En favor de la planificación económica
Después del desastre de la perestroika, la planificación económica había caído en cierta desgracia -al menos en Occidente-. Por suerte todo vuelve, y es en este nuevo marco que hay que compartir los denodados esfuerzos del ayuntamiento de Barcelona para levantar, en un sitio sin industria alguna al respecto, nada menos que la capital mundial de la telefonía móvil.
Todo ello, por supuesto, como corresponde a las democracias liberales, partidarias de la iniciativa privada y creadoras de riqueza, transfiriendo recursos públicos a empresas privadas y con la prensa controladora del poder, con su peculiar modo del Follow the money, haciendo la ola y poniéndose al frente de las demandas a no-Papá Estado.
Por supuesto, la información sobre los recursos públicos comprometidos, el empleo generado y los impuestos recibidos por las administraciones públicas gracias a la ganga de ser la capital mundial del móvil brilla por su ausencia, ya que hablar de dinero queda como muy de tacaños.