Vicky Cristina Barcelona (Woody Allen, 2008)
Allen is different
La última película de Woody Allen ha abierto varios frentes de atracción en España, desde el momento mismo de su gestación y rodaje. Después de una temporada plácida en Gran Bretaña, Allen sigue en su recorrido buscando financiación para sus películas, dado que por lo visto tiene cada vez más dificultades para continuar su carrera en su país. Y es así que ha recalado entre nosotros. Allen se ha movido en un terreno resbaladizo en el que se han puesto en marcha diversas sensibilidades, desde identitarias y patrioteras, hasta económicas y folklóricas. Porque el dinero lo ha puesto, en esta ocasión, Jaume Roures, un empresario de la comunicación muy mal visto por la derecha mediática, por catalán. Así que los cuchillos empezaron a afilarse cuando se vio el resultado del acuerdo, especialmente en tres puntos: 1) el hecho de que Allen hiciese una película en que podía ofrecer un retrato de la Barcelona afín al nacionalismo; 2) que Allen, para mayor vergüenza de la gente de bien, pusiese la palabra “Barcelona” incluso en el título de la película, lo que daría una proyección internacional a esta Barcelona particular; y 3) que, para más inri, contase con actores españoles como Pene Cruz (actriz muy denostada por la porquería de películas que ha rodado en EE.UU.) y, sobre todo, Javier Bardem (actor que no ha escondido nunca su ideología de izquierdas).
Esto por un lado. Por el otro tenemos que Woody Allen es un cineasta muy visto en España (pero poco entendido), y su prolífica carrera viene causando diversas sensaciones en los espectadores. Al principio, Allen fue una sorpresa. Era un cineasta divertido, ingenioso y que además supo dar un giro a su carrera y dotar a sus films de una cierta profundidad en los análisis de los personajes. De este modo, sus películas de los 80 (una etapa que abarca desde Annie Hall -1977- hasta Desmontando a Harry -1996-), establecen los ya famosos temas de su obra: el amor, la religión, la muerte y el sexo. Casi nada, el tío. Después, Allen se convirtió en una rutina. Como uno se cansa hasta de lo bueno, la cita anual con el nuevo estreno del cineasta pasó a ser un cliché que distinguía a la gente más “cool” e informada del barrio. “Yo nunca me pierdo la cita anual con la última de Woody Allen” es la frase que se convirtió en un icono para el ligue gafapasta. Sin embargo, del mismo modo que el miedo lleva a la ira, la rutina llevó al incordio, con lo que el cine de Woody Allen, de tan fecundo, acabó convirtiéndose en un fastidio. Ya no era tan divertido ir a ver sus películas, y empezaron los reproches sobre un cierto agotamiento en su fórmula. En esta última fase, el director neoyorquino daba la sensación de que asumía mal su envejecimiento, con lo que volvió a las comedias de su primera etapa, dejando de lado a su personaje característico: ahí están comedias como Granujas de medio pelo o La maldición del escorpión de Jade, así como fracasos del calibre de Todo lo demás o Scoop.
Dicho todo esto, su última película, Vicky Cristina Barcelona ha despertado muchos recelos, algo realmente curioso en un director tan apreciado en nuestro país. Que si Woody Allen ya rueda por encargo, que si ya no tiene gracia, que si se pierde cuando sale del ambiente de Nueva York,… se han dicho muchas cosas antes de que se estrenase la película. Y lo cierto es que, una vez vista, uno descubre que se encuentra ante el mejor film que ha hecho Allen en los últimos años. El título da cuenta de los elementos sobre los que funciona la película: dos jóvenes norteamericanas (Vicky y Cristina) van a Barcelona a pasar el verano. Allí conocen a un pintor, con el que cada una inicia una relación sentimental, acabando el verano (y la película) saliendo las chicas de la ciudad tras una serie de experiencias que supondrán un cambio en sus respectivas vidas. Este sencillo argumento le sirve a Allen para ofrecer una reflexión sobre las relaciones en la actualidad, escondiendo, tras la apariencia de comedia romántica, un poso de amargura del que no se escapa ninguno de los personajes.
Porque los personajes de Vicky Cristina Barcelona están abocados a la insatisfacción, que se refuerza cuanto mayor es la búsqueda de la felicidad. Esta insatisfacción queda patente, en primer lugar, en el ámbito laboral. Vicky (Rebecca Hall) está haciendo la tesis doctoral, pero sabe que no le servirá de nada porque se va a casar con un ejecutivo de Nueva York y su plan vital se centra en dedicarse a su marido. El pintor Juan Antonio (Javier Bardem) está frustrado porque su obra carece de una personalidad propia, ya que ha absorbido el lenguaje pictórico de su ex-novia María Elena (Pene Cruz), un auténtico torrente creativo que sabe sacar la genialidad de cada persona con la que se cruza, y tal es el caso de Cristina (Scarlett Johansson), frustrada a su vez porque cree que no posee facultades para dedicarse al arte, su verdadera pasión. Los personajes van descubriéndose complementarios pero insuficientes, de forma que, por mucho que se ayuden, saben que acabarán por fracasar. Así, inician diversos modelos de relaciones sentimentales (ménage à trois incluido) con el fin único de encontrar sentido a su exitencia. Y lo que menos importa en esa búsqueda es el punto de partida, radicalmente distinto en cada caso: Juan Antonio, por ejemplo, vive el día día, mientras que Vicky tiene su vida totalmente planificada, lo cual no impide que acaben por cruzarse sus caminos.
Lo realmente estimulante de la película es el conocimiento que despliega Allen sobre la naturaleza humana, sobre su continua insatisfacción, y que este alarde no chirríe en un contexto tan distinto al suyo. Porque en sus películas neoyorquinas, Allen hablaba de unos personajes y situaciones que conocía a la perfección: gente con profesionales liberales, de edad media como la suya, que afrontaban la madurez con una serie de problemas y frustraciones. Ahí quedan ejemplos tan claros en películas como Hannah y sus hermanas. Sin embargo, al trasladarse a una ciudad mediterránea, y al observar a un grupo de veinteañeros y treintañeros, lo curioso es que sigue conservando esa frescura en la mirada y esa soltura en la descripción de las situaciones. Todo lo que vemos en la pantalla es totalmente reconocible, y, lejos de ser ampuloso, el discurso resulta totalmente creíble y verosímil. El guión es muy ágil y también la puesta en escena y serie, desmintiendo, por enésima vez, esa falacia que se lleva escuchando sobre Allen en los últimos años: que es un escritor metido a cineasta, con lo que sus textos son mejores que sus filmaciones. Eso sería cierto si sus películas no resultasen tan naturales y espontáneas como esta última comedia. Allen es un maestro del oficio, se ha sabido mostrar como un gran experimentador cuando ha tenido que hacerlo (como en Maridos y mujeres), y sabe poseer un estilo muy transparente para las comedias románticas como Vicky Cristina Barcelona, sin desmerecer al mejor Rohmer.
Con esta película, Woody Allen demuestra lo que nadie tenía que haber olvidado nunca. Que es un creador muy original, lleno continuamente de ideas (acaba de publicar un libro de relatos muy divertido, titulado Pura anarquía) y que, por mucho que acabe por abrumar su carrera prolífica, no deja de ser uno de los grandes directores contemporáneos. Luego ya que vengan los recelosos de siempre con sus conocimientos elevados en las páginas de periódicos. Ha habido, así, listillos que han criticado que en la película los protagonistas vayan a ver un espectáculo de guitarra flamenca en Barcelona. Toma ya. Como si eso no existiera, como si la única posibilidad era que fueran a ver un espectáculo de sardanas. ¿No hay espectáculos de guitarra española en Barcelona? ¿Y de dónde viene, por ejemplo, la rumba catalana? Otros, igual de listos pero de la acera ideológica de enfrente, han dicho que Barcelona no aparece mucho en la película, como intentando apaciguar los ánimos de quienes temen que la película legitime una visión nacionalista por el simple hecho de filmar la ciudad condal. Cuando Allen lo que hace es retratar Barcelona de una manera maravillosa, como una ciudad abierta, cosmopolita y llena de posibilidades. En definitiva, lo que hace es romper, una vez más, los esquemas previos a los que se enfrenta cualquier espectador: ¿retratará Barcelona de una forma positiva y sin caer en los tópicos? ¿Actuarán bien los actores españoles en la película? ¿Conseguirá una reflexión interesante sobre las relaciones humanas en la actualidad? La respuesta a todas estas preguntas no sólo es satisfactoria, sino sobresaliente.
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Comentario de Ovetense (01/10/2008 16:05):
Me da la sensación de que si la pelicula se llamase Vicky Cristina Oviedo, la critica que harías se ajustaria a la basura de pelicula que es. Eso si, desde el Master que realiza la chica en Identidad Catalana (que se quite cualquier MBA teniendo eso en Nueva York) hasta las similitudes con medico de familia cuando visitan esa “conocida pastelería de Oviedo” (solo falta un recuadro en la pantalla que ponga, escena ofrecida por Camilo de Blas, que es como se llama la pasteleria) se da uno cuenta de que va todo esto.
Allen pone la mano, se lleva la pasta y que bonita es Barcelona y que romántica Oviedo (ciudad del norte donde los gitanos tocan la guitarra como en ningun otro lado, ¿de donde salió sino la rumba asturiana?) .
Me gustaría haber leído algo de esto en tu crítica. Un saludo
Comentario de Manuel de la Fuente (01/10/2008 17:33):
Sí, el tema es que yo fui con ese chip a la película, porque no me gustan nada las últimas películas de Allen, y porque sí creo que está mercantilizado en el sentido que dices, y eso es algo que comenté en la reseña de “Todo lo demás”.
Pero, siendo eso cierto, la verdad es que en esta película eso no chirría. ¿Que Allen trabaja a sueldo? Pues sí, como hacían todos los directores del Hollywood clásico, tampoco eso es un motivo que lo anule del todo. Lo que lo anularía sería que la película fuera una postal sin más. Pero en este caso los lugares con muy importantes para la historia.
Es como si criticáramos “Besos robados” de Truffaut por ser una postal de París, no sé si me explico.
Otra cosa es que la peli no te gustara, claro, pero eso ya es otro tema.
Comentario de Ovetense (01/10/2008 17:50):
Pues mira, te doy la razon.
Comentario de no soy Woody Allen (01/10/2008 20:42):
Esperaba mucho más de LPD…
Comentario de Óscar (02/10/2008 01:25):
Debemos de haber visto películas diferentes.
Empezaré por confesar que Woody Allen es uno de mis directores favoritos, y que, cuando no está en sus mejores momentos, tiendo a perdonarle casi todo, pero en esta ocasión salí del cine bastante cabreado. La cosa ya empezó mal con la cancioncilla machacona (que, mira por donde, se repite ad nauseam durante toda la película) y la irritante voz en off que te dice en todo momento lo que estás viendo (“después se fueron a un café”; y, efectivamente, están en un café; “a continuación fueron al Parque Güell”, y sí, están en el parque Güell…). Durante la primera media hora creía estar viendo un video promocional de la Concejalía de Turismo de Barcelona, en el que la voz en off se dedica a cantar las excelencias de la ciudad, sin que tuviera demasiado claro a dónde llevaba todo esto. Después aparece Bardem, que es un macho hispano, un artista bohemio, apasionado y atormentado que vive en una gran mansión y pilota avionetas; y finalmente, la bomba, Penélope Cruz, una volcánica hembra latina con más carácter que todas las heroínas de Almodóvar juntas. ¿Podría haber más tópicos? ¿Alguien se cree a esos personajes? ¿Alguien se cree esa historia? Por Dios, incluso “Carmen” de Merimée resulta más sobria y menos “racial”.
Señalaré dos momentos del guión en los que se me mezclaron la vergüenza y la carcajada: cuando Vicky explica que realiza una tesis sobre la identidad catalana “para dar clases o dirigir un museo” (¿?), y el momento en el que Juan Antonio explica las razones por las que su padre destruye su propia obra (el pudor me impide repetirlas aquí…).
¿Realmente el guión de esta película es de Woody Allen? Woody, por Dios, dime que te obligaron a hacerlo, que tenías las manos atadas por contrato. En definitiva, una buena inversión por parte de las instituciones barcelonesas y catalanas, ya que ofrece una Barcelona maravillosa y romántica que apetece visitar, pero casi nada de Woody Allen. Al menos, del que yo conocía.
Comentario de Manuel de la Fuente (02/10/2008 01:56):
Bueno, intentaré explicar por qué no estoy de acuerdo con algunas de las cosas que comentas.
1. El recurso de la voz en off es muy habitual en Woody Allen, hasta tal punto que en algunas de sus mejores películas es el principal elemento de descripción de situaciones y personajes, más incluso que los diálogos. Es algo que sucede, por ejemplo, en “Días de radio”. La voz en off está muy denostada por algunos, porque creen que añade elementos narrativos reiterativos en cine. Esta concepción viene del cine clásico y de Hitchcock, que nunca usaba la voz en off. Yo no soy tan radical en eso: creo que la voz en off no es buena ni mala per se, sino que es un recurso más, y que todo depende de su uso. Para mí, la voz en off es fundamental en una película como “Taxi Driver”, por ejemplo. En el caso de Allen, suele ser un elemento que refuerza el humor, y así sucede en “Vicky Cristina Barcelona”, en que nos va comentando cosas que sabemos que van a ocurrir. Es como anticipar o comentar cosas que van a decir o acaban de decir los personajes: de tan obvio, resulta irónico. Pero aquí no se busca la carcajada, sino la sonrisa, como todo el tono de la película.
2. No creo que sea un vídeo promocional de Barcelona, porque la ciudad está muy bien integrada en la historia, y es un personaje más. Todo lo que sucede se debe al cambio de vida de los personajes, y al contraste de vida de una ciudad como Nueva York (industrial y capitalista en la película) a Barcelona (mediterránea y evocadora). Eso lo hace mucho el cine americano con París, en que París aparece como la ciudad del escape, del amor, del romanticismo. Sin embargo, nunca decimos que se hace una postal de París. Parece que si se elige Barcelona, no se acepta tan bien porque tenemos una imagen más “real”, más próxima de Barcelona. Pero todo depende de vivencias: un parisino no se identificará necesariamente con el París del amor. En la película, Woody Allen no ofrece un retrato naturalista de Barcelona, sino un retrato romántico. Por eso la película no ha convencido tampoco a ciertas personalidades, porque consideran que lo realista no es ver un espectáculo de guitarra flamenca en Barcelona, sino una sardana. Además de que no saben leer, se equivocan. Es decir, que tampoco por este motivo sería lo que le mandaba el contrato, porque entonces no se habría generado ninguna polémica sobre el retrato que aparece de Barcelona.
3. El tema de la tesis en identidad catalana. Si lo piensas bien, podría tener la lectura contraria, una lectura totalmente sarcástica. Una yanqui, que no sabe hablar catalán, que no sabe nada de Cataluña, está haciendo una tesis sobre “identidad catalana”. Sabe, además, que su tesis no le servirá para nada, porque ni tiene muy claro qué enfoque darle al tema y porque lo de la tesis es su excusa para pasar un verano en Barcelona. Su plan vital a corto plazo es casarse y ocuparse sólo de su casa. ¿No te parece la antítesis de la estudiante que hace un MBA en Harvard y con una proyección laboral basada en la consecución del Máster?
4. El retrato de los personajes no es tan tópico como comentas. El pintor (Bardem) no es un artista atormentado. Es todo lo contrario, nada le afecta, se dedica a vivir el día a día sin ningún tipo de tormento. Ni siquiera le afectan ya las rupturas sentimentales. El personaje de Penélope Cruz no tiene nada que ver con los de Almodóvar. ¿A qué personaje de Almodóvar se parece?
5. La canción machacona es el acompañamiento musical que va puntuando diversas secuencias clave. Pues como hace siempre Woody Allen en todas sus películas, solo que, en esta ocasión, no es una canción de jazz.
Yo creo, en definitiva, que es una película muy fresca que huye de los tópicos de las comedias románticas al uso. En una comedia romántica “normal”, Juan Antonio iría a buscar a Vicky al aeropuerto en el último momento, para que no se fuera con su marido. Aquí no. Aquí se quedan todos con sus historias, sin grandes alardes de esos que sólo se ven en las películas de Hollywood.
Comentario de Manué (02/10/2008 10:34):
Más rutinarias que las propias películas de Allen me parecen las críticas que se escriben de ellas. En ellas siempre se dice que:
a) “Es el mejor film que ha hecho Allen en los últimos años”.
b) “Es falso que Allen sea un escritor metido a cineasta o que sus textos sean mejores que sus filmaciones”.
c) “Allen repite lo que demostró en … (cítense dos o tres comedias de Woody Allen al azar, cualquiera vale) y su estilo no tiene nada que envidiar al de … (se añade el nombre de Rohmer, Chabrol o cualquier otro director de comedias ligeras francés de la quinta de Woody Allen)”.
Me esperaba más de esta página.
Comentario de Manuel de la Fuente (02/10/2008 14:33):
Bueno, pero es que nadie es perfecto…
a) A mí no me gusta casi nada de lo que ha hecho Allen desde mediados de los 90, ni siquiera “Match Point”. Yo he leído muchas más críticas poniendo bien a “Match Point” que poniéndola mal. De hecho, no recuerdo ninguna en que se la pusiera mal.
b) Es que eso sí que se ha convertido en un cliché, decir que Allen es un escritor metido a cineasta. Y yo creo que es hora de empezar a ver a Allen como cineasta, y ver sus riesgos y avances en el lenguaje fílmico, que los tiene, y muchos.
c) Podríamos discutir lo de Chabrol, pero Rohmer no es, ni de lejos, de la quinta de Allen. Yo no sé, pero se ha comparado muchas veces a Allen con Bergman (porque es obvio), pero poco con Rohmer. Y si esta misma película la hubiese hecho Rohmer, los mismos que la critican la estarían reverenciando. Eso es lo que pienso.
Un saludo, tocayo.
Comentario de Karraspito for President (02/10/2008 16:51):
Pues a mi Match Point me parece una de las mejores peliculas que haya visto nunca, pero no la puedo comparar con otras mas “clasicas” o si se quiere tipicas de Allen porque nunca he visto ninguna (y entiendaseme, me refiero a esas en las que invariablemente sale el haciendo un papel de hipocondriaco maniatico obsesivo balbuceante). No se por que extra~a razon hay algo que me frena de ir a ver esas peliculas de Allen que he mencionado, aunque ahora que lo pienso, tambien vi Scoop, sale el haciendo uno de esos papeles y me gusto, aunque no tanto como Match Point (y NO porque esta ultima no sea una comedia). Personalmente, tengo muchas ganas de ir a ver Vicky Cristina Barcelona, creo que me va a gustar mucho.
Comentario de Óscar (02/10/2008 21:02):
Sobre tu réplica:
1. En principio, no estoy a favor ni en contra de la voz en off; depende de cómo se utilice. Me viene ahora a la cabeza una película “menor” de Allen como “La última noche de Boris Grushenko”, en el que el recurso de la voz en off permite algunos de los mejores chistes, subraya la comicidad de la historia, y realmente aporta algo. Lo que pasa es que ese no es el caso en V-C-B: no veo que tenga sentido que, a la vez que ves unas imágenes, la voz en off te diga lo que ya es evidente. Es como si alguien te diera una manzana mientras te dijera, mirándote a los ojos “te doy una manzana”: uno no sabría si es que el tipo tiene un sentido del humor un poco raro, o si es que cree que, a pesar de tener la manzana delante de tus narices, no tienes suficiente información. Esa sensación incómoda es la que tuve yo en ciertos momentos.
2. Seguramente tienes razón en que, como no-parisinos, no habríamos calificado la película “video turístico” si se desarrollara en París y no en Barcelona, como no notaríamos las “parisinadas” y sí notamos las “españoladas”. Pero esto no quiere decir que no existan. Por otra parte, creo que el hecho de que Barcelona tenga un papel en la historia no es incompatible con que, en muchas ocasiones, uno tenga la sensación de que le están “vendiendo” la ciudad: por ejemplo, al incluir algunas escenas en lugares típicos que no llevan aparentemente a ningún lado, aparte de a mostrar qué bonita es Barcelona.
3. Sobre el tema de la tesis en identidad catalana, diré que leí no sé dónde que, en el guión original, Vicky iba a Barcelona para asistir a un curso de cocina mediterránea; el cambio en el guión se debió a una “sugerencia” de los promotores. Vale; eso explica por qué una yanki que claramente no tiene ni idea de Cataluña, encima justifique sus “estudios” de una forma tan ridícula (¿¿para dirigir un museo?? ¿¿de qué??). Puede ser que sea un sarcasmo de Woody Allen; puede ser simplemente que Allen sepa que las personas a veces decimos cosas que no tienen mucho sentido (y Vicky no tendría por qué ser una excepción); pero el hecho es que, cuando lo oí en la butaca, sin saber nada de lo del cambio del guión, me quedé con los ojos como platos. No entendía nada, porque no me parecía creíble.
4. ¿Los personajes? No sé qué opinarías del pintor si fuera de carne y hueso, pero un tipo que se levanta en mitad de la noche, dejando a la Johansson en la cama, para ir a buscar a su ex-mujer (la cual había intentado asesinarle), que se la trae a casa porque sigue secretamente obsesionado con ella, y que se siente “frustrado porque su obra carece de una personalidad propia, ya que ha absorbido el lenguaje pictórico de su ex-novia María Elena” no me parece un tipo que se “dedica a vivir el día a día sin ningún tipo de tormento”; me parece un tipo absolutamente autodestructivo, por muy donjuán que sea.
Y qué decir de Pe: una auténtica desequilibrada, que lo mismo le monta un pollo del copón a Cristina por querer dejar el trío (¿quién le habrá dicho a Allen lo de “¡¡Niñata de mierda!!”?), que se quiere liar a tiros con Vicky cuando se la encuentra por el estudio de su ex. Joder, las “mujeres al borde de un ataque de nervios”, con Julieta Serrano al frente, son un ejemplo de apatheia estoica al lado de semejante psicótica.
5. En cuanto a la canción, te doy la razón: Woody Allen lo hace muchas veces; lástima que en esta ocasión fuera un sonsonete que me ponía de los nervios. Por supuesto, esto no es una crítica objetiva; fue, básicamente, mala suerte.
En fin, que para mí la película es mediocre, tirando a mala. Pero lo que más me disgustó es que no reconocí en ella el sello de Woody Allen. Salí con la impresión de que la podía haber firmado cualquier otro, que Allen la había hecho con desgana, tirando de tópicos y sin calentarse demasiado la cabeza: coge el dinero (de la subvenciones) y corre. Y eso sí que no se lo perdono.
Comentario de Manuel de la Fuente (03/10/2008 01:13):
1. La voz en off de la película es muy oportuna porque sirve para varias cosas. En primer lugar, te presenta con muchísima rapidez a los personajes. Al principio, cuando las chicas están en el taxi, el off te explica en pocas frases cuáles son sus motivaciones y la problemática en torno a la cual va a girar la película. Lo hace de la mánera más rápida y clara posible porque es una comedia. Por otra parte, sirve para hacer avanzar las situaciones, para que entendamos el desarrollo psicológico de los personajes. Eso aquí está bien, porque es una comedia, y no un drama, con lo que se necesita agilidad, y no es necesario ver ese desarrollo a través de silencios o de un ritmo más pausado. Y, en tercer lugar, están esas bromas sutiles basadas en la reiteración con la imagen. Es una manera de que el off juegue con la película, algo que se da pocas veces, pero que a veces se da. Por ejemplo, Scorsese utiliza ese juego (pero de manera distinta y con otros fines) en “Casino”.
2. Las escenas se sitúan en lugares típicos porque lo requiere la historia, porque se producen una serie de visitas y encuentros casuales con Juan Antonio, que está siempre en esos sitios por su oficio. De hecho, su oficio es lo que motiva el viaje a Asturias. Es que, si nos ponemos así, Truffaut hace lo mismo con París en “Besos robados”: muestra continuamente qué bonita es París, muestra un París idealizado, precisamente por eso, porque es una comedia romántica. No va a presentar un retrato neorrealista de los suburbios. Es como criticar que en “Un día en Nueva York”, no aparezca Gene Kelly bailando en los barrios bajos de la Gran Manzana, en lugar de visitar los monumentos de la ciudad.
3. Es que el tema es tan chorra, que queda bien por eso, porque Vicky acude a Barcelona con la única idea de agotar un sueño que sabe irrealizable. Estudia un tema que no la llevará a ninguna parte, y sueña con el final de su sueño, dirigir un museo, porque sabe que, en cuanto se case, el sueño se acabará y adiós tesis, adiós museo y adiós ideal romántico. Por eso le surge un conflicto cuando conoce a Juan Antonio, porque duda de si no será mejor quedarse en Barcelona y cumplir su sueño, que sabe que se morirá en cuanto regrese a Nueva York.
4. Juan Antonio no es un tipo atormentado. Es un tipo bonachón, que no se come demasiado la cabeza. Tuvo una relación tormentosa con su novia, pero ha acabado aceptándola y ayudándola, como si se sintiera obligado por lo que les unió en el pasado. Pero no vive atormentado, ya que cuando se acaba una relación, pues pasa página en seguida y piensa, “pues ya vendrá otra”. A pesar de que en el pasado sufriera mucho, ya no vive así. Es lo que le dice a las chicas cuando las conoce en el restaurante, que la vida es corta, que hay que aprovecharla. Por eso, cuando Cristina les deja (a él y a la otra), no se enfada, ni tampoco le da demasiada importancia a la última ruptura con María Elena, ni va a buscar al aeropuerto a Vicky en plan “no te vayas, te quiero”.
Sabe que su lenguaje pictórico es deudor del de María Elena, pero ni siquiera le preocupa demasiado, y lo resuelve diciendo algo así como “reconozco que saqué más ideas de ella de lo que me habría gustado”.
María Elena es la típica artista atormentada y autodestructiva. Es un auténtico torrente creativo, llena de ideas, y atormentada por ese mundo interior. Eso pasa, y hay a quien le sucede. Ella se intenta suicidar por eso, tiene esas reacciones por eso, y por eso también le grita al final a Juan Antonio, “me va a estallar la cabeza, no puedo más”. No tiene nada que ver con las niñitas de celofán de “Mujeres al borde de un ataque de nervios”.
A mí me sorprendió mucho la peli, porque fui a verla con esa idea que comentas. Pero es una comedia muy ágil, de un estilo muy transparente. Y eso es muy difícil de conseguir.
Comentario de Jordi (14/10/2008 16:45):
Yo no he visto la película, pero las críticas y comentarios, incluidos los vuestros, me están dejando mareado. Pocas veces he visto opiniones tan discrepantes por parte de gente de todo tipo. Parece que no hay término medio o es “un panfleto infumable” o “está mucho mejor de lo que dicen”. Yo soy de Barcelona y, de momento, no me apetece verla. Sobre Match Point, yo la encontré una buena película que en muchos aspectos no parece de Woody Allen.
Comentario de JR (17/10/2008 12:31):
Grande, Manolo, grande.
A Vicky Cristina Barcelona se la está criticando, entre otras cosas, por “ofrecer una visión de Barcelona de postal, que no se ajusta a la realidad”. ¿Y qué ocurre con Venecia y París en “Todos dicen I love you”? ¿Y qué sucede con las típicas estampas londinenses de sus últimas películas, o neoyorkinas de la etapa clásica de Allen?
Abrazos
Comentario de grrrrr (22/10/2008 22:12):
Pues yo creo que no hay que darle muchas vueltas al asunto. Es una película mediocre, con actores mediocres y un director en sus últimas horas. Dejémonos de política, de sociedad, y de otras historias que contaminan la realidad. Aqui pasa como cuando nos quisieron meter con calzador “Two much” como una comedia deliciosa protagonizada por Banderas. Y era una tontuna protagonizada por actores muy mediocres también. Nada más.
Comentario de XIP (28/10/2008 23:39):
CONVIENE RECORDAR QUE, A PESAR DE SU PROBADA GENIALIDAD, NO ES AJENO A LOS TÍPICOS Y ACOMPLEJADOS TICS YANKIS DE FASCINACIÓN ANTE LA PODEROSA HISTORIA (Y PRE-HISTORIA)EUROPEA, ESTO, ACASO,EXPLICA EL CALIBRE INGENUISTA Y KISTCH DE SU COMENTARIO AL CONOCER OVIEDO DE QUE ERA COMO UNA CIUDAD DE CUENTO, CON PRÍNCIPE Y TODO. PERSONALMENTE CREO QUE CREÍA LO QUE DECÍA, AUNQUE CONOCIENDO EL CARÁCTER PROVINCIANO, A SU VEZ, CON QUE SE OTORGAN LOS PREMIOS PPE. DEL QUE LE HICIERON ACREEDOR, NO CABÍA MEJOR HALAGO EN JUSTA CORRESPONDENCIA. ESTO ( Y NO PRETENDO SER PEDANTE)ME RECUERDA MUCHO LAS OBRAS DE HENRY JAMES EN ESA CONFRONTACIÓN-CLICHÉ: ENTRE LA EUROPA VIEJA Y ASTUTA Y LOS INEXPERTOS E INGENUOS (AL MENOS ENTONCES) ESTADOS UNIDOS. LO ÚNICO QUE ME MOVIÓ A CARCAJEARME FUÉ COMPROBAR CÓMO LOS ROLES SE HABÍAN INVERTIDO CUANDO PONE EN BOCA DE UN PERSONAJE LA GILIPOLLEZ DE IDENTIDAD CATALANA, LO PEOR DE LA BURGUESÍA MÁS RANCIA CRISTALIZA EN ESTAS DOS PALABRAS. SI DURRUTI LEVANTARA LA CABEZA, ACASO PREFERIRÍA SER NAZI, QUE,AL MENOS, IBAN DE FRENTE.¡¡¡¡puagggghhhh!!!
Comentario de XIP (29/10/2008 23:39):
QUE LA REALIDAD ES MÁS SORPRENDENTE QUE LA IMAGINACIÓN MÁS GENIAL LO COMPROBÉ ESTA MISMA MAÑANA, HORAS DESPUÉS DE ESCRIBIR SESGADAMENTE SOBRE LA ÚLTIMA PELI DE WOODY, ESCUCHO EN LA RADIO QUE UN ESCRITOR HA DEMANDADO A LOS RESPONSABLES DE ÉSTA POR PLAGIO,PARECE SER QUE COMPARTE TANTO LA TRAMA PRINCIPAS COMO DETALLES MUY CONCRETOS. LA COSA YA ESTÁ EN TRÁMITES JUDICIALES. QUE WOODY HAYA CAÍDO TAN BAJO COMO LA QUINTANA ME RESULTA INAUDITO Y, DE SER CIERTO, UN GUIÓN DIGNO DEL NUNCA SUFICIENTEMENTE LLORADO AZCONA.
Comentario de Bastardo Iconoclasta (06/11/2008 18:22):
Tan sólo comentar unas ideas que me han asaltado al leer esta laudatoria:
* Resulta que la película era una comedia, y yo sin darme cuenta. ¡Pero qué tonto he sido!
* El recurso a la voz en off puede ser muy respetable, pero es un arma peligrosa. Si bien puede servir para llevar la acción adelante, en el caso de este despropósito fílmico es reduntante y causa tedio.
* Tengo la impresión de que Woody Allen está completamente senil y ha estrujado al máximo su capacidad creativa, pero como en Europa somos un tanto fetichistas, recogemos todos los despojos del imperio para idolatrarlos y mimarlos. Este es un único motivo que se me ocurre para justificar que personas como Geraldine Chaplin continúen encontrando trabajo. Hay que valorar lo que HACEN los artistas, no lo que han HECHO.
* No soy español por lo que la cuestión regionalista me trae sin cuidado, pero he de reconocer que los “estudios de identidad catalana” me provocaron una carcajada histérica.
* La cuestión de si los personajes son un cliché no me parece tan importante para el desarrollo de una trama como el que sean creibles. Me parece alucinante que Woody, que siempre me ha embelesado con diálogos ingeniosos e indudablemente bien escritos, vomite al espectador esta insulsa bazofia. Eso sin contar que sólo se sostenía la trama Rebecca Hall, que ahora no recuerdo si era Vicky, Cristina o Barcelona, ya que la historia de “Morritos” no satisfacía más que los deseos libidinosos del director…y puede que algún otro.
* Estoy totalmente de acuerdo con el comentario de XIP: Woody Allen parecía europeo desde lejos, ahora tan cerquita se da cuenta uno de lo Yanky que es. En Match Point hizo un alarde de su desconocimiento de la lucha de clases en Inglaterra y, opinión muy personal, en VCB demuestra con creces su desinterés por la cultura española. Creo que ha rodado en Barcelona, obviando los motivos financieros, porque a su juicio es la ciudad menos española. No entiendo cómo no ha rodado todavía en Francia.
Conclusión: que alguien lo meta en un asilo, le de una videocámara baratita y se dedique lo que resta de su vida a grabar el rebosante muslamen de las enfermeras que lo atienden.
Uff, ya me he desahogado…