Fango es nuestra tarea, y en ella estamos y no desfalleceremos (mientras no llegue ningún Valar a poner 20 kilos en la mesa y una licencia de televisión para Númenor).
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Comentario de pululando (30/10/2024 12:41):
Los Oscurillos del poder… muchos cuartos gastan para rodar cosas que directamente no se ven. Supongo que Bezos lo verá en un sala de cine o algo así. Eso, unido al guion sin pies ni cabeza, la hacen muy recomendable para predormir antes de ir a la cama. Ese es su nicho.
Comentario de emigrante (31/10/2024 09:26):
Muchas gracias por la reseña, no vi la primera temporada ni creo que me anime pero ya está usted que se sacrifica por nosotros.
De todas formas un pelín defraudado sí que estoy al no ver mezclada la trama con los acontecimientos de más rabiosa actualidad como en los viejos tiempos. Esperaba la narración épica de la caída de Elrrendjón y las lágrimas de Yolandriel al no poder rescatarlo. Los planes de Tar Pablemón para recuperar el trono de Númenor con la ayuda de la bruja Avería, digo Fallarás. Y los valar haciendo el indio en la India y como que no se enteran.
En fin, tampoco quiero hurgar demasiado, espero que el luto pase pronto y le tengamos aquí de nuevo.
Comentario de UnoQuePasabaPorAqui (04/11/2024 14:39):
Una lástima. Esta temporada he tratado de volver a verla y una vez mas he parado aburrido en el 4º-5º capítulo. Lo justo para disfrutar de estas reseñas.
Comentario de Catalannister (05/11/2024 01:02):
Entiendo que el autor no le pueda sacar a la serie ni la miguilla para hacer símiles con la actualidad política, porque las tramas políticas de la serie son el vacío más absoluto. Lo de los elfos es como un eterno congreso del PSOE con Vacío al frente, todo son sonrisas bonitas y una sociedad donde no existe el conflicto, salvo por dos o tres barones tocapelotas. La caída de Númenor es menos interesante que la de UPyD. Y así con todo. Uno simpatiza con los orcos bolcheviques, pero solo por ver si consiguen matar a todo el mundo.
Comentario de Agente Z (08/11/2024 16:37):
Yo quiero animar a que pasen de la fantasía a la cifi, porque con Donald Trump + Elon Musk, definitivamente hemos llegado al cyberpunk.
Aunque casi ganando en lo grotesco a William Gibson y Philip K. Dick.
Comentario de emigrante (09/11/2024 12:10):
#5. Yo llevo ya tiempo recomendando al señor Jenal que se vea la de “The Expanse”. Probablemente esa serie sea el escenario al que nos conduzca el sueño de Elon Musk, incluso hay un personaje en la segunda temporada que parece inspirado en él. Además es una gran serie con muy buenos personajes y la más realista científicamente con diferencia.
Comentario de Batarato (28/11/2024 17:24):
Nota pedante: lo de que Gandalf significa Gran Elfo no es ninguna ocurrencia, es cierto salvo por el hecho de que Gandr significa “báculo mágico” y no “grande” (aunque no se adapta tan bien a la descripción del personaje entiendo que resulta más cómodo dado que el nórdico antiguo no está tan presente en el vocabulario inglés, y mucho menos en el español, como lo está el latín). De hecho, originalmente iba a ser el nombre de Thorin Escudo de Roble puesto que el Gandálfr de la mitología nórdica era un enano también. Teniendo en cuenta esto, llamar Álfr a un Maia porque no has visto ninguno antes no parece una excusa tan mala; al menos no resulta tan absurdo como llamárselo a un enano.
https://en.wikipedia.org/wiki/Gandalf_(mythology)