Kandidato Redondo
Nicolás Redondo Terreros (PSE-PSOE)
El socialista que mueve a la compasión
Un líder político como Dios manda no puede, en la actualidad, dejar a un lado el mensaje más en boga del momento en el mercado de la política: la compasión. Si el “conservadurismo con compasión” ha logrado un enorme éxito en los Estados Unidos y la “compasión con los terroristas” es parte imprescindible del programa electoral de la mayor parte de los programas electorales de los partidos nacionalistas vascos, ¿por qué el socialismo español o el vasco iban a dejar de lado un concepto tan atractivo como este? La política de Nicolás Redondo Terreros al frente del Partido Socialista de Euskadi-PSOE ha optado por emplear esta arma política. A falta de programa, carisma o un perfil propio claro, todo ello perdido en la deriva de los últimos años, Redondo apela a la compasión del votante casi como única arma para lograr unos resultados mínimos (es imposible que sean buenos, difícil que sean dignos): vótennos, por caridad.
La trayectoria de Nicolás Redondo empieza prácticamente desde la gestación del hoy líder del socialismo vasco. Hijo de un sindicalista de postín, Nicolás Redondo señor, que ya demostró su capacidad para llevar a la tumba a una organización otrora señera (la UGT) el candidato socialista a lehendakari lleva la política en la sangre y en los genes. Sin embargo ya desde joven manifestó un cierto sentido común, un posibilismo, del que su padre carecía. En un momento de atroz conflicto entre la sangre de su sangre y el Partido Socialista Nicolasín reflexionó sobre los estragos que podría suponer para su carrera política el seguir la senda paterna y optó por un perfil no reivindicativo frente a Ferraz. De esta manera se ganó unos merecidos galones y acabó convirtiéndose en un personaje de relieve en el socialismo vasco.
Así ha logrado llegar a ser candidato en estas elecciones. Lo cual, todo sea dicho, no es ningún chollo, teniendo en cuenta que la política en Euskadi, cuando se hace en determinada trinchera, conlleva riesgos más propios, efectivamente, de una guerra con todas las de la ley. Nadie puede negar mérito a un compromiso de este calibre, que conviene a quien lo asume en un casi pre-mártir. Pero más mérito todavía tiene otro factor: cómo logró Redondo llegar a ser la cabeza del PSE-PSOE. Pues aunque parezca una tarea sencilla ganar unas primarias a Rosa Díez no es tarea fácil. Es cierto que hasta ahora todas las luchas internas emprendidas por la gritona socialista vasca han sido saldadas con espectaculares fracasos (o, bien pensado, éxitos, pues le permiten figurar mucho más de lo que merece), pero una cosa es el resultado final y otra el innegable reconocimiento que merece quien durante la campaña interna debe soportar la demagogia barata de Díez, sus berridos histéricos y su discurso populista. En este sentido Redondo tiene una gran ventaja en la carrera por el Gobierno vasco, pues ya está acostumbrado a soportar entornos de histéricos e irracionales, algo con lo que cualquier gobernante vasco debe saber convivir.
No es sin embargo justo acabar este texto sin recordar que Redondo ha dirigido al partido Socialista Vasco en una época en la que el perfil del mismo ha quedado muy diluido y en la que su situación en el espectro político vasco ha acabado por quedar minimizada en beneficio, principalmente, del Partido Popular. Y lo más lamentable de todo es que, por lo que parece, la cosa no tiene visos de cambiar. La campaña apenas esbozada empieza a poner de manifiesto que, del programa y de las ideas socialistas para Euskadi, Redondo se ha ocupado bien poco.
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