“España con Honra” – Daniel Aquillué

“Una historia del XIX español. 1793-1923”

El siglo XIX es probablemente el siglo que más ha cambiado el mundo. A un campesino de 750 lo teletransportas a un pueblo de 1750, y quizás ve cosas raras, pero entendería fácilmente el 99% restante. En cambio, a una persona de 1800 la teletransportas a 1900, y reconoce más bien poco. Probablemente menos que una persona de 1900 en el año 2000. El siglo XIX es el siglo de las grandes revoluciones, las políticas y (un poquito en segundo plano, pero a la larga más influyente, aunque joda a los de CCPP) la industrial, que han dejado el mundo que no lo reconoce ni la madre que lo parió. Es el siglo en el que Europa deja de ser una esquinita sin importancia del mundo y pasa a dominarlo, bien directamente, bien mediante ese exitoso spin-off llamado Estados Unidos. Es decir, es el siglo en el que se repartieron las cartas para el medio milenio siguiente, y a los españoles nos pilló con los pantalones bajados, por así decirlo. O esa es la imagen que siempre ha transmitido nuestro siglo XIX, además de tener que cargar con el sambenito de “causas de largo recorrido que acaban causando la Guerra Civil”. Daniel Aquillué, joven historiador (es decir, más joven que yo), pretende revisar esa imagen.

 

Las lindes

Como es un siglo en el que pasan muchas cosas, los historiadores han querido ampliarlo un poco para que quepa todo. De ahí sale la expresión “el largo siglo XIX”, del historiador comunista Eric Hobsbawn, para aclarar que estos procesos arrancan ya en 1789 (Revolución Francesa) y terminan en 1914 (Primera Guerra Mundial), aunque algunos alargan a 1917 (Interrail de Vladimir Ilich Uljanov). Para España, Aquillué mueve ligeramente las lindes: nuestro “largo XIX” iría de 1793 a 1923. Y empieza desmenuzando el cuadro de familia de Carlos IV, y los destacados protagonismos de los retratados.

 

Uno más deprimente que el otro. ¡Así salió el XIX español!

 

Sin embargo, el encuadre de Aquillué, 1793 a 1923, a mi me chirría un poco. Porque en 1789-1917 hay una clara continuidad: el siglo de las revoluciones, de cambiar el mundo desde una barricada. Lenin y sus amigos se reconocen en los revolucionarios franceses, y bailaron en la nieve cuando su experimento superó en duración a la Comuna, la cual a su vez tomó su nombre de los insurrectos que asaltaron las Tullerías. Hay un tren directo desde la Bastilla hasta la estación de Finlandia. Pero de 1793 a 1923, ¿qué hay, cual es el hilo rojo? El propio Aquillué admite que hay una alternativa corta (1808-1898), pero la desecha, y ni siquiera considera 1808-1923, donde sí podría haber una cierta continuidad, el nacimiento de una nación cuyo desarrollo democrático-liberal (o más bien monárquico-constitucional) se ve truncado en 1923. En 1923 ni Primo de Rivera ni Alfonso XIII pensaron ni un segundo en la declaración de guerra de Carlos IV de 1793, ni en la batalla de Irún de 1794, con la que Aquillué comienza el libro. Aunque arrancar en 1808 obligaría, pese a todo, a un importante prólogo, parece más sensato. Además, empezar el siglo en el dos de mayo matritense, ¡garantizaría amplia cobertura en los medios matritenses! (Por cierto que ya las Cortes de Cádiz convirtieron al 2 de mayo en Fiesta Nacional, y con altibajos perduró como tal hasta el siglo XX, cuando se cambió por el Día de la Raza.)

Pero bueno, aceptamos barco y “en 1793 se siente la llegada a España de la Revolución”. Se siente… en forma de una guerra un poco inane, con pocas batallas de importancia, y que no cambió mucho porque en la paz de Basilea se dejó todo más o menos como estaba. En las colonias sí siguió habiendo jarana y ya en 1806 los ingleses empiezan a joder la marrana. Luego llegan el dos de mayo y la Guerra de Independencia, todo en nombre del pobre Fernando VII que vive como Dios en Francia y le ha firmado a Napoleón la cesión de la corona. Ítem más: una vez liberado, el Felón firma una paz por separado con Napoleón en 1813, que le gana el cabreo del resto de potencias europeas, que ningunean a España en el Gran Reparto de la Tarta del XIX, conocido también como Congreso de Viena. Realmente asombrosa la capacidad de los Borbones de dudar entre ir con o contra Francia, y acabar siempre con lo peor de ambas opciones. Y ahí siguen.

 

La bajona

Con esto entramos de lleno en la fase más deprimente de todo el siglo XIX español, que ya es decir: Fernando VII abole la Constitución y vuelve a gobernar como rey absoluto. La Revolución Española, ese conceto de historiadores, que se data generalmente en 1808 y se arrastra hasta 1814, 1823, e incluso 1868, se interrumpe varias veces y nunca parece lograr arrancar del todo. El periodo da para bastantes mártires (incluyendo a un primer Pablo Iglesias), que serán motivo de celebración 20, 40 y 80 años más tarde, por gente que en aquella época hubiese estado encantada con los fusilamientos.

 

Los que hoy más adoran a Jesucristo son los que en vida le hubiesen echado encima a los antidisturbios por hippie y sedicioso.

 

Aquillué aquí salta para atrás y empieza de nuevo a desgranar el proceso de constitución de las Juntas y las Cortes de Cadiz, que elaboran una sofisticada Constitución (a ver: a mi me horrorizaría vivir con ella, pero era claramente un progreso con respecto al absolutismo por derecho divino) que tendrá hasta tres periodos de validez, que será abolida hasta dos veces por el Felón, pero que inspirará muchos procesos revolucionarios y constitucionalistas en Europa y América Latina. Y sin ayuda de una guillotina, como dirán algunos, aunque aquí Aquillué aclara que en España teníamos nuestra variante low cost para implementar la justicia revolucionara: el “arrastre”, que como su nombre indica consiste en arrastrar al felón por los suelos y el espacio público, aplicándole todo tipo de violencia (y luego, por si acaso, descuartizarle).

Estos son los años en que “perdemos” a los “españoles” del otro hemisferio, excepto a cubanos y puertorriqueños, por causas así como económicas en las que Aquillué tampoco entra demasiado. Por cierto que casi todas las constituciones del XIX reconocen a Cuba, Filipinas y Puerto Rico como provincias en pie de igualdad con las peninsulares (¡no se diga que tenemos sometidos colonialmente a pueblos enteros!), a expensas de una ley particular que tenga en cuenta su particularidad insular – pero dicha ley nunca se aprueba y las tres colonias casi nunca tuvieron ni voto ni representación (que no habría sido poca, pues en 1850 sumaban quizás 6 millones de habitantes por unos 15 de la metrópolis) y eran dirigidas por gobernadores militares.

Los años ominosos de Fernando VII no terminan con su muerte, pues su vanidad lleva al estallido de una guerra civil (aunque de haberle sucedido Carlos María Isidro, quizás nos hubiésemos podido subir al carro de 1848), también detallada en esta su página amiga, que finalmente lleva al triunfo de los liberales y a una monarquía parlamentaria constitucional que, con sus cosas y sus hiatos, durará hasta 1923. A diferencia de Lawrence, Aquillué se centra un poco más en los desarrollos militares, incluyendo el mayor de todos, la Expedición Real de 1837 que llegó a las puertas de un Madrid indefenso – pero decidió darse la vuelta. Porque Espartero andaba cerca, dicen unos. Porque los madrileños no salieron a aclamarle, dicen otros.

 

No es inverosímil: los Borbones son tan vanidosos que no les basta con mandar y amasar, también quieren ser amados por el pueblo. ¡Y son capaces de enfadarse si no les damos amor incondicional!

 

Isabel II

A Borbón derrotado, Borbón puesto: Isabel II queda como reina constitucional, y desde niña le insisten en que cumpla su rol. Por ejemplo, la casan a los 16 años con un primo suyo que según todas las evidencias era homosexual, y la presionan para producir un heredero, con el resultado de doce embarazos en 20 años. La base para desarrollar una personalidad sana y equilibrada. Lo que no quita que se la criticara o que lo mereciera, pero se hizo con especial saña en el hecho de que fuese mujer. Porque Aquillué también da un repaso a los roles de género durante la época, más “desglose de un puñado de biografías ejemplares” que “análisis sistemático”, pero con una interesante tesis: que la Revolución Gloriosa de 1868 se produjo sólo (o en gran medida) porque Isabel II era una mujer (también era la época, el victorianismo, y su imagen de las mujeres como virtuosos ángeles del hogar). El grito revolucionario de 1868 “viva España con Honra” era también un grito machista, acusando a la reina de no haber sabido guardar la “honra nacional”. Un varón con la misma licenciosa vida privada no habría despertado las mismas reacciones.

 

Qué me estás container.

 

1868 es otro de esos “momentos desperdiciados”, el inicio del Sexenio revolucionario y democrático de 1868-1874, truncado por un golpe militar. Que nos podría haber dado a un Napoleón, quien sabe (y se habría desperdiciado de otra forma), y en su lugar nos da la vuelta de los Borbones en Alfonso XII, junto a Fernando VII el único rey que ha logrado morir en tierras españolas desde Carlos III. Campechano muriendo en algún emirato sin tratado de extradición no sería una aberración o una anomalía, sino la normalidad histórica.

Es en el tramo final del siglo en que empiezan a plantarse también las semillas de lo que será el XX. La industrialización empieza a tomar impulso, y con ella las huelgas y la agitación obrera. En 1879 se funda el PSOE, en 1888 la UGT, y ya en 1910 la CNT. También tenemos “El Desastre”, la pérdida de las colonias, perdón, provincias, de Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Aquillué argumenta que tampoco fue para tanto, que “volvieron cantando”, y que más se gastaba España en combatir las eternas guerrillas de lo que ganaba con la isla. Y ciertamente la gente, luego de un breve fervor “a-los-yankis-con-el-pito-nos-los-follamos”, siguió yendo a los toros como si nada. En cuanto al azúcar, nos pasamos a la remolacha y llenamos el valle del Ebro de factorías. ¡Es que ni cayó el gobierno!

Psicológicamente, sin embargo, fue un mazazo: mientras el resto de las naciones europeas se dedicaban a repartirse el planeta, España no había sido capaz ni de retener lo que atesoraba desde hacía siglos. En algunas capas sociales, se extendió una sensación de decadencia y honor herido que exigió una reacción… y la recibió en forma de empresa colonial en el norte de África. Joaquín Costa, tan crítico con la Guerra de Cuba, se apuntó entusiasmado a la aventura marroquí. La guerra creó un cuerpo de mercenarios totalmente despiadado (que más tarde habría de volver sus fusiles contra los propios españoles). Se creó todo un lobby africanista, buscando apoyo en la prensa y generosamente financiado por una serie de intereses mineros.

 

En el sentido puramente crematístico hay que decir que fue una inversión cojonuda para esa gente.

 

Política y costumbrismo

Los principales protagonistas políticos del siglo son los liberales, que ganan su guerra civil en 1839 y después gobiernan, ya sea en su vertiente moderada o en su vertiente progre. Sobre el liberalismo y los liberales, algunos apuntes. En el siglo XIX, el liberalismo aún no es esa filosofía que afirma que si cogemos a las peores personas del mundo, y las liberamos de cualquier consideración moral para que puedan actuar por los motivos más bajos del ser humano, ya saben, codicia, egoísmo, lujuria y todas esas cosas, el resultado mágicamente va a ser un avance social.

 

Y por la misma, los liberales tampoco eran criptolays preocupados por no poder heredar limpio de polvo y paja el patrimonio inmobiliario que el bisabuelo reunió con tanto trabajo y afán allá por 1940.

 

Todo lo contrario, los liberales eran personas que se enfrentaban a una clase social (la aristocracia terrateniente) que vivía de rentas heredadas por cosas de siglos antes, todo mantenido gracias a la intervención estatal y a una institución (la Iglesia) que proporcionaba la ideología sustentadora y la propagaba mediante sus curas, mientras la Inquisición se encargaba de los que se salieran del tiesto. Hoy, los liberales generalmente son… de una clase social que vive de rentas heredadas (aunque más pisoteniente que terrateniente), gracias a la intervención estatal, y controlando una institución (el IBEX-35) que proporciona la ideología sustentadora mediante su control omnipotente sobre los grandes medios de comunicación, mientras usa una insignificante fracción de sus beneficios para inundar de mierda los foros de Internet donde podría surgir una alternativa. Así que tranquilos: se puede admirar a los liberales del XIX sin hacerlo extensivo a los del XXI.

Pero como liberales gonna liberalizar, también se encargan de que el voto solo lo tenga gente de bien. Para empezar, el voto casi siempre estuvo restringido a mayores de 25 años (durante el Sexenio se bajó a 21), y las mujeres nunca lo tuvieron. Y entre los hombres, excepto durante los breves “momentos progres”, siempre fue censitario. Inicialmente serían unos 250.000, ampliados en los años 50 a unos 700.000. Los moderados lo bajaron a 100.000 de nuevo, en los 60 volvió a pasar de 400.000, y el Sexenio lo hizo universal para todos los hombres. Cánovas lo volvió a reducir a menos de un millón, y Sagasta en 1890 lo hizo definitivamente universal, si bien ya perfectamente encuadrado en el turnismo y sus apaños electorales, de manera que ningún gobierno de la Restauración perdió nunca unas elecciones. Apaños por otra parte que existieron siempre (y también en EEUU y el resto de Europa), impuestos desde arriba para asegurarse el poder.

Estos liberales son también los encargados de la construcción del estado nacional español. Ya saben: idiosincrasia, trajes regionales, “la lengua de todos”, símbolos nacionales (bandera, himno, los toros… todavía hoy se toca el himno nacional en muchas procesiones de Semana Santa), e incluso los platos típicos como croquetas y tortillas (y aquí Aquillué, por lo demás muy neutro y apolítico, se lía la manta a la cabeza y afirma que la primera receta oficial es la de 1918 de Carmen de Burgos – sin cebolla). La “lengua de todos”, por otra parte, se manejaba más flexiblemente: el catecismo se daba en las distintas lenguas peninsulares, y la prensa intercalaba artículos multilingües. La obsesión, dice Aquillué, nació ya en el XX como respuesta a los nacionalismos catalán y vasco. Pero incluso estos empezaron siendo meros regionalismos, como aparecían en casi todas las regiones. Y también la rojigualda formaba parte de ese “nacionalismo banal”, que según Aquillué estaba bastante extendido y formaba parte de la cultura popular. Como en el resto de Europa.

 

Que puede ser totalmente cierto, y aquí nos podemos lamentar que no tuviera eso el mismo desarrollo que en el resto de Europa, pero es que los símbolos y nacionalismos se pueden resignificar, a veces de maneras muy heavies.

 

Los toros de hecho fueron el primer espectáculo de masas. Inicialmente eran despreciados por las élites, que lo veían como brutal, y por la Iglesia, que temía que la gente prefiriese una corrida a una misa (de hecho, las turbas que realizaron las matanzas de frailes de 1835 en Barcelona se formaron durante un espectáculo taurino). Pero a lo largo del XIX se convirtió en un elemento de nacionalización. Eso sí, encuadrándolo, presidiéndolo el gobernador civil, y poniendo la bandera en lo alto de las plazas. El torero se convirtió en el arquetipo nacional, uno que vender también fuera de España, donde se veía a los españoles como los últimos románticos de Europa. Contribuía que, en 1897, tras 40 años de la Ley Moyano, el 60% de los españoles seguía siendo analfabeto.

Económicamente, a partir de 1870, España converge lentamente con Europa. Por detrás de la cabeza del pelotón, pero por delante de América Latina u otros países mediterráneos. Aquillué se pone de lado de los que venden la desamortización de Mendizábal como exitosa, porque dio lugar a un capitalismo temprano, si bien más agrario que industrial. No se reparten tierras entre los jornaleros, pero es que tampoco era la idea, eso fue una pretensión de la Segunda República que no cabría proyectar 100 años al pasado. Y por lo demás mucha insistencia, con gráficos y todo, de que España era un país completamente normal en Europa, no somos excepcionales, no hay Sonderweg español, dejemos de martirizarnos y bla bla bla.

 

El final

El “largo XIX español” toca a su fin el 13 de septiembre de 1923, cuando Miguel Primo de Rivera da un pronunciamiento en Barcelona – y Alfonso XIII le invita a formar gobierno mientras disuelve las Cortes. La causa directa sería la negativa del poder militar (y del propio rey) a responder por el desastre de Annual, pero en última instancia se trataba de quién mandaba, si los civiles sobre los militares o viceversa. Mucha tinta se ha vertido sobre esto, sobre si España avanzaba a una mayor democratización o hacia el Caos (por las cada vez mayores huelgas y la virulencia del movimiento obrero, que en Barcelona había engendrado la Semana Trágica). Para la derecha más carca ambos son equivalentes, pero nosotros sí podemos indagar un poco más. Y aquí noto un cierto ángulo muerto en el libro, o quizás es mi obsesión malsana con la Primera Guerra Mundial, pero el ”largo XIX” no termina solo por la Revolución Bolchevique, sino también por la Gran Guerra, que traerá en toda Europa una ola de democratización, en cierto modo irreversible para todo el resto del XX: en USA, UK y Alemania, trae el sufragio femenino, en casi todas partes sufragio universal, y en Europa del Este además las primeras elecciones libres cuando una decena de países logren la independencia de los imperios ruso y austro-húngaro.

Pero España no participó en la Gran Guerra, y la Guerra del Rif no cuela como su equivalente low cost. Los británicos, belgas, franceses, alemanes, italianos… en sus trincheras, quizás pensaban que ojalá estuviesen en otra parte, pero la inmensa mayoría pensaba que era algo necesario, para su país o para algún ideal, aunque fuese de madera. Franceses y belgas, al fin, habían sido invadidos, los italianos pensaban liberar a sus “compatriotas” en Trieste, a los alemanes les metieron el miedo en el cuerpo con los rusos… Pero los soldados que fueron como corderos a los mataderos de Annual o del Barranco del Lobo no iban por “España”: iban por los beneficios que eso traía a unos cabronazos, espadones y empresarios, que casualmente eran todos amigotes, con Alfonso XIII como amigote supremo y poniendo la mano en cada empresita, faltaría. Y eso los mozos lo sabían. Comprensible, casi, que ante algunas derrotas de las fuerzas armadas españolas, en los barrios obreros de Barcelona se ondeasen banderas cubanas (la estelada de hecho se crea por la época y está inspirada en la bandera de Cuba) o incluso de la República del Rif.

Algún mozo a lo mejor prefería no saber todo esto porque se beneficiaba del tinglado – en cuyo caso generalmente también podía pagarse la exención del servicio. Una puertecita existente en casi todas las leyes desde 1837 (y aún eso fue un avance porque previamente el noble se libraba por el mero hecho de serlo). El grito de “o todos o ninguno” fue parte fundamental de cualquier levantamiento popular. En 1851, la redención se fijó en 6000 reales, elevados a 8000 en 1859. El Sexenio, tan progre, lo volvió a bajar a 6000, en los años 70 se fijó en 2000 pesetas, y en 1885 se hizo una rebaja de 500 pesetas si la redención era en la Península. No fue hasta 1912 en que el servicio fue decretado verdaderamente universal.

 

Y los ricos, suponemos, ya tuvieron que pagarse la baja médica para no tener que ir.

 

Valoración

El libro está bien, pero se queda un poquito corto, y encima está un poquito demasiado centrado en detalles militares, rollo que si en la batalla de Casaputas de la Frontera había dos regimientos de 2500 voluntarios valones en el flanco derecho. Esto no aporta mucho a un conocimiento global del XIX, y me da el mismo tufo de “de esto me documenté, pues de esto escribo exhaustivamente” que me daba también el libro de la División Azul. Por otra parte, también puede ser que los únicos que en España todavía Compran Libros Con Honra sean los militares y habrá que darles gusto, mientras los progres vamos a full con código libre y libros libres, pirateando obras como vulgares ladrones o en su defecto leyéndolos en la biblioteca pública más cercana, ese pirateo financiado por el estado que las gentes de bien próximamente abolirán.

(Que conste que ese no es mi caso, que me he comprado el libro por lo legal, pagándolo religiosamente, e incluso he usado la funcionalidad “Reportar Error de Contenido” del Kindle para indicar varios errores de estilo, ortográficos y alguno de contenido. De hecho, me parece que había bastantes, en un libro de papel seguro que me habría parecido significativo y ofensivo. Siempre he pensado que para Kindle simplemente volcaban o hacían un copia-pega del texto ya verificado para papel, pero se ve que aún tengo que aprender mucho.)

También, el hecho de que repase el periodo por temas más que cronológicamente, con lo cual abundan los saltos temporales. Lo cierto es que casi todos los historiadores del periodo lo hacen así, supongo que lo impone la creciente complejidad del desarrollo económico y social, pero yo sigo prefiriendo una cronología decente, más que nada, porque así es como la gente del común vive la historia.

En general, Aquillué defiende la tesis de una España “normal”, que en el XIX tiene un desarrollo no tan diferente al resto de Europa (sí es muy diferente a Gran Bretaña, pero es que UK es una completa anomalía durante el XIX – ¡en cierto modo todavía vive de eso!). El hecho diferencial de España está en el siglo XX, y tiene nombre y apellidos: el Franquismo, una dictadura ultrarreaccionaria y autoritaria que dura 40 años. Es decir, hoy España es un país normal en Europa Occidental, aunque con una historia anómala, pero no por el XIX sino por el XX. Hasta qué punto influye eso en el presente, Aquillué (que ha venido a hablar de su tema y no a meterse en fregados políticos) ya nos lo deja a nosotros.

 

Y nosotros encantados recogemos el testigo.

 

Si algo sale de este libro en particular y del XIX en general, es una burguesía pre-moderna, o en la que se han mantenido rasgos pre-modernos en mayor medida. Quizás el más destacado es la ausencia de cualquier tipo de ideal (quitando a los carlistas): el neoliberalismo actual, el victororbanismo que se viene, la anterior democracia cristiana, el turnismo alfonsino, incluso el franquismo hasta cierto punto… nunca han sido ideales fervientemente creídos, sino etiquetas oportunistas a las que asociarse para proteger el chiringuito. Es una burguesía que quiere el poder… para tenerlo, y ya. Y un poco para joder a los progres. Los ideales, esa cosa que se desarrolla durante las travesías en el desierto, no existen porque para la burguesía española nunca hubo una travesía en el desierto (para la izquierda, en cambio, hubo tantas que la forma preferida para montar un partido es una cabila bereber – lo vemos cada vez que se aproximan elecciones). Por lo demás, se obedecen los despachos que llegan desde Washington y Bruselas, y se ceden las migajas justas para mantenerse arriba. No hay más.

Y hoygan, ¡esto funciona! De hecho, funciona tan bien que solo se interrumpe cuando la derecha burguesa empieza a tener “ideas” y abandona la senda del cinismo. Aznar podría haber inaugurado 20 años de gobiernos peperos, pero lo echó por la borda con lo de Irak; Rajoy venía lastrado por las mentiras de 2011, pero incluso él lo podría haber alargado 10-12 años de no habérsele cruzado sus propios ultras con “el temita” y un oportunista sin escrúpulos con el nombre de Pedro Sánchez. En eso, el Franquismo parece pervivir: los votantes parecen más que encantados de caer en la apatía mientras mande gente de buena familia que no grita demasiado. Franquismo sociológico lo han llamado, el Desarrollismo como estado mental permanente y Arcadia Perdida. Alguien dijo alguna vez “la derecha conoce bien al pueblo español… porque ella lo ha creado y moldeado a su imagen”. Quizás es eso lo que nos atrae del XIX: fue la última ocasión de evitar ser el País del Cinismo.


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  1. Comentario de tabalet i dolçaina (11/09/2023 16:35):

    Una de mis pocas pedradas en historia patria es que, la jodimos de verdad una tarde de nieve el 27 de diciembre de 1870 en la Calle del Turco. Si Prim hubiera podido desplegar su programa tal vez la historia del siglo XX hubiera sido diferentes y los borbones no serian otra cosa que histriónicos personajes de la prensa rosa y Franco no hubiera pasado de comandante en la guarnición de Pontevedra. Y reflexión es el último catalán en 150 años con verdadero mando en plaza en tinglado M-30.

  2. Comentario de emigrante (12/09/2023 10:26):

    1# Bueno también tuvimos a Pi i Margall y a Figueres i Moragas presidiendo gobiernos en la efímera I República. Famoso el segundo por la frase “Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!” Por aquella época abundaban mucho los ministros de apellido catalán nacidos en Cuba y otros fuera del gobierno que son los que llevaron al país al “Desastre”. Su influencia determinó la forma de desarrollo industrial en España concentrando las fábricas alrededor de Barcelona, aplicando el proteccionismo que impedía las exportaciones pero eliminaba toda competencia tanto fuera como dentro de España convirtiendo al país en un mercado cautivo.

  3. Comentario de TAKASHI TETSHUARA (12/09/2023 18:33):

    El artículo y el primer comentario son de una presunta insuficiencia psiquiátrica enternecedora.
    O de un analfabetismo no tratado conmovedor.

  4. Comentario de Lluís (12/09/2023 19:08):

    #2

    No deja de ser curioso que, representando entre el 15 y el 20 % de la población, el porcentaje de jefes de gobierno de origan catalán haya sido tan reducido en estos 2 siglos.

    Por otra parte, el desarrollo industrial catalán es algo anterior. Empieza, dentro de lo que cabe, en el siglo XVIII, y no depende de la voluntad de Madrid. Más bien se debe a las particularidades sociales de la región, muchos capitanes de la industria de finales del XIX eran nietos de un segundón que, como no podía vivir del cuento, no tuvo más remedio que montarse algún negocio para sobrevivir y supo aprovechar sus oportunidades. No fue algo dirigido desde Madrid, y el proteccionismo hubiese podido aprovecharse igual en Jaén o Huelva, pero allí a las élites locales igual no les interesaba que se llenase de industriales y acabar como los cuatro caciques agrarios catalanes que había, que nadie se los tomaba en serio más allá del extrarradio de su pueblo.

  5. Comentario de emigrante (13/09/2023 13:35):

    “En general, Aquillué defiende la tesis de una España “normal”, que en el XIX tiene un desarrollo no tan diferente al resto de Europa […] El hecho diferencial de España está en el siglo XX”

    No insista en darle la razón a Fraga (“Spain is different”). España será normal o no dependiendo de con quién la compare. Si asume que lo “normal” son los países beneficiados del Plan Marshall entonces está claro que España se queda fuera. Pero si contemplamos el conjunto de toda Europa resulta que la mayoría de países estuvieron bajo regímenes autoritarios por la misma época y con similar duración al franquismo. Nuestros más inmediatos vecinos nos ganan en la longevidad de su dictadura. Si nos comparamos con nuestros hermanos latinoamericanos salimos bien parados, desde las independencias aquello ha sido un sinvivir de guerras, guerras civiles, guerrillas, dictaduras y revoluciones. Y si miramos al resto del mundo somos muy afortunados.

    Eso de que España no es un país “normal” es un complejo muy arraigado. Cuantas veces hemos oído decir o dicho cada vez que un camarero tarda con la consumición o cualquier otro percance menor “estas cosas solo pasan en España!” o “este país se va a la mierda!” Parece que da vergüenza ser español y los que no la sienten por España la sienten por sus propios compatriotas. El separatismo surge de la conclusión de que si da vergüenza ser español, la forma más sencilla y rápida de dejar de sentir vergüenza es dejar de ser español.

    Un complejo muy arraigado, España no es “normal” y urge corregir para ser… eh, Francia? Pero no del todo, para la izquerda deberíamos copiarle el laicismo y republicanismo y para la derecha deberíamos copiarle el centralismo y jacobinismo. La pregunta es para qué queremos ser otro país? Para que nos quieran más? Para que nos pasen la mano por el lomo? Para presumir de ello? Ante quién?

  6. Comentario de TAKASHI TETSHUARA (13/09/2023 18:20):

    Felicidades Emigrante, es el primer comentario que leo en este póst que aporta algo, resulta interesante y no es una pérdida de tiempo.
    Lo digo en serio.
    En cuanto a los separatistas, lo de siempre, no quieren ser españoles pero no quieren tampoco renunciar a los beneficios de pertenecer un estado real.

    En cuanto a España, no es perfecta, pero viajen un poco criaturas por varios países y la acabarán besando a su vuelta.
    Siempre que no viajen en clase vip con el dinero de los contribuyentes, claro.
    Pero claro la realidad destroza el relato y las prebendas de las garrapatas.
    Que por cierto, al PNV ya le están apretando las tuercas la subida de Bildu y otras mentiras que han sembrado y se les vuelven en contra.
    De momento España con todo y todos en contra , aguanta y sigue jodiendo a varios.
    Por cierto, han ido militares españoles a ayudar a Marruecos por el desastre.
    Siempre hay quien esta mejor, pero también peor.
    Ya me tarda Lluis en hacerse marroquí o andorrano , como aquel ridículo que comentaba aquí hace años diciendo que la independencia de Cataluña era cosa hecha.
    Pues él pasó, como otros y España sigue.
    Y por muchos siglos…

  7. Comentario de intelestual (14/09/2023 09:21):

    Decir que España es “diferente”, “no es normal”, o cosas similares es no haber viajado apenas.

    Para ello primero deberiamos definir que es “ser normal”. Y puesto que es demasiado subjetivo, mejor nos ahorramos el tratar de definir algo indefinible.

    En todos los paises cuecen habas.

    Lo que si que podemos decir es que por herencia, cultura o lo que sea, España no tiene una izquierda normal. La derecha “catolica no liberal” si se acerca bastante a la media europea. Pero mnuestra izquierda es cada vez mas populista y sudamericana en el peor de los sentidos. Y, evidentmente, Zetapé puso su piedra, pero la culpa casi total es de un tal Pablo Iglesias que hizo virar al ser mas sociopata que ha pisado la politica española hacia la forma de ser de izquierdas mas radikal. Digamos que sin Pablo, Pedro no seria como es. O al menos no seria un ser tan desequilibrado.

    Pero Pablo Iglesias no solo trajo el populismo mas bastardo y latinoamericano, sino que hizo que todo fuera politica. Neurotizo la sociedad española que no ha dejado de hablar de politica desde su llegada.

    Y, sinceramente, deberiamos dejar de hacerlo.

    Hay vida ahi fuera.

  8. Comentario de Casio (14/09/2023 19:08):

    No sé si el autor lo deja claro, pero si hubo alguien que deshonró a España en unas cuantas ocasiones fueron los Borbones, y no solo me refiero a Fernando VII. El nivel de corrupción de Isabel II, aka “La Chata” era tal que provocó con su amigos en los partidos permitidos unas cuantas de esas crisis de gobierno incesantes para evitar investigaciones o para que el nuevo gobierno (generalmente “moderado”, los moderados de entonces han heredadon el mismo ADN tramposo y cinico del PP actual) le facilitara los negocios a costa del Estado.
    Las crisis de deuda del Estado eran continuas por la incapacidad de los gobiernos en construir unos presupuestos decentes.
    Otra cosilla que habria que recordar es que una de las razones del atraso industrializador de Castilla y particularmente de la Villa Y Corte fué sorprendentemente su cercania a la Corona y a la recua de ladrones con título que la hacia los coros.Por ejemplo,una de los primeras empresas de generación de electricidad que se autorizan en Madrid, que debia suministrarla para industrias nacientes fué la que planteó como precio para usuarios la oferta más cara. Luego se supo que el alcalde y el ministro correspondiente se dejaron untar bien por la empresa, de origen francés.

    Vamos, que una de las causas poco mencionadas del atraso industrial de la zona centro fué la elefantiasica corrupción de las élites politicas que mandaban en Madrid, que pudría el débil sistema financiero y las cuentas publicas.
    A lo mejor Catalunya pudo conseguir una industralización autonoma gracias, paradojicamente(entro otras muchas razones, por supuesto) a su alejamiento a los tejemanejes de la Corte y la putrefacta elite politica de la Corte.

  9. Comentario de emigrante (15/09/2023 10:34):

    #8. “A lo mejor Catalunya pudo conseguir una industralización autonoma gracias, paradojicamente(entro otras muchas razones, por supuesto) a su alejamiento a los tejemanejes de la Corte y la putrefacta elite politica de la Corte”

    Pues sí, probablemente ese fue un factor importante pero por sí solo no lo explica todo y seguramente falten más piezas en el puzzle porque sitios como Cádiz o El Ferrol están igual o más alejados de Madrid que Barcelona o Bilbao pero no llegaron a convertirse en polos de desarrollo. Quizá otro factor importante sea la proximidad a la frontera francesa que a pesar del proteccionismo ofrece una serie de oportunidades que lugares más aislados no tenían. Cádiz perdió el comercio con América con las independencias que pasó a manos de los ingleses, también pasaron a sus manos las minas y viñedos de la región. Mientras que los beneficios en Calalunya y Esukadi iban a empresas autóctonas.

    También son los dos nidos más importantes del carlismo que, como ya se comentó aquí anteriormente, muchos de ellos emigraron a Cuba tras su derrota y montaron negocios que también beneficiaron su terruño de origen. Mientras la élite madrileña explotaba a los castellanos y los andaluces eran explotados por los ingleses, los catalanes explotaban colonias lejanas lo cual pudo suponer un alivio para sus más cercanos paisanos. Tras la guerra de Cuba Barcelona y Madrid se disputan la explotación de la España vaciada y en esas seguimos todavía.

    Quiero hacer un inciso también en la gran diferencia que veo entre los Borbones del siglo XVIII y los del XIX. Mientras que los del XIX eran todo mediocridad y corrupción sus antecesores del siglo de las luces promovieron el desarrollo científico e industrial. Fundaron la Real Fábrica de Tapices y la de Porcelanas. La porcelana era el negocio del siglo XVIII, como los móviles ahora. La fábrica la dinamitaron los ingleses cuando vinieron a “ayudarnos” contra Napoleón. También destruyeron todos los telares que encontraron a su paso. Por Catalunya no pasaron. Y como dice Jenal, los dos únicos Borbones que murieron en el trono son Fernando VII y Alfonso XII que casualmente ambos son sospechosos de ser ilegítimos. Por lo que podríamos concluir que el problema no son los auténticos Borbones sino los falsos. Otra idea perturbadora que se puede extraer de ahí es que funcionó mejor el antiguo régimen que el remedo de democracia que se intentó después.

    Y volviendo a la hipótesis original esto implica que, paradójicamente también, un mayor autogobierno haya perjudicado la economía catalana al crear su propia “putrefacta élite política” en el principado. Hace ya mucho que la burguesía industrial catalana se transformó en burguesía funcionarial. Las mismas familias que antes regentaban telares son las que ahora ocupan cargos en la Generalitat. Su industria ahora es la propaganda que le permitirá ocupar el gobierno por siempre pero es algo que al final sale muy caro y no genera riqueza para el país.

  10. Comentario de Casio (15/09/2023 12:47):

    #9 Bueno, Jorge Dioni en su ultimo libro , “El malestar de las ciudades” viene a decir eso, mas o menos:la conversión de la elite industrial catalana en una élite funcionarial (de ahí la ferocidad del Procés) pero tambien una élite dedicada al negocio del turismo: se venden los terenos de la fábrica de papá y se compran hoteles, pisos de Airbnb o restaurantes para las manadas de guiris que estan comiendose Barcelona. Total ellos tienen su “torre” en Peratallada o en Menorca, se la suda que la ciudad se convierta en un parque de atracciones invivible. De ahí su odio a la Colau, queria poner límites a la turistificación, la muy osada.

    Con respecto a los Borbones, es admitido que Fernando VII ni Alfonso XII eran mestizos, El Preparao tiene una buena proporción de sangre no legitima. Al menos se ha buscado renovar el parque genético borbónico con genes plebeyos sin subterfugios.

  11. Comentario de Pululando (15/09/2023 12:52):

    ¿”representando entre el 15 y el 20 % de la población”? Si se refiere a Cataluña, no proyectemos al pasado. Cataluña representa el 10% desde finales del XIX y no es hasta los 1970 que alcanza el 15%. Y aún hoy anda lejos del 20%. Todo llegará.
    En lo de jefes de gobierno no puedo decir nada, sólo Navarra y Murcia deben de tener menos.

  12. Comentario de Lluís (16/09/2023 07:28):

    #9

    No veo sus argumentos para justificar la superior presencia industrial en Cataluña y Euskadi.

    Del caso vasco no puedo hablar, pero de Cataluña, la cercanía de la frontera francesa no creo que afectase demasiado. El mercado estaba primero en las colonias y luego en Restospaña, no en Europa quitando 1914-18. Y por las colonias, desde Barcelona, hasta mediados del siglo XVIII no se pudo comerciar directamente con América, y de hecho no se hacía porque no había prácticamente nada que enviar, Cataluña entró en crisis a mediados del XV y no despertó hasta finales del XVII. La región que monopolizaba el intercambio legal con América tenía los medios para convertirse en el XVI-XVII en la zona más desarrollada de Europa, pero no lo hizo, y no fue culpa de Wellington ni de los industriales catalanes. A otros les fue mejor con el expolio de las colonias.

    Sigo pensando que la destrucción perpetrada por Wellington no es una justificación a largo plazo. La industria se puede reconstruir, es más, se puede reconstruir con elementos modernos, porque la tecnología industrial de 1800 habría sido muy poco competitiva en 1860. Y de hecho, los grandes terratenientes de España eran los que amasaban las mayores fortunas y tenian el capital, o por lo menos el crédito necesario, para lanzarse a creer industrias, y de hecho para abastecer los mercados de Andalucía o Castilla están mejor situadas Málaga o Madrid que Barcelona.

  13. Comentario de emigrante (27/09/2023 09:01):

    Un poco de off topic, dice el refrán que los extremos se tocan. También hay una obra de teatro de Pedro Muñoz Seca titulada “Los extremeños se tocan” de la que hicieron una película en 1970 con Andrés Pajares.

    Pues eso

    https://www.20minutos.es/noticia/5176169/0/podemos-iu-vox-llegan-un-acuerdo-para-formar-gobierno-un-pueblo-caceres-los-ediles-se-enfrentan-expulsion-partido/

  14. Comentario de el guru (03/10/2023 09:12):

    más offtopic: ESPAÑA VA A INVADIR HAITÍ

    https://www.reuters.com/world/americas/un-authorizes-haiti-security-mission-fight-gangs-2023-10-02/

    Esta si que no me la esperaba. Vaya invento más raro: ni siquiera es una misión oficial de la ONU, es una idea rara de Anthony Blinken para crear una coalición de 12 países liderados por Kenia, ¿para hacer de policía en Haití? ¿durante no se sabe cuánto tiempo? ¿y sin objetivos claros?. Recórcholis.

    Venga a defender la honra de España en el Caribe, esperemos que esta vez sin provocar una epidemia de cólera.

  15. Comentario de el guru (03/10/2023 09:27):

    No lo pone en la noticia, pero los países que se han comprometido a enviar tropas son Kenia, Italia, España, Mongolia, Senegal, Belize, Surinam, Guatemala, Antigua y Barbuda, Bahamas y Perú.

  16. Comentario de de ventre (03/10/2023 18:23):

    pues menos mal

    https://elpais.com/planeta-futuro/red-de-expertos/2023-08-08/el-precipicio-se-ve-cada-vez-mas-cerca-en-haiti.html

    j

  17. Comentario de el guru (08/10/2023 10:16):

    Comandos de Hamas en parapente motorizado con armas americanas comparadas a Ucrania tomando bases del ejército israelí y capturando generales tampoco lo vi venir.

    Bueno, lo de Ucrania vendiendo armas a Hamas un poco sí.

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