La vida de los otros
Esta simpática película supone el intento más serio, desde el estreno de Top Secret a principios de la década de los ochenta, por reflejar de manera fidedigna la vida en Alemania Oriental, y en particular la presencia continua de la policía secreta (la Stasi) y su afán por fiscalizar la vida privada y opiniones de sus conciudadanos como sólo un alemán sabría hacerlo. Es, en resumen, una película sobre “comunistas nazis”, lo mejor de lo mejor en malos cinematográficos; pero es, también, una película intimista, insólita, revolucionaria, como diciéndonos “es que los comunistas nazis no estaban tan mal, hombre”. Y su sociedad, preciso es reconocerlo, tampoco.
Los personajes que aparecen en el film pertenecen, cierto es, a las elites administrativas de la RDA (las fuerzas coercitivas del Estado), o bien a algo mucho peor: a los intelectuales de la “cultureta” de Alemania Oriental (¡e imagínense la de subvenciones a fondo perdido que tendría el arte en un Estado socialcomunista!). Pero la verdad es que los comunistas, en realidad, vivían de puta madre. Todos pertenecían al sector público, lo cual significaba seguridad laboral y un trabajo muy poco exigente. Y todos tenían unas soluciones habitacionales cojonudas, en ocasiones con más de 50 metros cuadrados. Y aunque la película, por aquello de impedir minucias como la libertad de pensamiento y opinión a sus ciudadanos, tienda a ser crítica con la composición y fundamentos de la RDA, la verdad es que el asunto impresiona: ¡trabajo y vivienda para todos y aún sobraba dinero para montar una policía secreta que ríase Usted de la masonería y para hormonar atletas que luego arrasaban en las Olimpiadas! De hecho, los desafectos al régimen lo son porque quieren seguir siendo subvencionados mientras se dedican a criticar a la RDA en el extranjero, y claro, o una cosa o la otra, así que acaban represaliándolos (que tampoco consistía, el represaliarlos, en darles un “paseo” en plan español, simplemente dejaban de subvencionarlos y ya está; que no es poco, justo es reconocerlo, en un modelo social en el que todo dependía del Estado).
La película nos cuenta la historia de un dramaturgo afecto al régimen que ve, sin embargo, como su entorno va llenándose de represaliados de la calaña anteriormente mencionada (democrataizantes, críticos, insatisfechos, pequeño-burgueses, en resumen: ambiguos). Al mismo tiempo, dicho dramaturgo pasa a ser investigado por la Stasi, con el pretexto de garantizar su compromiso con la causa, pero con el propósito real, mucho más mundano, de que el ministro pueda tirarse a la novia del dramaturgo, que es, según el ministro, “la más bella perla de Alemania Oriental”. Una chica, a decir verdad, tirando a normalita, pero que, claro, en un contexto lleno de mujeres hormonadas con barba que se hacían los 110 metros vallas en 14 segundos, debía estar para mojar pan.
Uno de los amigos represaliados del dramaturgo se suicida, con lo que el chaval comienza a tomar conciencia. Como además, y más o menos al mismo tiempo, su musa (“la más bella perla de Alemania Oriental”) le pone los cuernos con el ministro, el hombre, definitivamente, ve la luz de la situación de inveterada injusticia en la que viven sus congéneres y se pasa, ideológicamente hablando, a Occidente.
Todo el proceso es seguido por un espía de la Stasi, encargado de registrar las actividades del dramaturgo y su mujer (actriz de teatro con las ínfulas que se le suponen), firme creyente en el comunismo y que, precisamente por eso (por comprobar cómo se utiliza el comunismo como pretexto para medrar, deshacerse de los enemigos políticos en la cúpula del Partido o que dichos enemigos puedan, por fin, mojar), acaba ayudando al dramaturgo y propiciando que éste no sea finalmente encausado por la Stasi. Y eso que a la musa, “la más bella perla de Alemania Oriental”, a la que la Stasi le había pillado atiborrándose de unas pastillas de sospechoso origen (¡incluso la Perla se hincha a anabolizantes!), le había faltado tiempo para convertirse en confidente y denunciar a su amado. Y todo -justificación moralizante- porque la susodicha se jugaba, en caso contrario, tener que abandonar su carrera de actriz (carrera, dicho sea de paso, dependiente de las obras estrenadas por el dramaturgo al que había denunciado).
La película es –relativamente- dogmática, en especial cuando hace referencia a lo malos y amorales que eran los cargos del Partido; pero probablemente refleje bien el ambiente asfixiante de una sociedad regida por un sistema totalitario (y con décadas de experiencia en la materia, además). Y, desde luego, para todos los amantes del acontecer histórico –en especial un engendro tan fascinante como la RDA y su Muro- resultará interesante.
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Comentario de Herr Issywoo vs. Mrs. Bowles (18/04/2007 01:34):
Una pregunta. El cementerio, ¿es el que está cerca de Weberwiese U5,entre el ángulo que forman las calles Auerstrasse y Friedrichstrasse? No puedo verificarlo, pero molaría si alguno se pasa a comprobarlo.
Hale pues, que hay trabajo.
Comentario de Fernando (18/04/2007 11:46):
Antonse’, ¿la peli e’ güena o no?
No me ha quedado claro.
Comentario de RDG (18/04/2007 13:43):
Pues no está mal, un poco lenta al principio, pero se deja ver.A mi hay algunas cosas que no me cuadran, como que el espía es un poco ametrosexuá, a las primeras de cambio se ablanda como un Jesus Vazquez cualquiera y le da por la poesía solo por escuchar cuatro chorradas sentimentales del matrimonio progre… No se, para ser un tio supercurtido y profesional…Aunque ya se nota que se empieza a amariconar cuando esta con la lumi y le pide que no le deje solo y tal. Luego esta la atmosfera distopica del Berlin este, calles muy vacias y edificios desnudos, mola. Y lo del chiste que es cojonudo, no el chiste, si no la situacion y lo que pasa al final, fijarse en el alumno que lo cuenta como acaba.
Comentario de Andrés Boix (18/04/2007 15:14):
A mí la película me parece una maravilla, pero también es cierto que cualquier rollo que me cuenten sobre la SED y la STASI es fácil que me lo parezca. El personaje de la perla más hermosa de Alemania Oriental es el más interesante de la película, porque refleja muy bien algo que todos hemos sentido en algún momento de la vida: cuán cercano está ser un miserable de ser un miedoso. El miedo, además, es extraordinariamente potente cuando se basa en el pavor que produce la pérdida de algo que tenemos y apreciamos, por pequeño que sea.
No niego que el agente de la STASI tiene también su encanto, pero no tanto como recto comunista sino como Gran Controlador. Humilde, en su grandeza. Pero poderoso, capaz de condicionar y dirigir vidas. No sólo la de los que le espían.
Como toda gran obra sobre el totalitarismo y sus vectores-fuerza, podemos constatar que, en el fondo, las crisis y derrumbes de estos sistemas se hacen gravísimas cuando afectan a la libertad de mojar o a la igualdad en el mojar. Es curiosa la naturaleza humana a estos efectos. Nos parece cojonudo y justo, intrínsecamente adecuado al orden natural de las cosas, que un tío bueno moje más y se aproveche de esta desigualdad de acceso; pero nos revolvemos contra que la desigualdad tenga su fundamento en que un alto cargo del mundo de la kultureta subvencionada RDA se lo haya currado hasta llegar a la cima.
Comentario de Nacho Pepe (18/04/2007 16:19):
“nos revolvemos contra que la desigualdad tenga su fundamento en que un alto cargo del mundo de la kultureta subvencionada RDA se lo haya currado hasta llegar a la cima.”
Disiento, creo que nos revolvemos más en el caso del cargo de partido que aprovecha su posición política para mojar “porque yo lo digo”. Con lo cual reescribiría la frase en plan “nos parece natural que los que están buenos mojen más, pero nos parece inmoral que lo logre alguien por tener más dinero, poder o malas artes”.
Y, ciertamente, es curioso que ningún movimiento igualitarista en la historia haya hecho incapié en lo injusto del “desigual acceso a la belleza” de los ciudadanos en base a la lotería genética y de cánones del momento…habrá que incorporarlo al discurso.
Comentario de Andrés Boix (18/04/2007 17:41):
A eso iba yo, a eso iba. Porque aquí parece todo el mundo dar por sentado que la belleza se tiene o no a partir de criterios de justicia. Y hay que empezar a decir que muchos de, por no decir todos, los guapos es que lo son por malas artes.
Y luego va y al pobre burócrata gris que con el sudor de su frente logra revertir esta situación, a base de malas artes de otro estilo, todos le miramos mal. Tenemos que hacernos mirar estas simpatías automáticas e inconscientes que en el fondo sob piedras contra nuestro propio tejado.
Comentario de Guaperas (18/04/2007 17:58):
No entiendo lo que quereis decir…
Comentario de Álvaro (18/04/2007 18:04):
Me parece una vergüenza que no se hable de la prostituta del pueblo que atiende a los miembros de la Stasi y sus generosas mamas proletarias.
Por otra parte, a mi me enternece lo poco afectado y estridente que son estos paseos de los alemanes del Este por su pasado. Tanto en Good Bye Lenin como en ésta se insta a los personajes a reflexionar y a cambiar. Nada de maniqueismos de el malo lo es porque es hijoputa más que por engañado.
De todas formas, aun a riesgo de que Manolo me pegue en la cabeza con la escobilla de váter, ha echado la filmoteca de Madrid hace unos meses el ciclo: Vientos del Este. Con todo películas de detrás del telón de acero y, en las que entendí algo, me lo pasé pipa. Buenísimas.
Comentario de Iaura_m (18/04/2007 21:22):
Andrés, esto lo dices de coña ¿No?:
“Como toda gran obra sobre el totalitarismo y sus vectores-fuerza, podemos constatar que, en el fondo, las crisis y derrumbes de estos sistemas se hacen gravísimas cuando afectan a la libertad de mojar o a la igualdad en el mojar. Es curiosa la naturaleza humana a estos efectos. Nos parece cojonudo y justo, intrínsecamente adecuado al orden natural de las cosas, que un tío bueno moje más y se aproveche de esta desigualdad de acceso; pero nos revolvemos contra que la desigualdad tenga su fundamento en que un alto cargo del mundo de la kultureta subvencionada RDA se lo haya currado hasta llegar a la cima”.
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“A eso iba yo, a eso iba. Porque aquí parece todo el mundo dar por sentado que la belleza se tiene o no a partir de criterios de justicia. Y hay que empezar a decir que muchos de, por no decir todos, los guapos es que lo son por malas artes.
Y luego va y al pobre burócrata gris que con el sudor de su frente logra revertir esta situación, a base de malas artes de otro estilo, todos le miramos mal. Tenemos que hacernos mirar estas simpatías automáticas e inconscientes que en el fondo sob piedras contra nuestro propio tejado”.
Comentario de excentrico (18/04/2007 23:43):
¿que en el cartel de la pelicula el espia se parezca sopspechosamente a “el butano” (auriculares incluidos) es solo una coincidencia o forma parte de una oscura trama comunisto-islámica de desinformacion?
Comentario de Bocat (19/04/2007 10:31):
Buenas,
Debo decir que antes de ver la película alguien me susurraba “Stasi” al oído y se me cortaba la digestión de golpe. Por lo que había oído, parecían una versión guerrafríesca de la Gestapo. Tras ver la película me quedé con la sensación que al fin y al cabo, esos interrogatorios y ese control de la ciudadanía comparados con las artes de la Geheime Staatspolizei parecen de chiste. O sea, que antes te derrumbaban arrancándote las uñas y en la RDA te derrumbaban por agotamiento. No me extraña que perdieran la Guerra Fría, si hasta en Argentina sabían eliminar mejor a los disidentes políticos. O la peli da una versión edulcoradísima de la institución o los métodos usados no difieren demasiado a los que actualmente utiliza la red Echelon.
¿Además qué es eso que los putos capitalistas enemigos del pueblo se paseen por Berlín Oriental sin ningún agente del gobierno? Ni en Corea del Norte se olvidan de estos detalles.
Salud!
Comentario de Nacho Pepe (19/04/2007 10:58):
“A eso iba yo, a eso iba. Porque aquí parece todo el mundo dar por sentado que la belleza se tiene o no a partir de criterios de justicia. Y hay que empezar a decir que muchos de, por no decir todos, los guapos es que lo son por malas artes.”
¡Ah!, perdón. No disiento, entonces. Lo que pasa es que con lo de “un alto cargo del mundo de la kultureta subvencionada RDA” te referías al autor literario y no al tipejo del ministerio.
Estoy con Bocat, seguro que en la Stasi también había gente encargada de meterle palillos entre las uñas al personal, supongo que en esta película se están limitando a otra rama de la Agencia más “diplomática”
Coñas aparte, yo me quedo con el proceso de humanización edl Agente de la Stasi que rompe un poco con el malrrollismo “Homo hominis Lupazo que te cagas” al que mucho cine europeo (con Lars Von Trier a la cabeza) parece tenerle tanto apego.
Comentario de Iaura_m (19/04/2007 11:21):
“¡Ah!, perdón. No disiento, entonces. Lo que pasa es que con lo de “un alto cargo del mundo de la kultureta subvencionada RDA” te referías al autor literario y no al tipejo del ministerio”.
Eso no es posible, Nacho Pepe, porque el autor literario ES GUAPO. De hecho si he visto esta película ha sido precisamente por su intervención en ella, dado que recientemente lo había visto en la última del Verhoeven (¿El libro negro se titulaba, no??) y me pareció estupendísimo. Y es que, ya que estamos, hay que ver lo favorecedores que son los uniformes nazis.
Comentario de Bocat (19/04/2007 11:38):
“Y es que, ya que estamos, hay que ver lo favorecedores que son los uniformes nazis.”
Grande.
Los negros de los carros de combate, sin duda los mejores. Ponga una calavera en su chaqueta, oiga.
Comentario de Andrés Boix (19/04/2007 13:08):
Claro que me refiero al tío gordo, bajito y horroroso que se dedica a cuestiones de comisario político cultural. Porque, vamos a ver:
– Hay mujeres que quieren tirarse a tíos buenos. Nos puede dar más o menos rabia, envidia o lo que sea, pero lo vemos justo, dentro del orden natural de las cosas, y no cremos que él haga mal en aprovecharse de ello ni juzgamos demasiado mal (efectos de la envidia excluidos) a las mujeres que se tiran a estos tíos buenos (por lo demás, el razonamiento es perfectamente simétrico si hablamos de hombres que quieren tirarse a tías buenas).
– Hay mujeres que quieren tirarse (o deciden libremente tirarse) a hombres porque son poderosos o ricos y les hacen saber que emplearán su poder en beneficiarlas si efectivamente pasan a la acción. A estos hombres y a estas mujeres los solemos mirar, en cambio, muy mal, como si no tuvieran derecho a entrar en ese juego, a realizar ese intercambio. Como si no entrara dentro de un orden natural de las cosas. Y, por eso, nos sentimos totalmente legitimiados para que nuestros celos hagan su aparición revestidos de “purismo sexual” y apelaciones a la dignidad humana.
Es curioso. Buscar la belleza y follar para ello nos parece bien. Ser guapo y usarlo nos parece también bien. Al guapo nadie le reprocha nada. A la que busca al guapo tampoco. Buscar mejoras sociales o económicas y follar por ello nos parece mal. Ser rico y poderoso y usarlo nos parece mal. Al que lo es le reprochaamos cualquier polvo que eche. A la que se lo trajina también.
Pero en todo caso, si algo enseña la peli (como también hacía 1984), es que cualquier sistema totalitario ha de preocuparse más de socializar el sexo que los alimentos. Probablemente es lo que explica el éxito (en términos de longevidad y estabilidad) del modelo cubano.
Comentario de tartamundos trotamudo (19/04/2007 16:10):
Lo de “actriz de teatro con las ínfulas que se le suponen” me ha llegado al alma ;-)))
Por lo demás, a mi la película me gustó mucho. Sobre todo el personaje del policía que se encariña con los intelectuales. A mi siempre me han gustado mucho los personajes callados.
Comentario de Iaura_m (19/04/2007 16:36):
“A mi siempre me han gustado mucho los personajes callados”
Pues no te pierdas El buen pastor. Te va a chiflar.
Comentario de Marta Signes (19/04/2007 19:48):
La película es fantástica, pero en realidad de lo que más informa es de hasta qué punto las pautas de dominación machista se perpetúan por doquier: en la muy feminista RDA, en la relación de pareja del dramaturgo con su “bella perla”, en la posición en que voluntariamente se sitúa la mujer en la película… y en la mirada que sobre la mujer demuestra el director (y quienes comentáis cosas por aquí).
Comentario de Iaura_m (19/04/2007 21:37):
¿Qué le ves de machista a la relación de pareja del dramaturgo con la actriz, Marta?
Comentario de Ksiaze (19/04/2007 23:31):
“la susodicha se jugaba, en caso contrario, tener que abandonar su carrera de actriz”
Yo no lo interpreto así, Guillermo; cuando al final el dopplegänger del Butano (muy bueno el comentario nº 10) le dice lo de “su público”, es obvio que se refiere a sí mismo (recordándole la conversación del bar), o sea que le da a entender que ya se encargará él de ocultar las pruebas a tiempo.
(Precisamente por eso no me parece congruente que luego la interfecta se eche bajo el camíón.)
Un saludo.
Comentario de faibistes (20/04/2007 00:25):
“Es curioso. Buscar la belleza y follar para ello nos parece bien. Ser guapo y usarlo nos parece también bien. Al guapo nadie le reprocha nada. A la que busca al guapo tampoco. Buscar mejoras sociales o económicas y follar por ello nos parece mal. Ser rico y poderoso y usarlo nos parece mal. Al que lo es le reprochaamos cualquier polvo que eche. A la que se lo trajina también.”
No exactamente. El sexo por el sexo, o por amor, no nos parece mal. Lo que sí está mal visto (ya veríamos si está mal o no) es el sexo a cambio de otra cosa. El que se tira a alguien por guapo o guapa quiere sexo por el sexo. E incluso, por amor, que es más fácil enamorarse (o encoñarse, o empollarse) de alguien guapo/a. El que se tira a alguien por rico o poderoso, no busca placer sexual, lo hace por otra cosa. Y el rico nos da cierta pena (porque se engaña a sí mismo, o no podrá saber nunca de dónde viene su éxito) y el aprovechado cierta indignación, porque se prostituye.
Por lo demás la prostitución es un trabajo como la mayoria: recibir dinero por hacer algo que no te gusta.
Comentario de Jordi López (20/04/2007 01:29):
Para Andrés por el post 15: Es totalmente cierta la hipocresía que tenemos hacia el sexo con fines pecuniarios. Tengo una teoría al respecto:
– A los hombres nos molesta que las mujeres se acuesten con hombres poderosos (aunque sean feos y calvos) porque lo que tienen ellos, el poder, lo vemos como algo inalcanzable e imperecedero. Es algo que nos hace sentir hombres de segunda, inferiores que no han podido llegar a esas cotas. En cambio, si es con un hombre de físico atractivo nos parece más asumible, pues esa diferencia no proviene de un sistema de méritos-aciertos, sino de haber tenido potra en el sorteo genético, y punto.
– A las mujeres les molestan las que se acuestan con hombres poderosos, o con influencias, por algo mucho más simple: representa una ruptura de las reglas de juego de la economía de mercado, fomentando el “si quieres una buena posición profesional-social, no vale sólo con tu talento, sino que tienes que pasar por el aro”.
Por lo tanto estamos ante un sector social, las trepas de entrepierna, que es unánimemente criticado por los dos sexos, por casi el conjunto de la sociedad. Y eso, en este país eternamente dividido, tiene mucho mérito.
Y ahora la del post 18 se me tirará encima… ¿como alguien puede decir que esta es una película machista?
Comentario de Iaura_m (20/04/2007 11:02):
A mí lo que me molestan son las tías que se acuestan con hombres inteligentes. Hay que ver qué ruines son esos tíos listos que se aprovechan de su inteligencia para ligar.
Comentario de Álvaro (20/04/2007 13:29):
Yo creo que Marta a lo que se refiere es a que el dramaturgo debería comerle la polla al Ministro al menos un par de veces por semana como quien ayuda en las tareas del hogar.
Por otra parte, faibistes, el hecho de que alguien le moleste que un tercero emplee las artes amatorias para lograr fines ajenos al deleite lo encuentro relacionado a algo parecido al cristianismo en los años cuarenta en España. Cuando las mujeres se ponían en bikini en la piscina, las que eran católicas apostólicas y romanas y más se sentían ofendidas en lo más hondo porque eso echaba por tierra todo el valor que ella le daba a nadar tapada de nuez a juanetes. Quiero decir que ella misma no creía en su propia moral y necesitaba vivirla a través de los demás, aunque fuera mediante coacción. Ocurre lo mismo. Si a una persona no le apetece dejarse follar por otra a cambio de promoción profesional, por ejemplo, que otra en su mismo plano lo haga es lógico que te moleste porque a las habilidades profesionales hay que añadir un plus de sexo en la meritocracia, cosa inaceptable. Pero si una tía se folla un millonario sólo para viajar de puta madre, que la compren joyas y la saluden los porteros de las discotecas más acongojantes de Montecarlo, no veo qeu tiene eso de puteo hacia los demás. Al que le moleste eso de lo que tiene dudas es de la “pureza” de su propia sexualidad.
Y al margen de toda esta jurisprudencia sobre lubricaciones vaginales en la intersección de la meritocracia profesional y la lotería genética en un contexsto de dictadura comunista, me gustaría que alguien me ampliase algo sobre la prostituta al servicio de los desahogos de la Stasi. Porque una cosa son agentes secretos que tengan que follar como medio para alcanzar un fin, la victoria del proletariado sobre el mal, y otra que ésta funcionase como servicio en un país en el que dicha labor era un anatema de la requetecontrapolla. Si alguien me puede orientar bibliográficamente sobre la prostitución en el Comecon se lo agradecería.
Comentario de La vida de los otros (21/04/2007 14:10):
Gloriosos los dos finales: el de la película y el del graciosillo.
Comentario de Rodolfo (22/04/2007 10:44):
Como están cerrados los comentarios de El último rey de Escocia lo pongo aquí: El documental de Barbet Schroeder de Idi Amin, ese precedente de Jesús Gil, es imprescindible. Tres momentos:
-Consejo de ministros, Idi Amin empieza a hablar de 7 puntos del orden del dia, comienza su perorata al llegar al punto dos ya se lía, vuelve al 1 y termina poniendo a parir a uno de los ministros (que dos semanas después aparece muerto)
-Maniobras militares. Haciendo el indio de forma totalmente caótica, alcanza su objetivo y toma los Altos del Golán.
-Bailando con una lanza. De traca.
Comentario de chupacadbra (25/04/2007 05:25):
Bastante clave la cita de Lenin a propósito de la sonata ‘Apasionada’ de Beethoven. El dramaturgo de la peli la cita a medias. La frase completa, sacada de una conversación con Gorki, fue:
“No puedo permitirme oír música a menudo pues me entran ganas de acariciar la cabeza a la gente. Y ahora no estamos para acariciarle la cabeza a nadie sino para golpeársela, para machacársela sin piedad, aunque lo ideal sería no tener que emplear violencia de ninguna clase contra la gente. Mmm… Es una tarea complicadísima.”
Comentario de Álvaro (25/04/2007 17:30):
Me ha mandado un lector por e-mail, a propósito de mi pregunta, lo que ninguno de vosotros (ni otros en otros foros), nenazas, ha sido capaz de contestar. Por su interés, lo reproduzco:
Me he encontrado una crítica de la peli escrita por un periodista inglés que vivió en la RDA en las décadas de 60, 70 y 80. Te entresaco dos párrafos bastante incrédulos sobre el asunto del lumerío oficial:
Buena parte de la historia gira en torno al papel de un ministro del gobierno que chantajea a una destacada actriz para que se acueste con él. Esto es pura ficción y resulta totalmente increíble que, según se muestra en la película, se dedicase a acecharla en su Volvo oficial. Semejante comportamiento habría provocado que el populacho se echase ipso facto a las ventanas y se organizase un escándalo. Incluso en la RDA, y aun con la Stasi de por medio, existían leyes y los ciudadanos tenían derechos. Ningún ministro habría puesto en peligro su carrera con semejantes aventuras y, además, la tarea de la Stasi era purgar disidentes, no proteger escarceos ministeriales.
Lo mismo cabe decir de la prostituta que visita al funcionario de la Stasi. En la RDA había muy pocas prostitutas toda vez que las mujeres disfrutaban de igualdad de derechos sociales, del derecho a poseer una vivienda y un trabajo, y de generosas ayudas estatales a la maternidad. Las pocas mujeres que se dedicaban a ese ramo frecuentaban los hoteles de los turistas y hombres de negocios occidentales porque lo único que les interesaba eran las divisas occidentales para comprar artículos de lujo imposibles de adquirir con marcos de la RDA. La sexualidad era muy permisiva y ni siquiera un agente de la Stasi habría tenido el más mínimo problema en ligarse a una mujer en un bar; no le hacía ninguna falta recurrir a una prostituta. Lo que los alemanes occidentales tampoco logran entender de la RDA es que, equivocados o no, muchos ciudadanos y miembros del partido creían verdaderamente en el socialismo y en la moral socialista. Eran pocos los que se movían exclusivamente por codicia, concupiscencia o cinismo.
Comentario de Nacho Pepe (26/04/2007 10:35):
Bueno, Álvaro, siempre habría hombres muy poco agraciados/tímidos/faltos de tiempo para ligar a los que les viniese bien un servicio un poco más “Express” como el que (para su desdicha) recibe el personaje de la pelíclua (supongo que en anteriores ocasiones no se había mostrado tan “romántico” con la doña) y para ellos seguramente habría mujeres ya demasiado mayores/poco atractivas para poder beneficiarse a los viajeros occidentales que se ganasen unas perrillas extra proporcionandoselos. Por muy socializado que este el mojar, que por cierto, aprovecho para pedirle a Andres una explicacion de como es que en Cuba eso se ha resuelto ¿O es que es un problema que ya venia solucionado pre-revolucion?
Yo si creo que existe la prostitucion sin necesidad, y que por mucho bienestar que se otorgue a todas las mujeres habra gente que no tenga problema en ejercer ciertas actividades. Por ello el comentario del mail que Alvaro ha tenido a bien pegar es una generalizacion demasiado absoluta.
Comentario de Andrés Boix (27/04/2007 11:40):
El comentario está en la línea de lo que yo decía: es lo que hace a las dictaduras caer, que los jefecillos vayan aprovechando sus cargos para mojar, por eso dice, con conocimiento de causa, lo que dice, que la cosa habría supuesto un escándalo. Me parece creíble y razonable.
Respecto de la prostitución sin necesidad, por voluntad de ahorrar tiempo, por querer un servicio express, creo que tiene razón Nacho Pepe. Ese nicho de mercado existiría, a buen seguro, y de alguna forma se cubriría.
En cuanto a Cuba, antes de la Revolución el sexo en Cuba no estaba tan socializado. Había hoteles y casinos, lujo, ricachones con sus coches y sus fiestas. Y eso genera su sesgo. No es como ahora, por mucho que esté volviendo a empezar a establecerse una cesura con el sexo para turistas. Por otro lado, la erradicación de los rollos moralizantes catolicoides ha germinado en un terreno de por sí abonado, o eso dicen. Pero yo no he estado en Cuba ni conozco bien esa realidad. Mi comentario era más un “tiro al aire” que otra cosa.
Comentario de Álvaro (29/04/2007 13:08):
TRIBUNA: JULIO LLAMAZARES
La vida de los otros
Además de una gran película, La vida de los otros, del director alemán Florian Henckel, es una fuente de reflexiones; no sólo de carácter cinematográfico, sino también social y cultural en sentido amplio.
La primera reflexión que la película sugiere viene dada por su contenido. Afecta a lo que en ella se nos cuenta y nos empuja hacia otras consideraciones. Por ejemplo: ¿por qué en algunos países la sociedad se interesa por su pasado reciente mientras que en otros, como en España, éste sigue siendo tabú, cuando no materia de confrontación directa? O bien: ¿por qué en países como Alemania, con una historia tan cruel o más que la nuestra, los ciudadanos pueden acceder a los archivos policiales del Estado mientras que en España siguen siendo territorio prohibido todavía? ¿Alguien puede imaginarse a cualquiera de nosotros solicitando en comisaría su expediente policial de la época anterior, no ahora, que queda lejos, sino en los primeros años de la democracia?
La segunda reflexión es más extensa y alude a los intereses de la sociedad española de este momento; intereses que se comprueban en las conversaciones privadas de las personas, pero también en la literatura y en el cine que aquí se llevan. Ambas comprobaciones nos llevan a la conclusión de que vivimos en un país sin pasado, pero también sin presente y sin futuro. O, mejor, con un pasado borrado por un presente sanchopancista que sólo espera del futuro que el bienestar conseguido no se nos vaya de las manos. De ahí las conversaciones que uno escucha en los establecimientos públicos, la mayoría de las cuales versan sobre las pequeñas cuitas de una gente acomodada e insolidaria, además del fútbol, de los programas de televisión de moda y de los regímenes de adelgazamiento. Cierto que hay gente que habla de otras cuestiones y que las conversaciones no han de versar necesariamente sobre los grandes temas que afectan a la humanidad desde que está en el mundo para indicar que éstos preocupan realmente, pero cualquiera que ponga la oreja por las calles españolas se sorprenderá del nivel de las conversaciones habituales de la gente.
Ese nivel se refleja -o al revés: se retroalimenta- en la literatura y en el cine que se hacen, cuyos temas van a tono con los intereses mayoritarios de los espectadores. En lugar de ser al contrario: que la literatura y el cine contradigan éstos, obligando a sus destinatarios a un ejercicio de reflexión distinto del que hacen habitualmente. Algo que, por falta de costumbre, cada vez interesa menos, como cualquiera puede comprobar en las colas de los cines o en las librerías de paso (las de las estaciones y los aeropuertos, pero también las de las grandes superficies, que es donde se venden los libros), escuchando los comentarios de la gente. “Recomiéndeme una novela, pero que no sea de pensar”, o bien: “Yo ya sólo voy al cine a ver películas divertidas”, son las frases más comunes que uno oye en esos sitios.
Lo peor es que los escritores y los directores de cine, salvo excepciones, piensan igual que ellos. Un vistazo a lo que se publica o un repaso a nuestra cartelera bastarán para descubrir los temas que mayoritariamente ocupan a nuestros escritores y directores de cine, con las excepciones de rigor de siempre. Y no digamos a la televisión, un medio que parece dedicado a abotargar al espectador en lugar de a despertarlo de su sueño. En general, los temas de que se ocupan son los mismos de los que la gente habla, contribuyendo así a la superficialidad ambiente. Y aún peor: alimentando ésta con sus aportaciones, pues muchas veces pasan al imaginario público, que se nutre en gran medida de los temas que la televisión y el cine y, en menor grado -pues poca gente lee-, la literatura de moda les ofrece.
Seguramente en otros países el nivel no es muy diferente (me refiero a los de nuestra área geográfica), pero en España llama más la atención por cuanto hace sólo unos pocos años vivíamos en un mundo que nada tenía que ver con éste; un mundo más parecido al que La vida de los otros cuenta y del que aquí ya nadie se acuerda. Como en La repentina riqueza de los pobres de Kombach -otra película espléndida-, la sociedad española ha olvidado sus orígenes y parece que la abundancia que ahora disfruta le impide reconocerse en historias y sucesos que existieron realmente. Y que existen. Porque, mientras la mayoría de los españoles hacen regímenes de adelgazamiento y comentan el último programa de televisión de moda o el escándalo más candente de la actualidad social, otros siguen viviendo ajenos a aquélla, no sólo en otros países, sino en el nuestro, bien porque todavía no han podido desentrañar su propio pasado, lo que les hace vivir de una manera extraña el presente, bien porque éste no ha sido tan generoso con ellos como con la mayoría de sus compatriotas. Lo cual les convierte en elementos incómodos para éstos, salvo que callen lo que les pasa y se dediquen a divertirse y a ser felices igual que ellos.
Para finalizar, una tercera y última reflexión: el desprecio por la vida de los otros no se corresponde, en cambio, con el interés creciente que en nuestro país existe por las vidas de los otros, esto es, por los acontecimientos que afectan a las personas que, por la razón que sea (su condición de personajes públicos o su omnipresencia en la televisión, especialmente), son pasto del interés general de la sociedad, preocupada del más mínimo detalle de cuantos afectan a su privacidad. Cualquiera entiende que hablo de ese periodismo rosa (marrón habría que llamarlo) y de esa insana voracidad social que han convertido las revistas y las televisiones en auténticos estercoleros y que han hecho de la persecución del otro un ejercicio de impunidad, cinismo y ensañamiento que ya quisieran para sí los actores, reales o de ficción, del Estado que dio vida a La vida de los otros. Que fue Alemania del Este, pero que bien hubiera podido ser éste en el que vivimos si nuestros directores de cine se interesaran por esas cosas, aparte de por divertir al público.
Julio Llamazares es escritor.