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La prensa española ante el reto de pasar de cuartos

10/07/06: Zinedine Zidane y Medina Cantalejo, estrellas de la final

El Mundial de Alemania se cierra como se intuía: éxito del fútbol europeo, es decir, éxito del fútbol. Una cosilla seria, que se basa en jugar en equipo, explorar virtudes y tapar defectos, en la solidaridad y el carácter competitivo. Una preciosidad, vamos. Y así no hubo apenas sorpresas en la fase previa, salvo la irrupción de España con cierta autoridad (luego solventada cayendo donde todos preveíamos, algo que puedo afirmar con toda la autoridad de ser el subcampeón de la porra definitiva del Mundial), los partidos de octavos fueron una maravilla y dejaron unos cuartos con las grandes potencias del fútbol serio (europeo) más los añadidos de rigor (Argentina y Brasil), que cayeron inmediatamente en cuanto se enfrentaron a escuadras dignas de ese nombre para dejar unas semifinales como ningún Mundial en años había podido disfrutar. Los grandes derrotados del Mundial son quienes no saben de qué va esto, admiran a Ronaldinho y se creen las paparruchas del jogo bonito. O sea, toda la prensa deportiva española, para empezar. Pero, ¿acaso ha visto alguien en los últimos 20 años jugar bien a Brasil? ¿O alguien sigue creyendo en Luis Aragonés y su selección “Cadena SER”? Por favor.

A semifinales llegaron Alemania, con un juego valiente y un despliegue impresionante, en su línea de hacer buenos a jugadores mediocres gracias a saber entender el juego; Italia por mor de su poder en la FIFA y un penalty de escándalo pitado por un árbitro, cómo no, español, acunado en las portadas de “As” y “Marca” y en la cosmovisión del mundo propia del fútbol español; Francia gracias a un portentoso Zidane y a ser conscientes de sus limitaciones y saber cuáles son los rudimentos básicos del fútbol (dejando en la cuneta a las selecciones vendehumo por antonomasia, la española que siempre promete algo y luego hace el ridículo y la brasileña con su chorradas pro-espectáculo luego siempre infirmadas); y Portugal, sorpresa del torneo con un anticipo de lo que será el fútbol moderno a poco que las cosas vengan mal dadas y acabemos por no entender el fútbol de tanto que creemos sabérnoslo (el éxito sin delanteros).

Portugal quedó apeada del torneo a cargo de la solvente Francia en un partido, justo es reconocerlo, menor. E Italia se cargó a Alemania gracias a sus únicos 60 minutos de buen fútbol del campeonato (primera parte del partido y la segunda parte de la prórroga). Estas cosas son las que ponen en riesgo el fútbol, porque hay quien considera que algo así ya justifica todo. Y sí, fue un gran partido, pero lo fue por el derroche y valentía del planteamiento alemán, al que los italianos, en realidad, la mayor parte del partido sólo respondieron desde la cobardía y esa idea culturalmente tan devastadora de que lo que importa es ganar a cualquier precio. Sea como sea. Así llegaron a la final, donde Francia hizo un partido sencillamente majestuoso para lo que son sus limitaciones (de edad, de técnica, de todo) con un Zinedine Zidane imperial. Hasta que llegó lo que tenía que llegar: la miseria italiana recompensada, en los penalties, de forma indignamente patrocinada por la FIFA. Porque Zinedine Zidane fue expulsado por pegar un cabezazo a un italiano y luego Francia perdió en los penalties (única forma posible de que, incluso contra 10, ganara Italia).

Ahí apareció, cómo no, Medina Cantalejo, representante eximio del arbitraje español, de la hez anti-fútbol que lo domina y de algo que no es incompetencia sino pura y dura hijoputez. El tiparraco infame que siempre busca el protagonismo, que siempre apoya al grande y que sabe que así será recompensado, fue agasajado por la FIFA como consecuencia de haber inventado un penalty para que ese fútbol que todo lo consigue pagando, el italiano, pasara de octavos inmerecidamente. Así son las cosas en España con los grandes, por si no tuvieran ya suficientes facilidades, y así lo son también para la FIFA. Y le dieron la responsabilidad de ser 4º árbitro en la final (que, cosas de la FIFA, había de pitar sí o sí un americano, por ser los finalistas dos equipos europeos). Porque a un tipo que inventa como lo hizo el español hay que recompensarlo. Sin complejos.

Pues bien, la acción del cabezazo de Zidane no fue vista por ningún miembro del equipo arbitral y fue el impresentable de Medina Cantalejo quien, tras visionarla en la repetición de la tele, la denuncia. Es decir, haciendo uso de un instrumento que la FIFA, de forma reiterada y sistemática, dice que ha de estar vedado en el fútbol. Que nos parece una majadería, pero que lo que no puede consentirse es que se emplee unas veces sí y otras no, que esté prohibido su uso y luego te expulsen a un jugador, de repente, por el vídeo. No puede ser que para unos sí valga (o más bien, contra unos) y para otros no. Que las normas cambien a gusto del aplicador y para satisfacer sus íntimas pulsiones de protagonismo. Con la gravedad añadida de que el incalificable Medina Cantalejo, sabedor de cómo son las cosas, anda a estas alturas negando la evidencia grabada por todas las teles del mundo diciendo que no, que él no denuncia tras la repetición sino porque lo vio en directo. Como un Megía Dávila cualquiera de pacotilla, que cambia la norma y las pautas aplicables dependiendo del equipo al que quiere y al que sabe que conviene perjudicar (por cierto, acabemos con la infamia, ¡Megía Dávila en un Mundial, YA!), el tiparraco se ve en la obligación de mentir descaradamente para no quedar en evidencia. ¡Qué vergüenza! ¡Qué forma de cargarse un Mundial!

Porque, puestos a ver el vídeo y a lucir palmito con acciones ejemplarizantes, habría que repasar el racismo del españolito orgulloso de serlo que nos representa en esta Copa del Mundo y su contagioso efecto. Y, ya puestos, pasar el vídeo de Materazzi diciendo cositas más que educativas sobre la condición de los moros, de los negros, de la familia terrorista de Zidane y de la ontológica esencia prostituida de su mujer e hijas, o de las de cualquier moro o argelino. En España, gracias a que la Conferencia Episcopal emplea este vocabulario en sus medios de comunicación para explicar el catolicismo a los niños y describir la catadura moral del infiel, creemos que este tipo de comentarios es algo más o menos normal. Medina Cantalejo, por ejemplo, es un fiel reflejo de esta convicción. Pero quizá, puestos a repasar vídeos, si lo hacemos con todo, podríamos adentrarnos en juzgar si es más grave o cúanto más grave es un cabezazo que ciertas afirmaciones.

Gloria a Zizou, aunque se le crucen lamentablemente los cables de vez en cuando, y su fútbol. Mientras tanto, Italia festeja a Medinaa Cantalejo, cuya vida está resuelta hace tiempo porque, qué duda cabe, siempre ha sabido qué se espera de él en el mundo del arbitraje.

ABP (València)


14/06/06: El Mundial, bocato di Ratzinger

Es decir, todo va según lo previsto. Desde que el Mundial se democratizó y se abrió a otros continentes distintos de los únicos que pueden ganar, y han ganado alguna vez, el campeonato (Europa y Sudamérica), la cosa es más exótica, si se quiere, pero desde luego el nivel es el que es. Al Mundial han ido 14 equipos europeos, cinco africanos, cuatro sudamericanos, cuatro de la CONCACAF, uno de Oceanía y cuatro (sí, cuatro) de Asia. La culpa es de Ustedes: si hubieran dejado a los japoneses tranquilos con sus milenarias tradiciones, en lugar de mostrarles el camino de la iluminación con Zico y Julito Salinas, no se habrían puesto a comprar camisetas como posesos y estas cosas no ocurrirían.

El espectáculo llamado fútbol moderno comenzó en Italia ’90 y hasta hoy, Mundial tras Mundial, el guión se cumple escrupulosamente: hay un montón de comparsas cuya principal función es eliminar a alguno de los buenos en horas bajas (y, siempre, a España) y luego, generalmente en cuartos de final o antes (en plan España), se van a su casa. Los comentaristas auguran “un futuro dorado para el fútbol africano”, o de la CONCACAF, o de donde sea, mientras aliviados contemplan que, bueno, se han cargado a Inglaterra, o a Francia, pero la cosa no ha llegado a mayores.

El modelo hizo crisis definitivamente en Corea / Japón 2002, probablemente el peor Mundial de la historia. Y no porque Turquía llegara a las semifinales (al fin y al cabo, se trata de un equipo europeo -al menos, allí juegan la fase de clasificación-, y reparte patadas como si fueran sus propios aficionados hostiándose en el campo), sino porque la infame Corea del Sur también lo hizo. Corea del Sur, señores. Claro, en cuartos se enfrentó a España, así que puede considerarse que jugó una eliminatoria menos que los demás, pero oigan, que es que en octavos eliminó a Italia, y además ayudándose de los árbitros (¿Los árbitros contra Italia? ¿A dónde vamos a parar?).

Porque una cosa es que los “modestos” toquen un poco las narices hasta cuartos de final, y otra que el Mundial se convierta en el Mundialito. Así que este año, hasta el momento, todos y cada uno de los favoritos están cumpliendo: sin jugar, sin hacer nada, resultadismo puro. De eso se trata. Ha ganado Italia, ha ganado Holanda, Argentina, Brasil e Inglaterra. Todos por la mínima y, con la excepción parcial de Holanda, sin hacer absolutamente nada. Alemania es, hasta el momento, el único seguidor del fútbol-arte. Así que todo va bien: la FIFA lo ha puesto todo perdido de equipos absurdos, pero esta vez asegurándose, a la vista de cómo se están desarrollando las cosas, de que los equipos importantes lleguen, al menos, a octavos, junto con lo que de toda la vida debería considerarse “sorpresa del Mundial” (La República Checa, que para algo son europeos y jugaron una vez la final del Mundial) y alguno más para rellenar huecos y parrillas de televisión. Porque lo que sí es un chollo de aumentar el marco de referencia es que cada vez hay más, y más, y más partidos por visionar. Ya hemos tenido un Togo – Corea del Sur, Australia – Japón, y mañana Túnez – Arabia Saudí. Y esto sólo es el principio.

Podríamos decir que todo está dispuesto para que el único favorito que queda por estrenarse haga lo que todos esperan de él. Esto es, que España fracase, como siempre, pero a lo grande, y desde el principio. Pero esto supondría otorgar a España la condición de favorita, en plan “técnicamente no somos inferiores a nadie”, y esto no es el Marca. Cada dos años (Mundial o Eurocopa) los creativos publicitarios lanzan una campaña de demostrada rentabilidad: “Si España gana el Mundial, su compra (del producto que sea) gratis”. Si mañana baja un ovni en el Valle de los Caídos y de él desciende el mismísimo espíritu de Camarón de la Isla, les pago, completita, la hipoteca del piso.

Guillermo López (Valencia)управление репутацияинтернет продвижение бренда блогах


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