Marta Robles

Si esto ha llegado a ser periodista, ¿por qué no cualquier otro?

Esta mujer es una de las grandes damas de nuestro periodismo radiofónico y, ¿por qué no decirlo? televisivo, que todo lo que no tenga que ver con escribir o, en general, hacer algún esfuerzo intelectual se le da bastante bien. Nuestra bella hetaira (¿por qué no decirlo?). Marta Robles está bastante buena, es cierto, pero entonces, ¿para qué trabaja en la radio? Misterios de la programación. Empezó su brillante trayectoria periodística en un programa de tanto prestigio como “A toda página”, en la brillante época de Antonio Asensio en Antena 3, que perdía casi tanto dinero como El juego de la Oca y combinaba con habilidad las dos únicas cosas interesantes de la actualidad (violencia gratuita y toreros con folklóricas, que viene a ser lo mismo). El programa tenía bastante audiencia, aunque hay que decir que contaba con los telespectadores provenientes de The Simpsons y, sobre todo, “El coche fantástico”.

Pero esto no es todo: Marta Robles estuvo asalariada por la cadena SER durante varios años, encargada de la conducción del programa sin duda más importante de la emisora, “A vivir, que son dos días”. En este periodo Marta fue capaz de fijar los parámetros fundamentales en que se iba a mover el magazine, y prueba de la validez del modelo es que su sucesor, un periodista tan excelso como Fernando G. Delgado (analizado más abajo), no consideró conveniente alterarlo en lo más mínimo, excepto en todo lo concerniente a los homosexuales, quizás. A esto siguió una injusta etapa de ostracismo, a causa sin duda de su indefinición en todo lo concerniente a la guerra mediática (Marta es una gran profesional; o quizá nadie consideró conveniente tenerla entre sus filas, pero no es prudente elucubrar sobre ello).

Pero en Septiembre de 1999, cuando nuestra periodista ya empezaba a estar harta de aparecer en anuncios de champús como toda contribución a la historia del periodismo, llegó su gran oportunidad. Julia Otero, otra fémina periodista que algún día analizaremos, hacía un programa muy, pero que muy elitista en Onda Cero. Tan elitista que había logrado ostentar el liderazgo de la audiencia en los magazines de la tarde. Ya se sabe que el público radioyente español se caracteriza por situarse en la cúspide social, pero lo del elitismo de la Otero ya pasaba de castaño oscuro. Se comenta que incluso reconvenía a sus contertulios por atribuir a Kant citas de Séneca. Y eso un paladar tan exquisito como el de Juan Villalonga no se lo podía permitir. Juan nunca ha sido amigo de las medias tintas, así que ni “salida negociada” ni leches, se cargó el programa, “la radio de Julia”, una hora antes de su emisión, y unos días después la sustituyó por la sin par profesional que nos ocupa.

A Marta Robles se le encargó una difícil misión: “haz lo que quieras, pero acaba con esta audiencia tan elitista que nos ha dejado esta felipista de tres al cuarto”. Y fue duro, pero Marta, después de casi un año, lo ha conseguido; no sólo es que la audiencia se haya dividido por dos, sino que estamos en condiciones de asegurar que, por los contenidos del susodicho programa, todo rastro de elitismo que alguna vez pudiera anidar en él ha desaparecido por completo.дизайн ванная фотоинтернет продвижение компании

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