Polanco. El señor de El País – Enrique González Duro
Tengo un amigo que, cuando navega por Internet, se deja llevar por sugerentes anuncios que aparecen en la pantalla en plan “Tías cachondas”, “Todo sobre los fichajes del Madrid”, “Descubre los secretos de la nueva temporada de Juego de Tronos”. Mi amigo pincha en el banner y… ¡Acaba leyendo la transcripción de una aburrida conferencia de Geología!
A mí me ha pasado lo mismo con este libro. Me lo encontré hace un par de meses en una librería, con el título “Polanco. El señor de El País”, y con esta portada:
Y, por supuesto, me lo compré. ¿Qué querían Ustedes que hiciera? Hice lo que tenía que hacer. Comprármelo, leérmelo, comprobar que el libro es una vergonzosa engañifa, y venir aquí a contárselo a Ustedes.
Pocas figuras resultan más contradictorias, en su valoración pública, que la de Jesús Polanco. A juzgar por lo que cuentan en El Mundo, la COPE, Libertad Digital, ABC, Intereconomía, Polanco es un pedazo de hideputa sin escrúpulos, un malvado ladrón acaparador de favores del Gobierno, manipulador de la prístina verdad como si fuese alguien de LPD hablando de UPyD y el papel del laicismo como activo financiador de la Iglesia española, … Y también abundan, por supuesto, en su escaso nivel cultural y turbia vida privada: que si no leía nada, que si se jactaba en la redacción de El País de echar cinco polvos sin sacarla, …
En cambio, todo lo que cuentan de él en El País, la SER, Canal +, y demás medios de PRISA, nos hace pensar en Jesús Polanco como un hombre radicalmente distinto, comenzando por el nombre (que se convierte en Jesús de Polanco) y finalizando por su activo compromiso cívico con los valores de convivencia que don Jesús ayudó a cimentar con su valiente apuesta por la democracia y el pluralismo, de los que siempre fue firme defensor, expresados en sus inversiones en los medios de PRISA y en su activo papel como difusor de la cultura en España y Latinoamérica. De los cinco sin sacarla no se habla, pero se le suponen.
En consecuencia, cuando uno se compra un libro con el título de “Polanco. El señor de El País”, espera que le cuenten, pormenorizadamente, la vida y milagros de uno de los personajes más influyentes de la democracia española, desde la Transición hasta su muerte en 2007. Sus gloriosos inicios en la tierra de las oportunidades de la España de Franco; su crucial papel para consolidar el proyecto de El País y, también, sus maniobras para apropiárselo; sus connivencias con el Gobierno socialista y, sobre todo, con Felipe González, que dieron lugar al maravilloso concepto del “Polanquismo – Felipismo”; su control de los medios de comunicación y sus maniobras para engrandecer el Imperio del Monopolio,…
Todo esto aparece en el libro, pero de refilón, a menudo mal contado y tocando de oído. Algunas de sus invectivas antipolanquistas son brillantes… Pero están extractadas de manuales de felipismo aplicado de primera magnitud, como “El negocio de la libertad”, de Jesús Cacho. Por otra parte, el autor no habla apenas de Polanco, cuya figura aparece desdibujada al fondo de la trayectoria del diario El País (de las demás empresas de PRISA apenas se habla en comparación), que sí que se trata con cierta profundidad.
Por otro lado, el autor disfruta entreverando la historia de El País con un completo resumen de la historia de España desde la Transición hasta la actualidad, caracterizado por esta evolución: a) derecha de UCD mala; b) PSOE felipista peor aún; c) Aznar bueno buenísimo. El resumen, más allá de la valoración de cada etapa, no es que sea horrible, pero se echa en falta, por la misma razón por la que dicho resumen se incluye, una Historia de los Mundiales durante estos años, o del cine español, que aportarían a la historia de Polanco y El País más o menos la misma sustancia, pues no se trata de hablar de Polanco y El País con el trasfondo de la historia, sino de hablar de la historia para rellenar, descaradamente, páginas que no se pueden llenar con El País y, sobre todo, con Polanco.
De esta manera, un libro hecho con retazos de toda clase, un libro que claramente le pesa a su autor, un libro oportunista en el peor sentido de la palabra (y, lo que es más grave; ¡un libro con el que me ha engañado a mí!), acaba prodigándonos momentos notables. Sobre todo, de dos clases:
– Por un lado, los síntomas de esquizofrenia que prodiga su autor (que, para más inri, es psiquiatra). Polanco es, primero, muy malo, pues se aprovecha de los resortes de poder del franquismo para medrar. Luego es, en cambio, muy bueno. ¡Gracias a él, El País se mantiene alejado de la malvada derecha franquista que quería controlarlo! Después, Polanco vuelve a ser muy malo: ¡vive del erario público y de los favores políticos, como ha hecho toda su vida!
Especialmente emotivo es, en este aspecto, el recordatorio del juez Gómez de Liaño y la espeluznante historia de la Guerra del Fútbol de 1996-97, en la que Liaño encausó a Polanco, Cebrián y medio grupo PRISA por un “escándalo” consistente en que PRISA no tenía en depósito, guardada bajo siete llaves, la fianza inicial que pedía a los nuevos abonados de Canal + a cuenta del descodificador, sino que… ¡La invertía en otras cosas! ¿Y si todos los abonados pedían el depósito al mismo tiempo qué pasaría, eh? ¿Eh?
Pues según el autor, Liaño es un caballero andante que quiere luchar contra la opresión polanquista y, claro, sale trasquilado. Tal es el sino de aquellos que se enfrentan a Polanco, un hombre que no tiene más ideología que el poder y el beneficio. Todo lo cual estaría muy bien si el mismo autor no nos hubiese conmovido hasta las lágrimas, un par de capítulos antes, explicándonos cómo Polanco era el héroe de la redacción de El País en los duros inicios, cuando se afanó en preservar su independencia frente a las momias de la derecha reformista que querían emplear el periódico como diario de partido. La cosa pinta mucho a que, según qué fuente maneje, Polanco pasa del Bien al Mal cual personaje de culebrón venezolano (iba a poner “cual personaje de Juego de Tronos”, pero luego me he dado cuenta de que ya había cumplido con la cuota “Juego de Tronos” al principio del artículo).
– Por otro lado, los espectaculares y abundantísimos errores que pululan por todo el libro, con especial mención a las fechas, donde directamente llega a parecer que el autor se cachondea de los lectores. Por ejemplo, esta narración de la crisis del Prestige:
El 13 de noviembre el Prestige (cargado de fuel) había sufrido una enorme vía de agua en uno de sus tanques cuando navegaba a 27 millas de las cosas de Finisterre (…) El Ministerio de Fomento se hizo cargo de la situación, y el día 14 de septiembre dio orden de alejar al petrolero de la costa para evitar que encallase (…) El 19 de diciembre ocurrió lo inevitable: el petrolero se partió en dos y se fue hundiendo en alta mar (…) El 23 de noviembre Aznar reunió al comité ejecutivo de su partido (pp. 303-304)
El libro, por tanto, es perfectamente prescindible. Tan sólo en las primeras páginas cuenta cosas interesantes, cuando habla de los orígenes de Polanco y, sobre todo, de su imperio. Por ejemplo, de cómo aprovechó su amistad con el entonces subsecretario de Educación, el opusdeísta Ricardo Díez Hochleitner, para forrarse a vender manuales escolares en el tardofranquismo. El ministerio obligó a implantar los nuevos contenidos educativos de la Ley General de Educación de 1970 en cuestión de semanas, y sólo Santillana, la editorial de Polanco, y Anaya estaban preparados a tiempo (cabe suponer que porque conocían de antemano dichos contenidos, o bien porque “alguien” se los había filtrado o porque contaban con los mejores videntes y hechiceros del mercado de lo paranormal). De cómo se hinchó nuevamente a vender libros años después en Sudamérica, con cargo a los Fondos de Ayuda al Desarrollo creados por los Gobiernos del PSOE: Polanco vendía manuales a los países sudamericanos con cargo a los créditos FAD, que pagaban el chiringuito. ¡Todo el mundo salía ganando! Y, también, de cómo tuvo la visión de participar en un diario tan influyente, y tan importante para la composición de la moderna democracia española, como El País; de respetar el criterio de la redacción y su independencia periodística, al menos durante los primeros años de trayectoria del periódico, frente a los embates de Fraga, Areilza, Ortega Spottorno o García Trevijano. O del tono “Familia Real” con el que El País siempre habló de Polanco, sólo comparable con el tono que emplea cuando habla… de la Familia Real. Cientos de grandes momentos que, por desgracia, el autor nos escamotea en este libro, dándonos a menudo gato por liebre.
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Comentario de paco (25/08/2011 08:49):
Un gran hombre, que rodo delante de los grises en repetidas ocasiones.
Comentario de BunnyMen (25/08/2011 09:34):
Merecido se lo tiene. Siempre, y digo siempre hay que huir de este tipo de libros de crónica-política-biográfico-históricos salpimentados con la salsa de periodismo patrio de la casa. Salir corriendo sin mirar atrás. Todos los que tengan un grande de Egpaña (del tipo Miguel Boyer, Pedro J. Ramírez, Eduardo Zaplana, Policarpo Díaz, etc.) en portada y un subtitulo mitad grandilocuente y mitad conspiranoico en plan “Crónica oculta de ese pedazo de hombre a la sombra del poder del imperio en la sombra del poder”. La puta peste encuadernada oiga.
PS: ¿Y las fechas?, ¿Es una de esas películas de saltos en el tiempo o que?
Comentario de Asín...nos va (25/08/2011 10:10):
Ayyy Guillermo, no aprendes. Eso seguro que te pasa por ir a librerías finas, de nombre. Vete a las librerías del pueblo, como el Fnac y estas grandes, que tienen una salita para leer (esencialmente destinadas a un bien social, como es que los jubilados pasen los calores del verano), te lees/ojeas medio libro y ya decides sobre tus euros, que siempre vale más un buen café que un mal libro.
Vayamos a lo importante, ¿quién es/era la jovenzuela televisiva que hacía aguantar a D. Jesús del Gran Poder cinco polvos, cinco?
Comentario de Qué país.. (25/08/2011 10:17):
“por un “escándalo” consistente en que PRISA no tenía en depósito, guardada bajo siete llaves, la fianza inicial que pedía a los nuevos abonados de Canal + a cuenta del descodificador, sino que… ¡La invertía en otras cosas! ¿Y si todos los abonados pedían el depósito al mismo tiempo qué pasaría, eh? ¿Eh?”
Gullermo, esto es algo muy serio, no es chirigota. En líneas generales, esto de invertir los depósitos que terceros tienen depositados en ti, sólo lo pueden hacer, de manera corriente, las entidades financieras, a no ser que tengas un aval de un banco por el total de los depósitos.
Prisa, que no estaba regulada ni supervisada como si de una entidad financiera se tratara, actuaba exactamente igual un banco. Y eso es ilegal, y mucho.
Comentario de Rosalía (25/08/2011 11:41):
Pues váyase usted preparando para la avalancha de libros sobre Zapatero que se avecina, Don Guillermo.
Comentario de casiopeo (25/08/2011 12:49):
¿Zapatero un libro? Zapatero con una historieta ilustrada va que chuta.
Comentario de Rosalía (25/08/2011 16:11):
Para echar un poco más de leña al fuego, he aquí un extracto de la entrada sobre el autor en la Wikipedia, que no es precisamente una fuente académico-científica reconocida, pero oye, tengo que hacer el chiste:
“Constituye su especialidad la biografía psicológica de personajes históricos (Felipe González, Juan Ramón Jiménez, Francisco Franco…), faceta en la que destaca por su amenidad, su notoria agudeza y un respeto escrupuloso a la verdad histórica.”
Todo sea que Polanco no encaje en la categoría de personaje histórico, pero vamos…
Casiopeo, hay quien defiende que esa historieta ya existe y responde al nombre de “Pepe Gotera y Otilio”.
Comentario de Johnnie (25/08/2011 17:11):
¿Qué país, afirma usted que los 11 € de depósito por alquiler del contador eléctrico/del agua de todos los españolitos o ejemplos similares están en una caja fuerte sin tocarse para nada?
Comentario de Guillermo López García (25/08/2011 17:52):
Qué país, tenía entendido que al final el caso acabó en nada y que le dieron la razón a Prisa (por no hablar de cómo acabó Gómez de Liaño); por otra parte, me parece llamativo que, como indica Johnnie, sea obligatorio mantener congelado a perpetuidad todos los depósitos; ¿no vendría a ser como si se obligase a la banca a que tuviese siempre disponibles todos los fondos que sus clientes depositan en el banco, por si de repente todos solicitan su devolución al mismo tiempo?
Un cordial saludo
Comentario de pescadilla (25/08/2011 18:00):
de hecho, a liaño (si memoria no me falla) lo echaron de la judicatura por haberle encausado, que el sistema judicial no está para intentar enchironar a los que te caen mal
Comentario de WalterG (25/08/2011 19:19):
Guillermo, yo no soy especialista en el tema y por lo tanto no sé qué requisitos legales aplican a una cuenta corriente y cuáles a una fianza, pero desde luego un banco y una empresa de comunicación no están sometidas a la misma regulación (aunque visto para lo que nos ha servido la de los bancos, estamos apañaos). No es lo mismo depositar una cantidad de dinero en una entidad bancaria para realizar operaciones financieras, entre otras cosas, que entregar una cantidad en prenda a una empresa de comunicación. De todos modos, me gustaría oír/leer a un especialista.
Que conste que no lo digo por defender a Gómez de Liaño, sino por chinchar, que es algo muy español. Iba a decir meter el dedo en el ojo, pero últimamente eso es más bien portugués.
Comentario de Guillermo López García (25/08/2011 20:51):
Desde luego, yo no soy tampoco un experto en la materia, WalterG. Lo que pasa es que este caso, que seguí de cerca en su día, fue de una escandalosa parcialidad por parte del juez, y como luego la justicia le acabó dando la razón a Polanco…
Comentario de Qué país... (26/08/2011 08:51):
No justifico a Liaño, ni me conozco este tema. Solo digo que jurídicamente no se puede hacer una libre disposición de los fondos de las fianzas, depósitos, y demás. Se les considera un pasivo de no libre disposición. Sólo los bancos los pueden hacer, y están sometidos a una regulación muy distinta al resto (coeficiente de caja, etc.). Otra cosa es que las empresas en general hagan lo que quieran.
Comentario de WalterG (26/08/2011 11:06):
Por supuesto, y ahí está su inhabilitación para demostrarlo. Lo más irónico es que llevó su caso hasta Estrasburgo y el tribunal europeo dictaminó que su juicio por prevaricación tampoco había sido imparcial, aunque no le sirvió de mucho porque este tribunal carece de competencias para anular las sentencias de los tribunales españoles. En el pecado llevó la penitencia.
Comentario de Hamburgo (26/08/2011 11:52):
Guillermo y Walter G, naturalmente, imaginemos que un banco se ponga a prestar un dinero que se supone que esta depositado en el, por ejemplo dando hipotecas. Que podria pasar de malo? eh? :-)
Lo malo, es que encima, es legal…
Comentario de asertus (26/08/2011 12:14):
Es curioso, los juicios en España son parciales tanto cuando fallan en un sentido como en el contrario.. :D
Por cierto, ya se echa de menos un post sobre el cambio constitucional, eso que era tan difícil de hacer, con lo de Leonor, etc…
Igual ahora juntan todo y tenemos reina, república, estado federal, estado centralizado, etc.., todo en uno…
Saludos
Comentario de desempleado (26/08/2011 12:41):
Eso, eso, artículo sobre el engendro constitucional perpetrado con nocturnidad y alevosía. ¡Si hasta el economista de guardia de prisa no lo ve claro! El suplemento salmón de este domingo promete grandes risas.
Comentario de CusCus (26/08/2011 12:46):
Yo echo de menos una referencia al barrio de Polanco, la zona pija por excelencia de la Ciudad de México. ¿Homenaje? ¿Mordida de alto nivel? ¡¡ Queremos saber !!
Comentario de BunnyMen (26/08/2011 12:53):
Sobre la reforma, el articulo de “el jueves”, análisis bastante más certero que en otros medios…
http://www.eljueves.es/2011/08/25/reforma_constitucion_por_sus_cojones.html
Comentario de Rosalía (26/08/2011 23:29):
No sé yo, no sé yo… ¿Dónde estaba Mourinho en el momento de la reforma? ¿Y dónde estaba el señor del bigote, que tiene una pinta de ujier del Congreso que no puede con ella?
Comentario de Starkgaryen (27/08/2011 17:20):
¿Y la lectura de “Juego de Tronos” cómo va, Guillermo? Porque dijo Usted que los ilustres comentaristas éramos una panda de cabrones que íbamos a obligarle a leerse los libros este verano. Le ruego nos aclare si en efecto lo somos, o por el contrario somos una panda de cabrones sin más.
Por cierto, en los foros frikis gana fuerza la hipótesis de que con siete libros no va a ser suficiente para cerrar la saga, y va a ser necesario un octavo volumen o incluso un noveno. Culebrón within a culebrón.
Comentario de Guillermo López García (27/08/2011 18:25):
No se preocupe, Starkgaryen, que tendrá su cumplica ración de crítica de Juego de Tronos por mi parte. Así están las cosas: me leí Juego de Tronos y, para mi sorpresa, la verdad es que me pareció muy entretenido y me gustó mucho. Tanto es así que me compré la segunda parte, Choque de reyes (creo) y espero leérmela estas semanas. Cuando lo haga, tendrán Ustedes crítica de lis libros (de los dos primeros). Y luego buscaré la manera de escribir un post que mezcle Juego de Tronos con UPyD. El post definitivo!
Un cordial saludo
Comentario de Starkgaryen (27/08/2011 21:18):
Aguardaré con impaciencia, Guillermo, y me alegro de que le haya gustado a Usted lo que lleva leído hasta ahora. ¿La crítica tendrá OJOCUIDAOs?
Comentario de Guillermo López García (27/08/2011 23:19):
No lo tengo claro, imagino que sí, pero en todo caso disfrutaré del placer de poner antes la palabra OJOCUIDAOS, bien grande!
Comentario de Álvaro (28/08/2011 21:33):
Sobre las fianzas del Plus y Liaño no tengo nada que decir. Ahora, sobre el show para darse de baja del Plus y que le devolvieran a uno la fianza, para que intervenga la OTAN.