007 – Skyfall
Javier Bardem se pasa la vida provocando al capital, al establishment, a los poderosos, criticando sus abusos, la política de recortes a los ciudadanos mientras a la banca se le perdona todo… ¡Y luego está por ahí comiendo marisco con sus amigos sindicalistas de coches caros, todo financiado a tutiplén por Chávez y Castro! Si la guerra fuese de Venezuela contra EEUU o Japón no dirías “No a la guerra” tan alegremente, ¿verdad, Bardem? ¿Verdad? ¿Verdad? Critica lo que quieras, que así de blanditos somos con nuestro régimen de libertades… ¡Pero condena Cuba, por favor! ¡Condena Corea del Norte, que a estas alturas el silencio del actor español resulta más que ominoso!
Con estos antecedentes, estaba claro que Javier Bardem resultaba idóneo para hacer de malo de una película de James Bond. Y, en general, para hacer de malo. Porque hay que ser malo para ir por ahí criticando a los ricos cuando tú mismo eres rico. Pues no. Primero renuncias a todo lo que tienes, te vuelves pobre, y luego ya criticas. Coherencia. Y ya sabrás tú lo que haces, pobre, si te pones a criticar alegremente, que te aplicamos un “has vivido por encima de tus posibilidades” y te quedas sin trabajo.
La película de Bond tiene un magnífico malo, pero arrastra el mismo problema que muchas otras películas contemporáneas: el cine de acción, sobre todo el que no puede recurrir a los extraterrestres, está llevando cada vez peor el desmoronamiento de la Unión Soviética. Ya han pasado veinte años y los generales rusos a los que se les cruzan los cables no cuelan. Los nazis qué les voy a contar: ¡pero si incluso los nietos que seguro que tuvo Hitler en su retiro dorado en Argentina deben estar ya mayores! Quedan, por supuesto, los chinos. Los chinos serían unos malos idóneos: son muchos, son poderosos, y son diferentes. Tampoco tienen ningún respeto por los derechos humanos. Así que, visto bien, lo tienen todo para convertirse en los nuevos malos.
Pero, desgraciadamente, esto no es posible. China es un mercado demasiado grande para arriesgarse a que te lo cierren por dejarte llevar por el entusiasmo y rodar una película en la que los malos son ellos. Eso lo puedes hacer con los alemanes, que no son tantos y además les gustaba flagelarse con el nazismo. Lo podías hacer con el bloque del Este cuando no tenías previsto venderles películas, ni nada digno de mención. Pero ahora, con China, sencillamente no es posible. Puedes condenar Corea del Norte o Cuba todo lo que quieras, pero cuidadito con condenar China.
Por eso, aunque en la película de Bond pasamos por Shangai y Macao (inmejorable ocasión para alertar sobre los siniestros propósitos del malvado imperio chino), la cosa no va con ellos. China se limita a ser una postal de fondo, un publirreportaje turístico implícito, y ya está. Nos dejan claro que los chinos son extraordinariamente horteras, que su modelo de riqueza es una especie de Las Vegas descontrolado y con aún más colorines, y que probablemente la mitad de los edificios de las ciudades chinas son puticlubs, pero esto te lo dicen como atractivo, no como crítica.
En resumen: en este contexto, en el que ya no puedes meterte con Estados nación como enemigos dignos, por si acaso se te enfadan y vendes menos, siempre hay que recurrir al clásico psicópata que hace la guerra por su cuenta. Un apátrida que no se sabe muy bien de dónde saca sus enormes recursos, pero que ahí está. El terror silencioso y omnipresente del terrorismo. La guerra interminable. ¡Todo recorte de las libertades políticas es poco, si se trata de garantizar nuestro modo de vida, con sus recortes de derechos económicos y sociales!
Bardem, la verdad, lo borda en su papel, y eso a pesar de que le han puesto pinta de turista italiano. Por desgracia, el resto de la película no está a la altura. Y el problema, curiosamente, es el intento de darle algo de profundidad al personaje de Bond, a su relación con M, etc. ¿Profundidad? ¿Bond? ¡Por favor! Apenas tenemos chica Bond, y en lugar de ello la película nos da toneladas de chica M, la jefa. La siempre oportuna mentora de Bond, pobre huerfanito escocés, que le ha guiado todos estos años con guante de hierro, pero con mano de seda. Es decir: que todos los indicios, los hechos y las evidencias apuntan a que M es una hija de puta desalmada y sin escrúpulos, pero en realidad es buena.
Con estos mimbres, y a pesar del malvado Dr. Antiglobalización que implícitamente es –al menos, para la derecha española- el personaje de Javier Bardem, la película resulta bastante decepcionante. En particular, el glorioso final, que tiene lugar en Escocia. Las raíces de Bond. Como muchos otros escoceses, Bond ha dedicado sus energías a la cohesión del Imperio Británico, primero, y de Gran Bretaña, después. Los hijos de Escocia son parte de algo más grande, sutil mensaje que envía la película en pro del unionismo.
Seguro que a algún subsecretario se le ha pasado la idea por la cabeza: montar una operación similar aprovechando el poder de irradiación del cine español. Una película con Antonio Resines y Cayetana Guillén Cuervo, dirigida por Garci, en pro de la cohesión de Cataluña con España. Sobre Barcelona 92, o algún derbi Barça-Madrid en el que el Camp Nou se da cuenta de que, si se van, jugarán con el Mollerusa, o algo por el estilo. Claro que, si sacan el comodín del cine español y hacen la película, entonces seguro que sí que se van los catalanes.
En cualquier caso, la película de Bond deja muy claro que Escocia y Cataluña tienen poco en común. Los impresionantes paisajes escoceses, la naturaleza salvaje, el desolador panorama, gélido e inhóspito, envían un mensaje inequívoco al espectador: Escocia es una puta mierda. Nadie en su sano juicio querría vivir allí, ni mucho menos ser independiente. ¿Independiente para qué? ¿Para morir de hambre en el páramo? ¡Pero si ni siquiera les queda apenas petróleo!
Tras ver Escocia, a uno se le clarifican, definitivamente, todas las dudas sobre el porqué los ingleses están dando esa lección de democracia y de juego limpio con el referéndum. Ya me imagino a Cameron en el 10 de Downing Street: ¡Que salga el “sí”, por favor! ¡Que se vayan, y no vuelvan! Porque en Escocia, queda claro, no son emprendedores. No exportan, salvo mano de obra harapienta. Los escoceses, en definitiva, y a diferencia de los catalanes, no “hacen cosas”.
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Comentario de Andrés Boix Palop (05/11/2012 00:25):
Los alemanes, ¿no podrían ser los nuevos malos que se quieren cargar Europa, el euro y al pobre ZP? Por dar algo de vidilla a esto de Bond, que es muy deprimente que ahora las grandes conspiraciones sean para monopolizar el suministro de agua en Bolivia a la espera de que una Cristina Fernández de Kirchner de película se la líe a Repsol-YPF.
Comentario de Guillermo López García (05/11/2012 00:30):
La leche! No me acordaba de Quantum of Solace y el drama del suministro de agua en Bolivia. Aunque ahora el gran drama era que el malo quería acabar con M (que, por otra parte, se iba a jubilar). Suministro de agua de un país en un lado de la balanza, muerte de una occidental en el otro… ¡La cosa está reñida!
El problema de poner a los alemanes como malos con ese objetivo (romper el euro) es que en el mundo anglosajón seguro que empatizaban con ellos. Y eso les crearía un problema: ¿empatizar con los alemanes? ¿Con los antipáticos oficiales?
Personalmente creo que Hollywood debería dar un paso al frente y convertir a China en el nuevo enemigo, haciendo un ataque preventivo a cuando les estalle su burbuja de la vivienda y hagan un “España”
Comentario de Latro (05/11/2012 10:42):
Eh, los escoceses han dado a la Gran Bretaña no sólo muy buenos soldados, sino magnificos ingenieros e inventores.
Eso si, aquello esta absolutamente pelado del todo en un 80% mas o menos. Supongo que por eso inventan patrañas como el golf, y articulos de primera necesidad para sobrevivir al muermo como el whisky
Comentario de karpov (05/11/2012 12:31):
también lo intentaron con los árabes y el peligro fundamentalista. supongo que hasta que pep guardiola les abrió los ojos y les hizo ver que qatar es lo má mejón.
lo peor de las películas de bond es que sabes que sí o sí, gana bond. lo mejor, las muchachas.
¿palencia independiente? imaginen un país sin galletas.
y no se me ocurre ningún otro sitio escocificable… ¿zamora?
Comentario de danniel (05/11/2012 15:22):
>>> “Eh, los escoceses han dado a la Gran Bretaña no sólo muy buenos soldados, sino magnificos ingenieros e inventores.”
Evidentemente, si querían huir de ese páramo, los más tontos se metían a soldados, los más inteligentes a ingenieros y los más listos a inventar cosas para el teletienda.
El resto se quedaba ahogando sus penas en güisqui esperando acceder a uno de esos tres grupos.
Comentario de de ventre (05/11/2012 16:52):
creo que España podría ser una gran candidata como próximo supermalo de las pelis: el terrible doctorrr eufemiano y su nueva rrrraza de supervillanos horrrrmonados.
la consecución de tanto oro deportivo despertaría las sospechas del MI6 y verrrríamos a bond, james bond, calándose un maillot parrra desenmascarrrar a su némesis cañí. josé marrrría pou for eufemiano!
por supuesto para distinguir un humano “real” de un comunista-nazi habría que pasar por la prueba de la mirada limpia de miguel ángel revilla, a modo de test Voight-Kampff
rojigualda.
j
pd: en cuanto a escocia, nunca he estado, pero mi impresión está mediatizada por este discurso: http://www.youtube.com/watch?v=G1tJJO_pVvQ
Comentario de Baturrico (06/11/2012 19:15):
Oiga, Prof. López, que en 24 se atrevían a poner de malos a los chinos, y qué mala cara traía Jack Bauer después de sus vacaciones en Xinjiang. Aunque claro, les daban motivos para que se enfadasen… Aunque estos de Fox son raros, porque para malo-malo, el presidente Charles Logan (Gregory Itzin).