El Deshielo (HBO, 2022)

Polonia, segundo intento

Hace poco nos metimos entre pecho y espalda una serie polaca con el poco disimulado anhelo de que nos sirviera de metadona para las series nórdicas. Y no funcionó. A ver, satisfizo nuestras obsesiones político-históricas, pero a cambio descuidaba la sangre y el horror existencial. Pero nosotros siempre estamos dispuesto a darle una oportunidad a Polonia, pueblo hermano donde los haya (¡si hasta han imitado nuestras elecciones de julio en sus elecciones de octubre, encumbrando a un Vacío liberal con una coalición de perdedores de esas que no representan a los Nacionales de Bien, obligando a su Preparado local a nominar primero a la lista más votada!), y nos hemos apuntado a una segunda. Y esta vez sí: casquería, podredumbre social, suicidios, abismos de miseria humana, y una entrada en la Wikipedia que solo existe en polaco y euskera. Dame más, HBO.

A diferencia de la anterior, esta serie tiene lugar en un escenario concreto y real, la ciudad de Szczecin, asomada para más inri al Mar Báltico, porque la amargura existencial es concreta, no abstracta. Y en este caso las credenciales escandinavas del escenario son sólidas: bajo dominio danés entre 1173 y 1227, bajo dominio sueco entre 1630 y 1720. Es decir, ha sido más tiempo escandinava que polaca, porque hasta 1945 era política y demográficamente alemana (o, más satisfactoriamente, prusiana). Por cosillas acaecidas en 1945, de la ciudad original y su inequívoca arquitectura báltica (mucho ladrillo visto y algo de pizarra, las canteras de piedra no abundan en la llanura nordeuropea) queda poco, quitando homenajes posmodernos, casi todo son edificios de aluvión y realismo socialista construidos con prisas y pocos medios en los 50 y 60, lo que deja una ciudad que, bajo la lluvia, la niebla y la nieve pues resulta todavía más deprimente.

 

(NOTA: yo pasé por el voivodato hace años, y en verano es una zona muy agradable, para nada deprimente, y sobre todo asequible. En la vida, uno puede tener tranquilidad comunista cutre pero barata, o esforzados lujos capitalistas, allá cada uno, lo que jode es que en España nos hayamos abonado a combinar lo peor de ambos mundos.)

 

Cuando pensamos en “Europa Central en sentido amplio” (desde Nantes hasta Lvov y desde Bucarest hasta Rotterdam, mahomenoh – todo lo que no sea abiertamente mediterráneo, atlántico o escandinavo), pensamos en Paris, en Berlin, en Praga, en sitios con un cierto glamur y pasado. Pero esos sitios son la excepción (y solo si no te fijas demasiado), dos tercios largos de Europa Central es lo que vemos retratado aquí: ciudades como Bielefeld, Amiens, Eindhoven, Bremen, Brno, Bratislava, Timisoara, o en este caso Szczecin. ¡Y todavía hablamos de ciudades grandes! Ni les cuento si bajamos a la división “menos de 100.000 habitantes”, donde vive gente que cree que en el Riu Palace de Magaluf vivía Lorenzo el Magnífico. Más lluvia que en Galicia, edificios grises sin ascensor con pintura desconchada y donde todo huele a madera húmeda en diversas fases de putrefacción, urbanismo que aún arrastra los pecados del desarrollismo de los treinte glorieuses, poner árboles en las calles es propio de masones, industria pesada (o su equivalente) lentamente cogiendo herrumbre, calles muertas a las cinco de la tarde excepto por tres bares de alcohólicos o algún fast food étnico gestionado por inmigrantes (inmigrantes que al cabo de una o dos generaciones caerán en el mismo torpor existencial que los nativos, nada que temer, Eurabia solo sirve para las pajas de los fachas), algún equipillo de medio pelo que una vez llegó a cuartos de la Champions para ser eliminado por el Real Madrid… Eso, señores, es Europa destilada, y la serie lo captura de manera sobresaliente. Nuestros dieses.

En esta ciudad, decíamos, con su atmósfera que parece una sopa de lentejas fría, se empiezan a producir asesinatos, a cadáver por episodio casi. Primero un mendigo, y luego la hija del fiscal general, que además estaba embarazada y está claro que alguien le sacó el crío, al que ahora hay que localizar mientras buscamos al culpable. A pesar de los obligados conflictos de la víctima con familiares varios que no son trigo limpio, esto no es un quienhasio, se trata de ahondar en la depresión, y pronto empiezan a salir enfermos mentales y asesinos en serie con truculentas aficiones, como crucificar a sus víctimas. Asesino, además, con apellido con resonancias alemanas (“Kreutz” –“cruz”, para más INRI- no es exactamente el alemán “Kreuz” pero más similar que en polaco), para no dejar ni un solo palo sin tocar, y que realiza sus crímenes mediante minions porque cumple 25 años de condena en aislamiento total.

En realidad, la serie se desarrolla sobre tres ejes. Arriesgada apuesta, pero que funciona porque cada uno de los tres da una bajona que no veas. La búsqueda del asesino, la búsqueda del niño, y la agonía interna de la prota por el suicidio de su marido. Ahí es . Un poco lioso a nivel de guion (diría que incluso con gazapos serios que no encajan), pero se le perdona porque a estas alturas estamos metidos bajo la manta y abrazados al cojín hasta crujirlo.

 

Deshelados

Katarzyna Zawieja: la prota principal. Policía dura y bregada. Su marido, también policía, se suicidó (aparentemente) unos meses antes, pero la policía ha dado carpetazo al asunto. Todos le dicen “vete a casa y túmbate”, ya saben, ese remedio contra la depresión. Ella en cambio prefiere correr detrás de vagabundos ensangrentados y buscar cadáveres en contenedores de basura, se ve que le ayuda a poner sus propias desgracias en perspectiva.

¿Cómo tienen que imaginarse a Zawieja (asumimos que están leyendo esto para no verse la serie, ¡es la única razón para nosotros para escribir todo esto!)? Pues imaginen a un joven Ed Harris, que se cambia de sexo para ser mujer, y tiene un día realmente MALO.

 

“Necesito que suba al escenario alguien con un cubata, porque mi siguiente truco es cagar cubitos de hielo”.

 

Con su madre no se habla mucho, no sabemos por qué, la madre parece maja (y se viste como en una telecomedia de los 90, mientras Zawieja está abonada al gris, al negro, al verde oscuro y en general a unos colores que hacen que una convención de existencialistas franceses parezca el carnaval de Rio de Janeiro). Sonreír, lo hará solo en los 15 minutos finales.

 

Krzysztof Trepa: el ayudante de Zawieja. Pese al apellido, no es un trepa, sino un leal compañero, excepto por su manía de comer nueces a todas horas.

 

Andrzej Radwan: el compa malo. También en proceso de divorciarse. Compañero del marido suicida. Lo de vivir en un trailer es una concesión al público americano, entendemos, porque en Europa Central eso sería tan deprimente queaaah-migo, ya lo pillamos.

 

Michał Strzelecki: en vez de fondos de cohesión, la UE debería mandarles vocales a esta pobre gente. Strzelecki es el fiscal general de Szczecin, y quizás se pasa un poco de frenada metiendo a la gente en la cárcel. Como se lo merece, pues trampeamos un pelín con las pruebas. Fiscalía Te Lo Afina es una corporación internacional.

 

Valoración

Por ahora no se intuye una segunda temporada. Eso no tiene que ser malo, simplemente han concluido que ya se ha transmitido todo el mensaje, y pa qué insistir. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. ¿Y cual es el mensaje? Pues el mismo que cualquier serie escandinava (y por eso le damos el prestigioso premio “Escandinavos de Oro 2023 LPD”): que no hay desgracia lo bastante grande como para no taparse con otra desgracia más grande aún.

Aunque en puridad el mensaje contiene una coletilla, en la que asoma el carácter católico de Polonia: no hay desgracia lo bastante grande como para no taparse con otra desgracia más grande aún… o con la inocencia de un niño. El bebé de la muerta y la niña de la prota rompen la representación, hasta ese momento perfecta, de un mundo sin Dios. Sí, en lugar de Dios han puesto juguetes tirados por el suelo, berrinches a las 3AM, y criaturas que te dicen a la cara “nunca te quieres quedar a jugar conmigo, estás como papá y eso quiere decir que te vas a morir igual que él”. Mancha que cual pañal cagao en un restaurante emborrona la serie, pero es que este año no hemos visto ninguna otra escandinava. Kurwa.


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  1. Comentario de Archivista (04/12/2023 22:09):

    Happy Valley. Es bastante deprimente, pero además es buena y tiene tres temporadas

  2. Comentario de çscytaleg (05/12/2023 08:50):

    Unos tienen la fama y otros cardan la lana. El Riu Palace no es de Magaluf, es de la playa de Palma. Cerca del balneario (Ballermann) 6

  3. Comentario de UnoQuePasabaPorAqui (12/12/2023 14:48):

    Hay una serie de AppleTv sobre un universo alternativo en el que los rusos llegan primero a la luna, y la carrera al espacio sigue y sigue hasta llegar al presente (for all mankind), que creo que a l Sr. Jenal iba a gustarle. Vale no es el estilo que se ve en estos lares (americanada total, un solo capítulo probablemente cueste más que toda la temporada de el deshielo) y que la mitad es una telenovela con dramitas en medio de bases lunares, pero se nota el esfuerzo de hacer creible cambios sociales y tecnológicos (que si uno le da un par de vueltas no se lo cree ni el tato) y además hacen una decada por temporada (ya van 4) asi que casi no hay tiempo para meter relleno. Solo por las jajas de la reseña siento que debo recomendarla.

  4. Comentario de Carlos Jenal (12/12/2023 14:59):

    Sus plegarias están siendo escuchadas, el post va camino de ser más largo que un viaje a Marte en seiscientos.

  5. Comentario de UnoQuePasabaPorAqui (12/12/2023 16:54):

    Pues ya me ha alegrado la tarde.

Comentarios cerrados para esta entrada.

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