Carta abierta al Presidente Rodríguez Zapatero

Querido Presidente:

Como no se me ocurre nada, me conformo con mandarte un caluroso abrazo y desearte lo mejor.

Adiós y recuerdos a los tuyos. A todos.

Y ahora, vamos con el tema, hoy llamado «Estado contra democracia». Empiezo recomendando los apuntes que han hecho los jefes al respecto –1 y 2– así como los apuntes específicamente dedicados al GAL contra los controladores aéreos -nota mental: si no estuviera leyendo lo que estoy leyendo sobre las pensiones, me apostaría una coca-cola a que después de empezar con los fascistas, seguir con los peperos, pasar por la iglesia, continuar con los mercados (cuando eran malos), tirar de los controladores y acabar con los internautas contrarios al atropello del florero de Cultura, los hooligans sociatas de Internet irían a por los pensionistas: la realidad supera su succión-.

A lo que iba. Lo más submoral de nuestra incultura democrática, perdón, de nuestga incultuga democgática, ha destacado que las filtraciones del represaliado político anarquista Julian Assange y la organización que dirige, Wikileaks, se reducen a meros cotilleos. Muy al contrario, a mí me ha provocado cierto estupor ver hasta qué punto de radicalidad llega el combate de los estados occidentales contra la democracia y contra los derechos humanos.

La parte del león de las filtraciones aparecidas son los constantes intentos de cercenar derechos fundamentales -empezando por los intentos de silenciar a las fuentes con acusaciones de terrorismo que está impulsando la administración de progreso de Obama mientras los fascistas del Tea Party encabezados por Ron Paul apoyan la transparencia, siguiendo con la férrea obstrucción de investigaciones sobre asesinatos políticos hecha por Berlusconis y Zapateros, pasando por el amaño constante de contratos gubernamentales y leyes parlamentarias y acabando en el desprecio más absoluto por las resoluciones de la ONU como en el caso marroquí-, que explica hasta qué punto llega la ola retro que desde que cayó el muro está invadiendo lo que en otros tiempos trataba de mantener unas mínimas formas y apariencias democráticas.

Ya no se trata solo de tener una manzana podrida -el atribulado terrorista, perdón, estadista mundialmente conocido como Mister X volvía a ejercitarse en la apología del terrorismo esta semana al señalar que él conoce gente de «todas las ideologías» favorables al terrorismo de estado-, sino de tener montado un sistema especializado en ocultar la información, traficar con derechos humanos y abandonar cualquier pretensión democratizadora no solo en el presente sino ni tan siquiera en un voluntarista futuro.

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