Javier el del Bombo
Merced a la victoria del fascismo en el 36 y la consolidación de la misma en el partido de vuelta del 78, en el Reino de España disfrutamos de una prensa de estilo y maneras pro-coreanas. A diferencia de lo que sucede en los países democráticos -donde The Guardian se jacta de ser el periódico con más capacidad para marcar la agenda, y el supervillano Murdoch se dedica a espiar al gobierno de turno y a la policía-, aquí abajo es el estado el que dicta la agenda, y la prensa del régimen la sigue obedientemente. Por eso, en fin, Público terminó siendo una payasada más de la CT con sus mismos usos y costumbres, por añadir un tercer error a los mencionados por el jefe.
De los autores de Todos los hombres del Rey llega un editorial insuperable sobre el caso Borbones, conocido en el corralito informativo españatarra como caso Urdangarin. Primero, el relato de los hechos: Urdangarin no tiene nada que ver con el Rey, el Rey no sabía nada de sus chanchullos pero al mismo tiempo le ordenó que acabara con los chanchullos, y, por último, una «ovación parlamentaria» que «desmiente» que «la familia real se encuentra cuestionada por la opinión pública«, cuando hasta el CIS ya ha dado, en sus encuestas inenarrables, el primer suspenso a la insitución que generosamente nos legó, atada y bien atada, el Invicto Caudillo . En fin: un 23-F en pequeñito y repetido como farsa. Luego, un poco de ingeniería social norcoreana: « la sociedad española debe rechazar con toda contundencia [el debate sobre la Jefatura del Estado]», en paralelo al revisionismo histórico que señala, contra la evidencia de que no hubo referéndum alguno y que la ley de prensa y los matones de las FSE hacían horas extras fuera del trabajo, una « forma de Estado que libremente fue asumida por los españoles durante la Transición política«. Como dijo refiriéndose a los que no hemos votado el engendro el padre constitucional, catedrático y genio del humor Peces-Barba, «haber nacido antes«.
Para los hooligans monárquicos, eso de que la familia del Caudillo bananero de turno se forre con cargo al erario público no tiene ninguna importancia -otra cosa, eso sí, es si hablamos de otros países como Uzbekistán-. Es más, discutirlo es a un tiempo un «debate artificial«, «frivolidad, el populismo y el amarillismo periodístico«, «no es admisible» y es una «discusión ficticia«. No está mal, para algo que no existe como «demuestran» los palmeros del Congreso de los Diputados.
Pero la diarrea borbónica sigue. Así, España no necesita ningún debate sobre la monarquía porque, como dirían Castro, Putin o Mubarak, hay que centrarse en la crisis. En posición más que dudosa, el editorial menciona los «impagables» -esperemos que el adjetivo sea literalmente cierto, je- servicios del Campechano a «la libertad de nuestros ciudadanos, a la democracia española, a su construcción y desarrollo y a su prestigio e influencia en la escena internacional«, acreditada esta última con las noticias sobre el Mondo PIGS en la prensa anglo-sajona o la gigante influencia de Rajoys y ZPs ante la Merkel de turno.
Por si no había quedado claro, el inigualable Javier Moreno, que merece desde ya un sillón en la RAE, otro en la RAH y un viaje con todos los gastos pagados a Pyongyang saca el Bombo y, con la boina enroscada hasta los omoplatos, aporrea con fuerza:
«Tratar de recusar nuestra forma de Estado al hilo de coyunturas como la que comentamos supone la impugnación del pacto en el que se fundaron las libertades tras la muerte del dictador. Necesitamos apoyar nuestras instituciones, no crearnos problemas que no tenemos, y abordar la solución de los muy graves que nos ocupan huyendo de teatrales escaramuzas que suscitan quienes andan al acecho para desestabilizar la democracia en su propio interés.»
A continuación, el pobre hombre, artífice de una imperceptible caída del 26% de la difusión del periódico en un solo año, critica, eso sí, « las rigideces y corsés, cuando no el oscurantismo, de quienes le adulan [al Campechano]». Queda claro que el buen señor no llevaba corsé durante la redacción, pero el blog Maketo no ha podido confirmar si estaba en pelota picada y gentilmente arrodillado cuando alababa, desde el más independiente de los periodismos, la «la eficiente y arrolladora personalidad del Rey«, pidiendo después tres chorradas irrelevantes para «modernizar» esa cosa que, según Der Spiegel, dejó al embajador alemán de la época tan extrañada.
La lectura de la obra de arte de la CT lleva a pedir la fusión de El País con ABC -algo especialmente posible estos días, aprovechando el actual tirón mediático de ese ojito derecho de ambos panfletos conocido como Ruiz-Faraón-, como manera de dar respuesta a esa pertinaz crisis que tiene a la prensa españatarra mendigando de la empresa o poder político que caiga más a mano un dinerillo ante su incapacidad para ofrecer una información por la que merezca la pena pagar un céntimo o un modelo de negocio que no esté calcado del modelo Pravda que, a causa del exceso de competencia a la hora de pelotear siguiendo el código deontológico de los Inda o Nolla de turno, se antoja poco viable por aquí.
En cualquier caso, no tiene la menor importancia. Más que ayer pero menos que mañana, en un período record la población española está empezando a calibrar con cierto realismo a ese 1% de vendedores de crecepelo que viven de hacerse la pelota entre ellos después de haber encadenado las sucesivas recogidas de nueces del 36, del 78 y del monumental saqueo al que llaman «crisis». Mientras, el 99% restante, entre los cuales no pocos periodistas honrados, trabajadores y capaces sometidos a la incompetencia corruptoide de unos jefes impresentables que no podrían ser homologados para trabajar en ningún medio de una democracia occidental, sigue pagando. ¿Hasta cuándo?
Mene, Tequel, Parsin: ha empezado la cuenta atrás.