“El Japón moderno (1600-2000)” – Marius Jansen
“The making of modern Japan”
Recientemente, Japón ha entrado con fuerza en mi vida.
Así que, tarde o temprano, tenía que caer un libro sobre Japón. En este caso, escrito por un señor que iba para historiador del Renacimiento, pero al que en 1943 le tocó la guerra en el Pacífico, y se enamoró de Japón y de su cultura (y de una lengua que en sus propias palabras “es como aprender a pensar por segunda vez”). Fruto de 50 años de estudio, publicó en el año 2000 este libro sobre el Japón moderno.
Jansen empieza la historia del Japón moderno en 1600, con la batalla de Sekigahara. Resumimos un poco lo anterior: hace como unos 2600 años, la diosa solar Amaterasu bendijo a Japón convirtiéndose en la bisabuela del primer emperador, iniciando una familia tan preparada y campechana que llega hasta nuestros días. Ríanse de los linajes tolkienianos. Sin embargo, hacia el siglo XII los nobles deciden que ellos también quieren pintar algo, y reducen al Primero de los Japoneses, el Tennō, a una figura decorativa, rodeada de un ritual tan rígido que muchos emperadores prefieren abdicar jóvenes y hacerse monjes, ¡porque así al menos pueden influir algo! El bacalao lo corta el shōgun, que vendría a ser una especie de primer ministro. Los clanes nobles luchan por ocupar el puesto de shōgun, hasta que en 1600, con la mentada batalla, Tokugawa Ieyasu barre a sus rivales e instaura el Shogunato Tokugawa, que durará hasta 1867.
El Shogunato Tokugawa
La victoria Tokugawa es la consecuencia de la introducción en Japón de las armas de fuego modernas, y crea un monopolio de la violencia que garantiza una cierta paz y orden, al menos en comparación con el perpetuo Juego de Tronos anterior. Los Tokugawa también empiezan a uniformar y burocratizar el país (aunque aún no se unifica realmente), y a cerrarlo de perniciosas influencias extranjeras. Eso exige atar en corto a los budistas, y exterminar a la incipiente comunidad cristiana, de aproximadamente un 2% de la población (¡Japón era más cristiano en 1600 que hoy!).
Tokugawa Ieyasu también se construye una capital nueva, Edo, y un castillo molón en el centro, por lo que el shogunato Tokugawa también se conoce como “el periodo de Edo”, y a Ieyasu como el “Gran Unificador”. Sic transit: al cuarto shōgun, los Tokugawa ya se han esclerotizado y viven sin salir de su palacio, mientras el chambelán empieza a tomar un papel cada vez más importante. De los 15 Tokugawas, los únicos que llegan a ser gobernantes competentes son los tres primeros, y tres hijos de concubinas plebeyas que ascienden al shogunato por extinción de las ramas principales y al menos han vivido algún tiempo en el mundo real. La sangre se considera mucho más importante que la capacidad:
La Paz y el Orden de la nación se deben a la dignidad y virtud de la gran familia shogunal, no a la inteligencia relativa de un shogun individual. Esa es la costumbre de nuestro imperio, diferente a la de otros países [como China].
La corte imperial, mientras, vive en Kioto, la capital histórica, donde molesta lo menos posible. Los pocos europeos presentes suelen usar la palabra “emperador” para el propio shōgun, mientras que ven al Tennō como una especie de Sumo Pontífice. El periodo se ha descrito como un “feudalismo centralizado” o como una “parcelización de la soberanía”, aunque –Lección Importante Número Uno- aplicar términos europeos a la historia de Japón es bastante problemático. Entre otras cosas, porque falta el principal condicionante que afectó a Europa durante este periodo, las infinitas guerras. La Pax Tokugawa convirtió a los guerreros samuráis en una especie de secundarios de lujo de los nobles, que no podían luchar y quizás por eso se obsesionaron con códigos de honor. Otra salida para su ímpetu fue obligarles a alfabetizarse y disputar concursos literarios; para el siglo XIX, Japón tenía una tasa de alfabetización comparable a las más avanzadas de Europa.
Pese a todo, poco a poco los Tokugawa empezaban a “fer país”, aplicando sus leyes sobre todo el archipiélago. Aceleran la urbanización centralizando la administración en unas 300 “ciudades-castillo”. También construyen una red de carreteras, medidas desde el puente de Nihon en Edo (situado a la misma distancia del Palacio Imperial que la Puerta del Sol del Palacio de Oriente), y obligan a los nobles a pasar la mitad de su tiempo en Edo, cuyos guardias tienen una simple máxima: ningún arma puede entrar (para que no pueda haber rebeliones), ninguna mujer puede salir (porque las mujeres solían quedarse de rehenes cuando los nobles se volvían al terruño).
Este es también el periodo de “aislamiento del mundo”. De nuevo, las gafas occidentales: aislamientos similares los decretaron casi todos los países asiáticos, en Japón simplemente duró más (y, gracias a ser una isla, se aplicó mucho mejor), y se dirigió mayormente contra los europeos, no contra “el mundo”. La relación entre las clases también se volvió más rígida, y la movilidad social se redujo. Clases sociales había cuatro: arriba, los samuráis, que eran un 5-6% de la sociedad. Luego, artesanos y agricultores (llamados mizunomi, “los que beben agua”, eran explotados inmisericordemente y no podían abandonar sus provincias natales). Con el tiempo, los agricultores se volvieron más levantiscos, y los daimio (“grandes hombres”, los nobles) empezaron a usar a los samurái para mantenerlos a raya. Los daimio a su vez estaban clasificados en categorías dependiendo de la cantidad de koku que comandaran (un koku era la cantidad de arroz necesaria para comer un año, con 10.000 ya eras daimio). Finalmente, los comerciantes, que podían llegar a ser muy ricos, pero en la ideología oficial curiosamente eran la clase más “baja”, ya que se consideraba que no aportaban nada y solo movían lo que otros producían. La ideología oficial era una importación china (como casi todo lo demás; Lección Importante Número Dos: los japoneses nunca han tenido problemas en copiar e importar desde fuera –y durante siglos eso significaba desde China-, pero dándole a todo un giro o adaptación inequívocamente japonés), un sincretismo entre budismo y neo-confucionismo que insistía mucho en la debida obediencia. Los Tokugawa controlaban el bakufu (“gobierno”), que a su vez controlaba a los daimio, que controlaban a los samuráis, que controlaban al resto. Para mantener ocupados a los ambiciosos y a los trepas, los Tokugawa crearon infinitas jerarquías chorras, los samuráis tenían como 100 escalafones diferentes.
Demonios blancos, barcos negros
¿Cuál es la imagen de África que tienen los españoles de hoy? Pues no lo sabemos muy bien, pero seguramente sea calcada de lo que venden los medios de comunicación patrios: hambre, violencia y atraso. Más o menos lo que pensaban los japoneses del siglo XIX de ese mundo exterior del que se habían aislado. Ahora, imagínense que de repente aparece sobre Madrid un platillo volante de 500 metros de diámetro, propulsado con proyectores antigravitatorios, alimentado por fusión fría… y con matrícula de Zambia. El platillo se sitúa sobre la Puerta del Sol y envía por rayo teleportador a una delegación de zambianos al despacho de Isabel Díaz Ayuso, que se plantan ante la presidenta creyendo que es la jefa de España, y le dicen: “¡Hola! Venimos a firmar el tratado.” “¿Qué tratado?” “El que tengo aquí colgado. No, es broma: el tratado de apertura de puertos comerciales sin reciprocidad.” Ya pueden hacerse una idea del impacto que sufrió Japón en 1853.
En ese año, el edén conservador de los Tokugawa se viene abajo con la llegada de los “barcos negros”, cuatro navíos acorazados de la US Navy. Su comandante, Matthew Perry, aparcó en la Bahía de Edo con sus cañones a la vista de todos, envió una misiva muy impertinente al shogun (acompañada de una bandera blanca, “por si la necesitáis en caso de negaros”), y logró que este firmara un tratado por el que se abrían cinco puertos al comercio con Occidente. También debían aceptarse embajadores extranjeros, y cumplir las leyes del mar. En los años subsiguientes, algún puerto patriota (es decir, pirata) va a sufrir una intervención humanitaria occidental.
¿Y ahora qué hacemos? era la pregunta que se hacía todo Japón, y les llevó 17 años resolverlo, incluyendo una de las décadas más violentas de la historia del país. Violenta y confusa, porque todo el mundo tiene ideas propias, todo el mundo afirma luchar por el emperador y por la patria, y encima todo se cubre con una capa de formalismos japoneses que francamente nos superan. La cosa es que el shogun ha cedido cobardemente, cual ZP en 2010, a las presiones extranjeras. Frente a él, una oposición “nacional y patriótica”, cual PP en 2010, se escandaliza de esta vergonzosa e indigna concesión que arrastra por el fango a la patria e intenta montar un movimiento de oposición cristalizado alrededor de la corte de Kioto… a pesar de que cualquier persona con dos dedos de frente sabe perfectamente que la oposición habría hecho exactamente lo mismo de estar en el poder, y que va a seguir exactamente el mismo rumbo una vez tenga el poder, que de lo que se trata es de colar su programa político aprovechando el revuelo. Vaya, también igual que en 2010.
El Emperador Contraataca: la Era Meiji
El caso es que el Tennō se deja querer por la oposición, y empieza a mandar edictos a Edo preguntando que qué pasa con los demonios extranjeros que aún no están expulsados, mientras a lo largo y ancho del país todos los reformistas, los idealistas, o simplemente los agraviados empiezan a movilizarse contra el bakufu. Cuentan para ello con el apoyo de dos importantes territorios, Satsuma y Chōshū (que tras el reparto del botín van a poner a los líderes civiles y militares de Japón durante una generación). El bakufu, a su vez, insiste en que están en ello, pero que hay que prepararlo bien y sin desmontar estas instituciones feudales que nos hemos dado entre todos. El 3 de marzo de 1860, el número dos del régimen, Ii Naosuke, es atacado y decapitado a las puertas del palacio de Edo (el decapitador expone la cabeza, proclama que lo hace todo por la nación simbolizada en el emperador … y acto seguido comete seppuku, ¡que para algo ha matado a un miembro del gobierno de su majestad!). Este incidente inicia una década de extrema violencia, que culmina diez años más tarde con una mini-guerra civil que barre a los últimos leales del Shogunato Tokugawa (el final de la década de violencia fue, irónicamente, también el final de 700 años de gobierno samurái, aunque las nuevas fuerzas armadas van a estar empapadas de su ethos). Entremedias, en 1866 muere el emperador, y sube al trono su hijo de 15 años, Mutsuhito. Mutsuhito va a reinar 44 años, y tras su muerte recibe el nombre póstumo de Meiji, por lo que esta era es conocida como la Era Meiji (y yo probablemente ya nunca pueda viajar a Japón por haber cometido el sacrilegio de usar el nombre común del Primero de los Japoneses). Alternativamente, “Restauración Meiji”, porque –Lección Importante Número Tres- cualquier cambio o reforma importante en la historia de Japón se ha vendido siempre como un retorno a un pasado más glorioso. En este caso, ¡alegrémonos todos que hemos restaurado al Tennō al lugar que le corresponde, usurpado por esos advenedizos Tokugawa, para que nos lidere a un futuro mejor!
Meiji es quien recibe la rendición del último shogun, y preside sobre la inmediata modernización de Japón. Una modernización brutal y rapidísima, que incluye unas cortes legislativas, relaciones diplomáticas con el resto del mundo, y una acelerada industrialización. Los daimio pierden sus 300 dominios, que se convierten en 50 prefecturas (con los daimio como gobernadores y reteniendo un 10% de los impuestos para “gastos personales”, pero ya sin derechos hereditarios), se crea una base fiscal común, y se unifica la moneda con la creación del Yen para integrarla en el mercado mundial. La corte se muda de Kioto a Edo, que es rebautizada Tokio (“capital oriental”), y el emperador se queda con el castillo del shogun, ahora Palacio Imperial. Se publica una “Carta de juramento” con un programa político de mínimos. Los campesinos reciben tierras en propiedad (para lo cual son requeridos por primera vez en la historia a tomar un apellido), y los padres de familia son hechos responsables legales de quienes vivan bajo su techo. Y finalmente, como parte del proceso de unificación nacional, se crea una religión nacional de estado, el Shinto. El Shinto es una religión tradicional nativa basada en la adoración de los kami (espíritus, tanto ancestros como dioses), que en siglos anteriores se había fusionado con el budismo, con los kami como otros bodhisattvas más. Ahora, una serie de decretos separan estrictamente ambas religiones, con los budistas llevándose todos los palos en el divorcio, y convierten los santuarios shinto en parte de la administración del estado, cumpliendo funciones de registro civil y predicando la buena nueva de la Era Meiji, como la adoración del emperador, el amor a la patria, y la obligación de pagar fielmente tus impuestos.
Cientos de jóvenes japoneses empiezan a viajar por el mundo para empaparse de conocimiento, y lo traen de vuelta a casa para aplicarlo: educación estadounidense, industrialización británica, jurisprudencia francesa, instituciones políticas alemanas. Siempre, claro, con ese inequívoco giro japonés. Incluso, medio gobierno japonés va a invertir casi dos años en dar la vuelta al mundo para conocerlo mejor, y a la vuelta re-asumir sus puestos. Esto les permite también ver lo atrasado que está Japón (pero también que la ventaja occidental es muy reciente, de unos 50 años, y que se puede recuperar), y que la imagen del mundo que se habían hecho con el limitado comercio con los holandeses era más inútil que una katana de cartón. Es decir, que los nuevos gobernantes, tras un Rajoy’2010 de libro, hacen también un Rajoy’2011 de libro, sí, dijimos que íbamos a exterminar a los demonios extranjeros, pero primero hay que aprender de ellos, conocer sus tecnologías, quizás imitarlos, y bueno, subir el IVA para pagarlo todo, ¡pero al menos ahora se va a ocupar gente seria y de buena familia, no el ZPokugawa ese! De aquel populismo barato vienen muchos de los lodos en que chapoteamos hoy, y del violento lanzamiento de la Era Meiji también vendrán unos cuantos. Muy pronto, de hecho: unas semanas antes de la coronación de Mutsuhito, un grupo de samuráis en Sakai decide pasar a la acción directa y mata a once marineros franceses. Para esto estamos haciendo la guerra, ¿no? La respuesta del régimen fue muy significativa de lo que iba a venir: primero, ordenó a los samuráis suicidarse delante de una delegación francesa. Y posteriormente, acogió sus restos en el Santuario Yasukuni, recién inaugurado para los muertos de la mini-guerra civil que estaba devolviendo al Hijo del Cielo a su sitio, que luego se ha convertido en un “Arlington japonés”, y donde a día de hoy aún se rinde homenaje como “mártires” a los criminales de guerra de la Segunda Guerra Mundial, incluido Hideki Tojo.
Prioridades
La era Meiji siempre ha despertado curiosidad y admiración por ser en cierto modo un paradigma de “modernización exitosa”: un ejemplo de libro de un país atrasado que toma la decisión consciente de modernizarse a tope, aprende concienzudamente las herramientas ajenas viajando por todo el mundo, las juzga, compara y adapta a sus situaciones locales, y finalmente las implementa con gran éxito. Vamos: que los Meiji son los ídolos letizios. Y todo esto, ¿para qué? Pues para acabar montando un estado imperialista de la peor especie a mayor gloria del Hijo del Cielo (a esto los letizios no han llegado todavía).
Lo más importante es ponerse al día militarmente para poder plantarles cara a los extranjeros. Ayuda que los Estados Unidos (y España) estén perdidos en desórdenes internos durante esos años, y que Rusia aún se esté lamiendo las heridas de la Guerra de Crimea. Esto deja a Francia y Gran Bretaña como los únicos capaces de proyectar fuerza en Oriente, pero por ahora solo están interesados en comercio. Se crea un ejército moderno por conscripción de cuatro años (los samuráis, con su obsesión por el honor, hacen buenos guerreros pero malos soldados, un tercio de los primeros presupuestos generales se gasta en pensiones para tenerlos tranquilos). Todavía bajo los Tokugawa, se firma un tratado con el Segundo Imperio Francés para fabricar armas y montar academias militares, aunque la corte prefería una alianza con Gran Bretaña, a quienes veían más tradicionalistas que a los republicanos franceses. La derrota de Francia a manos de Bismarck en 1871 por su parte provocará un giro de alianzas muy propio de Japón, siempre dispuesto a aprender del triunfador: tanto el ejército como el sistema educativo superior japoneses se van a moldear a imagen y semejanza de Prusia. Del Kaiserreich también se toma inspiración para diseñar, con la Constitución de 1889 (cuyo primer borrador estaba en alemán), un sistema político aparentemente muy moderno, con elecciones y libertades básicas, pero lleno de trampitas que le garantizan el poder a los de siempre. En este caso, una generación de principalmente samuráis jóvenes que se metieron hasta la cocina del gobierno y la administración, los genrō, el último de los cuales aguantó a pie de cañón hasta 1940.
Los pocos recursos disponibles se invierten en el desarrollo industrial, guiado por una planificación estatal centralizada. Los tratados desiguales dificultan el desarrollo de industrias por las importaciones baratas, pero los japoneses no se dejan engañar por los apologistas del libre comercio y siempre encuentran formas de regular ventajas para sus nacientes industrias. Por las vías que sea: nacionalizando, privatizando, o creando enormes conglomerados industriales, los zaibatsu. Se crea una red de escuelas públicas para que todos los niños aprendan a leer y escribir (con textos alabando al emperador y a la patria), con clases de educación física impartidas por instructores militares. Los gobernantes demuestran también la importancia de estudiar a los “perdedores”. En particular, el caso de Egipto (que quiso modernizarse con potentes inversiones e infraestructuras, para las que pidió enormes préstamos a bancos británicos y franceses… y cuando no pudo devolver dichos préstamos se encontró con una intervención humanitaria británica para garantizar el pago y “neutralizar” la principal infraestructura, el Canal de Suez) les convence de prohibir casi cualquier inversión extranjera excepto cuatro casos muy controlados en ferrocarriles y transporte. Saben que debajo de toda la cháchara occidental de civilización y libre comercio se encuentra una voluntad imperialista dispuesta a tragarse naciones enteras sin pestañear.
Preguntados por los japoneses, probablemente la mayoría de occidentales dirán que son gente trabajadora, callada, obediente y muy conservadora, poco dada a las protestas y las reivindicaciones. Esa imagen es falsa: Japón tiene –y ha tenido- su buena dosis de conflictos sociales, dirimidos a leches. Nada más arrancar la Era Meiji, ya hay un movimiento de base, el Movimiento por la Libertad y los Derechos del Pueblo, con fuertes demandas democráticas que resuenan en una población con altos niveles de alfabetismo y sorprendentemente informada de lo que pasa en el mundo. Es en parte en respuesta a demandas como estas que los oligarcas deciden sacar la constitución de 1889; si no, habrían seguido con “por la gracia del Dios-emperador” hasta el fin de los tiempos. La fecha de la proclamación, 11 de febrero, es también la de la fundación mítica de Japón (recuerden la Lección Importante Número Tres: todo lo nuevo hay que venderlo como una vuelta a las glorias del pasado).
La constitución, en realidad, es una carta otorgada, ya que la soberanía reside en el emperador. Esto se considera necesario, incluso por parte de los elementos más “progresistas” de la oligarquía, para mantener unido al país, ya que la diversidad étnica y religiosa no ofrece otro “eje nacional”. La constitución instaura un parlamento, la Dieta. Se reconocen varios derechos, pero siempre “dentro de los límites de la ley” (con una excepción: la propiedad privada, que es un derecho incondicional). También proclama por primera vez en la historia el derecho de primogenitura masculina al heredar el trono. Esto tiene una razón propagandista (además de ser copiado literalmente de constituciones europeas): tradicionalmente, el emperador estaba asociado a las artes y la religión, pero ahora se pasea preferentemente con uniforme militar, como parte del proyecto de convertir el ejército en una segunda escuela para educar a los japoneses en las virtudes nacionales y el respeto a la autoridad debida. De hecho, el primer cuerpo de policía nacional, el Kenpeitai, empieza como policía militar.
Las primeras elecciones -1890- vienen con voto censitario: solo 450.000 personas, elegidas por la cantidad de impuestos que pagan, pueden votar a la cámara baja. Para la Cámara de los Lores, es peor aún: los 15 mayores pagadores de impuestos de cada provincia eligen a uno de ellos, y ya, aunque el parlamento tiene competencias fiscales sorprendentemente amplias y debe aprobar los presupuestos. El emperador nombra al primer ministro y oficialmente no interviene en política, pero siempre hay maneras: en 1893, el parlamento le niega al gobierno un aumento de presupuesto para la marina. Ipso facto sale un edicto imperial bajándoles el sueldo un 10% a los oficiales, y anunciando una contribución de 100.000 yenes de la casa imperial al ejército. Avergonzado, el parlamento recula.
Las primeras guerras
Todo el desarrollo temprano de la era Meiji llega a su culminación en 1894, con la primera guerra del nuevo estado, la Primera Guerra Sino-japonesa. ¿Es la “culminación lógica”? Probablemente no, pero resulta tan decisiva que en retrospectiva lo parece. Todos los recursos invertidos en el ejército dan sus frutos con una cómoda victoria sobre la China de los Quing, anquilosada todavía en el pasado. La guerra se libra mayormente en Corea (que es “rescatada” del dominio chino y recupera su independencia bajo “protección” japonesa), y como resultado Japón le impone a China el tratado más desigual del siglo XIX, y se embolsa Taiwán y las islas Pescadores. La sociedad japonesa, hasta ese momento ocupada con sus politiqueos y disputas, se pone como un solo hombre al servicio del emperador, que se muda temporalmente a Hiroshima para estar pegado a los acontecimientos. La victoria valida el curso de modernización trazado por los oligarcas Meiji, y une al país en una explosión de nacionalismo. China, durante siglos el ejemplo celestial de donde Japón ha copiado la mitad de su cultura, empezando por el emperador, pasa a ser visto como un despreciable pozo de atraso. La indemnización china sirve para poner las bases de una industria metalúrgica pesada (que precisa de carbón y minerales, lo que desvía la mirada japonesa hacia Manchuria).
En realidad, recuerda Jansen, la población no mostró tanto entusiasmo, hubo bastantes deserciones (y el comienzo de un movimiento pacifista), Taiwán requirió de una campaña de “pacificación” que costó más muertos y recursos que la propia guerra, y Corea no pareció muy agradecida porque en seguida corrió a ponerse bajo el paraguas de Rusia, el tercero en discordia en el Mar de Japón. Pero fue un éxito en el “Japón oficial”, cuya propaganda borró todo lo demás. La lección para los oligarcas fue que los fracasos y bloqueos interiores se podían resolver con una victoria militar.
En principio Japón también se embolsa la península de Liaodong, con su excelente puerto en Port Arthur, pero una nota de Alemania, Rusia y Francia, preocupados “por la paz en Asia”, les conmina a abandonarla. Acto seguido, la ocupa Rusia. Japón traga, pero el cabreo con los occidentales empieza a ser muy grande (de hecho, hay gente que prefiere que continúen en vigor los tratados desiguales, ¡porque así al menos los occidentales se quedan encerrados en sus puertos!). Pero cuando se cierra una puerta, se abre una ventana: Gran Bretaña firma con ellos un tratado dirigido ostentosamente contra Rusia.
Japón lo usa para presionar a Rusia y obtener más acceso a Corea. Está dispuesta a ceder Manchuria a Rusia, pero la corte de Nicolás II desprecia a “los monos esos”, e insulta y escala el conflicto hasta la guerra ruso-japonesa de 1904, donde se llevan una paliza. Esta segunda victoria (la primera de un país asiático sobre una potencia europea) convierte a Japón en un miembro de las grandes potencias, y ayuda a eliminar completamente los tratados desiguales. Internamente, nacen ahora dos escuelas. Una, llamémosla “asiática”, que cree que la misión histórica de Japón es ponerse al frente de los pueblos de Asia y liberarlos del yugo occidental; y otra, digamos “imperial”, que dice que Japón es lo más mejor y que solo debe tener en cuenta sus propios intereses. La segunda es la que logra imponerse (aunque la “asiática” tendrá su rol en la propaganda japonesa para justificar nuevas agresiones, ¡lo hacemos para liberaros!), y la consecuencia es que Corea se convierte en un protectorado, y en 1910 es anexionada. Su papel es integrarse en el mecanismo imperial japonés, que comienza a ponerse en marcha: Japón necesita territorios para extraerles materias primas (y alimentos: durante la Era Meiji la población crece un 50%, y desde 1900 el archipiélago ya tiene que importar comida), y tenerlos como mercados cautivos de su creciente industria. Algunos “visionarios” ven aquí una salida al crecimiento de la población, enviando los excedentes como colonos para “niponizar” los nuevos territorios, aunque la emigración japonesa por alguna razón prefiere irse a las Américas.
Probando democracia: Era Shōwa, parte I
En 1912 muere Meiji. Su reinado ha visto a Japón en un ascenso continuo, de país cerrado y medieval a gran potencia con colonias, capaz de derrotar a los europeos. Y con toda la propaganda oficial atribuyéndole el mérito al emperador. Incluso, los occidentales quieren aprender de Japón; especialmente los británicos, tras el ridículo de la Segunda Guerra Boer. Con Meiji se va también la vieja guardia, depositaria de unos valores que sus sucesores ya no parecen comprender. Por ejemplo, el suicidio ritual de Nogi Naresuke y su esposa, siguiendo la costumbre del suicidio siguiendo al señor, y porque estaba avergonzado de haber perdido una bandera regimental 35 años atrás (en una concesión a la modernidad, donó su cuerpo a la ciencia).
Llega entonces Hirohito (sí, ese Hirohito), y con él empieza la Era Shōwa (en realidad, entre Meiji y su nieto Hirohito/Shōwa hay un intermezzo de 1912 a 1926, la Era Taishō, pero nos la saltamos porque el pobre Taishō se recluye víctima de una enfermedad mental, y desde 1922 ya tenemos de regente a Hirohito, que seguirá en el machito hasta 1989). Al principio, hasta 1931, la era se caracteriza por una mayor democratización: se amplía el derecho al voto (aunque los menores de 25 y las mujeres tendrán que esperar hasta 1945), y hay una mayor parlamentarización de la política, e incluso gabinetes controlados por –gasp- partidos políticos, aunque los cambiantes partidos no tienen principios muy fuertes y se guían por personalismos y cuestiones concretas. Paradójicamente, esta democratización va de la mano de más autoritarismo y menos derechos civiles. Tras 50 años imitando a los occidentales hasta extremos surreales, surge un nativismo bastante potente. Hemos ganado las guerras, ¡no tenemos que aprender nada de ellos! Por ejemplo, ya no está bien visto que haya conversiones al cristianismo (en parte porque los conversos forman una parte desproporcionada en el movimiento pacifista que se opone al imperialismo, ¡se tomaban a Jesucristo en serio!). La censura y el dirigismo estatal en las ciencias y humanidades, que antes había funcionado solo con presión social, ahora se vuelven explícitos. Frente a los nacientes partidos socialistas (también dominados por cristianos, ¡esta gente también se tomaba en serio la Doctrina Social de la Iglesia!) y las cada vez más frecuentes revueltas, el estado impone mano dura: prohibiciones de partidos y sindicatos obreros, y ejecución de sus líderes. La política en general no es para los blandos: en las primeras décadas dos primeros ministros mueren de muerte natural, y otros tres (Hara Takashi, Osachi Hamaguchi, Inukai Tsuyoshi) mueren asesinados. Los tres asesinatos son cometidos por autores de extrema derecha, el de Inukai por oficiales navales, descontentos con cualquier política que implique llegar a acuerdos con el resto del mundo, renunciar a la guerra, y no perseguir el destino divino de Japón. Las condenas a los asesinos son muy leves.
La economía, por su parte, no sigue la ruta de Reino Unido o USA (modernizar a tope), sino que se mantuvo una extraña “economía dual”: industria moderna en las ciudades, agricultura muy tradicional en los pueblos. Algo doblemente curioso porque en las ciudades la población se multiplicó, surgiendo allí una verdadera cultura de masas muy variada (aunque los grandes periódicos siempre siguieron líneas editoriales muy moderadas) y con las mujeres rechazando sus roles tradicionales, pero el sistema electoral primaba los distritos rurales. La explicación es que los turbo-letizios al mando sabían que el país necesitaba industria para no depender económica- o militarmente del extranjero, y a la vez eran conscientes de que necesitaban algún tipo de justificación democrática y la industria iba a producir proletarios a chorro, así que se montaron una industria fetén, con control estatal sobre ferrocarriles, arsenales y otras industrias vitales… y un sistema político que desarmara a los obreros industriales frente al campo, más tradicional. La industria, durante la Gran Depresión, se organizó verticalmente en inmensos zaibatsus, gestionados por algún gran banco, y que usaban su monopolio para sangrar a la población (lo que llevó a una presión para trasladar la explotación al extranjero mediante conquistas). La economía empezó a planificarse, y se limitó la capacidad de los trabajadores de cambiar de empresa en búsqueda de mejores salarios; una regulación que irónicamente sería la base del afamado “empleo para toda la vida” del Japón de posguerra.
Empezaron a surgir organizaciones marxistas clandestinas, a la vez que movimientos de extrema derecha. Sí, hemos llegado a “los fachas japoneses”, que como en todas partes eran un grupo bastante heterogéneo (algunas facciones realizaron asesinatos de millonarios –y políticos liberales- durante los años 30), pero que tenían todos en común su creencia en la divinidad del emperador y en su poder absoluto para llevar a Japón a su destino. Hirohito (para su persona renunciamos a usar el nombre póstumo, Shōwa, que significa “paz ilustrada”), sorpresa, se dejó querer.
En este punto se dividen las evaluaciones de Japón, entre quienes ven la “democracia Taishō” como un espejismo limitado a las grandes ciudades, un intermezzo en un estado profundamente autoritario que volvió a sus esencias con el militarismo de los años 30, y por otro lado quienes ven a Japón en camino hacia una democracia liberal “normal”, frente a la que hubo una reacción antidemocrática. Ni uno ni otro, juzga Jansen, sino una mezcla (que se dio, de una u otra forma, en el resto del mundo industrializado). El sistema de la Era Meiji y sus instituciones tenían una serie de fallas incorporadas que sus dirigentes habían sorteado gracias a dos factores: ser un grupo muy pequeño y cerrado que hacía piña y se coordinaba para todo (si bien en oscuros contubernios), y la dolorosa consciencia de que Japón era tremendamente vulnerable frente a Occidente debido a su atraso. Dos factores que desaparecieron en la generación que subió al poder en la Era Shōwa: los nuevos dirigentes han surgido de un sistema más o menos meritocrático, al menos en sus escalones más bajos, y tras las guerras de Meiji se creen superiores al resto del mundo. De ahí nace una aversión a cualquier influjo extranjero (que los Meiji habían abrazado entusiastamente “porque tenemos que ponernos al día”), y una reacción nativista.
Va siendo también hora de meternos en una cuestión espinosa: ¿era Japón una democracia? Y si lo era, ¿en qué preciso momento dejó de serlo y por qué mecanismo? Porque aquí los occidentales solemos verlo con el prisma de la Segunda Guerra Mundial y argumentar que, a ver, nosotros somos los buenos, la democracia es buena, luego como los buenos ganamos la guerra para la democracia, está claro que los japoneses eran los malos sin democracia. Ergo, Japón no era una democracia. Pero si empezamos a ponernos exquisitos, ninguno de los Aliados occidentales pasaría hoy por una democracia: en Francia las mujeres no pudieron votar hasta 1945, el Reino Unido no dejaba votar en sus colonias, y en la mayoría de los Estados Unidos las relaciones y matrimonios interraciales estaban penados legalmente, amén de leyes diseñadas para neutralizar o directamente quitar el voto a la población negra. Japón era distinto, pero tampoco tan distinto, y en la Primera Guerra Mundial, esa guerra “to make the world safe for democracy”, los Aliados no tuvieron problema en fichar a Japón, cuya democracia formalmente era homologable a las demás (y estaba basada en el diseño alemán). Quizás la cuestión espinosa, en fin, es definir la democracia. ¿Qué ocurrió?
Vamos que nos vamos: Era Shōwa, parte II
Mientras en casa se pendulea entre democracia y autoritarismo, se vienen cositas fuera: los EEUU aprueban leyes antiinmigración fuertemente racistas que causan un cabreo considerable en Japón y refuerzan a quienes anticipan que EEUU y Japón se van a disputar tarde o temprano la hegemonía en el Pacífico. Y luego está China, donde una revolución ha terminado con el dominio manchú, pero ha dejado el país sumido en el caos. Japón se debate entre “queremos una China fuerte y aliada”, y “Manchuria, qué hermosa eres (y qué desaprovechada estás)”. Manchuria, con una fuerte penetración económica japonesa, no está habitada por “chinos” (es decir, de la etnia Han), sino por manchúes. Y los Han acaban de quitarse de encima tres siglos de odioso gobierno manchú porque los manchúes no son chinos, pero eso no significa que Manchuria no sea “de China”. Nominalmente Japón apoya a Chiang Kai-Shek, pero en la práctica aplica un divide y vencerás pactando con los múltiples señores de la guerra que se están repartiendo el país.
Todo el pasteleo iniciado con Taishō, como decíamos, dura hasta el 18 de septiembre de 1931. Ese día (bueno, esa noche) el ferrocarril del sur de Manchuria, propiedad de una empresa japonesa, sufre un ataque terrorista a sus vías. No hay heridos, de hecho el tren ni siquiera sufre retrasos, pero el ejército japonés muestra algunos muertos con uniformes chinos, acusa a los chinos del ataque, e inmediatamente avanza desde Corea y Liaodong hacia Manchuria, ocupando el territorio, que seis meses más tarde será incorporado al imperio japonés como el estado nominalmente independiente de “Manchukuo”, para cuyo gobierno ficharon nada menos que a Pu Yi, el último emperador de China. Las protestas internacionales fueron respondidas con una salida con portazo de la Liga de las Naciones (donde habían sido miembros permanentes del Consejo desde el inicio), acompañada de un discurso surrealista diciendo que “Japón está siendo crucificado, pero el veredicto cambiará igual que cambió sobre Jesús de Nazaret.” Este “incidente de Manchuria”, que inaugura la fase militarista-imperial de la Era Shōwa, fue un ataque de falsa bandera del propio ejército japonés, que a partir de ahora va a hacer su propia política, con los gobiernos civiles incapaces de pararle los pies.
De hecho, a las pocas semanas una trama militar intentó dar un golpe de estado contra el gobierno civil, planeando un bombardeo aéreo del consejo de ministros. La trama fracasó, pero por cosillas del sistema japonés (“¡solo eran unos chavales con exceso de celo patriótico!”) lo más que se pudo castigar a los culpables fueron algunas semanas de arresto domiciliario.
La gestión de Manchukuo cayó en manos del ejército, y este no se anduvo con chiquilladas, dejando con un palmo de narices a los industriales japoneses, que esperaban aduanas bajas para poder exportar a gusto, y se encontraron unos aranceles de aúpa porque los militares necesitaban fondos para desarrollar las industrias química y pesada, que juzgaban esenciales para futuras guerras. El establishment japonés no sabe muy bien qué hacer, pero destruidas las organizaciones obreras no hay contrapeso posible, y se pliega más y más a los militares. Aquí hay que precisar que los más radicales eran jóvenes oficiales organizados en clubes políticos, que solían realizar acciones gallardas que luego sus superiores legitimaban. Como por ejemplo la más gorda, el Incidente del 26 de febrero de 1936: un grupo de oficiales asesina al ministro de finanzas, al Guardián del Sello Imperial, y al Inspector General de Educación Militar. El primer ministro Okada solo sobrevive porque se esconde en un armario, y el ex primero ministro Kantarō Suzuki porque su mujer ruega a los asaltantes el honor de matarle ella. El propósito de los golpistas es remover y reorganizar el país en una “Restauración Shōwa”, análoga a la Restauración Meiji de 60 años antes, de modo que intentan hacerse con la figura del emperador (y por si no se dejaba convencer a la primera, ya había un voluntario en el grupo para cometer seppukku y sacarse las entrañas delante de su Augusta Persona). No lo logran, Hirohito se pilla un cierto rebote y autoriza el uso de la fuerza, y el levantamiento es aplastado. Y esta vez sí hay sentencias de muerte, pero a la larga los golpistas triunfaron: los políticos civiles viven acojonados, ídem los medios de comunicación, la Dieta aprueba subidas del presupuesto militar, y los generales han aumentado su influencia sobre el gobierno. Los ministros del Guerra y de la Marina siempre habían sido militares, pero ahora además tienen que ser miembros activos. En la práctica, esto otorgaba a las fuerzas armadas la capacidad de tumbar gobiernos a voluntad.
Nuevo Orden Asiático: Era Shōwa, parte III
A todo esto, se está cociendo la Segunda Guerra Mundial, y aunque su transcurso en Europa se puede narrar sin tener en cuenta a Asia, al revés no es así. De hecho, el camino de Japón es una curiosa mezcla de mala planificación, casualidades, y mal timing: prácticamente desde 1917, el ejército japonés se está preparando para una guerra contra la URSS, que se juzga inevitable por ser opuestos ideológicos, y para la cual se suprimen las organizaciones marxistas en casa. En 1936, firman con Alemania e Italia (países que, igual que Japón, son anticomunistas y tienen reivindicaciones territoriales; ahí hay sinergias) el Pacto Antikomintern. En China, se apoya a Chiang Kai-Shek, que es anticomunista y permite los abusos japoneses en Manchuria. Pero en diciembre de 1936, los propios subordinados de Chiang le fuerzan a un cambio de rumbo que implica pactar con los comunistas contra los japoneses. En este ambiente tenso, el 7 de julio de 1937 desaparece un soldado japonés cerca del Puente de Marco Polo en Peking; su comandante exige poder mandar patrullas a buscarle; su contraparte china dice que no (aunque ofrece patrullas conjuntas); la cosa escala y en nada hay gritos, bofetadas y disparos, el gobierno civil japonés intenta rebajar la tensión pero los militares no hacen ni caso y ponen cuatro divisiones en marcha. El soldado desaparecido, por cierto, solo se había alejado para poder cagar tranquilo.
Se suceden rápidamente fases de negociación –que fracasan- y fases de lucha –donde los japoneses barren a los chinos y avanzan hacia el sur. En realidad, el gobierno japonés sigue con la vista puesta en la URSS y no quiere esta guerra, a la que insiste en llamar “Incidente de China”, pero está metidos en una lógica de “una muestra de fuerza más, y el gobierno chino cederá a nuestras exigencias”. Las exigencias son romper el pacto con los comunistas chinos y reconocer formalmente Manchukuo, los civiles se hubiesen contentado con eso (otra cosa los africanistas, perdón, los militares). Finalmente, en noviembre, las tropas japonesas llegan a la capital, Nankín, y llevan la lógica de “una muestra de fuerza más” a sus últimas consecuencias con su mayor infamia: la masacre de Nankín, un asalto salvaje sobre una población desarmada que en pocas semanas causó entre 100.000 y 300.000 muertos (por comparar: las muertes militares de toda la Guerra Civil Española suman unas 280.000), y que Japón ha negado hasta el día de hoy, a pesar de que no ha podido negar competiciones entre oficiales por ver quien mataba más gente.
La masacre hace imposible cualquier acuerdo, el gobierno chino de Chiang Kai-Shek se muda lo más lejos posible de la costa, a Chongquing, y aunque los japoneses ocupan las principales ciudades y los ferrocarriles, no tienen fuerza para avanzar y se enfrentan a guerrillas varias en su retaguardia. El mundo civilizado está en shock, pero Hitler acude en ayuda de Japón y retira la ayuda militar que estaba prestando a China, con la evidente esperanza de tener a todo el mundo ocupado con Japón mientras él se expande por Europa Central. Pero cuando firma un pacto de no agresión con Stalin, los japoneses no ven otra salida que imitarle (antes libran una guerra no reconocida que les muestra que aún no están preparados) para concentrarse totalmente en China y Estados Unidos, pensando que en diez o quince años ya podrán librar al fin su guerra contra la URSS.
En el frente interno, el primer ministro Fumimaro Konoe intenta acabar de una vez con todo ese faccionalismo y esos restos de democracia debilitante, fundando la Asociación de Apoyo al Régimen Imperial. La idea es que sirva para vertebrar verticalmente a la sociedad japonesa, siguiendo el modelo de los partidos fascistas europeos. La práctica es que todo el mundo se integra y sigue como antes, pero con un titulillo diferente y algo menos de margen. En 1942 todavía habrá elecciones semi-abiertas, con candidatos independientes logrando un quinto de la Dieta, si bien esta ha perdido bastante poder. La propaganda insiste que se está librando una guerra para liberar a Asia de los europeos, y que si China insiste en no rendirse incondicionalmente es porque está recibiendo ayuda de los angloamericanos. Japón empieza a prepararse para una guerra contra estos, mientras aún compra la mayoría de su combustible en Estados Unidos.
Cuando Roosevelt les impone un embargo de petróleo, toman una decisión final en una reunión con Hirohito presente (que se limitó a recitar compungido un poema de Meiji): los diplomáticos reciben unos meses para lograr un acuerdo imposible (que USA reanudase las ventas de petróleo, reconociese Manchukuo y el sudeste asiático como “zona de influencia japonesa”, y aceptase 1955 como fecha de retirada del ejército japonés de China, a cambio básicamente de una promesa de no atacar Filipinas). Si fracasan, es la guerra. La idea del alto mando es: destruimos su flota en Pearl Harbor, usamos los meses siguientes para conquistar Indochina y sus pozos de petróleo, y convertimos hasta el último islote perdido entre Hawái y Tokio en un bunker lleno de fanáticos suicidas guerreros samuráis dispuestos al sacrificio total por la raza Yamato; ellos tendrán más medios, pero conquistar uno a uno esos islotes les costará tanto que, como débil democracia que son, la gente se negará; además, Hitler en seguida conquistará Moscú y los americanos tendrán que centrarse en Europa. La idea no era del todo mala (pero vamos, bastante mala sí era, y los militares lo tenían totalmente asumido), pero falló: la Wehrmacht se atascó, los americanos compensaron el fanatismo con material y logística, y en vez de cada islote perdido solo conquistaron los estrictamente necesarios para llegar a distancia de bombardeo de Japón, desde donde empezaron a incinerar una a una las ciudades japonesas. Tras cada derrota, los militares hablaban de retroceder a un círculo de defensa más compacto y forzar una “batalla decisiva”, mientras vendían una propaganda acorde, “100 millones de almas dispuestas a morir con honor por el Emperador”. La cosa culmina en los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki, y la rendición formal de Japón, anunciada por Hirohito en un discurso radiofónico que fue todo un shock para una población que le tenía por poco menos que un Dios y nunca había oído su voz.
Abrazando la derrota: Era Shōwa, parte IV
Con la derrota, viene la enésima reinvención total de Japón, dando como resultado ese simpático país de otakus que conocemos hoy, que reservan lo de ser un poco intensitos para la fabricación de artículos de consumo de altísima calidad. Durante seis años, fueron plastilina en manos de Douglas MacArthur. El Gaijin Shōgun desmanteló por completo sus fuerzas armadas y su militarismo, les impuso el sufragio femenino, les quitó todas sus posesiones coloniales, separó el Shinto del estado, sembró el país de bases y tropas americanas que ahí siguen (pagadas en parte por Japón, que por cierto se reserva el derecho a solicitar la ayuda de dichas tropas para acabar con revueltas comunistas desórdenes internos), reformó la educación siguiendo modelos americanos, cambió todo el Código Civil (se eliminó la preeminencia de los cabezas de familia, y los matrimonios tenían que ser consensuados)… vamos, que les cascó una reforma de arriba abajo del sistema político y social heredado de la Era Meiji, incluyendo una constitución pacifista (cuyo primer borrador estaba en inglés) que mantenía al emperador como jefe de estado, pero lo degradaba a mero símbolo. En línea con la Lección Importante Número Tres, la constitución se vendió como una enmienda a la anterior de Meiji. Un grupo de new dealers se encargó de rehacer la economía, incluyendo romper varios zaibatsus y una amplia reforma agraria. Los japoneses lo aceptaron todo con la fe del converso, “por el bien de toda la Humanidad”, hasta el punto que se han convencido de que salió todo de ellos y olvidando el papel de MacArthur.
Al principio los americanos asumen que su gran aliado en Asia va a ser China, de modo que triunfan ideas como el desarme, o el traslado de industrias japonesas como compensación de guerra a otros países asiáticos. La victoria maoísta y la guerra de Corea obligan a Estados Unidos a echar mano de las industrias japonesa y germana, y así ambos vuelven a ser miembros respetables del Mundo Libre. Políticamente, la destrucción del ejército y de los antiguos oligarcas crea un vacío en el que los viejos liberales se convierten en los nuevos conservadores, apoyados en una sólida clase terrateniente conservadora, surgida de la reforma agraria. La oposición de izquierdas queda limitada a las ciudades y penalizada por el sistema electoral. Y por supuesto, se importan elementos culturales americanos a tutiplén.
Impulsada por la Guerra de Corea, la economía japonesa logró volver a arrancar, pasando por dos periodos generales: hasta los años 90, crecimientos espectaculares y admiración del mundo, que los quiere imitar a toda costa. El crecimiento se basa en proteccionismo indirecto (“en Japón el mercado está abierto, pero la sociedad está cerrada”), salarios bajos, yen devaluado, gastar poquísimo en Defensa que para eso están los yankees, y condescendencia occidental, que les ceden patentes de electrónica que como mucho sirven para hacer juguetes, jajaja. Los inmensos superávits comerciales crean una burbuja inmobiliaria en cuyo pico Tokio vale lo que los Estados Unidos, y los terrenos del Palacio Imperial más que toda California. Si son ustedes viejunos, recordarán como la cultura popular americana de los 80 pintaba un futuro donde los japoneses poco menos que se comen el mundo. Más o menos cuando muere Hirohito, en 1989, la cosa pincha, el Nikkei pierde dos tercios de su valor, y Japón inicia su década perdida, que a esas alturas dura ya treinta años y ha resultado en la mayor deuda pública del planeta (aunque es casi toda interna y se paga sin problemas). Ya nadie los quiere imitar, ¡y eso que las fórmulas de ambas épocas son muy parecidas!
Japón, hoy en día, es uno de los países más desarrollados del mundo. También, uno de los más envejecidos, a pesar de las insistentes campañas gubernamentales de “un chaval y una princesa” animando a las mujeres a tener al menos dos, pero nada, que no quieren, cualquiera diría que no nos las tomamos en serio. Pese a ello, es un país con una cultura muy distintiva y vibrante, que ha logrado exportar al mundo entero. ¿Qué le depara el futuro? Jansen escribe en 2000, unos años de mucho optimismo. Ahora, como que el futuro da asco. Sí, allí también.
Valoración
Pues muy interesante, y una estupenda introducción a la historia del Japón moderno. Y luego, pues al igual que con el Kaiserreich, encontramos paralelismos a tutiplén con España: un régimen ultra-autoritario se reforma desde dentro para darse una pátina de modernidad, pero en el fondo siguen siendo los mismos rancios de siglos y siglos, emperrados en seguir en el machito a costa de lo que sea.
Estilísticamente, sí que aburre un poco el que Jansen construya el libro en torno a personajes históricos, y cada vez que quiere explicar un punto lo hace contándonos la biografía completa de un par de implicados. Se empiezan a acumular más y más personajes que no conocíamos y que, al cabo de un par de páginas, ya hemos olvidado. Las guerras se las cepilla en cuatro páginas (diciendo que ya se han comentado de sobra en otros libros, en lo que tiene toda la razón – ¡pero me obliga a comprar más libros!) y se concentra mucho más en lo que él cree que el estadounidense medio debería conocer de Japón, y en combatir tópicos heredados de la guerra. El principal, que Japón es una especie de colonia de termitas guerreras sin personalidad, perdida en el enjambre, cuando en realidad es un país como cualquier otro, pero que les da salida a sus problemillas de andar por casa de una forma ciertamente peculiar, como productos de una historia y un aislamiento secular condicionados por la geografía.
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Comentario de emigrante (19/07/2021 14:15):
Muchas gracias por este nuevo capítulo del servicio de LPD para adquirir cultura sin necesidad de leer libros que para eso el sr. Jenal se sacrifica por nosotros.
Puede que Japón se mantuviera largo tiempo aislado y alejado del mundanal ruido de occidente pero yo sigo viendo unos cuantos paralelismos. La situación de los mazunomi me recuerda mucho a la de los payeses de remensa. La reforma centralizadora de Tokugawa y el fin del feudalismo y creación del estado moderno era algo que también se estaba haciendo en Europa aunque en diferentes grados y velocidades, empezaron los Tudor a base de cortar cabezas y allí donde los cardenales franceses triunfaron el Conde-Duque fracasó y ya nadie se atrevió a intentarlo hasta que llegaron los borbones. Y esa combinación de desarrollo industrial puntero y atraso rural es muy parecida a la que se dio en la Rusia de los Romanov.
A todo esto también hay que recordar que Japón y España fueron vecinos durante toda la era Tokugawa. Filipinas estaba allí al lado. Cuando se prohibió el catolicismo los refugiados fueron acogidos por España dando origen al apellido Japón. Como detalle friki allí se dio también la única batalla entre samurais y europeos previa a la revolución industrial cuando todavía estaban en igualdad de condiciones, katanas contra acero de Toledo. Fue la batalla de Cagayán en la que unos 200 españoles se defendieron del ataque de más de 3000 piratas ronin. Spoiler, ganaron los españoles. Curiosamente la era Tokugawa y la colonia española encontraron su fin por la misma época de la mano del tío Sam en otro paralelismo más. Por cierto, hay algo de cierto en eso de que los japoneses durante la ocupación cometieron el genocidio de los últimos hipanoparlantes que quedaban en esas islas?
Y ya que nos ha puesto la foto, hay que recordar que el general Millán Astray era un gran admirador de la cultura japonesa. Para crear el cuerpo de legionarios se inspiró en el bushido. Todo ese desprecio por la vida y ensalzamiento del amor a la patria de los novios de la muerte está sacado de ahí.
“¿era Japón una democracia?” Esa pregunta se le puede hacer a todos. Era el reinado de Alfonso XIII una democracia? Lo es la Republica Islámica de Irán? Rusia? Venezuela? Todos esos regímenes tenían o tienen parlamentos con diferentes partidos y celebran elecciones con urnas y papeletas pero el resultado es tan democrático como el referendum del 1-O.
Comentario de devilinside (20/07/2021 09:06):
#1 Efectivamente, los señores japoneses, pese al ultracentroderechismo que compartían con el régimen español, se cargaron españoles e hispanoparlantes como si no hubiera un mañana: https://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_Manila
Otro dato curioso: con la excusa de luchar contra el comunismo, EEUU acordó con Japón de forma unilateral no exigir rendición de cuentas sobre el producto de los saqueos japoneses por toda Asia, ni que pagase indemnización alguna a los terceros países perjudicados por las invasiones japonesas, en lo que tragaron casi todas las naciones, menos los Países Bajos que creo que a fecha de hoy es el único país cuyos nacionales afectados pudieron obtener indemnización por los perjuicios sufridos con la invasión de lo que posteriormente sería Indonesia
Comentario de FUKUS (20/07/2021 11:50):
La espantosa …
https://www.aljazeera.com/news/2021/7/19/iraq-roadside-bomb-kills-10-in-baghdad
… bestia … Anglo-sionista-wahabi/salafista
dentro de doscientos años en los libros de historia aparecerá con perplejidad este imperio nuevo de los romanos
Y un día de estos, tal vez quizá …
“un mensajero bajará de los cielos con gran autoridad y su resplandor iluminará la tierra y gritará a pleno pulmón: (Roma) la gran Babilonia que emborrachó a los habitantes de la tierra, cayó, cayó la gran Babilonia cayó” (Libro de la Revelación (ca. 120) 17,2 y 18,2)
Comentario de FUKUS (20/07/2021 12:20):
-Créanme …
https://youtu.be/sJRjv00GU5A
-les garantizo que desencadenar el Caos y el Terror en Irak tendrá enormes consecuencias positivas en toda la región
Y tanto
Lo tremendo de estos actores es cómo son capaces de aguantarse la risa
Comentario de el guru (20/07/2021 20:40):
¿Asuka, señor Jenal? Que forma de reabrir un debate que habíamos cerrado hace AÑOS—
“¿era Japón una democracia?”
¿ES Japón una democracia? ¿Cuántos años lleva el Jimintō en el poder? Estoy de acuerdo con la tesis de este señor que ha escrito el libro ¿Qué es el Jimintō(del 55 al 85) sino una continuación de la política de los años 20 y 30?
No olvidemos que son los americanos los primeros en sacar una ley de amnistía de crímenes de guerra en el 51, para que todos los burócratas buenos volvieran a sus puestos. Por ejemplo Nobusuke Kishi (abuelo de Shinzo Abe!), que llegó a ser primer ministro a pesar de haber explotado esclavos en Manchuria.
De hecho la reforma agraria y capitalista de los new dealers, es la misma que intentaron y no pudieron hacer esos mismos burócratas veinte años antes.
De todas formas tengo entendido que el gran crecimiento económico tras la WW2 y la burbujaza son temas separados. Habría que separar esas dos eras porque ahí si hubo un cambio importante (al menos economico, políticamente siguen los mismos).
El boom de la posguerra vino más por mantener una pseudo-economía de guerra y la creación de carteles en el mercado interno y libertad absoluta a cuchillo en el mercado externo; y no fue hasta mediados de los años 80 cuando se forma la tremenda burbuja al meterse los neoliberales con lo suyo…
Comentario de el guru (20/07/2021 20:42):
(insertar chiste aquí sobre la explotación de los fondos post-COVID y la neo-burbuja inmobiliaria que nos estamos dando entre todos)
Comentario de FUKUS (21/07/2021 09:33):
El actual director de “nuestro proyecto colonial” dice que no vender helados …
Es una “agresiva presión”
Y, por tanto, la mortífera Entidad del Levante responderá “agresivamente”
https://www.aljazeera.com/news/2021/7/20/israel-will-act-aggressively-over-ben-jerrys-ban-pm-says
Normal
Y seguramente esto tendrá rocambolescas consecuencias dentro de la Teocracia militar norteamericana
Un día de estos los norteamericanos saldrán a la calle pidiendo libertad y democracia
Será bonito verlo
Comentario de FUKUS (21/07/2021 09:55):
El Delirante imperio nuevo de los Romanos
-en una parte de “nuestro proyecto colonial” no vamos a poder comprar helados de nuestra marca preferida … tendremos que comprar helados … De otra marca … Esto Es Intolerable
https://www.timesofisrael.com/erdan-asks-35-us-states-to-activate-anti-bds-laws-against-ben-jerrys/
-Oiga, y 7 países arrasados y decenas de miles enviados al infierno y sacrificados en el Altar de las Fantasías
-Eso son cosas que pasan, ejque la gente no aguanta una broma, usted lo que pasa ejque es antibudista, eso antibudista
(Esta misma mañana en RNE he escuchado que el último laborista, Corbyn el Crucificado, es antibudista, que es la palabra que usan los caprichosos para decir que algo no les gusta: -la sopa de ajo no me gusta, la sopa de ajo es antibudista)
Comentario de FUKUS (21/07/2021 12:26):
El helado de fresa
El portavoz del Departamento de Estado de la Teocracia Militar Romana ha dicho que el diosito del imperio nuevo de los romanos … Achtung, cuidadito con mentarlo
https://www.timesofisrael.com/us-state-department-vows-to-oppose-bds-after-ben-jerrys-settlement-pullout/
-“Quién como Tú”
El dios de la Teocracia Militar Romana es cosa sagrada, no porque el iracundo, caprichoso y sanguinario barbudo del Sinaí naciera en una aldea budista de Arabia, en concreto en la aldea de Tayma
El diosito budista del imperio nuevo de los Romanos es cosa sagrada porque este Software es de época imperial persa cuando una clase dirigente aramea llegó a “la tierra de Canaan” con dinero, libros y panfletos para someter y dominar a “la gente de la tierra” (“am ha’eretz”)
Y el diosito local nacido en una aldea de Arabia es fuente de inspiración universal
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Doctrina_del_destino_manifiesto
Cómo no van a sentir verdadera pasión los Romanos por las fantasías arameas de época persa, ya Constantino el jrande ya Teodosio el aún más grande si cabe es grande la pasión Romana por las delirantes fantasías arameas
Una buena matanza es cosa agradable a los ojos del Señor, y el olor a carne quemada es como dicen las sagradas escrituras algo delicioso para las narices del Señor
Jo er, el Software original establece una brutal distinción entre un “pueblo (de señores)” (un “HerrenVolk”) y “la gente (sometida)”
Por eso “cananeo” de “mercader” o “tendero” o “fenicio” pasó a significar “esclavo”
Por eso en el imperio de los Romanos todo laborista es sospechoso de ser antibudista
Normal que el Crucificado Corbyn fuera declarado antibudista al decir que “la gente” tal vez quizá tengan algún derecho humano
En fin, cualquier hombre libre, cualquier hebreo, y cualquier pensador libre, será condenado a la denigración y la difamación por los siervos del Faraón
Comentario de Shinchan (21/07/2021 16:11):
Siempre leo, pero nunca comento. Tuve la suerte de vivir en Japón y de vivir ahora en Alemania y hay un detalle histórico sobre el devenir post II Guerra Mundial que se pasa por alto: la experiencia democrática. La República de Weimar, con todos sus problemas, permitió y creó una clase política que supo (y pudo) romper definitivamente (con una desnazificación más o menos exitosa) con el régimen anterior y pavimentar el camino a los procesos Auschwitz I y II en los 60. Japón no tuvo ese período equiparable a Weimar que permitiese al menos unos mimbres sociales para una ruptura más acentuada. El contexto geopolítico es similar, incluso beneficioso para Japón siendo una isla, pero la sociedad no sabría en los 60 cómo romper con su pasado fascista colonial… y hoy ya es tarde (y China y Corea del Norte siguen siendo del bando opuesto). Es imposible imaginarse Japón sin emperador… igual que en 1898 era imposible imaginarse Alemania sin Káiser y reyes varios.
Comentario de Shinchan (21/07/2021 16:14):
Y aprovecho para agradecer a casi todos los comentarios que hay tras cada noticia… con un amigable tirón de orejas a Emigrante: los apellidados Japón no son descendientes de ninguna colonia filipina de japoneses cristianos, sino de la tripulación de la primera delegación diplomática japonesa en España en el siglo XVI. Igual me equivoco, pero llegaron a Coria dell Río.
Comentario de FUKUS (22/07/2021 09:36):
No habrá helado de fresa de nuestra marca preferida y tendremos que tomar helado de otra marca, esto es “un nuevo tipo de terrorismo”
https://www.timesofisrael.com/citing-ben-jerrys-snub-herzog-says-israel-boycotts-a-new-kind-of-terrorism/
Los patricios romanos están completamente locos
Comentario de Rafa (22/07/2021 10:44):
Execelente reseña!!
Emigrante, lamento discrepar con usted acerca del origen del apellido Japón: https://web.archive.org/web/20091216185038/http://www.ayto-coriadelrio.es/opencms/opencms/coria/municipio/Historia/apelljapon.html
Comentario de emigrante (22/07/2021 15:19):
Muchas gracias por la información, ha sido muy interesante saber más detalles acerca de aquel episodio. De todas formas no veo que tenga nada que corregir ya que la frase “Cuando se prohibió el catolicismo los refugiados fueron acogidos por España dando origen al apellido Japón” es correcta en sí misma. Quizá el problema esté en el contexto ya que la metí en mitad del párrafo sobre Filipinas dando a entender que fuero a parar allí. Por otro lado lo de “delegación diplomática” está cogido por los pelos porque, aunque fueron recibidos pomposamente y tuvieron su audiencia con el rey, no venían en representación del shogun ni del emperador y se quedaron aquí para evitar la represión religiosa en su tierra de origen, ergo eran refugiados.
Y hablando de emigrantes, se ha mencionado el intento de colonización de Manchuria y los que acabaron en EEUU o Perú, pero es curioso que el movimiento migratorio inverso ha sido prácticamente nulo. Algo increíble de creer en un país tan rico y con una cultura tan popular en todo el mundo. Incluso hoy en día con una población tan envejecida no quieren traer a nadie para darle la sopita a los viejos y cambiarle los pañales y lo fían todo a los robots.
Comentario de emigrante (22/07/2021 17:29):
FUKUS, Liliput y Blefescu fueron a la guerra por la forma de cascar un huevo así que cambiar la marca de helado ya queda a la altura del holocausto. Y es que con las cosas de comer no se juega. Otros recurren a la diplomacia culinaria para hacer las paces con una botella de ratafia o una lata de anchoas.
Comentario de Rafa (23/07/2021 09:33):
Emigrante,nada que objetar a su comentario, sólo quería hacerle saber esta historia que siempre me ha llamado mucho la atención. Efectivamente, me he perdido cuando ha dicho lo de Filipinas porque lo que yo tenía entendido es que vinieron en esa expedición que relata el enlace
Comentario de FUKUS (23/07/2021 11:05):
Ya se ve el final
Así que podemos resumir el imperio nuevo Egipcio-Asirio-Biblico-Romano
1846-1920, las Guerras de Wall Street
1945-1991, la Guerra del Adolfo II
1991-2021, las Guerras Ziocon
2021-2047, Epílogo
Referencias
Para el primero capítulo el resumen breve y conciso y de primera mano es el clásico “War is a Racket”
Para el segundo capítulo es enorme la cosa, tal vez comenzar con “Killing the Hope” o tal vez la trilogía del profesor Chalmers Johnson o tal vez sea mejor introducción “The Jakarta Method”
Para el tercer capítulo es difícil, tal vez el libro del profesor John Mearsheimer
Y el Epílogo pues qué decir “el futuro en constante movimiento está”, así que no lo sé
Comentario de FUKUS (24/07/2021 12:41):
Como nadie me entretiene … Pues
Veamos posibles Epílogos -2047
Hipótesis A) Vamos rumbo directo a 1914: en 1870 el imperio británico vio emerger una potencia y alrededor de digamos 1900 decide esperar la ocasión propicia para destruirla. Esta hipótesis termonuclear tiene un fallo: rumbo al 14 y fin del mundo (1914-47) el imperio británico alentó y azuzó a Rusia y Francia, y hoy en día (en tiempos de “Trump, padre de China” y “Joe demencia senil Biden”) los peones son Australia, India y Japón
Hipótesis B) entre el imperio militar Romano-biblico-norteamericano y la Civilización Comercial China … el Capitalismo elegirá lo segundo. Sí, pero no está nada claro, pues Wall Street no sale de su asombro entre el desconcierto y el espanto: la clase dirigente china considera que su plebe son su gente rompiendo las enseñanzas divinas de Occidente contenidas en las sagradas escrituras, pues “el mandato del cielo” en China al parecer es diferente
https://en.m.wikipedia.org/wiki/Mandate_of_Heaven
Hipótesis C) Un equilibrio, el bárbaro imperio militar Bíblico-Romano queda rodeado por la Civilización Comercial China mientras las legiones siguen en el Limes rodeando a China y Rusia y fundiendo dólares del contribuyente felices en su burbuja mental de tipo soviético
Vaya usted a saber
Comentario de Lluís (24/07/2021 15:07):
#18
Yo diría que el imperio británico, antes de 1900, tenía más puntos de fricción con Rusia (India, Turquía) y con Francia (África) que con Alemania. Además, tampoco era tan sencillo hacerle olvidar al británico medio casi 1000 años de conflictos con los franceses, o que aceptara que tocaba ir d bracito con un régimen como el ruso.
Otra cosa es que el nuevo káiser fuese un bocachancla irresponsable, capaz de fastidiar en 10 minutos meses de trabajo diplomático, y que el torpe programa naval que impulsó si fuese visto como una amenaza por los ingleses.
Comentario de FUKUS (25/07/2021 10:30):
“Yo diría que el imperio británico, antes de 1900, tenía más puntos de fricción con Rusia (India, Turquía) y con Francia (África) que con Alemania”
E x a c t l y
Por eso el postulado racional que permite encajar las piezas del rompecabezas del fin del mundo (1914-) es … Un arrogante núcleo duro dentro de la clase dirigente del imperio británico impuso su voluntad de buscar la ocasión propicia para destruir Alemania
En resumen apretado los culpables son Rusia y Francia muy crecidos por el aliento del Angloimperio
El Angloimperio se empeñó en convertir una guerra más en los Balcanes y el partido de vuelta de la guerra franco-prusiana en el comienzo del fin del mundo (1914-45/47)
El Kaiser gritaba desencajado desde su espantosa ingenuidad: -“Nos declaran la guerra por un papel”
La espantosa ingenuidad alemana
Y la excusa Bélgica será luego la excusa Polonia
Comentario de FUKUS (25/07/2021 11:12):
“Esto es lo que está ocurriendo”: “Nos estamos convirtiendo en un país comunista”
https://youtu.be/eFHGQ7kATP0
Es difícil saber si los patricios en ciudad-Capital son una parodia de nuestros provinciales o al revés
El gordo y el flaco (la pareja cómica formada por Donald Trump y Joe demencial senil Biden) son señal clara de la decadencia del imperio militar Bíblico-Romano (1846-2046)
El vaso de agua de Obama (-2016) fue para mí como espectador la dolorosa gota que colmó el vaso sobre estos artistas del teatro y el engaño y sus guionistas
Comentario de FUKUS (25/07/2021 14:27):
Fíjense …
https://www.google.com/amp/s/www.eleconomista.es/empresas-finanzas/agua-medioambiente/amp/7828748/La-crisis-del-agua-en-Flint-una-llamada-a-los-ciudadanos
… en su rostro y en su mirada
Un buen hombre atrapado en una tremenda obra de teatro tragándose su papel
Fíjense cómo se le puso el pelo blanco
En cambio el caradura de Trump y el lacayo Biden son de teflón y leen el guión sin inmutarse
Comentario de devilinside (26/07/2021 11:39):
#10 Y además hay que tener en cuenta que EEUU no tuvo el menor interés en “desimperializar” Japón tras la guerra mundial, ya que estaban muy metidos con el rollo del anticomunismo y con los partidos y agrupaciones tradicionales japoneses (muy conservadores, comparados incluso con los nazis) tenían el trabajo hecho. Incluso he leido por algún lado que los bienes, oro y demás que estaban en Japón al terminar la guerra se utilizaron para financiar al Partido Liberal y al Partido Democrático, que acabaron fusionandose en el actual PLD, que ha gobernado en Japón prácticamente sin interrupciones desde 1955. Algo tipo la Red Gladio en Italia
Comentario de emigrante (26/07/2021 12:13):
Y hablando del malvado angloimperio y conectando con las persecuciones religiosas en Japón, hay algo de cierto en esa teoría conspirativa que insinúa que que la bomba cayera sobre Nagasaki y que ésta sea la ciudad más católica de Japón no es ninguna casualidad?
Comentario de FUKUS (27/07/2021 10:07):
Días espantosos en la Bolsa de Hong-Kong y en el barrio chino de Wall Street en Nueva York, pánico, yo mismo estoy muy muy asustado mientras me río soltando la lagrimita viendo las cotizaciones desplomándose
https://www.scmp.com/tech/big-tech/article/3142588/china-moves-protect-food-delivery-drivers-digital-exploitation
Este es solo un detalle de todo lo que está ocurriendo (pero aquí solo se permite un enlace y me parece bien)
-(Pekín): nuestra plebe son nuestra gente, es “el mandato del cielo” que nos enseñó Confucio
-(Wall Street y capitalistas del mundo mundial): Cooomor, No, no, usted se confunde, el juego no es asín, “el mandato del cielo” contenido en nuestras Sagradas Escrituras dice justo todo lo contrario, vuestro diosito es falso y el nuestro es El Berdadero
Comentario de FUKUS (27/07/2021 10:33):
EDU
https://bigcharts.marketwatch.com/quickchart/quickchart.asp?symb=EDU&insttype=&freq=2&show=&time=13
-(Pekín, reunión de la Diputación permanente): ya han estudiado el informe de nuestros expertos: están haciendo negocio jugando con las ilusiones de los niños y sus padres que encima la broma les está costando un dineral sideral y para rematar la faena nadie en su sano juicio va a querer tener más de un niño con el dineral que cuesta el entrenamiento para hacer exámenes y aprender psicología del examinador, en el colmo están aprendiendo a responder sin leer la pregunta, pues nuestras oposiciones son tipo test, y tenemos un montón de casos documentados de chavales con magníficas notas que no tienen ni pxxx idea de la materia
-(Wall Street): OMFG, preocupación por los niños y la nación … Comunismo, Comunismo
No paro de reír y de llorar pues me está costando un dineral
Comentario de FUKUS (27/07/2021 11:27):
Antes
Antes era mucho peor: China es una Merito-cracia, muy diferente en principio al poder del drama (Drama-cracy) y locura de la gente (Demo-crazy) del sistema oligárquico-plutocrático de Londres y Washington (1991-)
Pero, claro, llegó un momento en el que pasar el examen de coronel a general … costaba digamos 1 millón de dólares … que pagaba la CIA
Jaja
En Galicia yo he visto en el pasado una producción de “carnets”, jo er, sistema chino de antes: y este examen-carnet-promoción cuánto cuesta comprarlo
Ahora la cosa al parecer ha cambiado, tanto en Galicia como en China
Comentario de FUKUS (27/07/2021 11:43):
El triunfo parecía seguro
La Central de Inteligencia tenía en nómina a todo el generalato y a más de la mitad de la clase dirigente
El entusiasmo por el Capitalismo era gigantesco
Y grande era entre la juventud el prestigio de los colorines y la falsa fachada del imperio militar occidental
Pero todo se chafó en historia larga de contar … que culmina en “Donald Trump, padre de China”
Algunos chinos ya han propuesto poner su grande estatua en espaciosa y muy principal plaza de Pekín, con admiración y agradecimiento a quien nos despertó
Comentario de FUKUS (30/07/2021 11:53):
Dos campos de Silos para ICBM
https://fas.org/wp-content/uploads/2021/07/Hami_map1.jpg
La localización es llamativa: bien dentro de tierra y detrás de dos campos de Silos de ICBM de Rusia
Cada campo son 100-120, así que digamos 200 Silos y si cada Misil Intercontinental llevara 3 cabezas nucleares sumarían 600 y si llevaran 8 y 2 señuelos sumarían 1.600 (!!!) cabezas atómicas
Comentario de FUKUS (30/07/2021 12:04):
Hasta ayer por la tarde la doctrina china era aguantar el bombardeo Atómico en la Tremenda Red de Túneles (la así llamada “Gran Muralla China Subterránea) y luego “El Segundo de Artillería” saldría a responder:
https://en.m.wikipedia.org/wiki/DF-41
Pero gracias a Londres y Washington dándole patadas a los Rusos … han logrado lo que parecía imposible: que los Rusos y los Chinos se lleven bien, y es más: los Rusos les han proporcionado la tecnología de Alerta Temprana
Así que ahora parece claro que van a cambiar de doctrina y pasar a LOW
Launch
On
Warning
Pues hay que tener en cuenta que la Doctrina del violento imperio Bíblico-Romano incluye el “First Strike”
Comentario de FUKUS (30/07/2021 19:33):
Cuánto tardarán los chinos …
https://fas.org/blogs/security/2021/07/china-is-building-a-second-nuclear-missile-silo-field/
… en construir doscientos Silos … y, claro, fabricar los pepinos
Que esto es lo llamativo de esta gente: -vamos a hacer …
Y metidos en faena es tremendo, la velocidad de realizar proyectos enormes y complicados, la decisión tal vez es de digamos mediados del 2019
Ayer, por ejemplo, CATL presentó la primera batería de Sodio … con una densidad de 150 Wh/kg
Qué peliculón
Esta gente da más espectáculo que el entretenimiento para masas de la política norteamericana
Comentario de FUKUS (31/07/2021 12:21):
Me acabo de enterar: el Submarino del capitán Nemo imaginado por Julio Verne … llevaba Baterías de Sodio
dioooox, estamos más allá del futuro
https://youtu.be/LxKtCquWx5c
Comentario de Lluís (31/07/2021 18:55):
Para reírse un rato.
Al final, la noticia que salió hace unos meses, diciendo que el gran Albert Rivera daría clases de liderazgo político, se ha confirmado. Es más, será el director del curso. Un postgrado en Liderazgo y Management Político, en el CES Cardenal Cisneros.
https://www.universidadcisneros.es/landing-liderazgo-y-management-politico/
La broma sale por 5.800 € por 180 horas, más el viaje de 3 días a Bruselas para visitar las instituciones europeas y reunirse con “líderes politicos europeos”, a ver si al final les va a salir Puigdemont.
La broma está en algunos de los ponentes. Empezando por el director, lo mejor que les puede transmitir es cómo conseguir hundir en 6 meses lo que ha costado 10 años y una pequeña fortuna levantar. O cómo ir de reformista y apuntalar cualquier régimen corrupto, léase Susana o Ayuso.
Los ponentes, de nivel. De ser ciertas las noticias, una buena colección de perdedores, casi todos del sector neoliberal más trasnochado, y es que ni siquiera han invitado a Rajoy o Aznar, que por lo menos esos si que saben qué es ganar.
Uno de ellos, el inefable Leopoldo. Tres intentos de hacerse con el poder por medios violentos, todos fracasados. Protagonista de unos cuántos esperpentos, más propios de una película de Cantinflas. Finalmente, se hartaría del menú en casa del embajador de España en Caracas y se vino a fastidiar a España. Supongo que aquí también se aburre y unos eurillos siempre vienen bien, que no sé si la paguita que le pasa Guaidó da para la cuota del Círculo Ecuestre.
Otro, Ruíz Gallardón. Tendría su momento de gloria, pero era unos de los tantos aspirantes a suceder a Aznar que se quedó por el camino, de hecho ni siquiera pudo con Esperanza. Como colofón, su salida del gobierno, te pasas meses redactando, por encargo de Rajoy, una ley de aborto tal como Dios y su santa madre iglesia mandar, se la presentas al jefe y la echa directamente a la basura. Hay que admitirle que, por lo menos, fue capaz de dimitir.
También sale Vargas Llosa. No sé qué pensará un defensor de imponer la lengua española a todo lo que se mueva sobre el término “management” del título del curso. Supongo que le habrán dicho que la infamia termina ahí. Su currículum político también está a la altura, fracaso pese a los apoyo que tenía contra Fujimori, salida del país dejando tirados a sus seguidores y, ahora, apoyando a la hija de Fujimori. Como escritor es un grande, en lo demás, una caricatura.
Para que no les acusen de sectarios, también se habla de un rojazo de cuidado: Nicolás Redondo Terreros, si, ese que cuando lideraba el PSE se entendía mejor con Aznar que con sus jefes de Madrid, y al que prácticamente sólo le faltó pedir el voto para Mayor Oreja. El resultado fue el esperado: si no fueron los peores resultados del PSE, poco faltó.
Lo que me pregunto es por qué no han puesto a Rosa Díez. ¿Tenía el móvil apagado cuando don Albert reclutaba a su equipo? ¿O todavía hay rencillas del pasado? Si el problema fue que le levantara a Toni Cantó, les recomentaría que lo olviden, no merece la pena discutir por ese. Total, ahora lo tiene Casado.
Comentario de Perri el sucio (09/08/2021 01:17):
He tardado en leerme la reseña, pero un placer, como siempre.
Como obviamente no me he leído el libro, en la reseña me llama la atención lo de puntillas que se pasa por dos cosas que siempre he entendido como definitorias en el siglo XX:
-En la primera mitad del siglo XX, el permanente pique entre la armada y el ejército, que se sumaba al casi acoso escolar entre militares y autoridades civiles. Precisamente, el trauma que saca el ejército de Jaljin Gol y la somanta de ostias soviets que saca de la experiencia, y el estancamiento en la guerra de china (donde japón compensa con matanzas de civiles su incapacidad para dominar el territorio y vencer a cualquier unidad china mínimamente pareja en equipamiento) explican mucho del curso errático de las decisiones militares y el auge del plan de la armada de la estrategia del Pacífico.
-Los conflictos sociales, en especial estudiantiles, en la década de 1960, que marcaron bastante una generación entera,si no más.
Comentario de Bellver (09/08/2021 12:40):
Si hay un frente desconocido de la II Guerra Mundial, fue la guerra chino-japonesa, y aunque estaban lastrados por la falta de medios, los chinos tuvieron buenos generales y ganaron bastantes batallas. Y desde luego lo que padecieron bajo la ocupación nipona apenas tiene nada que envidiar a lo que sucedió en la URSS en las zonas conquistadas por los nazis. Ahora los chinos están haciendo a porrillo pelis ultrapatrióticas de ese periodo, la más famosa es Ciudad de vida y muerte, que es magnífica. Lo curioso es que, claro, tienen que representar heroicidades de personajes… que pertenecían al Kuomintang. Pero parece que lo llevan bien.