Supermiérdoles
Después de un apasionante curso político y sus miérdoles de sesión de control al Gobierno del Reino, ayer tuvimos la ocasión de ver como se las tenían el Impostor del pleno empleo y su rival, la gran desesperanza negra. Ambos contendientes respondieron a las expectativas y se insultaron sin parar durante todo el día, felizmente jaleados tanto por sus compañeros de bancada como por la jauría de tertulianos que, en los medios afines a ambos partidos y en el No-Do bipartidista y monárquico que pagamos con nuestros impuestos, se afanaron en su labor de mamporreros.
En fin: nada nuevo, y otro supermiérdoles que da por acabado un curso político peor que el anterior y mejor que el siguiente. Yo seguí el debate de nuestros aspirantes a Churchill -el Impostor llegó a parafrasear a JFK, el muy paleto, y siguió insultando a diestro y siniestro conforme las encuestas y su adicción al decretazo como forma de gobierno le fuerzan a redefinir el concepto talante- volviendo de Euskal Herria y, en fin, si el debate ya se las traía, seguirlo achicarrándote en unos Monegros a 38 grados mientras en RNE se dedican a informar sobre la corbata de los participantes o su lenguaje no verbal -eso sí, que quede claro que la Noria es periodismo basura, mientras que los chicos del No-Do radiofónico son informadores serios- da para dos cosas, a) y b): a) en primer lugar, para empezar a buscar contactos en el Reino Unido para empezar a buscar un sitio en el que tus impuestos no vayan a fomentar la subnormalidad democrática más desvergonzada, y b) en segundo lugar, para reivindicar una vez más lo sucedido en Bélgica en los últimos años, con los gobiernos cayendo uno detrás de otro llegando a producirse una situación de más de nueve meses sin gobierno que, por supuesto, no tuvo la menor influencia en el correcto funcionamiento de escuelas, pensiones, hospitales o comisarías. El sueño de perder de vista a tanto estadista indisoluble e indivisible durante nueve meses -o nueve años, puestos a pedir-, que nos dejaran un poquito en paz, quizás no arreglaría muchas cosas. Por lo menos, eso sí, nos hubiera ahorrado el último tuneo del FROB -ya saben, ese fondo de no-rescate a los bancos no-quebrados en el que de momento hemos metido 11.000 millones de euros de ahorrillos-. Fiel al compromiso de no dejar atrás a los más débiles, el Impostor y su alternativa se han puesto de acuerdo para que el susodicho FROB sirva no solo para los bancos quebrados, sino que también pueda echar una manita a los bancos que ganan dinero. Eso sí, jubilación a los 67, y es que para ayudar a los débiles digo yo que habrá que quitarles a los que más tienen, esto es, a los privilegiados que con 65 pretenden irse a casa a vegetar en lugar de ayudar a «arreglar esto entre todos».
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Absolutamente recomendable el artículo del exdiputado del PSC J.A. Donaire sobre el estatut y el tejerazo, perdón, tijeretazo del TC, con una frase que permite hacerse una idea bastante aproximada de hasta qué punto insuperable ha llegado el fracaso del socialismo catalán en su proyecto «federalista» -él lo llama piadosamente «pseudo-federalista»-: «Probablement, per a què Espanya viri cap al federalisme serà necessari una victòria del PP. «. Hay que sacarse el sombrero ante tamaño ardid estratégico, que deja manifiestamente claro cual es el alcance y las probabilidades reales que tiene el socialismo catalán de hacer realidad el programa político que ha defendido en los últimos trenta años, una vez abandonado su programa original para pasar por el tubo de los fascistas y dedicarse a recoger nueces, MOVILMAs, Palaus y demás.