La segunda enmienda
A raíz del enésimo asesinato masivo perpetrado en los USA, arrecian las voces para prohibir el derecho a tener armas en los USA garantizado por la segunda enmienda de la -en pie- constitución de los USA, en el -standing ovation- bill of rights.
Si hay que tocar la constitución americana, como exigen los progres de ese continente pichichi en materia de abusos de derechos humanos en el que tengo la dicha de habitar, empezando por el colonialismo y las persecuciones religiosas y acabando en la política migratoria de la UE, más valdría cambiarla para a) evitar que las tropas estadounidenses y sus humanitarios drones limiten su radio de acción al interior de sus fronteras como sabiamente aconsejaban los fueros vascos o el estatuto catalán cepillado por la segunda república y b) dejar un poco en paz a la segunda enmienda, que con sus numerosos defectos, algunos de los cuales bien ponderados en estos días por los amigos del concepto «alarma social», parece lo más razonable para defender a los ciudadanos del estado más militarizado del Planeta. Y si de paso se puede aprobar alguna reforma legislativa para mejorar el tema de la atención de la salud mental, otra para la pobreza y una tercera para legalizar las drogas de esas que no molan a los progres europeos que opinan enfurecidos sobre las leyes iankis en lugar de ocuparse de que sus gobiernos se abstengan de participar en condición de subordinados en carnicerías humanitarias por el mundo, ya sería la pera.
Eso sí, tendría lo suyo ver como ese Nobel de la Paz que ha consolidado los ataques a los derechos civiles de la infausta era Bush añadiendo una reforma sanitaria hecha a golpe de lobby trata de desarmar a los ciudadanos estadounidenses, especialmente teniendo en cuenta que la mayoría de ellos que tienen armas de fuego habitan en estados gobernados por republicanos y, en fin, más amigos del concepto secesión que de seguir obedientemente las órdenes de las élites corruptas de Washington.