Ramoncín
Él no cambia nunca de chaqueta: la kultureta paga muy bien
Ramoncín, al parecer, es (también) un periodista. Lo que justifica que analicemos su trayectoria en esta sección. Por mucho que su capacidad multidisciplinar y su vocación renacentista hagan también posible centrarse en otras de sus facetas, poliédrico como es el chico. Sin embargo es su tarea como periodista-hintelectual, como referente ideológico que fue en un momento de una cierta España, la que más nos interesa. Porque ahí es donde Ramoncín, antes de caer en el descrédito generalizado entre el populacho, que sólo piensa en robar y, más en concreto, en robarle, dejó huella. Como referente opinador y ejemplo del peor periodismo de convicción patrio, que durante un tiempo fu su actividad esencial. Ésa, al menos, es la conclusión a la que un servidor llegó allá por los infaustos 90, pues no se le conocía en ese momento otra actividad diferente a la de pontificar en distintos medios de comunicación e ir a dar pregones a las fiestas de los pueblos (actividad noble, pero que creemos que le era encomendada precisamente por aparecer en la tele y en la radio).
La cuestión, no obstante, ha generado legítimamente algunas dudas entre la intelligentsia más exquisita, ya que no está del todo claro, si nos ponemos en plan finolis, si ir a los concursos para famosillos y soltar diatribas contra el PP en la SER es suficiente para ser hintelectual-hideólogo en España. Ahora bien, dado cómo está el panorama audiovisual en el país lo daremos por bueno. Tengan en cuenta, sin ir más lejos, que también hay quien nos ha considerado alguna vez a periodistas a quienes soltamos en LPD nuestras humildes opiniones. Así que, no hay duda, Ramón, que está muy por encima de nosotros, pasa la criba. Nos las habemos, o más bien nos las habíamos, ante un opinador español de pura cepa. Como acredita un hecho incontestable, por otro lado: como cualquier plumilla que logra un mínimo de éxito Ramoncín ha acabado reconvirtiéndose en “gestor cultural”. Esto es, en autoasignarse un sueldo bastante digno que le pagamos, en última instancia, entre todos, por defender la cultura española y sus grandes logros, vigilante, cuidadoso, desde la benéfica SGAE.
La reconversión mencionada sólo habla bien de Ramón. Recordemos que, inicialmente, Ramoncín era cantante rock. Se llamaba a sí mismo el “Rey del Pollo Frito” y se caracterizaba por su falta de complejos al exhibir sus carencias. No porque no las conociera, ya que ésta es justamente una de sus grandes virtudes: ser consciente de ellas y ser capaz de aprovecharlas en su provecho. Como en los inicios de su carrera, allá en los años 80, se permitía e incluso espoleaba la impresentabilidad, el chaval vio el cielo abierto. Jugó esa baza, ser él mismo y dejar claro que no había más cera que la que ardía y acertó de pleno. Con esta carta de presentación se hizo el amo de la movida madrileña pero, sabiamente, supo ver también que de semejante tomadura de pelo no podía vivir eternamente y empezó a virar su posición en la esfera pública hacia el nicho de mercado que podríamos llamar “kolega kulto de los enrollaos”, paso previo a eso de cobrar por servir a los intereses de la industria que se presenta a sí misma, a modo de coartada, una vez más, como “enrollada”.
De esa época le queda a nuestro periodista ese genuino y patentado “kolegueo” que le caracteriza y que sigue tratando de utilizar, incluso, para quedar de amiguete de la gente a la que saca los cuartos. Aunque tras las recientes experiencias, en las que la respuesta del pueblo han sido tomates e invectivas, quizás esto esté a punto de acabar y Ramón pase a ser carne de despacho y consejo de administración sin complejos, abandonando definitivamente cualquier aparición pública lejanamente relacionada con el arte o lo que la industria de nuestros días trata de hacer pasar por creación artística, no sea que peligre su integridad física. Y es que a la gente al parecer, es muy tolerante con que te vendan contenidos de dudosa o ínfima calidad, pero lo que ya no soporta es que, encima, te insulten y llamen ladrón por comprarlos y consumirlos.
Hay de hacer constar que algunos maledicentes, la Red está llena de ellos, dicen que de esa misma época conserva también algún que otro hábito entonces en boga y ahora muy mal visto porque los tiempos han cambiado. Lo cierto es que, en el fondo, fue el propio Ramoncín quien, años ha, alardeaba de sus logro en esta materia. Como tantos. Pero es injusto pretender entender y explicar las características personales de nuestro periodista-kolega a partir de este dato. Dado que es bastante obvio que hay que otras muchas cualidades, algunas de ellas inseparablemente unidas a nosotros desde que nacemos, que permiten aclarar estos extremos. Vamos, que no todos tenemos la misma gracia para “comprender” cosas y conceptos y no hace falta recurrir a los excesos de la movida para explicar esas peculiariadades. Muchos serían los contraejemplos. O ganas de tragar lo que sea con tal de aquilatar nuestra cuenta corriente. Para eso unos nacen, en unos casos, se hacen, en otros. Por lo que a nuestro amigo Ramoncín hay que juzgarle por su trayectoria y decisiones conscientes como lo que son, manifestaciones de su visión del mundo y de su proyecto de carrera. Ámbito donde no se le puede negar que se lo ha montado bien y que ha sabido jugar como el que nadie sus cartas. El “Rey del Pollo Frito” es ahora un señor millonario y presuntamente respetable, al que los Gobiernos autonómicos de turno invitan como “intelectual” a numerosos actos y consultan todo tipo de chorradas, actividad de embajador cultural que él, por supuesto, sabe rentabilizar.
Porque Ramoncín ha sabido crecer y evolucionar. Y es que, atención, estamos ante un artista que ha logrado superar encasillamientos iniciales para abarcar todas las facetas de la creación intelectual. Músico, pintor, fuente inagotable de ideas críticas sobre el sistema y azote del conservadurismo retrógado y vendido al capital, a la vez que mecenas de las artes de verdad, las que merecen un digno trato para defenderlas del chungo mercantilismo a que estaría expuesta, de otro modo, la cultura. Y todo ello construido con bien poco, simplemente a partir de la justa recompensa a su participación en mítines electorales que logró cuando la TVE del PSOE le permitió hacer un programa de televisión, “Lingo” en prime time en La 2 (ya dijimos que estamos ante un intelectual). En este programa Ramoncín demostraba que él era más kolega que nadie pero igualmente sus dotes para manejar con soltura palabras de hasta cinco (5) letras. No era una plataforma demasiado espectacular como para intuir todo de lo que sería capaz Ramoncín. Pero en esta vida lo importante es conseguir impulso con cualquier cosa. Ramoncín ha demostrado saber hacerlo a la perfección. Y a partir de ese momento, sellado como intelectual televisivo, su carrera fue meteórica.
Eso sí, tras la llegada de los años negros aznaristas a TVE hubo de exiliarse al plácido retiro que en los 90 se organizó para exprofesionales (¿) de TVE que no lograban salir adelante de otra manera: el grupo PRISA. Durante una época Ramoncín nos ilustró semanalmente en la SER sobre lo divino y lo humano, pero dejando siempre claro que por un lado están los buenos y por otro los malvados fascistas que sólo desean destruir lo que con tanto trabajo él ha construido: una sociedad libre y más culta. Con todo, inteligente como es nuestro periodista-kolega, pronto supo ver que a la vera de la kultureta afín a PRISA, de Ana Belén y compañía, había posibilidades mejores, otros ámbitos (la SGAE) desde los que seguir luchando por esos valores de libertad, igualdad, kolegueo o lo que sea menester con los que Ramoncín ha enriquecido la cultura occidental. Gracias, Ramón, por todo.
Aunque no deja de ser una pena que, por culpa de este último giro a tu carrera hayamos perdido la ocasión semanal que antes nos proporcionabas para saber cómo teníamos que pensar para ser guays.
ACTUALIZACIÓN SEPTIEMBRE 2007: Parece ser que Ramoncín, en un nuevo giro a su carrera, está demandando a las webs que publican comentarios injuriosos sobre él. Y que hay jueces que, incluso, le hacen caso y condenan a gente por tener webs donde otros le llaman tonto, paleto y cosas así. Madre mía, cómo está el patio.
ACTUALIZACIÓN MARZO 2010: Ramoncín hace unos años, según informan sus abogados a los medios de comunicación, que abandonó las responsabilidades en la SGAE. Ya no participa en su dirección, aunque obviamente continúa siendo socio activo. Pero al parecer lo que no ha perdido es el hábito de denunciar a cualquier web que contenga comentarios injuriosos contra él, incluso en ocasiones en las que es evidente el animus iocandi. Aunque no creemos que los comentarios emitidos por LPD puedan ser en ningún caso tenidos por injurias (y, mucho menos, calumnias), sino un análisis en ocasiones crítico y siempre burlón de una parte de la trayectoria del personaje (por cierto, esencialmente, de la anterior a su aterrizaje en la SGAE) y pensamos que, ¡faltaría más!, todos tenemos derecho a analizar la actuación pública del resto de ciudadanos e incluso a cachondearnos de ellos, si es posible, agradeceríamos a cualquier lector que juzgue, con la objetividad que aporta verlo desde fuera, que este texto pueda contener algún elemento gratuitamente ofensivo que nos lo indique, a efectos de poder valorarlo.
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