Hable con ella
La glorificación de una violación
Sí, es cierto que hemos visto la película de Almodóvar varios meses después de su estreno, después de haber ganado premios en festivales de todo el mundo y, sobre todo, después de haber ganado PEDROOOOOO el Óscar al mejor guión. No dejar de ser meritorio que este premio se lo lleve una película de una cinematografía, la española, que atraviesa en estos momentos por uno de sus peores periodos de crisis creativa. Con todo, antes de hablar de “Hable con ella” (valga la redundancia), subrayamos algunos apuntes:
– Evidentemente, este artículo está escrito desde la modestia de quien opina que Almodóvar es un director muy sobrevalorado. No es ironía esta modestia, sino sincera, dado el abanico de críticos, directores, certámenes y gente del mundo del cine que han loado la película del manchego. Apabulla sacar argumentos contra corriente de todo el mundo, pero tampoco nos tenemos que justificar por ello.
– Almodóvar no es ningún tonto. Es una persona muy inteligente, independiente, que ha sabido salir del provincianismo extremo del cine español (curiosamente, haciendo películas provincianas, aunque no en grado tan superlativo como el resto de películas españolas actuales), ganándose el respeto (y las envidias, cómo no) de la profesión. El hecho de llegar hasta donde ha llegado supone una prueba de esta inteligencia.
– Almodóvar se ha convertido, también, en un referente del cine europeo. Su postura anti-guerra en la ceremonia de los Óscar y su renuencia a bajarse los pantalones ante la primera insinuación de Hollywood (como sí se los bajó Trueba en su momento), le han conferido una reputación que va en beneficio de su independencia y su impermeabilidad a los empujones y las críticas de los maledicentes.
Con todo, estos aspectos positivos de la personalidad de PEDROOOOOO también contrastan con algunos oscuros rincones propios de una personalidad celosa y engreída propia de una persona que se ha labrado con su esfuerzo un éxito tan monumental.
– Ante todo, aunque sea loable la sinceridad que muestra al manifestar que le gustaría tener aún más premios (frente a la pose cretina de muchos cineastas europeos -y algunos americanos- que siempre han simulado mostrar un sentimiento de fastidio ante los reconocimientos públicos), también es cierto que Almodóvar se muestra excesivo cuando pretende tener patente de corso en todas partes. Ridículo resulta el enfrentamiento que provocó contra la Academia de Cine en España por no vencer en los Goya ni en la designación de “Hable con ella” como candidata a los Óscar como mejor película extranjera. Si la Academia se equivocó, también lo hizo Almodóvar al pretender que su nombre prevalezca como criterio selectivo, sin importar el resto de películas. Si Almodóvar tenía ya un Óscar, por mucho que se equivocara la Academia, es un buen criterio intentar llevar a los Óscar “Los lunes al sol” por dos motivos: porque es una buena película y porque parecía tener más posilibidades un director que aún no tenía una estatuilla.
– Pero sobre todo, resulta vomitiva su actitud kitsch y provinciana cuando Almodóvar va al extranjero. El glamour que le envuelve (Bibí Andersen, Loles León, la chillona y mal escotada Pene Cruz, y toda esa pelambre) recuerda a Paco Martínez Soria cuando mostraba su paletismo al llegar a la gran ciudad. Ridículos los comentarios de la troupe almodóvar que llenan Hollywood de comentarios tipo “la ilusión de mi vida era ver la limousine de Madonna”. Por no hablar de su vergonzoso (no por emocionado deja de ser vergonzoso) agradecimiento del Óscar por “Todo sobre mi madre”, rezo del rosario incluido.
Llegados a este punto, debemos reconocer la perplejidad que deja ahora el visionado de “Hable con ella”, dado que nos es imposible ver las virtudes de esta película. Hablemos del guión (pues su mayor premio conseguido, el Óscar, reconoce este aspecto concreto de la película), lleno de incoherencias y falto de interés.
– Para empezar, la historia glorifica las violaciones sexuales. Un perturbado mental (el personaje de Javier Cámara) es un enfermero que cuida a una mujer de la que está enamorado y que lleva cuatro años inmersa en un coma profundo. No contento con cuidarla, la viola, la deja embarazada, y después se suicida por amor (!), intentando el film provocar el llanto del espectador porque el enfermero no puede volver a ver a su querida (violada). ¿Qué pasaría si los personajes fuesen un cuarentón (enamorado, eso sí), y una niña de 14 años violada por amor? ¿Será la pederastia la próxima aberración sexual mostrada “con amor” por Almodóvar en su siguiente película? Con todo, el problema no estaría tanto en la idea como en su plasmación, aunque, la verdad, es que la película no logra transmitir ninguna emotividad ni lástima hacia el violador.
– Existe un principio de historia paralela, una de las múltiples líneas argumentales que no prosperan ni concluyen, una historia de amor entre Dario Grandinetti y Rosario Flores. La verdad es que la historia de la torera parece sobrar, ya que se trunca a mitad de película y no sirve para introducir al personaje del periodista, ni para explicar la profunda amistad de éste con el enfermero. El final resulta atropellado y superficial.
– Existen pasajes del diálogo realmente aberrantes, con incoherencias y frases lapidarias poco originales e impostadas que en nada favorecen a la credibilidad de las acciones descritas. Los personajes secundarios (como el guiño a la galería de la aparición de Chus Lampreave como portera de finca después de un plano a contraluz) son meros arquetipos desprovistos de rasgos psicológicos complejos.
Y todo esto sin hablar de una estética menos elaborada que la de “Todo sobre mi madre”, y un planteamiento de situaciones demasiado largo (ocupa dos terceras partes del film) en una película que tampoco se pretende rupturista a la manera de corrientes de nueva ola. Con todo, este cúmulo de despropósitos intentaremos solucionarlos con un buen psiquiatra, que nos explique el porqué de la fiebre almodóvar, sin que ello nos impida reconocer e incluso admirar este éxito. El conflicto nos surge cuando no se premia una carrera obstinada y decidida, sino una película infumable mal escrita y mal resuelta. Pondremos en orden la cabeza, de verdad.
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