En el valle de Elah (Paul Haggis, 2007)
La guerra de los niños
Si una cosa no se le puede negar al cine norteamericano es su empeño por reflexionar sobre la historia de su país, desde diversos prismas ideológicos. Desde el principio del cine, la historia aparece como uno de los grandes asuntos para los estadounidenses, y eso se refleja ya en una de sus películas fundacionales, El nacimiento de una nación (1915), en que Griffith, aparte de sentar las bases del lenguaje cinematográfico, llevaba a cabo una particular exaltación surista de la guerra de Secesión y de la segregación racial. Desde entonces, el cine de Hollywood ha mirado mucho la historia de Norteamérica, especialmente la historia militar y los conflictos bélicos, bien para ensalzar la grandeza made in USA, bien para llevar a cabo un ejercicio crítico y desengañado sobre las miserias del sistema. El ejemplo más claro es el de Vietnam, que dio pie a toda suerte de películas que abarcaban todos los espectros posibles, desde la denuncia del horror y la crueldad (Apocalipsis Now) hasta la exaltación militarista (Boinas verdes), pasando por el retrato crítico en tono de comedia (Good Morning, Vietnam). Sin embargo, como decimos, la recurrencia del cine estadounidense no se limita a su guerra tabú, sino que se extiende hacia otros conflictos menos polémicos como la Segunda Guerra Mundial, y ahí quedan películas como Los mejores años de nuestras vidas, una cinta de William Wyler sobre las dificultades de readaptación de los veteranos de guerra a la vuelta a sus casas, o La batalla de San Pietro, un documental nada complaciente de John Huston sobre una acción concreta de la contienda.
Así, no resulta extraño que el cine de Hollywood empiece a mirar de manera constante la guerra de Irak, cuando ya ha transcurrido un cierto tiempo para constatar el fracaso de un conflicto inefable auspiciado por la administración republicana de Bush. Hollywood ya se había ocupado incluso de la primera guerra del Golfo en alguna ocasión (se nos ocurre el caso de Tres reyes), e incluso había alertado sobre las consecuencias de esta última (lo hacía Michael Moore con su particular estilo en Fahrenheit 9/11, reconozcámoslo), pero, de una manera oportuna, cuando la guerra se hace insostenible y el discurso neo-con apenas ha variado, la industria del cine ataca, y lo hace con sus primeras figuras: Robert Redford (Leones por corderos), Brian De Palma (Redacted) y ahora Paul Haggis, uno de los guionistas y directores más reconocidos del panorama actual, que presenta su propuesta con En el valle de Elah.
Haggis es de esos guionistas que acaban metiéndose a directores para controlar sus proyectos. Escritor de las últimas piezas de Clint Eastwood (Million Dollar Baby, Banderas de nuestros padres y Cartas de Iwo Jima), Haggis, siguiendo una trayectoria que recuerda mucho a la de Paul Schrader, ha dirigido esta historia intimista para hablar de la guerra sin apenas mostrar escenas bélicas y sin mostrar de manera explícita la violencia. Y, sin embargo, se trata de una película violenta y descarnada, que se refleja en la dureza de las arrugas del rostro de Tommy Lee Jones, el protagonista del film, que da vida a Hank Deerfield, el padre de un combatiente en Irak que resulta muerto en extrañas circunstancias mientras disfrutaba de un permiso en Estados Unidos.
La búsqueda del padre nos recuerda por momentos al Jack Lemmon de Missing, y Haggis no oculta este paralelismo al evocar algunos planos de la película de Costa-Gavras (como el momento en que Deerfield y su mujer se encuentran solos en un pasillo para identificar el cuerpo de su hijo) porque lo que denuncia viene a ser lo mismo: la opacidad de una burocracia kafkiana que oculta las miserias internas de un sistema que utiliza a los jóvenes para defender unos intereses particulares. Pero, al contrario que en Missing, toda la acción transcurre en Estados Unidos. Deerfield busca una explicación al asesinato de su hijo, para lo que recurre a la ayuda de una mujer policía, que se implica de manera irremediable cuando Deerfield activa la metáfora en torno a la cual gira el discurso de la película: le cuenta al hijo pequeño de la mujer la historia de David y Goliath, ambientada en el valle de Elah, a lo que el niño pregunta algo que no obtiene respuesta por parte de los adultos: si David era tan joven, ¿por qué le dejaron ir a la guerra a enfrentarse con el gigante?
Esta historia bíblica actúa de resorte no sólo para el personaje femenino, sino también para el masculino. Porque lo curioso del personaje de Deerfield es que no parte de un planteamiento pacifista, sino todo lo contrario. Se trata de un antiguo combatiente, estricto en la educación con sus hijos y amante de los símbolos de su país, que se muestra al principio de la película contrariado porque un inmigrante no sabe izar la bandera norteamericana en el mástil. Pero decimos que es un personaje curioso porque, en el fondo, lo que va descubriendo no es una atemperación de sus ideales, sino un desengaño en la aplicación de los mismos. Lo que constata Deerfield no es que su país se haya equivocado con el conflicto iraquí, sino acaso con la estructura militar y la formación de sus soldados, carentes de principios, adictos al alcohol y las drogas (no rechazan nunca una invitación a beber cuando son interpelados por Deerfield para preguntarles sobre su hijo) y aficionados a las prostitutas (de hecho, la noche en que se produce la muerte es una orgía de sexo y estupefacientes). Lo preocupante del asunto, sería la conclusión a la que llega Deerfield, no es que Estados Unidos necesite ayuda por meterse en una guerra estúpida y manipulada, sino que esto ha ido acompañado por una devaluación de los valores morales del ser norteamericano, de tal manera que, al final de la película, lo único que le queda es reconocer su derrota ante el trabajador inmigrante e izar la bandera al revés, lo que supone la asunción del fracaso personal y de su país.
Éste es, evidentemente, el aspecto más polémico de la película, pero creemos que es también el más apasionante por el debate que suscita. Lo que viene a decir Haggis es que la guerra de Irak es un fracaso de todos y desde todos los puntos de vista, incluso para los ciudadanos conservadores. Para ellos no vale el típico discurso de la izquierda, sino que se tiene que poner en marcha otro debate: la traición de los republicanos a los valores estadounidenses que propugnan, y la usurpación de sus símbolos y estamentos (la bandera, el ejército) en beneficio propio. El personaje de Tommy Lee Jones no puede cambiar su esquema ideológico, y de ahí que la explicación la encuentre en la podredumbre moral que rodea la institución militar a la que ha consagrado su vida.
Pero todo esto se quedaría en un guión audaz si no fuera por la claridad de ideas que muestra Haggis como director. El planteamiento fílmico es básico, pero muy efectivo. Haggis ofrece dos tipos de imágenes que se van cruzando. Por un lado, la historia central de la búsqueda del padre. Se trata de planos fijos, sin apenas movimientos de cámara y con encuadres ajustados a la narración y al personaje: Deerfield es un tipo metódico, pausado, de hábitos fijos, incluso en los detalles más nimios, como su manera de vestirse o de hacerse la cama. Sólo tiene pequeños accidentes en su rutina, como el momento en que se corta al afeitarse. De este modo, la cámara le sigue de una manera lenta en sus movimientos que apenas admiten emociones, incluso cuando se le notifica la muerte de su hijo, a lo que responde con frías preguntas sobre detalles forenses. Por otro lado, tenemos las breves imágenes que su hijo ha grabado con el teléfono móvil en Irak, y a las que consigue acceder Deerfield. En este caso, son imágenes nerviosas, inconexas, nada nítidas, acorde con una realidad mucho más difícil de entender. Deerfield se siente seguro con la realidad de su país, con su rutina, su bandera y su biblia, pero no puede reconstruir los fragmentos que legó su hijo en el móvil e, incapaz de entender la barbarie que muestran las imágenes, sufre su desengaño vital. Las imágenes de Irak no concuerdan con el recuerdo falso e inmaculado que le relatan los compañeros de su hijo sobre la vida en el ejército y, a medida que va accediendo a más imágenes, empieza a aflorar la verdad, y lo que era una misión de mantenimiento de la paz y la democracia acaba convirtiéndose en un crimen gratuito perpetrado contra la población civil. Del mismo modo, lo que era al principio un permiso oficial para descansar en casa, termina siendo un peregrinaje por los diferentes bares de strippers de la zona.
En el valle de Elah es, en definitiva, una película que incide en la reflexión sobre los efectos de las guerras y la manipulación política a que éstas están sometidas. Huyendo del discurso fácil, Haggis construye una historia con muchos recovecos y puntos negros, de ésos que conviene no remover, como le recuerda un soldado a Deerfield ante la insistencia de éste por saber la verdad. El cine americano sigue en esta línea de denuncia de los aspectos más vergonzosos de su historia, si bien los prismas y las interpretaciones son múltiples. Y ése es el valor de la película: establecer un nuevo punto para el debate como conclusión a la política exterior de los neoconservadores norteamericanos.
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Comentario de Álvaro (01/02/2008 17:58):
Manolo, Apocalypse Now es una adaptación de la novela ‘El corazón de las tinieblas’. La perpetró John Millius, alguien a quien denominaríamos en la actualidad como un ‘español de bien’, y el título que le puso era un escupitajo en la cara de la cultura hippie, pues le daba la vuelta a un grito en boga en aquellos tiempos que decía ‘Nirvana Now!’. Así como el final que escribió, que lo cambió Coppola, en el que Kurtz lo que venía a decir es que la guerra mola, joder. Quiero decir con esto que, pese a su indudable valor antibélico (la guerra es despiadada, nos vuelve locos, bla bla bla) no fue concebida con ese fin. Yo la entiendo más como, si me vale el palabro, guerraxplotation. Ni se trata del heroismo, ni de lo contrario, sino de los aspectos más crudos de la guerra para adentrarse en ellos con curiosidad morbosa. Es decir, la demencia del cuadro que pinta, no nos hace tomar conciencia, nos da gustera, nos mola. Un detalle más: Carter la intentó prohibir. Medítese sobre el particular.
Por otro lado, como sabes, odio Million Dollar Baby y Crash con todo mi corazón negro y putrefacto. Me parecen las engañifas más burdas y tramperas que jamás se hayan encumbrado. Yo os respeto. No personalizaré mis ataques. Sois gente estupenda. Pero por una cosa no paso. Es una vergüenza que me compares a Haggis con Paul Schrader, pero más aún que olvides un pequeño detalle a la hora de esbozar la obra del autor del confuso y desnortado guión de Iwo Jima: FUE EL CREADOR DE WALKER TEXAS RANGER. Es importante saber de dónde viene cada uno.
Dicho esto, tengo la impresión de que tal vez esta película sea la única que me guste del sujeto.
Comentario de Alberto (01/02/2008 18:49):
“El corazón de las tinieblas” es un libro de Joseph Conrad.
Comentario de Cristian (01/02/2008 19:01):
Que grande John Milius… Debía tener el hombre fijación con los hippies por algún motivo. Los peregrinos cubiertos de florecitas de su nunca bien ponderada “Conan el Bárbaro” no dejaban de ser una panda de hippiosos y malos patriotas que abrazaban falsos ídolos.
Comentario de Manolo (01/02/2008 19:35):
Hola Álvaro:
Bueno, lo de “Apocalipsis Now” es mucho más que una adaptación de “El corazón de las tinieblas”. También tiene elementos de “Viaje al fin de la noche” de Céline, y no se podría hablar de una adaptación en sentido estricto. Una adaptación de la novela de Conrad es lo que intentó hacer Orson Welles antes de “Ciudadano Kane”, pero, en el caso de la peli de Coppola, el trabajo de relectura y reelaboración es mucho más profundo. Es cierto que se pueden hacer muchas lecturas de la película, pero la lectura antibélica es innegable y está muy presente, desde la secuencia inicial del encierro autodestructivo de Martin Sheen hasta el final en la jungla.
Con lo de “Million Dollar Baby”, de verdad, tienes un problema. Pero todo se cura, buen hombre. Yo tampoco soy un apologista de Haggis, ya que creo que podríamos discutir sobre “Crash”, ya que es una película que puede resultar confusa. A mí no me fascinó y le veo muchos peros, incluso nos acercaríamos bastante.
Con lo de Schrader, lo único que quería decir es que ambos son guionistas de prestigio que acaban metiéndose a dirigir. A mí como director me parece fallido, y aún recuerdo la decepción que me llevé con “Aflicción”.
Ve a ver la peli. Sólo por la interpretación de Tommy Lee Jones ya vale la pena (y eso que me equivoqué y me pasé toda la película diciéndole a mi acompañante que era Harvey Keitel).
Un abrazo.
Comentario de jasev (02/02/2008 01:13):
Pues a mí me pareció una película fallida. Me encantó Crash y por eso (y porque todo el mundo ponía la película por las nubes) fui con mucho interés a ver ésta.
La película, técnicamente, es perfecta. Los tres protagonistas no sólo cumplen con soltura sino que hay instantes en los que Jones y sobre todo Sarandon rozan la perfección. Y el mensaje, que queda perfectamente claro (incluso diría que demasiado obvio) con la última escena de la bandera, resulta valiente y necesario. Pero el guión hace aguas por una sencilla razón: la trama criminal es una mierda pinchada en un palo con dos moscas verdes.
Si quieres utilizar una trama criminal para dar tu mensaje, coges “Missing” y la ves tropecientas veces. ESO es una trama criminal bien trazada. Lo de “El valle de Elah” es floja, plana y con un final que no sólo es deprimente por lo que significa sino por lo facilón que resulta.
Salí cabreado de la sala. Haggis trató de hacer el “Missing” de nuestro tiempo y le ha salido algo que me recuerda mucho más de lo recomendable a “En honor a la verdad”; y convendrán ustedes conmigo en que eso no puede ser bueno.
Comentario de Manolo (02/02/2008 13:56):
Yo creo que eso también es intencionado. Es decir, la trama es banal porque lo que quiere denunciar la película va por otros caminos a los habitualmente tratados. Los soldados aquí son unos críos que no tienen los principios de compañerismo pertinentes. Por eso, Tommy Lee Jones se resiste a creer que todo fue una pelea, y así se lo dice a la mujer policía, a la que le viene a decir “Vd. no lo entiende, un compañero con el que has estado combatiendo, luego no te peleas con él”. Por eso, Tommy Lee Jones se pone a investigar creyendo que va a destapar un escandalazo del ejército, y de hecho es lo que espera el espectador. Pero al final todo es muy banal, no se trata más que de una riña infantil y de ahí viene el desasosiego del final. La película empieza como “Missing”, pero se dirige por un camino muy diferente.
Es decir, a mí la película me gustó, entre otras cosas, por eso, que rompió en todo momento mis expectativas.
Comentario de Pogrom Pom Pom (02/02/2008 18:58):
¿Un conflicto fracasado? ¿una guerra insostenible? Me temo que alguno no ha visto ninguna noticia de Iraq por lo menos durante el último medio año. Cuanto más fácil sería transitar por algunas reseñas cinematográficas si los autores no dejaran sus prejuicios ideológicos esparcidos a modo de mina antipersona.
Por lo demás ¿Susan Sarandon no había muerto intentando defender a Kim Jong Il del Team America?
Comentario de Carlos Fabra (03/02/2008 18:48):
Por fin una critica de Manuel de la Fuente!
¿Habrá un especial OSCARS 2008: La amenaza fantasma?
Comentario de James Heiden (03/02/2008 18:56):
Una guerra que ha conseguido hacer pasar el barril de petróleo de 25 a 100 dólares. Gran victoria, si. Joder, hasta quien haya visto la 2º temporada de 24 verá un millón de similitudes.
Dios bendiga a los Neo-Con, o al revé). Bush será recordado como el peor presidente de la historia de los EEUU (país que por cierto, no odio)
Comentario de paco (04/02/2008 13:11):
Por ahi lei, lo mismo hasta fue aqui, q el personaje de JohnGoodman en “el gran leboswki” fue inspirado por John Millius, amigo por otra parte de los Coen.
Bueno, Manolo, todas nuestras vidas tienen elementos del viaje al fin de la noche jajaja… Y para mi “Apocalipsis Now” no es ni pacifista, ni rambista… creo q intenta poner blanco sobre negro lo q es una guerra, magnífica la estancia en la plantacion de franceses q añadieron en la version redux.
Comentario de de ventre (12/02/2008 12:11):
alguien sabe qué fue de john millius? porque aparte de “amanecer rojo” y chufas similares, se marcaba peliculones de impresión. “el viento y el león” con sean connery es la típica película que no me canso de ver en las infinitas reposiciones de canal 9 y tv3
j
Comentario de c (20/02/2008 16:21):
a mi entender, la tesis de Haggis es que a alguién a quien se entrena para matar y luego se lo envia a matar en lo que, a tenor de los videos del soldado muerto, es un infierno, luego no se le puede pedir que en los dias “de permiso” desconecte: se han insensibilizado ante la muerte Fijense en la calma con la cual el culpable confiesa y como narra con la mayor naturalidad que después de trocear y quemar a su compañero (creo significativo que los cadáveres irakies de los videos domesticos aparezcan las más de las veces quemados) se fuesen a cenar. No se puede ser asesino de nueve a cuatro y educado gentleman el resto del día