A mingotazo limpio

La semana pasada moría el humorista gráfico Antonio Mingote. No es nuestra intención realizar una necrológica. Sus méritos y trayectoria profesional están recogidos en numerosos obituarios. Preferimos centrarnos en el pequeño fenómeno desatado tras su muerte y que podemos denominar “mingotazo”. Diversas facciones o grupos, situados en uno otro lugar de esa frontera imaginaria que divide ya desde los poemas de Antonio Machado a las dos Españas que han de helar el corazón, acaso al cerebro, aprovechaban el triste suceso para lanzarse al muerto unos a otros. Estamos acostumbrados a estos tradicionales partidos de voleibol entre tirios y troyanos, pero quizá a muchos podía llamarles la atención que el balón estuviese simbólicamente confeccionado con la piel de un viñetista, que en principio es alguien que hace chistes. La cuestión sin embargo se veía venir, y al estilo “yo ya lo dije” señalé en twitter: La muerte de Mingote va a servir como termómetro de la imbecilidad patria. Venga, unos a un lado, el resto al otro: ¡Qué empiece el show!

El show no ha defraudado. Mingote ha sido casi deificado en el ABC. El País lo describía como uno de los intelectuales más importantes de España. Otros diarios o blogs lo convertían en un demoño fascista que salía de noche a comer recién nacidos. Para unos era un genio del humor, para otros un malhechor próximo a los nazis. Alfonso Ussía se desmarcaba con un par de artículos que entran de lleno en la corriente artística gagá, perdón, dadá, e incluso su diario, La Razón, realizaba un tratamiento tan disparatado de la muerte del humorista que su miserabilidad quedaba solapada por el innegable desquicie que salpicaba todo el asunto. Imagino a un consejo de redacción, si tal cosa existe todavía, compuesto por un grupo de personas disfrazas de Napoleón que deciden pasarse por Sitges, lugar de nacimiento de Mingote, como mejor modo de llegar en condiciones a Austerlitz.

Mingote era más que un humorista, en efecto, era la “marca” o “icono” de un diario, ABC. Resulta curioso que un diario tan conservador sea el primero que coloca en una posición de tanta importancia al viñetista, hasta el punto de identificarlo como un editorial viviente. ABC también es responsable de empezar una cuestión luego imitada por otros periódicos: hacer una portada dibujada. Diarios como El País han hecho algo semejante con Forges, que se puede considerar en cierto modo “marca” del diario y editorialista en cuestiones políticas. El Mundo intentó hacerlo hace años con Ricardo y Nacho, pero parece ser que el guionista acabó harto de la presión y decidió dejar esa práctica. Personalmente ya me parece triste la absorción entre articulistas e ideología del diario, de lo que hay muestras abundantes. Si esto sucede con el humorista gráfico la tristeza se redobla, ya que esto profesionales tienen más margen para la crítica, al fin y al cabo son bufones que pueden decirle al rey que va desnudo sin correr el riesgo de decapitación. Pero en fin…

En cualquier caso la identificación Mingote-ABC era mucho más fuerte que en otros diarios que elevan al viñetista a opinante oficial de la casa. La fuerza de la tradición y el amor por la solera de dicho diario hicieron que Mingote fuera más que la voz oficial, se convirtió en una voz de la conciencia que emanaba de la misma fundación del diario, seguramente realizada a pachas por Dios y la familia Luca de Tena. Incluso aunque Mingote no hubiese nacido entonces. En estas materias tradicionalistas uno nace cuando le sale de los cojones. De esta forma Mingote era en cierto modo la redacción portátil del ABC. Allá donde iba llevaba a todo el diario consigo. Y lo que es más importante, con toda su historia a cuestas.

Este fenómeno de identificación impulsó a Mingote muy por encima de su talento como humorista. No cabe duda de que era un muy buen dibujante. Sus dibujos recuerdan a una especie de adaptación de los trazos de la cartelería modernista a lo cómico, previo paso por unas lentes deformantes que mantienen la distinción pero logran reflejar el humor. Su paso por la mítica La Codorniz lo colocan ya en un lugar destacado dentro del humorismo gráfico, como destacada fue su labor mentora de personas como Rafael Azcona, de ideología tan alejada. Ese trazo sencillo, muy agradable, que, como se dice coloquialmente, entraba muy bien por los ojos, contrasta con unos guiones de humor a veces demasiado blanco, simplón en sus críticas, poco ingenioso y muchas veces con un apego excesivo a los valores del conservadurismo o del costumbrismo más rancio. Para los que critican a Mingote como adalid de la carcunda, hay que reconocer que tiene numerosas viñetas contra los excesos económicos, en favor de las personas más desfavorecidas de la sociedad. Fue quizá el viñetista más beligerante contra Eta y el nacionalismo vasco, las formas de verdadero fascismo, esas sí, más reconocibles de España. Aún así, y pese a que para muchos esto parezca una blasfemia –incluso literalmente una blasfemia- no estaba en absoluto dotado para el guión de viñetas. A pesar de ello, la comentada identificación con el ABC y la constante, colosal, publicidad que esto significa, lo izaron muy por encima de unas dotes dispares, grandes para el dibujo, limitadísimas para el chiste, el análisis sutil o el humor de calidad. Resulta frecuente en este país, y en diversos campos creativos, el juanpalomismo, reflejado en este y otros muchos casos como “antes me cuelgo que colaborar con un guionista”. Estas carencias parecían disminuidas ante una gigantesca exageración del valor de su obra por otros motivos ajenos a ella.

En cualquier caso, esa elevación de Mingote como esencia del ABC y sus valores eternos, convierten su muerte en la oportunidad para muchos de abordar al medio de comunicación contrario y a las ideas, o supuestas ideas, que engloba su modo de hacer las cosas. Su muerte por tanto es el mejor reflejo de que el periodismo ha muerto también en cierto modo, pues está anclado en el partidismo del siglo XIX (a lo que hay que sumar el despoblamiento de las redacciones y la precariedad laboral). Todo queda, por tanto, en el siglo XIX, el periodismo patrio, las actitudes y funcionamiento de los medios de comunicación, los distinguidos dibujos de Mingote en el mejor sentido, sus guiones en el peor y, por supuesto, el personal que aprovecha un fallecimiento para seguir con la labor de mostrarnos al resto la falta de escrúpulos y la cerrazón mental sea cual sea la trinchera que se escoja.

Wells imaginó una complicada máquina para viajar al pasado, en “Regreso al futuro” también se requería de un automóvil modificado gracias a la investigación científica. Ingenuos escritores y cineastas. No hace falta complicarse. Coja las hojas de un diario español. Póngalas en el suelo como se ponen cuando uno fríe patatas o va a pintar la casa. Siéntense encima. Haga sonido de coche con ligera pedorreta: brrrrrruuummmmmmmm. Cuando se levante no se asuste si ve a la gente desplazarse en velocípedo. Está usted en 1865 como mínimo.


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  1. Pingback de A mingotazo limpio (08/04/2012 15:48):

    […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos A mingotazo limpio http://www.lapaginadefinitiva.com/2012/04/08/a-mingotazo-limpio/  por queganasmedan hace […]

  2. Comentario de Asín...nos va (08/04/2012 17:10):

    Joer Alfredo, tanta procesión te ha vuelto prolífico.
    Hacía tiempo que no oía demoño, y menos aun verlo escrito. ¡Tú si que eres un demoño escribiendo!

  3. Comentario de Llamadme Israel (08/04/2012 20:21):

    No nos olvidemos de que Forges fue fundador de el Mundo, cegado por el proyecto reformista, a la UPyD, de Piyei, hasta que transcurridos u os años vio la luz y abrazó el proyecto “progresista” de PRISA

  4. Comentario de Schwejk (09/04/2012 12:08):

    Excelente trabajo, no obstante creo que falta una pequeña referencia a la generación tapón que formaba Mingote y otras plumas rancias del periodismo español. Siempre es así unos ancianos cobrando como si fuesen presidente de Telefónica o de cualquier otro ente semi público español que arruinan el medio en el que trabajan y un montón de becarios/precarios que siempre son los primeros en ser despedidos. Sinceramente creo que Mingote hace dos décadas que ya no tenía nada que decir, al igual que Ussía o Carrascal.

  5. Comentario de Fluzzo (09/04/2012 13:18):

    Razón llevas, pero los guionistas son el Mal, no lo olvidemos.

  6. Comentario de Alfredo MG (09/04/2012 14:03):

    De que me sonará a mí la cara de este tío.

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