Municipios 2023: Granada, tierra soñada por mí

No podía faltar el tradicional análisis de esta casa a la política municipal de la ciudad nazarí, pasmo de hispanistas y novena maravilla del mundo. Por estos lares seguimos lamentando la ausencia del regidor por antonomasia, don José Torres Hurtado, alias Cagarrecio, retirado de la vida pública por unas cosillas de urbanismo de las que, como es natural, fue recientemente absuelto, libre de toda duda. La alargada sombra de las elegantes puñaladas que se diese durante años con su hombre de confianza, buen amigo y mejor falangista, Sebastián Pérez, sigue determinando las listas del Partido Popular, incluso a veces las de Vox y, de rebote, las igualmente ridículas propuestas del resto de formaciones.

A esta convocatoria llegamos en el tradicional estado de excepción que caracteriza al ayuntamiento de la ciudad de la Alhambra más o menos desde 2016, con la salida por la puerta de atrás del mencionado Torres Hurtado. Todo empieza en 2019 con los pactos del PP andaluz con Ciudadanos, que preparaban la absorción de los naranjas en virtud del fino olfato político de Elías Bendodo, antigua mano derecha de Juanma Moreno -derecha, izquierda y la persona que le ataba los cordones, seguramente- y actual fiel colaborador de Feijóo, la persona que más debería preocupar a MAR y Ayuso en la actualidad, y no el propio Feijóo, más analfabeto funcional e inútil aún que Juanma.

 

Salvador por la campana

Digamos que las anteriores municipales dejaron un panorama curioso: el PSOE resultó fuerza más votada por primera vez desde 1987 -aunque desde entonces ha gobernado en cuatro ocasiones, en coalición o en minoría-, pero las fuerzas de la derecha, PP, Cs y Vox, sumaban mayoría en virtud de la ridícula proliferación de partidillos de izquierda que mandaron a la basura miles de votos. (Compruébenlo: si las cinco escisiones de Podemos/IU hubiesen concurrido juntas, podrían haber sumado 6 ediles en lugar de los tres cosechados). Solo que por, alguna razón incognoscible, en lugar de aupar al líder de la fuerza más votada de la derecha, en este caso los populares, se llegó a un pacto surrealista en el que Ciudadanos ostentaría la alcaldía dos años y luego rotaría al PP. La versión no oficial era que los naranjas necesitaban alguna alcaldía, la que fuese, y decidieron pedir esta a cambio de su apoyo a Francisco de la Torre, alcalde eterno de Málaga. La oficiosa, que el PP quería evitar a toda costa que su número 1, Sebastián Pérez, llegase a alcalde. En cualquier caso, el asunto dio como alcalde al tipo más, eh, curioso que haya sujetado jamás un bastón de mando, Luis Salvador.

Salvatore para los amigos, hablamos de un señor particularmente ridículo incluso para los estándares de la política granadina, cuyo listón lleva décadas tan bajo como insondables son las simas de la estupidez humana. Este maquinote saltó a los medios en la campaña de 2019 gracias a publicar un estudio frenológico en su propia página web que afirmaba que por la forma de su cabeza y su rostro se deducía que era una persona de singular inteligencia y calidad moral. Pero por aquí el personal ya lo conocía bien: senador entre 2004 a 2011 por el PSOE, cuando se quedó fuera de las listas dicho año empezó a presentarse a primarias a la secretaría general. A cualquier secretaría general, la que fuese: Granada capital, Granada provincial e incluso Jaén provincial, por la cual solo pasaba de vez en cuando de camino a Madrid a recoger el acta del Senado.

Criterio de selección de Ciudadanos Andalucía

Tras perder de forma humillante en todas esas convocatorias y encontrarse sin machito, se plantó en Madrid a ofrecerse a Rosa Díez para dirigir UPyD en Andalucía, siendo rechazado con, se comenta, sonoras carcajadas. A Ciudadanos logró entrar a cambio de dos condiciones: hacer limpieza étnica entre los “díscolos” de Málaga, que se tomaban muy en serio lo de transparencia, democracia y tal, y no discutir el liderazgo regional de Juan Marín. Finalmente logró su sueño de ser diputado nacional, aunque aguantó un año como concejal en Granada, dándole el gobierno al PP en 2015, esperando hasta asegurarse que las repeticiones electorales de aquel año no lo dejaban sin cargo alguno. En 2019 regresó a la ciudad rebotado: nadie lo quería en Madrid dada su proverbial vagancia y absoluto desconocimiento sobre el funcionamiento de la vida parlamentaria, condiciones que fueron algo más compatibles con su antigua condición de senador socialista.

Cuando el pacto 2+2 llegaba al momento del relevo, en 2021, ya era evidente que Ciudadanos iba a desaparecer por siempre jamás, convertido en el nuevo UPyD. Así que Salvador dijo que de eso de que iban a darse el relevo con el PP él no sabía nada y se quedaba como alcalde hasta culminar el mandato. Bajo cuerda, por supuesto, pactaba salir a un puesto vacío de contenido pero con sueldazo en la Junta de Andalucía e incluso pasarse al PP. En parte tenía la colaboración de un ala del mismo PP, tanto granadino como sevillano, empeñado en purgar al mencionado Sebastián Pérez, teniente de alcalde de Torres Hurtado durante doce años y expresidente de la Diputación, además de exsenador, igual que Salvatore. Un tipo turbio, de tradición familiar repleta de pistolerismo y camisas viejas, con intereses poco claros en determinados movimientos urbanísticos en la provincia y que con sus peleas con su antiguo alcalde y amigo había conseguido partir el partido en dos hasta el punto de expulsar del mismo a Juan García Montero -sí, hermano de quien ustedes se imaginan- y tener impugnado un congreso provincial en los tribunales.

En seguida hablamos de Sebastián Pérez, ‘Sebas’, apodado ‘Sauron’ por determinada facción progretarra de la prensa local -en su mayoría en la actualidad ejerciendo cualquier trabajo menos el periodismo o habitando fuera de la provincia, por cierto-, pero merece la pena continuar con Salvador un poco más. Resumiendo mucho, el asunto del 2+2 se enquistó suficiente como para que el PP se saliese del gobierno municipal y la dirección nacional de Cs forzase la dimisión de sus propios concejales, de manera que el tipo se encontró solo con su propio voto y el de otro edil… y se dijo dispuesto a terminar el mandato así, con un gobierno de dos concejales de 27. Por el camino, Pérez decidió abandonar el PP -le enseñaron la puerta indicándole amablemente que nunca jamás una dirección de Juanma y Bendodo le iba a permitir un puesto más alto que el de ujier- y el propio Salvador se encontró con expediente abierto en Cs.

La solución fue estrambótica: dimitió, forzando un nuevo pleno de formación de gobierno, en el cual los dos ediles aún de Ciudadanos -fueron expulsados poco después- y Unidas Podemos dieron sus votos al candidato del PSOE, el anterior ex partido del ahora ex alcalde, sumando una mayoría de 15 votos. Pero es que además, desde el grupo mixto, Salvatore y su último fiel se convirtieron en concejales del equipo de gobierno socialista, por supuesto en cargos vacíos de contenido, pero manteniendo sus puestos de libre designación y demás paniaguados. Aunque se sobreentiende, no está de más aclarar que en el PSOE granadino, incluido el actual alcalde resultante de dicha opereta, Francisco Cuenca, nadie soporta a Luis Salvador, al que ven como un trepa, inútil, ególatra e inconsciente de su propia estupidez. Por otra parte, varios familiares y allegados de Salvador conservan puestos de trabajo otorgados por el PP en el Ayuntamiento o la Diputación provincial -donde tiene plaza el propio Salvatore- desde que ambas las gobierna el PSOE. No sé si me explico.

Inteligencia y Artificial

El gran tema del medio mandato socialista, del que por supuesto ya no se acuerda ni Dios ni le interesa realmente a nadie, consistió en abundar en el habitual victimismo y los proyectos vacíos de contenido habituales de los gobiernos del desaparecido Torres Hurtado, pero en versión moderna. En lugar de pedir hacerle un ascensor a la Alhambra, inventarse exposiciones universales de las que una vez pasada la campaña nunca más se supo o proponer una tirolina directa hacia Sierra Nevada, el PSOE tiene que proponer cultura, ciencia, tecnología.

En su caso, un sainete consistente en ser candidata a la sede de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA), que desveló el fino olfato político del PSOE nacional cuando anunció la “descentralización” de esta y la Agencia Espacial Española (AEE) a través de un concurso entre municipios medios de la España “vaciada”. Carrera que culminó en un previsible cruce de teorías de la conspiración, piques regionales y declaraciones vacías de contenido cuando se concedió la primera a A Coruña y la segunda, a Sevilla.

Lo cierto es que la Universidad de Granada tiene un puñado de expertos investigadores en la materia y ha despuntado recientemente en el tema, sin tirar las campanas al vuelo, pero la ciudad nunca fue candidata seria, a pesar del drama desplegado. Cuenca basó su campaña de captación en hacer campaña de reelección, con eslóganes como ‘A Granada ya le toca’ que de puro victimistas e ingenuos a cualquiera de fuera de la provincia le sonaban directamente a coña.

Sevilla llevaba varios cuerpos de ventaja en el tema de la Agencia Espacial y resultaba difícil pensar que una misma región recibiese las dos instituciones, toda vez que el contexto de crisis económica permanente y la ausencia de alternativas serias al turismo como motor económico provocaba que el preclaro gobierno de Sánchez las vendiese como poco menos que la panacea. La perspectiva de rentistas deseando subir los alquileres de sus pisos en estado lamentable de conservación y hosteleros acariciando con lascivia la idea de la caña a 3,5 como si sus municipios medios fuesen de repente el mismísimo reino de Libertonia, es decir, Madrid, deja a las claras la miseria moral de las coordenadas en que se movía el debate.

En cualquier caso, Cuenca llegó a montar el sainete hasta el punto de llevar el asunto al Tribunal Supremo mientras se compartían en redes, adornadas con florida conspiranoia, fotos de Nadia Calviño con la alcaldesa socialista de A Coruña, o se insultaba a Sevilla, la cual, por supuesto, permanecía ajena a todo este drama, como es su costumbre. Servidor ignora si en otros municipios candidatos se vivió el proceso con idéntica grandeza de espíritu, pero quien tenía razones para quejarse era Alicante, no Granada. La ciudad vivió en un relato ficticio todo el concurso-oposición de reparto del maná inversor, y en sus ensoñaciones sigue Cuenca vendiendo la instalación de centros de investigación en el terreno patrocinados por Emiratos Árabes “con más impacto que la cosa esa europea que no queremos para nada”. Es un retrato psicológico precioso de los tiempos que nos han tocado vivir. Y aun así, suena menos cateto que los discursos del PP sobre cómo estrujar la Alhambra y/o obligar a sus visitantes a consumir café torrefacto quemado e imanes feístas en los negocios cercanos.

Tras esta brevísima introducción, con la objetividad, el detallismo y la síntesis que caracterizan a LPD, pasamos a una aún más sucinta glosa de las diferentes listas en disputa con posibilidades reales de alcanzar representación:

PSOE: Mirando a TikTok

En fin, que el citado Francisco Cuenca finaliza su segundo medio mandato como alcalde, ambos facilitados por las peleas internas del PP y el consumado talento para arrimarse al sol que más calienta de su ex compañero de partido Luis Salvador. Así, el carajal gordo del PSOE granadino este último año preelectoral no ha sido tanto interno, ya que la agrupación municipal es ahora mismo por un lado Cuenca y sus adláteres controlando todo y por otro docenas de sus examigos esperando que se la pegue para sustituirlos y hacer una purga.

El caos del actual PSOE-A, completamente desnortado ante su escaso poder territorial y cooptado por el nacional, de manera que los paniaguados que antes vivían de la Junta de Andalucía ahora deben hacerlo de Diputaciones provinciales o, situación inédita, del Gobierno, al cual no puede importarle menos quién gobierne en Granada o en cualquier otra ciudad que no sea Sevilla, le han permitido no ser desalojado de la silla, aunque la ya ex rectora de la Universidad de Granada, que ha abandonado el cargo para cedérselo a otro recolocado socialista, calienta en la banda.

Su aportación a la política vuelve a ser hacer más o menos nada en absoluto pero salir en muchas fotografías, sin entender que eso al PP le funcionaba porque sabía repartir negocietes con las fuerzas vivas, aspecto en el que él, a pesar de toda su experiencia como, ejem, “oposición”, o en diversos cargos de la Junta de Andalucía antes que eso, desconoce. Su mayor logro comunicativo fue llenar la ciudad, en precampaña, de carteles con el lema ‘Cuenca pone al mundo mirando a Granada’. No sé si captan el sutil a la par que ocurrente juego de palabras.

Su empeño en parecer joven y viral no conoce límites, y el pasado septiembre se cubrió de gloria haciendo el baile de la ‘Motomami’ de Rosalía en TikTok, es una especie de sucedáneo de su nunca alcanzado objetivo de captar el voto indie local. Dícese en este caso de los hijos de cierta pequeña burguesía, ya en edad cuasi provecta, que siguen idealizando el ambiente musical de la ciudad en los 90, asiduos del Bar de Eric el de Los Planetas y habituales pelotilleros de Juan Ignacio Lapido, a la sazón fundador de los 091, que evita compartir oxígeno con ellos en lo posible. Visto que este perfil de supuesto progresista o bien ha optado por recalar en Podemos, en alguna de sus formas, o vota al PP sin vergüenza alguna, Cuenca se ha lanzado a por sus hijos y nietos, creemos prever que con idéntico éxito a corto plazo.

Paco Cuenca haciendo alta política

PP: Asfáltame la vida

La candidata popular es Marifrán Carazo, última superviviente de los gobiernos del ínclito Torres Hurtado, que tuvo la vista de abandonar el barco a tiempo, en 2012, antes de que empezasen a filtrarse chanchullos urbanísticos como el del Caso Palacio de Hielo -del que Pepe, recordemos, fue absuelto- y de la guerra interna entre este y Sebastián Pérez. Marcharse como diputada andaluza a Sevilla, residiendo de facto en la capital, le permitió permanecer neutral en dicha guerra interna y convertirse en favorita de la dirección regional para heredar el tinglado cuando unos y otros acabasen de apuñalarse. Lo único que faltaba era su consentimiento, que acabó dando a regañadientes.

Carazo estaba muy cómoda en Sevilla, como consejera de Fomento, Articulación del Territorio y Vivienda, un puesto que, por otro lado, casi parecía diseñado para que lo utilizase como arma de campaña electoral en unas futuras municipales. La ex concejal de Turismo puede preciarse de tener experiencia peloteando a empresarios de la hostelería, el comercio y la construcción, que son quienes manejan el sentido común granadino, y sobre todo de aprobar medidas y obras completamente absurdas e incluso perjudiciales para los intereses de estos, como la liberalización de horarios comerciales, que los mismos suelen aplaudir con las orejas pensándose sabios tiburones de las finanzas y auténticos emprendedores.

Marifrán Carazo y lo que más le gusta: el hormigonazo

La fuerzas vivas están encantadas con su desembarco, así como la prensa local convenientemente untada de publicidad institucional juntera, además sin haber ni pestañeado cuando esta pasó a ser pagada por el PP en lugar de por el PSOE. Tanto es así que casi nadie se ha enterado de un feo asuntillo de adjudicación a dedo de obras de emergencia de arreglos de carretera a una empresa, Barveal SL, creada apenas unos meses de su primer contrato, sin plantilla conocida, experiencia en el sector o presente en el Registro de Licitadores de la Junta ni del Estado, pero que nació con 8000 euros de deuda y riesgo de morosidad alto. Cuatro millones se levantó en dos años gracias a Carazo. Cierto es que después de sacarlo a la luz Cadena SER y llevarlo el PSOE al Parlamento andaluz nadie ha judicializado el caso, también lo es que Carazo ha respondido a las preguntas de la prensa al respecto enviando audios de wassap criticando al gobierno de Sánchez por no otorgar a la ciudad la sede de la Agencia de Inteligencia Artificial.

De número 2 lleva a Jorge Saavedra, hasta ahora también diputado andaluz y nuevo secretario provincial del partido tras la marejada. Toda vez que la marcha de Sebastián Pérez a un, suponemos, retiro dorado, posibilitó el regreso de históricas vacas sagradas al partido -que no a las listas- como García Montero, Juan, el papel de Saavedra por un lado es dar imagen de estabilidad -y dejar claro que los trapos sucios vuelven a lavarse en casa- y por otro servir de vigilante mano derecha e izquierda de la alcaldesa, para que no se le suba a la cabeza si llega el caso y adjudique sin repartir, o hipotético relevo. La nueva consejera de Fomento y también concejal de Turismo con Torres Hurtado, Rocío Díaz, hasta hace dos días directora del Patronato de la Alhambra, por cierto, cierra la lista “simbólicamente”. Y como aviso a navegantes.

Ciudadanos

Jajaja. ¿A quién le importa? Vamos, vamos, hablemos de cosas serias.

Vox Auténtica de las Jons

Desde mayo de 2011 que en esta casa venimos realizando nuestra consustancial labor de servicio público recordándoles a ustedes, turistas incautos que apenas acuden a la ciudad a tomarse unas tapas por el centro y hacerse fotos en la Alhambra, o que quizás en sus años mozos se quedaron en casa de un colega que estaba estudiando en la ciudad y se lo pasaron como en su vida entre botellones y garitos de mala muerte, que aunque al pensar en Granada les vengan a la cabeza cuevas okupas en el Sacromonte, olor a marihuana, Lorca con una boa de plumas bailando el cancán o nativos/as del norte de Europa intentando practicar el coito con ustedes bajo la influencia de todo tipo de sustancias, la ciudad es más bien un nido de fachas ultracatólicos, cerriles nacionalistas españoles que se pasan la vida enfadados por agravios imaginarios y que consideran que todo aquel que no les regale cosas es que los está insultando. Auguramos, por tanto, a Vox, repetir los tres concejales que ya tiene, aunque no ampliarlos.

En 2019 el candidato fue Onofre Miralles, primero de tres ediles, actualmente diputado en el Congreso de los Diputados, donde sustituyó a Macarena Olona. Previamente fue militante del PP durante 20 años, que finalizaron en abril de ese mismo 2019, cuando fue anunciado su nombre como candidato de la extrema derecha y tuvieron que ser los propios ‘populares’ quienes lo dieron de baja. Había sido fiel fontanero provincial del ínclito Sebastián Pérez en los primeros 2000, hasta que un informe de su mujer, interventora municipal en Ogíjares, pueblo del área metropolitana granadina, destapó las corruptelas urbanísticas del entonces alcalde por el PP, José Luis del Ojo, que acabó condenado.

Ahora lo sustituye como cabeza de lista Beatriz Sánchez, número 2 en 2019 y su relevo como portavoz en el año y pico desde que se marchase a Madrid. Afiliada pata negra de Vox, desde 2014, antes de que fuese mainstream, presume de raíces obreras y sus propuestas suelen ser el mismo vacío habitual de cuidar de las familias, tener calles seguras y demás. La prueba de que al partido de la extrema derecha le importa tres pimientos lo municipal y su escasa militancia de base real está en que llevan toda la campaña adornándola con torpezas impropias, del tipo haber enviado con la propaganda electoral la papeleta para votar a su candidatura… de Albolote, otro municipio del área metropolitana.

Granada Unida

La lista de Granada Unida, la conflumierda local de izquierdas, es preciosa. Una obra de arte. La enésima muestra del ánimo ganador que ha impregnado tradicionalmente al viejo PC andaluz y sus múltiples disfraces para mantener el chiringuito. En Granada el objetivo es siempre lograr dos concejales, a poder ser a costa del PSOE para que no sea viable gobernar, y vivir la vida muelle cómodamente en la oposición, sumándose a cualquier reivindicación de los barrios o aireando algún expediente urbanístico chapucero para presumir de superioridad moral, que aparentemente es lo único que le exigen sus fieles votantes.

El número 1 de la lista, Francisco Puentedura, lleva la friolera de 14 añazos ejerciendo como vigilante oposición del poder establecido, azote del capitalismo y todo lo demás. Entró a medio mandato en 2009, fue cabeza de lista en 2011 y 2015 como Izquierda Unida, número 2 en 2019 como Unidas Podemos y ahora regresa con la marca Granada Unida. Las peleítas del PSOE y la limpieza étnica del PP lo han convertido en el concejal más veterano de la corporación, y por muchos años. Se sabe los nombres de los camareros de todas las cafeterías de la calle Navas y ellos cómo le gusta a él el café. No se mete en problemas, vive bien.

La número 2 es aún mejor, pues también se presenta por sus terceras siglas en más o menos el mismo periodo de tiempo que Puentedura, aunque con menos efectividad y con un origen mucho más sórdido. Mayte Olalla fue la candidata a la alcaldía por UPyD en 2011 y 2015, logrando un asiento de concejal en la primera de ambas convocatorias. Tras la voladura del proyecto reformista de Rosa Díez, no dio el paso natural a Ciudadanos, sino que fue el fichaje “de centro” de Vamos, Granada, la escisión errejonista local, ocupando el segundo puesto en su candidatura también en 2019. En el único mandato en el que ocupó sillón se dedicó a liarla parda confundiéndose con el reglamento en los plenos, pelear con la dirección provincial de su partido -recuerden, en aquel momento, nada menos que UPyD- y sufrir el bullying más barriobajero por parte del PP.

Lo cierto es que no es necesario nombrar a ningún miembro de la lista, porque ya con sacar los asientos de estos dos se darán con un canto en los dientes. Pero nos sentiríamos mal si no mencionásemos a los pagafantas definitivos de la política granadina, Vamos, Granada. Se trata de la marca blanca con la que se presentó Podemos en 2015, de la cual se escindieron tres listas diferentes en 2019 y cuyas siglas mantuvo el ala más errejoner de todas… que fue expulsada del mismo Podemos por la mano del propio Íñigo Errejón, muy en su línea de sacrificar a quien haga falta, cuando el partido a nivel andaluz acabó en manos de Teresa Rodríguez. Si en 2015 se les coló un antiguo jefe de la Policía Local expulsado del PSOE, en 2019 lo hizo la mencionada Mayte Olalla.

Solo que después de la ruptura de Pablo e Íñigo, resultó que para Más Madrid en Andalucía, perdón, Más País Andalucía, resultaban una pieza codiciada debido al colchoncito de 4000 votos que habían demostrado atesorar -un edil en Granada vale 6000- y a su estructura de cuadros muy comprometidos, formados y de perfil sociocultural relativamente alto. Pues bien, una vez absorbidos en la futura Sumar, aunque con unas siglas locales que sirven para que la estructura dominante sea la de IU, se han encontrado con que su candidato, Cecilio Sánchez, acababa de cuarto en las listas -es decir, fuera del Ayuntamiento salvo milagro- y que la ínclita Olalla lo adelantaba por la derecha mientras se aseguraba también un carguito en la dirección regional de Más Madera. Suponemos que Yolanda Díaz y su equipo ni lo saben ni les importa un pimiento, porque, como siempre, lo importante son los cargos de libre designación en Madrid. A Sánchez, al que no conocemos pero por sus tuits comentando los partidos del Granada CF suponemos un buen tipo, le mandamos desde aquí un afectuoso saludo.

Pronóstico LPD

Nos atrevemos con el vaticinio de una victoria de Marifrán Carazo a lo Juanma Moreno, es decir, si no con mayoría absoluta, al menos con holgura suficiente como para que Vox pueda asumir con comodidad su máxima aspiración, que es darle gobiernos al PP sin entrar en ello pero forzando un poco de folclore y de desplazamiento del mismo un poco más a la derecha, que ya dirá la prensa concertada que eso es el sentido común.

De hecho, la victoria será susanismo 2.0 puro, ya que lo único que habrá propuesto Carazo es seguir haciendo lo mismo de siempre con un par de eslóganes de renovación por encima. Hormigonazo, hostelería, turismo, emprendedores, copiar medidas de Madrid vendiéndolas con talante menos neoliberal y más catolicón provinciano y entre tanto seguir repartiendo concesiones entre los de siempre y decirle al que proteste que no tiene ni idea de cómo funcionan las cosas en el mundo real y le va a ir muy mal en la vida.

El plan perfecto para Vox y Granada Unida, cuyo plan consiste en vivir la vida muelle en una plácida oposición que les otorgue unos sueldos apañados y legitimidad para lucir superioridad moral ante sus respectivos electorados. No tanto para el PSOE, donde lo más normal sería un espectáculo dantesco consistente en Cuenca aferrándose al cargo como un hijo de la gran puta, el antiguo sector crítico intentando apuñalarlo de todas las formas posibles concebidas por el ser humano, una dimisión deshonrosa y luego un juego de tronos cateto en el que, si la futura dirección andaluza es fuerte, se impondrá a la mencionada ex rectora o alguien similar, y si sigue siendo el caos y además el partido se encuentra sin Junta, Diputación ni Madrid, acabe algún pobre pringado heroico venido más como quizás alguna vez fue el propio Cuenca.

Todo esto podría ser triste, o patético, pero no es ni más ni menos que España.


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