Runaway, Brigada Especial
De esta amenaza fatal que se cierne sobre la humanidad nos salvará Tom Selleck, un policía que dejó narcóticos para entrar en robóticos, brigada en la que triunfa como la Coca-Cola. Selleck lo cierto es que, hay que gritarlo alto, es más grande que la vida. Es un hombre con bigote, pero bigote de hombre, bigote de hombre con bigote de hombre con bigote de hombre con bigote. Un macho. Y punto. Valga como dato para contextualizar definitivamente a qué niveles de olor a feromonas me refiero, que Selleck tiene un papel en la serie actual A dos metros bajo tierra donde, con exactamente el mismo look y bigote, interpreta a una locaza que confecciona ramos de flores en una floristería de gasolinera.
También sale Kirstie Alley, la de Mira quién habla, en el papel de mujer fatal. Y el mencionado Gene Simmons, el bajista de los Kiss, un tipo que, como todo el mundo sabrá, se pasó los setenta disfrazado de Diego “el Cigala” pálido y con los colores propios de severos síndromes de abstinencia superpuestos, y los ochenta ejerciendo de fotologer, esto es, fotografiado hasta la saciedad o bien en actitudes amenazantes o bien rodeado de chatis que por alguna razón o porque están muy buenas él piensa que tú te las quieres follar y entonces tienes envidia rastrera, momento ese el más elevado de su existencia. Aquí, al igual que Mick Jagger en Sin Identidad o Bowie en El Laberinto, cumple con la obligación de toda estrella de rock que se precie de sobreactuar en una película futurista o fantástica. En su descargo hay que decir que por lo menos en Runaway no saca la lengua esa asquerosa que tiene.
¿Y a qué se dedica la policía robótica? Buena pregunta. Resulta que en el mundo del futuro que nos pinta Crichton un kilo de maiz cuesta lo mismo que un kilo de heroína, puesto que los agricultores se pueden permitir el lujo de invertir en tecnología y la energía que ésta chupa como para tener robots por ahí atrapando a los gusanos que se comen el grano. El riesgo es que a veces los robots se vuelven locos, comienzan a destruir toda la plantación fuera de sus bits, y ahí tiene que aparecer nuestro Tom Selleck a poner orden. Por cierto, Tom en la película se llama Tom Ramsey y se dirigen a él como “Ramsi” -nótese que igual había ahí una broma privada con Ted Kotcheff, el buen hombre que dirigió el primer “Rambo”. Pero decíamos que en este detalle de los robots, la verdad, la película hace aguas. La cosa viene a ser como si se te rebela el barco pirata de playmobil y pone en jaque a toda la policía de Los Ángeles. Son muy pequeños, muy torpes y muy ridículos.
Sin embargo, Crichton acierta de lleno en que las máquinas no funcionarían en el futuro. Hay un diálogo muy elocuente al respecto: todo sudado, Tom, tras doblegar a un fax esquizofrénico y muy peligroso, intercambia pareceres con su compañera -a la que le une una tensión sexual de las buenas:
Él: Los hombres son imperfectos, las parejas son imperfectas, se rompen ¿por qué iban a ser perfectas las máquinas?
Ella: ¿Porque son máquinas?
Él: Pues no es así.
Y que razón llevaba. Y era el año 84 cuando se anticipó esto. Hoy día ¿quién es capaz de instalar un programa a la primera? ¿a quién no se le bloquea el ordenador a las cuatro de la mañana justo antes de salvar treinta folios de word vitales para que Navarra siga siendo Navarra? Se puede probar el experimento: si Usted instala un programa y funciona, se baja una película y no está en hebreo antiguo ni se corta o directamente es un video nipón de coprofagia (reciba un cordial saludo desde aquí quien introdujera en el emule una película de esa guisa con el nombre del documental argentino sobre el corralito La Dignidad de los Nadies, yo me lo bajé y aquí estoy, todo lleno de canas antes de cumplir los treinta) y por último dele a imprimir algo y que salga con sus márgenes a la católica manera y sin que se acabe el papel. Si todos estos acontecimientos se encadenan, lo normal es que al usuario le caiga justo después no uno, sino dos rayos y a la vez. La tecnología es mucho lirili, pero luego no es más que un tormento por no llamarla puta mierda. Nunca chuta. Lo bueno es que no hemos llegado todavía al extremo de tener que llamar a la policía cuando se nos jode el computador. Nos queda ese amigo disminuido psíquico o ese familiar un poco “lento”, ese tipo de persona, en definitiva, que controla de ordenadores y nos lo arregla gratis.
El caso es que a los robots se les va la olla porque los manipula Gene Simmons. Les mete un chip maligno. El porqué, no lo sé. El tipo le quiere vender chips jode robots a la industria tecnológica, ergo, yo deduzco que será como la comedia de los virus y los antivirus. Pero leo por ahí a quien habla de que se trata de un terrorista a escala mundial. La verdad, en el fondo, tanto da. Es un malo, un hortera, y te mira como Ortega Cano a los paparazzi más obstinados.
Hasta el final, la cosa transcurre con un corre que te pillo con hallazgos como los robotillos-mina-anticarro en la carretera que luego aparecieron en juegos míticos como el Death Track, para que algunos los contempláramos con la lagrimilla colgando dando gracias a Dios por dejarnos vivir tantos años (14) para poder asistir al mayor adelanto de la informática recreativa en toda la Historia. Pero eso no es nada, el final tiene mucha más miga.
Selleck es padre soltero. Y es el padre que todos hubiéramos querido tener. Policía, con bigote, que te llama “tigre” y te compra un robot que se llama Luisa para que te bañe y haga la cena… lo más tope. Pues Gene Simmons rapta a su hijo y lo lleva a lo alto de un edifico en obras. ¿Por qué? pues porque Selleck es muy macho, pero tiene un talón de Alquiles: miedo a las alturas. El vértigo es una cosa horrorosa, un espanto. Para entendernos, es una sensación parecida a pensar que se rompe España. Los músculos se agarrotan, las articulaciones no responden, mareos, hiperventilación, taquicardia. Pues así, viendo provincias a su bola cada una por su lado, Simmons mete a Selleck en un ascensor hacia lo más alto de la obra todo lleno de un arma mortífera de última generación: arañas robóticas asesinas. Una ratonera sin salida. Nada podrá salvar a nuestro héroe.
Pero reacciona. Sí, cuando ya ve a las cuatro arañas rodeándole con sus aguijones apuntando al pelo del pecho que le asoma simpático por el cuello del jersey, coge, se pone de pie, lucha contra su propio pánico, vence al miedo y -atención- se quita la chupa y se pone a darle muletazos a las arañas robóticas. Verónica que te va, giraldilla que te viene, Selleck se desembaraza de esos engendros abominables gracias a la tauromaquia y derrota al estupefacto villano, recuperando así la custodia de su hijo, que le abraza y grita ¡papi! Es un momento tan emocionante que parece mentira que pueda ser superado, pero lo es. Al acabar, tras la exhibición, obviamente, la poli compañera del protagonista está goteando como un grifo portugués y le besa. Pero él no se deja. Está un poco reacio. Ella casi que le fuerza, pero no. Entonces él pregunta: ¿Sabes cocinar?. Ella asiente y, ahora sí, le mete la lengua hasta los alveolos. Que vivan todos los videoclubs de barrio de España
Compartir:
Tweet
Comentario de Guillermo López (03/11/2007 12:52):
Júrame que el “sabes cocinar” es cierto. Júramelo y yo te juro que alguna vez en los próximos dos años proyecto esa película en mi Facultad. “Ciclo de cine de Ciencia Ficción, hoy ‘Runaway'”!
Comentario de Álvaro (03/11/2007 13:52):
Lo único que hay discutible en el artículo es que ejecute una giraldilla. Todo lo demás lo he contado en clave de realismo soviético. Verónica incluída.
Comentario de Manolo (04/11/2007 16:05):
A mí me fascinaba la cámara subjetiva de las balas inteligentes cuando eran disparadas. Qué maravilla de película. Gracias por el recuerdo, Álvaro.
Comentario de Garganta Profunda (05/11/2007 08:30):
En efecto, querido Manolo, la camara subjetiva cutre torticera cuando disparaban ese pedazo de balas que parecían caramelos adoquines de El Pilar de Zaragoza, es insuperable y se adelanto varios años a la camara encima de la flechita en “Kevin Hood”.
Lo que no sabia es que el malo era el bajista de Kiss, mira tu por donde…
“I was born to loving you baby, you were born to loving me….!
Comentario de de ventre (05/11/2007 16:17):
inolvidable film que afortunadamente cae un par de tardes al año en las cadenas autonómicas.
la chica, además, era bastante feuchilla, para nada como parece insinuar la carátula.
no os quejéis tanto, que luego vais diciendo maravillas de robert rodríguez y esta peli le da cien vueltas.
superentrenida y por cuatro duros, oiga!
j
Comentario de perri el sucio (06/11/2007 15:03):
vamos al grano, sabéis si está publicada en dvd?
Comentario de Álvaro (06/11/2007 23:40):
http://www.zonadvd.com/modules.php?name=News&file=article&sid=2194
Comentario de hansi (07/11/2007 11:00):
Gene Simmons es un grande del rock!!! ahí está su papel-bodrio para demostrarlo!.Y de Tom Selleck que decir,un tio que rechazó el papel de Indiana Jones(cierto)para hacer pelis como esta y la serie de TV “Magnum”,un tio con dos cojones!!
Comentario de Uhred (09/11/2007 12:32):
Quiero la sinopsis de “Jesucristo Cazavampiros” ya! Esa gran película de ARTES MARCIALES con mayúsculas no puede faltar en vuestro Blog Archive! Nadie puede vivir sin conocer la segunda venida de Cristo a la tierra para librarnos de las vampiras lesbianas. Ojito, que va un spolier,que las cura de su vampirismo, dejando su tendencia sexual intacta!
Comentario de DeTomaso (11/11/2007 00:49):
Cierto que cae un par de veces al año en las autonómicas…
“El miercoles por la noche, en cine de estreno (?)… … Runaway…una trepidante aventura en un futuro dominado por las máquinas y la técnología… …no te puedes perder…runaway”
En fin.
Yo también mando un saludo al simpatico hijo de mala puta y mil padres que tuvo la agraciada idea de ponerle a una película porno, mala y asquerosa, a La Madrugá Semana Santa Sevilla 2004.
Comentario de Manolo (11/11/2007 01:47):
Uhred:
No, no nos obligues a reseñar Jesucristo Cazavampiros!
A mí me impresionó de esa película la manera de matar a las vampiresas clavándoles palillos (como miniestacas). La vi hace un par de años y me quedé impresionado.
Si algún día cae en mis manos y la vuelvo a ver, igual la reseño. Pero no me voy a esforzar mucho porque caiga en mis manos-