Javier Cercas y el 23-F, por Gregorio Morán

Rompiendo la costumbre del blog Maketo, hoy me limitaré a colgar el artículo que publicó el pasado Sábado en el periódico monárquico, nobiliario y pro-taurino La Vanguardia. Bien escrito, con nombres y apellidos, con casos prácticos -en una palabra, periodismo- Morán arremete contra la caspa revisionista que en sus más variadas versiones ha venido constituyendo las sucesivas versiones canónicas sobre la guerra civil, la transición y el 23-F, entre otros acontecimientos fundamentales que sirven para explicar por qué disfrutamos de la calidad democrática que disfrutamos, por qué tenemos lo que tenemos en la Moncloa y por qué las calles españolas son tan diferentes de las europeas.

«Estoy admirado de lo mucho que cambia nuestro pasado reciente. Ya nos habíamos acostumbrado desde nuestra más febril adolescencia a que la antigüedad y la modernidad fueran una continua caja de sorpresas. Desde los godos y su lista de reyes hasta los musulmanes, todo fue cambiando. Y el descubrimiento de América y la loca de Juana, que alcanzó a convertirse en símbolo de los nuevos comuneros de la Castilla radical. Y qué decir de los Austrias, que vuelven resplandecientes como si acabaran de desembarcar en Tazones. Los Borbones, mejor no tocarlos porque es tema sensible. Conforme nos acercamos al presente, la realidad histórica se transforma a mayor velocidad. El franquismo y la transición alcanzan lo vertiginoso.

Recuerdo cuando el canon de la transición lo marcaban Joaquín Bardavío, Pilar Urbano y Javier Tusell. Bardavío conoció muchas intimidades -había trabajado en servicios desde la época de Carrero Blanco- y salpicaba sus libros de detalles que parecían desvelar algo y que siempre favorecían a alguno de sus antiguos jefes, o de los nuevos. Pilar Urbano fue la Elsa Maxwell de la transición española, pero como ya casi nadie recuerda a la Maxwell, habré de ser más preciso. Algunos de nosotros la conocíamos como Pilar Suburbano por su peculiar modo de trabajar la información; su condición de supernumeraria del Opus Dei convertía sus columnas en benditas obleas que la gente se tragaba con una convicción que exigía mucha fe y muy poca caridad. A ella se debe, no obstante, el libro más importante sobre nuestro día más largo, que tituló Con la venia… yo indagué el 23 F (1982). Un gran libro.

De Javier Tusell, ya fallecido, sólo puedo ahora repetir lo que le dije en vida y en su jeta: que me era difícil distinguir su lado menos despreciable; si como persona, como político o como historiador.

Luego llegó la era de Victoria Prego. La transición era tal como la había contado Victoria Prego, y como lo suyo no era escribir sino hacer entrevistas, resultaba que las crónicas de la Prego eran fabulosas operaciones de montaje televisivo. Ella preguntaba, el protagonista respondía y ella montaba el capítulo. Como venía formada en las artes de pasamanería del viejo régimen, en el que su padre había sido notable cronista, sabía perfectamente cómo preguntar para que nadie se diera por aludido y todos quedaran contentos. Lo que tocaba la varita mágica de Victoria Prego se convertía en página para la historia.

De todos los vericuetos de la transición, el más inquietante es sin duda el 23-F. Por muchas razones, entre ellas que obligó a afrontar algo que la transición había sorteado hasta entonces: dónde estaba el poder. Fue nuestro día más largo, como el desembarco de Normandía, pero en ejercicio de maniobras. El 23-F radiografió al país en su conjunto como ningún otro acontecimiento de la iconografía oficial.

Fíjense si nuestra reconstrucción del pasado no será vertiginosa, que cada día que pasa no sabemos más del 23-F sino menos. Las últimas informaciones de las fuentes más fidedignas, y menos creíbles, resumen la gesta en la asonada de un picoleto tronado. Incluso seguimos dándole vueltas a si había un golpe, dos golpes o tres golpes. Una frivolidad de amateurs, porque todos los golpes de Estado, cuando triunfan, se unifican, pero si fracasan se parcelan. ¿Acaso el 18 de julio era el mismo golpe en la concepción de Sanjurjo, de Mola, de Franco, de Fal Conde, de Juan March, o de Cambó y Bertran i Musitu? Sólo estaban de acuerdo en el día, y no todos.

Y luego cuenta la edad. Un fascista longevo siempre es un anciano comprensivo, y por tanto liberal. Sirvió con Serrano Suñer, sirve con Alfonso Armada. ¿Acaso no vale también para Santiago Carrillo? Abuelos que enternecen a las almas cándidas.

Ya me imagino las necrológicas. Si tienen el vicio de leer las últimas entrevistas habrán descubierto otro fenómeno insólito: todos los protagonistas del 23-F lloraron en alguno de aquellos momentos trascendentales. Es la última aportación de nuestra historiografía doméstica. Los dioses, caídos o triunfantes, también lloran.

Incluso se hacen cada vez más confusas las razones del golpe. Ahora, menos que ayer, no sabemos a ciencia cierta si se trataba de acabar con Adolfo Suárez y su entonces protegido, Leopoldo Calvo-Sotelo, o si era contra la democracia, la Constitución y demás. El asunto se complica con la denominada trama civil del golpe. Nada menos que Alfonso Guerra se pregunta dónde están las cintas magnetofónicas de las grabaciones de aquella noche tan larga. ¿Es el mismo Alfonso Guerra que fue vicepresidente del Gobierno o un imitador chistoso? Porque si quien ejerció como número dos del Ejecutivo no tuvo acceso a los detalles, apaga y vámonos.

Cuando digo que el 23-F es la radiografía más precisa de la transición lo afirmo sumando evidencias, y la más brutal es aquella que atestigua que nuestras libertades, por frágiles que fueran, dependían de unos caballeros que se pasaron un montón de horas en la duda de si nos machacaban o nos mantenían como estábamos. Una democracia inerme es una parodia de democracia. Se jugaron nuestras vidas y nosotros estábamos mirando el tablero, hasta que nos dijeron que todo había ido bien, que podíamos seguir tranquilos. Fue aún más patético que la muerte de Franco. Entonces se había muerto el canalla y ahí estábamos esperando a ver qué hacían ellos, porque nosotros no estábamos en condiciones de hacer otra cosa que esperar. Cuando oigo a alguien contar lo del champán que se bebió a chorros en noviembre de 1975, tomo conciencia de que esa gente estaba aún más muertita de miedo el 23-F de 1981.

El 23-F fue otra dosis de realidad en unas castas que se empeñaban en inventarse un país inexistente. Apenas si hay nada escrito y verosímil sobre la trama civil del golpe, pero aún hay menos de las conversiones al socialismo militante de la radicalidad omnipresente. Aún recuerdo aquella errata feliz de El País cuando nombraron director general del Libro (1991) al columnista e historiador Santos Juliá. En el currículo periodístico había un error que hubo de ser subsanado: donde decía que había ingresado en el PSOE en 1981, debía leerse “que el historiador pidió el ingreso junto con otros intelectuales, pero no llegó a formalizar su ficha personal”.

Y cuando estábamos en estas llegó el relato. Se acabaron los Bardavíos, Suburbanos y Pregos, ahora la clave está en el relato. Si nuestra historia ha sufrido en los últimos años una manipulación tan descarada que resulta irreconocible para quienes la hemos vivido, ahora llegan las plumas. Buena gente. Legales y con muy buen rollo. La historia vista desde la profundidad psicológica de un escritor. Cuando usted dice “eso es incongruente, o inverosímil, o falso”, le responden: se trata de una novela. ¿Acaso un escritor no puede transformar la realidad e interpretarla? Es como apostar con los trileros; pierdes siempre. Cuando pones el dedo en la chapita y dices, eso es falso y además una manipulación, te replicarán que no valoras la creatividad literaria. Y cuando vuelvas a poner tu perplejidad en otra chapita delatora de una prosa agarbanzada, te rectificarán, porque son fieles a la historia.

Estamos en manos de frívolos convencidos de que al fin y al cabo la vida está hecha para los audaces y sostenida por los ignorantes. ¿Quién se creería hoy que España entera estuvo durante años discutiendo sobre la verosimilitud de la Guerra Civil contada por un escritor tan espantosamente manipulador y mediocre como José María Gironella? ¿Quién osaba negar entonces que aquel relato era literatura, no digamos ya historia? ¿Y si lo mismo ocurriera con Javier Cercas y su recreación del instante más largo de nuestra democracia? Porque el secreto de Gironella entonces y de Cercas ahora posiblemente se reduzca a una evidencia, dar a la gente lo que la gente quiere. ¡No me cuentes la verdad, chaval, házmela asumible! Héroes de papel para una sociedad encantada de conocerlos.»

Vía Reggio

23 Comentarios en “Javier Cercas y el 23-F, por Gregorio Morán”

  1. a mi el 23F me pareció una mamarrachada y los españoles estuvimos muy tranquilos (todos) el 23 y el 24 y el 25, solo años después y desde plataformas revisionistas populares como el «cuéntame» y desde esa manía también revisionista (orientada) que tiene ahora la izquierda, haciendo todo tipo de homenajes (a que?) del 23F, se entiende que tropecientos años después se quiera analizar lo inanalizable… ¿quien nos habla de literatura agarbanzada?
    Me quedo con ganas de saber mas del GAL, del 11-M, de Rumasa, de Banesto, o del hermano de Juan Guerra y la saga de desfalcos y corrupciones que le siguieron, que eso si que está en el lado oscuro de nuestra historia…. pero Tejero… por dIos si daban risa.

  2. A su manera, los golpes han triunfado.
    El de 1936 no hay genero de dudas.
    En el de 1981, se consiguió atornillar en su puesto al Campechano, se pego un recorte a las reivindicaciones de las naciones sin estado (con la LOAPA el gobierno español decidía hasta como debe vestir el ujier de Ajuria Enea), convertimos a los republicanos en juancarlistas, a la derecha en centro, y al socialismo en socialdemocracia. La charlotada salió cojonudamente bien. Prietas las filas, y las aguas volvieron a su cauce. Se acabaron los desmadres.
    En cuanto al GAL, no es más que la sucesión del terrorismo de estado, como en otros lugares de Europa. Antes de estos tuviemos los greatest hits del BVE, los 40 años del patascortas, ese grupo paramilitar criminal y asesino llamado Requeté y Falange, el Somatem, etc. Ahora se llama AN (TOP), TS, y TC.
    El 11- M no fue ETA. No hay mucho que contar, por mucho que se empeñe el joseantoniano de PedroJ.
    Los vuelos de la CIA están por aclarar, (más guerra sucia).
    A mi si me gustaría saber que tuvo que ver España en el intento de golpe de estado en la República de Venezuela en 2002, nunca aclarado, y que cuando se pregunta todos tapan, e incluso tenemos respuestas airadas (¡Porqué no te callas indio de mierda!).
    También me gustaría saber la implicación de España en armar a la opsición del MAS en ciertas zonas de Bolivia.

  3. Lupo,

    Es posible que hubiese bastante gente tranquila, a fin de cuentas, algunos no se convirtieron en «demócratas de toda la vida» hasta que se vio que el retorno a los años 50 y 60 era imposible.
    Otros no lo tenían tan claro. Algunos que se habían significado en el movimiento político y sindical a finales de los 60 y principios de los 70 y seguían en la brecha tenían la maleta preparada por si había que salir por piernas en dirección a Andorra o Francia (en otras latitudes, supongo que mirarían a Portugal).

  4. Y esto lo ha publicado La Vanguardia? Tendrían un día tonto, como cuando decidieron sacar la edición en catalán.

    «a mi el 23F me pareció una mamarrachada y los españoles estuvimos muy tranquilos (todos) el 23 y el 24 y el 25,»

    Efectivamente, los españoles estábais tranquilísimos (todos). En cambio yo sé de algunos sitios en las Baleares donde había lanchas con los motores calentando y los depósitos llenos para llegar a Argelia. Y no eran contrabandistas.

  5. Y abundando en el 23-F, en unos cuantos pueblos salieron ciertos buenos españoles, nostálgicos de épocas pasadas, que se dirigieron al Cuartelillo para ofrecer sus servicios a la Benemérita por lo que hiciese falta, y en algún otro caso incluso se tomaron la libertad de entregar listas con los desafectos del lugar, por si creían conveniente ponerlos a buen recaudo.
    La lista era necesaria porque ya se sabe, por más buena disposición que tenga el cabo comandante del puesto, lleva 8 meses en ese destino y su conocimiento de los elementos subversivos locales es inferior al que tiene un nativo que se pasó 20 años, entre el 45 y el 66, reprimiéndolos.

  6. Me parece que aquí hay una confusión entre el ser y el estar. Los españoles, todos ellos -tenía 9 años por entonces y uno ya se daba cuenta de ciertas cosas- estaban muy tranquilitos en sus casas, sin mover un puto dedo ni atreverse a salir a la calle. Desde el punto de vista de la tranquilidad social, compro al 100% la expresión de lupo, aunque desde mi maldad congénita yo usaría la palabra acojonaditos.

    Por lo demás, un escojone el artículo de Moran, en su línea, porque tenga razón o no cuanto menos sí se atreve a definir muy a las claras quién y cómo parece ser el cronista oficial de aquellos tiempos según las modas. A la Prego ya la tenía fichada desde hace tiempo y la verdad es que Cercas se ha desnudado bastante en sus polémicas agilipolladas con Espada: como dijo gloriosamente Felipe «Son la misma mierda». O, como excelsamente comentó un lector en otro post sobre otro tema «basura manipulativa bien presentada sigue siendo basura manipulativa»

    Eso sí, mientras no haya un cambio de regimém veo muy difícil llegar a saber la verdad sobre la pseudo corrida de toros en el Congreso (los yanquis preguntaban que qué hacía ahí un señor vestido de torero). Entre otras cosas porque , como muy bien se ha dicho por aquí, el golpe si consiguió algunos objetivos que serían ahora imposibles de desmontar.

  7. A mi el 23-F me pilló ya bastante mayor que a JC y me movía en ambientes bastante políticos y puedo asegurar que de tranquilos nada. La mayoría debían estar quietos (que no es lo mismo que tranquilos) en casa por si acaso. Yo cogí el metro cuando el golpe llevaba ya unas horas, porque me pilló fuera de casa, y aquello parecía una ciudad fantasma.

    Es verdad que Tejero parecía un mamarracho, pero Franco también y mira lo bien que le fue.

  8. Otra vez el 23F?

  9. «A mi si me gustaría saber que tuvo que ver España en el intento de golpe de estado en la República de Venezuela en 2002, nunca aclarado, y que cuando se pregunta todos tapan, e incluso tenemos respuestas airadas (¡Porqué no te callas indio de mierda!).»

    cuentan que la banda con la que se iba a investir el pollo de la patronal al que apoyó el periódico monárquico El País, y que debía ser el regalo personal al nuevo presi del inspector Aznar López, aún está en una sastrería madrileña. Por cierto, que les ve muy alicaídos a los que llevaban dos años celebrando el hundimiento del precio del petróleo por las consecuencias políticas -o apolíticas, que diría la oposición venezolana- del mismo en chez gorila bolivariano.

    Al hilo del artículo, ¿hay alguien que sepa a que se dedicó Santos Julià entre 1960 y 1980?

  10. «a mi el 23F me pareció una mamarrachada y los españoles estuvimos muy tranquilos (todos) el 23 y el 24 y el 25,»

    Si de verdad piensas eso, eres un ingenuo o un imbécil. Te puedo asegurar que en mi casa y en muchas otras no había tranquilo nadie.

  11. Etor…
    «El 11- M no fue ETA. No hay mucho que contar»
    genial

    Habré exagerado, que es lo que suelo hacer, pero joder de lo que pasó el 23F a como lo pretenden «revivir» algunos, incluido Antoñita la fantástica (alias «el impostor») hay un buen camino!

    Coño, que la gente se fué a las 12 de la noche en el metro a la Carrera de San Jerónimo a ver a los guardias civiles de las cortes … y a José María García.

    Hay una leyenda urbana que decía que a Iribar (el portero del Athletic) se la había visto en una barca, no dicen si disfrazado de remo o de motor fueraborda… Vamos como a Mortadelo y Filemón cuando les persigue el jefe.

    Menos lobos con el 23F que no fué para tanto

  12. Para ti lo más grave que pasó ese año debió ser la derrota del mandril en la final contra el Liverpool.

  13. No te quepa duda Villorio, era muy pequeño, pero aquellos tres alante… (Juanito, Santillana y Cunningham)

  14. Lupo, me da la impresión de que «revisionismo» no significa lo que tú crees que significa ni tampoco es una palabra con ningún poder mágico que automáticamente invalide los argumentos del contrario. Lo que no es normal es los contrario, las versiones fijas, inamovibles y complacientes con las doctrinas y poderes de una época que, se supone, son de otro tiempo, o la desaparición de información disponible sobre un acontecimiento clave como denuncia Morán, lo que además hace que esa versión fija, inamovible y complaciente no pueda fundamentarse debidamente en fuentes y datos contrastados y conocidos.

    Tampoco sé que hay exactamente de problemático o inadecuado en hablar del 23 -F. No es precisamente un acontecimiento del Paleolítico (aunque la mentalidad de los promotores invite a pensar lo contrario) Por favor, déjanos saber qué es exactamente lo que te inquieta de todo esto, ¿qué males nos acechan por hablar del 23-F?

    Respecto a la tranquilidad de los españoles, un servidor ciertamente estaba muy tranquilo porque no había nacido. Otros estaríais muy tranquilos también por las razones que fuesen, no sé si por estar también en el limbo o por motivos de otra índole, pero desde luego tranquilidad no es la sensación que me han transmitido muchas personas que sí lo vivieron. Quizá no sean españoles, vete a saber, es bien sabido que la anti-España se esconde detrás de los más inesperados disfraces.

    Pero tendrás razón, a veces no sabes dónde has dejado las llaves y otras veces se te cuela la guardia civil pistola en ristre en el Congreso de los Diputados o se te pasean unos tanquecillos por las calles de Valencia. Son minucias sin importancia que ocurren con frecuencia y después sirven para echarse unas risas con los amigotes al recordarlo. ¡A quién no le ha pasado alguna vez!. Yo, por ejemplo, el otro día sin darme cuenta casi promulgo un bando decretando el estado de excepción. Yo es que soy así de despistado.

    Un saludo.

  15. Lupo,

    Quizá a toro pasado se pueda decir que el 23-F no fue para tanto. Pero en ese momento, quizá habría algunos haciendo cola para ver el espectáculo, pero muchos más acojonados en su casa (que lo del 36 empezó de forma similar), y bastantes más mirando donde esconderse o donde estaba la frontera más cercana, porque ya sabían como las gastaban los revoltosos…
    Los que estaban tranquilos eran, básicamente, los que también se encontraban cómodos con el anterior jefe de estado. Pero los que se habían significado poco o mucho en defensa de la democracia no estaban tranquilos.

  16. Que si Fulanito estaba tranquilo, que si Menganito se comía las uñas. En fin… Es todo tan subjetivo. Mejor discutir de algo que se pueda argumentar -como si estaba pensado desde el principio para fracasar o no, la implicación de unos y otros, su comportamiento más o menos “heroico”…etc-.

  17. Gogglieb,

    Pues me parece que discutir planes y comportamientos es aún más subjetivo, porque dudo que dispongamos de toda la información y, por lo pronto, en muchos aspectos solo podemos especular.

  18. Me refería a argumentar sobre hechos posteriores, comportamientos sospechosos…
    Pero tiene razón en que es especulativo. Pero si hubiera pruebas -sé que es imposible-, no habría nada de que discutir.
    En fin… Me voy a ver al Barça, que se termina el descanso…

  19. La sensación que he tenido estos dias es que se ha usado el 23F para un acto artificial de reafirmación de nuestro caractarer democrático, algo que veo innnecesario por evidente. Claro que si todo este pollo de los 30 años del 23F lo monta alguien que sigue hablando, y no ha parado desde hace 7 años, de lo contento que está de vivir en una democracia (joven pero con bastantes mas de estos 7 años) y que su padre no pudo, pues eso.
    Me reafirmo, el 23F me pareció una gansada de unos flipaos, y si quereis meter al rey, hacedlo, me sigue pareciendo ima gansada, que quereis que os diga. Se manejan los eventos de caracter publicitario, desde el poder, y los demas abrimos la boca y tragamos.
    Hace unos meses Gadafi se abrazaba con el rey y con el impostor, el mismo que hoy le pide a la OTAN que lo masacre.
    Hace unos dias el impostor hacía el idiota en Tunez hablando a no se sabe quien, de lo mal que lo pasó su abuelo, mientras que se abrazaba a uno de los sátrapas que manda en nun pais carente de cualquier libertad como es Qatar
    Los chinos no dejan ir a coger el premio nobel de la paz a un conciudadano, pero les regalamos el mayor polígono industrial de España, para que generen negocio chino.
    Todo es relativo, y a gusto del consumidor que lo manipula, menos lo que paso el 23F de hace 30 años, que fué una payasada. A mi no me la meten

  20. puto Messi, que suerte tiene el enano ese…
    saludos desde una Barcelona plagada de ingleses borrachos sin entrada

    Lupo

  21. LLuis
    «Los que estaban tranquilos eran, básicamente, los que también se encontraban cómodos con el anterior jefe de estado.»

    esto es revisionismo, manipular la realidad 30 años después a gusto del consumidor

    Hace 30 años los españoles eran muy normales, y se tomaron a guasa el paripé de Tejero & Co

  22. Pues se lo tomarían a guasa los que vivían en una extraordinaria placidez, pero los que tenían carnet del partido comunista se pasaron esa tarde/noche buscando una casa donde pasar desapercibido hasta que se resolviera todo.
    Y esa tarde la Diagonal se quedo absolutamente desierta. Debían estar todos viendolo todo por la tele, descojonandose y comentando las mejores jugadas. Y cuando Milans sacó los tanques de paseo por Valencia, ya salieron a hacer la ola…y muertos de risa

  23. […] la misma manera que el 23-F sirvió en su momento para hacer visibles los límites de la subnormalidad democrática española, […]