El retrato de Dorian Gray – Oscar Wilde

Un libro que podría firmar Pedro J. Ramírez

Título:El retrato de Dorian Gray

Autor
:Oscar Wilde

Categoría:Novela

Siglo:XIX

Comentario

Novela, sí, y genial novela. La historia de un encantador joven, culto inteligente y guapo que, sin embargo, arrastra una vida de perversión. Un amigo de Dorian capta al protagonista en su momento de máximo esplendor en un cuadro. Observando el cuadro, Dorian no puede asumir que lo que ve es insuperable y que ahora le espera una decadencia sin fin.

Sin embargo, por algún mágico sortilegio (es decir, porque a Wilde le daba la gana, que esto es una novela metafórica, leches), es el cuadro el que asumirá la decadencia de Dorian Gray. Este se sumerge en la pobredumbre humana, comete todo tipo de crímenes y salvajadas, pero su aspecto físico permanece inalterable. Es el retrato de Dorian el que, como un reflejo deformado, se transforma en un verdadero monstruo paulatinamente, conforme su alter ego va cayendo más bajo.

El final es previsible, pero aun así resulta trágico. Dorian muere delante de su retrato y se intercambian los papeles. Ahora el muerto es el monstruo reflejado poco antes por el retrato, que vuelve a su forma primigenia.

Bien, señores, después de esta exhibición de pedantería barata llega el ineludible momento de calificar la obra, y sin reparo alguno podemos catalogarla de excelente, una de las cumbres de la literatura del XIX. Y ello no sólo por su calidad literaria, sino porque, al igual que otras grandes obras aquí analizadas, El retrato de Dorian Gray nos ofrece la oportunidad de leer en clave de Periodismo Independiente una de las etapas fundamentales de la Historia de España, esto es, el felipismo.

Como Dorian, el carismático rostro de Felipe también escondía una horrible verdad, la corrupción, el asesinato y el crimen de Estado (que es lo mismo, pero, no sé por qué, siempre citan la tríada). Felipe se vendía al gran capital, renunciaba a la verdadera izquierda para revelarnos su auténtica y monstruosa personalidad, la de un tardofranquista que intentó destruir España para vendérsela a sus amiguetes. El periodismo independiente, por fortuna, logró desbancarlo a tiempo de la poltrona, no sin que antes Felipe, el rostro inalterable desde Suresnes, con esas carismáticas patillas y la sempiterna chaqueta de pana, tuviera un desliz y afirmase que “El Estado de Derecho también se defiende en las alcantarillas”, lugar al que pertenecía el verdadero Felipe, que intentaba ocultar sus miserias con una pátina de izquierdismo de salón que nunca logró engañar a los verdaderos intérpretes de la realidad social.раскрутка сайта работадизайн ванная комната фото


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