Blancanieves y la leyenda del cazador
Érase una vez un reino en el que todo el mundo era feliz. No se nos explica muy bien por qué eran todos tan felices, pero se observa claramente, en las primeras escenas de la película, que la prosperidad campa a sus anchas entre la población. Los ricos, claro está, tienen mucha más prosperidad, hermosos palacios y propiedades, pero los siervos de la gleba tampoco se quejan, pues recogen, vista la insultante prosperidad de los ricos, al menos algunas migajas que éstos dejan caer displicentemente: una faenilla por aquí, una sisa menor del diezmo de la cosecha por allá, y todos contentos.
No está muy claro de dónde viene toda esta riqueza que permite a unos y a otros vivir, claramente, por encima de sus posibilidades, pero dado el carácter medieval del reino y la inexistencia de cualquier forma de industria, I+D+i y la mayoría de los sectores de economía productiva, la única explicación posible es que el chollo se mantenía gracias al turismo y a la financiación externa por parte de algún agente exterior. ¿Cómo, si no, explicar, tal combinación de oropel, riquezas sin cuento y, al mismo tiempo, molicie y estupidez, al menos por parte de las clases dirigentes?
Claramente, este estado de las cosas no podía mantenerse indefinidamente. Y en esto que estalla la situación, por fases. En primer lugar, el rey pierde a su mujer, que muere enferma, pero no antes de haberle dejado a su heredera, Blancanieves, una simpática niña que se dedica a jugar con su mejor amigo, un no menos simpático duquesito, y a hacer todo tipo de travesuras bajo la benévola mirada de los conciudadanos de ¿Mágicolandia?. Pues Blancanieves, princesa del pueblo, no se encastilló nunca, sino que gozaba mezclándose con el pueblo y simulando que ella era “uno de los nuestros”. Aunque al final del día, por supuesto, ella volvía a Palacio.
Al morir la Reina, el Rey llora mucho y lo pasa muy mal. ¡Qué sufrimiento! Pero al final de tanto lloro se dice: “pues me voy a casar con esta rubia que pasaba por allí, que está jamona”. ¡Craso error! La nueva reina, y madrastra de Blancanieves, se deshace rápidamente del Rey y a continuación impone una política de austeridad como no se había visto nunca en el Reino.
Austeridad, naturalmente, bien entendida, que afecta sobre todo, principalmente, y hay quien diría que únicamente, a la plebe. El palacio se mantiene con toda su magnificencia, a la que la Reina de la Austeridad añadirá una serie de artilugios mágicos, mientras el pueblo es cada vez más infeliz y desnutrido, y la misma naturaleza, rebelándose ante lo desesperado de su situación, se retrae en ella misma y convierte el vergel, el paraíso que era el Reino, en una puta mierda. Así, ni tan siquiera el turismo reactiva la economía, y la austeridad funciona como una profecía autocumplida: menos recaudación, más paro, más impuestos, más recortes, menos recaudación, …
Queda una única esperanza: Blancanieves, que está confinada en una celda en el castillo, es la heredera del Rey. Ella podría apoyarse en la facción de descontentos con la Reina Bruja Malvada (que, como podrán Ustedes imaginarse con semejante nombre, concitaba el malcontento por doquier, sobre todo por la fea costumbre que tiene de aspirar la esencia vital de los demás para mantenerse ella joven, en una bella personificación de las políticas de austeridad bien entendidas) y, así, decir a los ciudadanos: “amados siervos, no más padecer a la Reina Mala con sus políticas de primar el nefando interés de la minoría sobre los derechos sociales de la mayoría: ¡volved a mí, a la Heredera del Rey Bueno, que enaltecerá a nuestros mejores y se compadecerá de todos los demás!”.
Por si este peligro no fuera suficiente, la Malvada Reina Siniestra recibe un aviso perentorio por parte del Google de la época: un espejo mágico al que la Reina le pregunta, incesante, si ella es la más bella del Reino. Y en estas que el espejo, tras años de complacencia, le dice: “pues no. Blancanieves ha crecido y es más bella que vos”. Y luego aclara: “tiene una belleza interior que no veas”. Oportuno matiz, dado que, en el exterior, la verdad es que no hay competición posible: la Reina está buena, con el morbillo que da la austeridad y que tan bien saben apreciar los ingleses, mientras que Blancanieves tiene expresión caballuna y dientes de conejo. Muy silvestre, eso sí.
La Reina Mala envía a su número dos y sicario predilecto para que acabe con Blancanieves (un rubito que nos recuerda mucho al primer ministro holandés, quienquiera que sea éste), pero Blancanieves huye, no sin antes rezar un oportuno padrenuestro para dejar bien claro que la Reina Mala, además de Mala, cree en la Magia y los Espíritus como si de una devota lectora de Juego de Tronos se tratase, mientras que los Buenos se encomiendan a quien deben encomendarse.
A partir de ese momento acaba la parte más interesante de la película, y comienza un aburrido rosario de persecuciones cansinas y chistes sin gracia que enmarcan la consumación del rito iniciático, por parte de Blancanieves, en unos términos total y absolutamente previsibles, que sólo sorprenden, si acaso, por su espectacular querencia por lo kitsch. Sobre todo, cuando Blancanieves llega a una especie de Valle Mágico del Bien, un Eurovegas momentáneamente a salvo de las políticas de austeridad, acompañada por unos enanos supuestamente simpáticos, y allí conoce a la entidad que es la quintaesencia de la comunión con la naturaleza: el Gran Venado Blanco (al que podríamos llamar “Bambinieves”), que reconoce en Blancanieves a una de los suyos, y que, tras ser alcanzado por una flecha de uno de los malvados perseguidores de la princesa, se convierte… ¡en un millar de mariposas blancas que alzan grácilmente el vuelo!
En general, la película es fallida, por muchos motivos, entre los cuales cabría destacar dos: 1) El efecto que ha generado el Señor de los Anillos en la mayoría de historias posteriores de “espada y brujería”. Cuantos más personajes de leyenda, trolls, ogros, enanos y hadas, mejor (en Blancanieves, al menos, parcialmente justificados por la historia). Además, ahora todos los chavales simpáticos son arqueros. Disparar flechitas mola y queda bien en pantalla, y además el que lo hace parece un elfo. ¿Para qué más?. 2) Es difícil tomarse en serio una historia archiconocida que quizás, sólo quizás, no dé para una película. Aunque tampoco es que nos vayamos a poner tiquismiquis con esto, habida cuenta de los engendros a partir de los cuales se hacen películas, e incluso sagas de películas. De hecho, y ya puestos… ¿Por qué no ir un poco más allá?
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Comentario de Latro (05/07/2012 14:40):
Menuda obsesión teneís con meteros con el avispero friki. Lo digo por El Señor de Los Anillos, no por el bodrio este que no pretendo ir a ver.
Hay una crítica en inglés aqui, http://www.avclub.com/articles/snow-white-and-the-huntsman,75846/ y otra en http://www.tor.com/blogs/2012/06/so-did-you-understand-snow-white-and-the-huntsman (si, ese ultimo es bastante friki, cuidado y os pillan articulos los Juegos del Hambre o algo asi :-P). De la segunda destaco que, según el crítico, queda claro que los guionistas no tienen ni pajolera idea de como se monta un universo de fantasía que tenga la necesaria coherencia interna y credibilidad como para que se sostenga por si solito.
Eso por la parte friki y cinematográfica, la parte de puyas al “status quo” fruto de nuestra maravillosa Transición la firmo sin problemas :-P
Comentario de Jiri (05/07/2012 18:05):
No más decir que tanta sutileza, tanto mezclar realidad con la película, nos desborda, maestro, que estamos en Julio y aún tenemos la media neurona desconectada (modo Cerdocopa de júrgol)
¿Usted no desconecta de la cruel realidad ni viendo cine? Pero, sobre todo, ¿Qué hace vuecencia tragándose semejante engendro de bazofilm (bazofia de film)?
Comentario de Guillermo López García (05/07/2012 18:26):
Latro, el avispero del Señor de los Anillos es todo un clásico, con más de diez años de antigüedad. Sólo le diré que el que esto escribe se ha leído el libro tres veces (¡tres!), las películas ni lo sé ya y ha jugado al juego de rol (¡al rol!) durante bastante tiempo. Lo digo para que no creas que con eso hice un “Juego de Tronos”, sino que fue al revés: ya venía resabiado de El Señor de los Anillos. En realidad, en la crítica no me meto con el Señor de los Anillos, sino con que en Blancanieves sean incapaces de ofrecer algo que se aleje mínimamente de su estética y hallazgos (algo en lo que también incides tú).
Jiri: lo peor es que, cuando llega la hora de seleccionar qué película ver, cada vez pesa más en mi ánimo el “y si es una mierda, al menos me lo pasaré bien si han logrado hacer un bodrioculón como Dios manda y con la crítica para LPD”. ¡Revolcándome en el fango! ¡Si hasta amenazo con ir a ver esta mierda! http://www.filmaffinity.com/es/film992058.html
Comentario de Jiri (05/07/2012 18:29):
Definitivamente, es usted un enfermo, necesita ayuda urgente.
Casi puedo ver su intervención en la terapia de grupo:
“Hola, soy Guillermo y soy un adicto a los bodrioculones…”
Comentario de Garganta Profunda (05/07/2012 23:25):
Admito vituperios contra “Santa Barbara de Tronos” pero a Tolkien-Jackson ni tocarlos…¿estamos?
Les aviso que puedo llegar a los 1000 comentarios como el que no quiere la cosa…
Comentario de Baturrico (06/07/2012 00:33):
A #3, decididamente, la basura espacial es un problema. Cuidese Vd., hombre, y pásese mejor por la filmoteca o véase un vídeo de Kubrick o Welles o algo así, que no hay que sufrir todos los días de la vida en este Valle de Lágrimas.
Comentario de Jiri (06/07/2012 10:30):
#6: Kubrick es un bluff, casi un fake.
¡Ah! Bueno, ya que estamos, Melrose Place es la mayor mierda que vieron los tiempos y al que le guste, un maricón de playa de agua dulce (chúpate ese guantazo en la cara, a sable o pistola en las ruinas de la iglesia de Sant Denis, al alba, Bunny)
Y Jackson no vale ni para estar escondido, sus pelis son caca de la vaca, su mejor filme es Braindead con diferencia.
Juego de Tronos, Canción de Mierda y Fuego es un mojón mayúsculo.
Crepúsculo es para niñatas premenstruales, como los osos amorosos con dientes de vampiro de gominolas.
Los Juegos del Hambre son bazofia para retrasados mentales, con perdón de los pobres discapacitados intelectuales.
Y el tontolaba ese de Federico Moccia, o como se llame, escribe para oligofrénicos, las pelis 3 metros sobre el cielo y su continuación son residuos de fosa séptica.
Ahí va pues, ya hemos metido cizaña. A ver si metiéndonos con los gustos de los demás llegamos a 1000 comentarios, en plan Juego de Tronos pero a lo bruto, con discusiones cruzadas y demás.
Comentario de menipo (06/07/2012 13:34):
¿Cómo puede usted recurrir a la ficción cuando la realidad está proporcionando relatos tan épicos como la investigación sobre uno de los libracos viejos que desapareció de la Catedral de Santiago?
El procedimiento de autentificación ha sido una muestra del I+D+I más puntero de nuestro país:
Serafín Castro explicó que la Policía entregó el libro a José María Díaz y que éste determino que era el Códice Calixtino por las “anotaciones a boli y a lápiz en la contraportada del manuscrito”, anotaciones que había realizado él mismo cual amanuense del siglo XII.
Los métodos de investigación harían palidecer a McNulty:
“La vida de este hombre era muy monótona”, destacó Castro, quien describe al presunto ladrón como un hombre poco hablador. “Una persona mayor, entiendo que perfectamente sano y con un carácter cerrado, oscuro, gallego”, precisó el comisario, también gallego, con un punto de ironía.
También recuerda que, durante la investigación, llegaron a preguntarle directamente en varias ocasiones si se había llevado el Códice: “y no decía ni sí ni no, sólo agachaba la cabeza”.
Un día, sin embargo, le preguntaron en una de las conversaciones si era posible que el manuscrito hubiera sido quemado y él respondió instintivamente: “no, no, no, no está quemado”.
El detenido fue además captado por las cámaras de seguridad del templo en la semana que desapareció el Códice saliendo con un bulto oculto por la chaqueta.
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/07/05/cultura/1341506510.html
Impagable la imagen del Juez y la policia en modo “hombres de Harrelson” con todas las cámaras de TV delante encontrando el libraco, manoseándolo y llevándolo a la Catedral para que siguieran manoseándolo y lo identificase el deán.
Tras la cáida de Bin Laden y Manolo el próximo objetivo de la justicia es un tal Sauron, al que Serafín Castro ha conseguido situar en una localidad llamada Mordor, tras comprobar horas de video proporcionadas por 3 grabaciones realizadas por unos enanos en un viaje turístico
Comentario de Asín...nos va (06/07/2012 19:26):
#8 Si es que el método de Gila de ¿Alguien ha matado a alguien?, nunca falla.
Comentario de Nacho Pepe (07/07/2012 10:40):
#8 y #9. Sí, sólo que el ladrón esta vez casi logra escaparse a base de evasivas, utilizando la ancestral técnica gallega de no responder ni sí ni no, sino todo lo contrario.
Es el kung-fu dialéctico galaico, y tenemos al maestro Shaolin del arte a la cabeza del país. Nada puede salir mal.
Comentario de asertus (09/07/2012 21:49):
@menipo, pues para completar el asunto, el relato del 4 o 5 veces doctor y más prolífico que Lope de Vega, César Vidal, al respecto del robo del códice..
http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/el-enigma-castineiras-64990/
Si es verdad la mitad de lo que dice, ya sería casi un Juego de Tronos románico eclesiástico…